Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Epílogo

Julio, 2023

Asher Daffara terminó de cerrar el último botón de su traje social. La noche era cálida y traía consigo un viento dulce y refrescante proveniente del océano, como solo eran las noches de verano en Deva; había visitado muchos países extraños, pero al final, ninguno se comparaba. Había estado en Italia, Tailandia, Londres, Brasil. Había buscado su camino en tantos lugares diferentes y sin embargo, siete años después cuando recibió una invitación a la isla, no dudó en aceptarla.

Después del incidente, la Isla había cambiado. La atención mediática que había recibido el caso había sido enorme, envolviendo al mundo entero, presionando por mejor calidad de vida para Deva. Con el tiempo, se logró crear un gobierno propio e independiente para la Isla. Se dividió políticamente (y oficialmente) las tres ciudades respectivamente y se crearon nuevas fuentes de trabajo en la misma una vez que no se pudo controlar que se exportaba y que no. Se había transformado en una ciudad progresista, con un futuro prometedor. Incluso el turismo había ganado espacio y todos conocían las historias de la Isla de Deva. Elizabeth era considerada una heroina local. Fue un proceso largo, uno que aún se estaba trabajando y Asher no se había quedado para contemplarlo. Tan solo años después le abarcaba el conocimiento de todo lo bueno que había salido de una tragedia.

Terminó de alistar su traje formal y se bajó del cuarto del hotel hasta el chófer que lo esperaba enfrente.

—Señor Daffara—saludó y Asher lo saludo devuelta. 

Estaba nervioso, algo no muy propio del hombre que se había convertido. Hacia años que trabajaba en la persona que quería ser y esa persona no tenía espacio para estar nervioso, debía ser la isla. Siempre sacaba lo peor y lo mejor de uno mismo.

Su corazón se detuvo un momento al llegar a su destino. Una gran estructura arquitectónica iluminada con teatralidad estaba llena de invitados, cámaras y lujo. Un lugar que lo atraía desde siempre y seguida haciéndolo, el que alguna vez fue el hotel abandonado. Se bajó del auto y se llevó una mano al cabello, arreglándolo solo en caso de que estuviera desordenado. Se había acostumbrado a traerlo peinado y corto, muy diferente a sus días de adolescencia donde dejaba que los rizos se moldearan como quisieran.

Había llegado atrasado, lo sabía, lo había hecho a propósito. La prensa que quedó afuera se mostró deleitada de ver que podían sacar fotos de un último invitado y Asher mantuvo una sonrisa misteriosa desde el comienzo hasta el final, hasta que cruzó los grandes umbrales del hotel. Estaba como lo recordaba y a la vez no. Grandes pilares griegos, piso lustrado y candelabros. Antiguo y moderno, pero tenía un toque de vida único y el aspecto de místico abandono se había ido, rodeado de familiaridad y vivencia. Tenía arte en todas partes y podía ver rasguños de lápices de colores de niños en las paredes, podía ver marcas de que el lugar era usado a diario y era querido y amado.

El salón principal estaba lleno de personas, cada una mejor vestida que la anterior, y su mirada se dirigió automática sin ejercer su voluntad hacia el podio. Con un vestido rosado y los cabellos rubios prendidos en una trenza recogida, estaba Hayley Miller. Sabía que estaba hablando, pero Asher no podía escucharla. Por años había imaginado su rostro y supo lo cuán desgastada estaba su imagen mental de ella. ¿El azul de sus ojos? Opacos comparados con la realidad. Sus rasgos también habían cambiado desde que tenía diecisiete años. Su rostro mostraba su estructura ósea con pómulos altos y la mandíbula marcada, labios rojizos y lo que más la diferenciaba era la paz que irradiaba. Parecía muy feliz.

No estaba seguro del porque había recibido una invitación a la ceremonia de inauguración oficial de la nueva cadena de hoteles Halcyon, por Hayley Miller. Pero cuando pensó en volver a verla, tras años evitando todo lo que le dirigía a ella, el sentimiento que tuvo se parecía a una calidez reconfortante.

—Me complace hacerles saber que más que una cadena de hoteles, Halcyon es una oportunidad para los jóvenes que terminan la secundaria de poder hospedarse en una de las sucursales y dedicar un año al voluntariado en mi fundación Leiza, ayudando a niños de todas las edades a encontrar un hogar apropiado para ellos, a recibir educación, salud y amor. Queremos jóvenes que tengan la oportunidad de conocer el mundo, conocer personas y conocerse a su mismos antes de elegir su vocación y junto con mi fundación y la cadena de hoteles, podremos dar la oportunidad a jóvenes de todo el mundo. Muchas gracias a todos por acompañarme en esta noche. Por comenzar de nuevo, por reinventarse y por ser las mejores versiones de nosotros mismos. Gracias.

El público levantó las copas y Hayley les dedicó una sonrisa amplia, de aquellas que podían iluminar el mundo si quisiera. Su sonrisa contagiosa no había cambiado en nada, salvo que ahora parecía verdaderamente feliz y no una máscara. Algo que no creyó que fuera a expandirse en su pecho lo hizo; estaba orgulloso de ella, estaba feliz.

Una mano lo golpeó en el hombro, irrumpiendo sus pensamientos. Asher volteó a ver quien había sido y alzó las cejas al ver a quien volvía a ver. Ahren Miller.

—Fire—lo saludó con una sonrisa. Hacía tiempo que nadie lo llamaba de esa manera.

Ahren Miller, al igual que su prima, había crecido. Si Asher no se equivocaba, rondaba por los veintitrés años y el tiempo le había favorecido. Estaba más alto, su espalda ancha tras su traje azulado. Tenía el cabello peinado hacía un costado, ordenado y brillante. Su estructura facial se había afilado y parecía mucho más maduro desde que lo había visto una última vez. Asher no estaba seguro de a que Ahren se dedicaba, pero según había escuchado, a varias cosas.
Un año, había escuchado que era fundador de una marca renombrada de ropas.
Había escuchado que había abierto una cadena de hamburguesas Gourmet.
Había escuchado que había desfilado para el haute couture en Milan.
Que había sido hombre del año y un icono de moda masculina.
Que administraba un pub famoso en Pleiade.
Que tenía un canal de YouTube.
Que conducía un programa de MTV.

Un hombre de negocios, en resumen.

—Ahren—lo saludó asintiendo con la cabeza—. No esperaba volver a verte.

—Yo tampoco, no puedo decir que es un gusto, pero estoy feliz de saber que estás bien—le dijo,  y enseguida se distrajo, tomando una bebida burbujeante de un mesero que estaba pasando, sus uñas tenían corazones y caritas sonrientes dibujadas en rojo. Tras probar un sorbo, le dió una palmada fraterna en la espalda a Asher y se dispuso a irse.

—Espera, Ahren—dijo Asher, obligándose a salir de su ensimismamiento—. Tengo algo para ti. Para ustedes dos, en realidad.

Él volvió a acercarse con curiosidad brillándole en los ojos y miró rápidamente hacia el podio entendiendo a quién se refería. Asher, buscó en un bolsillo de su traje dos invitaciones de color crema, con letras doradas anunciando el nombre de los comprometidos. Le pasó la invitación al joven y Asher observó su reacción a medida que leía los nombres. Sus manos rodeaban las invitaciones cautelosamente, como si pudieran estallar si no tomaba cuidado.

—Victoria...¿Victoria se va casar?—preguntó con un esperanza quebrada y Asher lamentó que fuera él el portador de tal información.

—Sí—le confirmó con pesar—. Será en Perugia, el próximo mes. Cuando supo que vendría me pidió que les entregara la invitación. A ti y a Hayley.

—Nunca pensé que ella tomaría una decisión así... y es aun tan joven... —dijo Ahren, más para sí mismo que dirigiéndose a Asher. Luego, negó con la cabeza y posó la mirada en los ojos de Asher, transmitiéndole su consternación—, ¿Ella está bien? ¿Está feliz?

Asher respiro aliviado. Esa era una pregunta que podía responder sin hesitar.

—Está muy feliz, Ahren. Victoria es como mi hermana, no dejaría que cometiera el error de casarse con alguien a quien no ama.

—Eso, eso está muy bien—respondió el muchacho con tristeza, sin otra opción que asimilar los hechos—. Gracias por la invitación, pero creo que deberías entregarle esto en persona a ella.

Ahren le mostró la invitación en la que se podía leer en letras doradas Hayley Elizabeth Stone Miller y Asher negó con la cabeza.

—No creo que Hayley quiera eso.

—Como desees—le respondió el joven y con un asentimiento de despedida volvió a desaparecer entre la multitud.

Después de eso, Asher decidió que ya había cumplido su misión. Había vuelto a ver aunque sea una vez a Hayley y había entregado las invitaciones de Victoria. Terminó un vaso de vino y se dirigió hacia la salida y no creyó la visión que se presentaba ante sus ojos. Frente al pórtico, en un largo vestido negro bastante revelador estaba Camille. Asher se alegraba genuinamente de verla y aunque no habían perdido contacto, eran muy pocas las veces que podían coincidir en un lugar.

—Cami—la llamó y ella se volteó a verlo. Su rostro se iluminó con una sonrisa y sus labios fucsia contrastaron con su mirada cálida.

Camille se acercó a abrazarlo y lo saludó con un beso en la mejilla como era común en su país.

—¡Asher!—exclamó sonriendo—. Mira que guapo estás, ¡no te veo desde el año pasado en Brasil! Te he echado de menos. No sabes lo aburrido que es mi trabajo ahora que no trabajo contigo.

—Lo sé, lo sé—le respondió él, bastante contento de volver a verla—. También te extrañe.

Tras la muerte de Thiago, Camille y Asher pasaron por el duelo juntos, lo que los había hecho formar una amistad más profunda y cercana. Camille que estaba furiosa y dolida con su familia, quería huir lo más rápido posible de Deva, al igual que Asher. Ambos hicieron las maletas y se mudaron a Londres, usaron el dinero de sus padres como capital y tan pronto como encontraron un trabajo, ambos empezaron a trabajar como meseros, escalando de allí de a poco, a pesar de que no lo necesitaban. Asher tenía el dinero de su madre y de Jacob, Camille tenía millones escondidos por todo el mundo y no quería saber nada de ese dinero sucio. Luego de un tiempo, Camille decidió volver a Brasil para estudiar. Se convirtió en una abogada y era perfecta para el trabajo. Podía convencer a cualquiera de lo que quisiera.
Asher, en cambio, invirtió el dinero de sus padres en negocios fructíferos, y de poco había sido el director ejecutivo de su empresa valuada en varios millones de dólares. Había creado organizaciones para ayudar a huérfanos y cada año recaudaban dinero para víctimas de incendio. Actualmente, había encontrado su destino en Londres, pero no sabía hasta cuándo permanecería allí.

—¿Y bien?—preguntó su amiga con curiosidad—¿La has visto?

Camille tenía sus cabellos prendidos detrás de la oreja y le caían en ondas marrones, sus ojos del color del café le recordaban al amargo sabor de una buena taza de café brasileño.

—Sí—respondió él y sintió como algo en su interior se retorcía.

Camille alzo ambas cejas a la expectativa de que continuara con una respuesta más interesante.

—Y...—lo indagó a continuar.

—No hable con ella, Camille—le confesó a la muchacha—. Solo vine a entregarle la invitación.

Camille se mostró confundida y frunció sus delicadas cejas. De los tres, ella era la que menos había cambiado. Tenía el mismo rostro, pero en sus ojos se reflejaba madurez y profesionalismo, así como unas ganas de amar al mundo pura y hermosamente.

—Pero ella fue la que te invito hasta aquí, ¿no?—le preguntó ella.

Asher se acarició nerviosamente la mandíbula, sintiendo la incipiente barba que había afeitado para la ocasión.

—Sí, pero...

—¿Pero qué?—chilló ella—¿Eres idiota? No te habría llamado si no quisiera verte, es Hayley, sabe lo que quiere.

Asher no estaba seguro de nada en lo respecto a Hayley. Habían pasado siete años. Eran personas completamente distintas, ¡habían pasado por una pandemia, por el amor de Dios! Quien sabe que cosas podría pensar Hayley y que cosas no.

—Camille—la interrumpió con paciencia y una dulzura que solía estar reservada para Victoria —, tal vez solo se sentía mal de no invitarme, no lo sé. Ella y yo no terminamos en buenos términos.

Camille tomó aire sonoramente y balanceó la cabeza de modo a que su pelo se le despejara del rostro, ella alzó la cabeza de modo a mirarlo a los ojos y habló con propiedad indiscutible.

—Cuando perdí a Thiago—comenzó con la mirada muy seria y Asher sintió un apretón en el pecho que nunca se iría—, supe que era para siempre. No me he enamorado de nadie más, porque ya había encontrado al amor de mi vida y me lo arrebataron.

Era verdad. La muerte de Thiago la había afectado a un nivel que Asher no lograba entender enteramente, principalmente porque no se conocieron por mucho tiempo. Camille había estado en duelo mucho más tiempo que él y la había visto rechazar a varios muchachos, todas las veces. La primera vez que acepto tener una relación casual, había buscado a Asher y se había echado a llorar por la culpa y remordimiento. Asher había hecho lo mejor que podía por consolarla, por decirle que había pasado mucho tiempo y que Thiago hubiera querido que ella pasara página. Y Camille nunca se había vuelto a enamorar, en cambio daba amor al mundo y a todos los que la rodeaban.

—No volví a buscar porque no hace falta, lo volveré a buscar en la próxima vida—continuó ella—. Y estoy agradecida de que al menos una vez pude sentir como era ser tan correctos uno para el otro, sentirte tan a gusto con una persona—ahora le daba golpecitos con el puño, los ojos brillantes—. Yo creo que Hayley fue eso para ti también, y creo que fue un obstáculo más del destino que tantos infortunios rodeen su amor. Pero creo que algo así no se encuentra más de una vez en la vida y ustedes—se tomó un momento, como si no pudiera encontrar las palabras. Estaba emocionada, una pequeña lágrima se deslizaba por su rostro—, ustedes tienen la oportunidad de saber que tienen una segunda chance de dejar el pasado atrás y de perdonarse y juro por Dios, Asher, por Dios—resaltó—, que si no vas a buscarla yo misma retorceré tu cabeza contra el asfalto.

—Yo...—comenzó Asher, intentando también él buscar que decir, pero Camille chasqueó los dedos en su rostro y lo interrumpió.

—¡Callado!—proclamó, no había terminado de hablar—.  Y si aún así, te marchas y dejas que ella se vaya de ti, no te atrevas, ¡me escuchaste! No. Te. Atrevas. A venir cinco años después a llorarme diciéndome que ella te ha vuelto a invitar, solo que esta vez para su boda que no es contigo.

Asher tomó aire, absorbiendo sus palabras y se tomó la sien con las manos, como si así pudiera procesar todo mejor.

—Tienes razón—le dijo al final—.

—¡Pero por supuesto que tengo razón!—exclamó sin asomo de duda—. Ahora ve.

Camille abrió muy grande los ojos y le señaló la puerta, aprimorandolo a que fuera a buscarla. Él le asintió en agradecimiento, a lo que ella solo lo empujó hacia la puerta.

Asher se adentro nuevamente a la multitud de brillantes colores y buscó una cabellera rubia por encima. Se desilusionó al ver que no la encontraba, pero luego recordó fugazmente el balcón del piso superior y se decidió a subir rápidamente las escaleras con el batir de su pulso sonando en sus oídos en arritmia.

El balcón, seguía exactamente como estaba hacía algunos años. Recordó una conversación con Hayley allí: "¿Qué harías si no tuvieras miedo?" "Todo." El mar seguía a la vista, sereno y se extendía por el horizonte, a su derecha, podía ver la playa y el farol y aún más lejos, las luces de la ciudad. Ella estaba allí. El objeto de sufrimiento y de su felicidad. Una ensoñación cobraba forma a la luz de la luna y se dio cuenta que todo el enojo, la rabia, el dolor habían empañado algo que estaba en su interior desde siempre. Nunca había dejado de amarla. Nunca lo haría.

—Te he estado esperando—dijo ella, su voz tersa como recordaba—. Estaba empezando a creer que no vendrías, llegar atrasado no es muy típico de ti, Asher.

Ella se volteó con una sonrisa de medio lado en el rostro, los ojos lo acusaban de algo.
Vestía de rosado, un color que nunca la imaginó usando, y supo, como sabía que la conocía desde mucho antes de encontrarla en esta Tierra, que se había adueñado con orgullo del apodo que le puso Leyla, el cual solía despreciar. Barbie. Asher quiso reír de alegría y por lo gracioso e irónico de la situación, pero estaba demasiado nervioso para decir nada.

Con la respiración agitada y la tez blanca, le confesó, sin saber de donde había encontrado las palabras. Tal vez fuera, que en su inconsciente ya las había repetido, una y otra vez, durante todos esos años.

—He viajado por el mundo entero por largos años, años que me parecieron décadas sin que algo fundamental latiera en mi pecho y me he dado cuenta que mi alma y mi mente no pueden seguir funcionado, no quieren seguir funcionando sin que mi corazón esté conmigo. Tú eres mi corazón, Hayley–si todavía quieres serlo, a pesar de todo–, tú eres todo lo que me falta, todo lo que quiero y siempre lo haz sido.

Hayley sonrió y Asher podía jurar, podía jurar que en ese instante, una estrella nueva nacía en el cielo y tenía por nombre, el de ella.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro