Capitulo 8. Déjate quemar
Acuéstate
deja que el único sonido
sea el desborde.
—What the water gave me, Florence The Machine
Fire estaba estacionado a la sombra de un árbol hace más de lo que parecía una hora, observando pensativo los agujeros que se formaban en la nieve donde se reflejaba el sol y al por fin ver a Hayley dio un bocinazo solo para molestarla, ella tomó la actitud que siempre tenía cuando lo veía: ceño fruncido, ojos semi cerrados en actitud de molestia y los labios aplanados, sin olvidar que se ponía completamente rígida y sus movimientos no lucían naturales. Se acercó codo a codo con una muchacha pelirroja y un muchacho alto que ya había visto antes en el taller las seguía desde atrás usando su celular. Hayley traía el cabello dorado enredado en una coleta y sus mejillas tenían un rosado natural por el frío.
Ella se adelantó unos pasos para hablar con él sin que sus amigos escuchen.
—Veo que no has renunciado.
Que forma de saludarlo—pensó—.
—No. Preferí molestarte por un rato más.
Ella estaba a punto de replicar pero luego al girarse levemente vio que sus amigos se acercaban y le lazo una mirada de lo que pareció "arreglaremos esto luego"
—Fire, son mis amigos. Por favor, sé que es un error que siquiera hables con ellos pero, no los metas en tu juego.
Asintió levemente. Hayley tenía la mirada totalmente limpia y estaba siendo sincera. Totalmente sincera. Sin ningún brillo particular en sus ojos, sin tratar de poner un telón ante ellos. Era obvio que amaba a sus amigos y por ellos haría cualquier cosa que no haría por ninguna otra persona. No creyó que esa expresión se viese todos los días. Luego le sonrió y esa mirada ya se esfumó de su rostro para dar paso a la típica mirada de molesta. La pelirroja, Leyla si no se equivocaba, subió al asiento trasero junto con Nate, creyó que se llamaba algo así o tal vez Bate, o Nolan, no lo recordaba.
Hayley iba subir atrás, tenía que solucionar eso.
—Señorita, porque no va enfrente así sus amigos se sienten más cómodos.
Casi hizo una mueca al pensar que tendría que llamarla ''señorita " cada vez que se le dirigía, cuando ciertamente prefería no hacerlo.
—No creo que se sientan incómodos con mi presencia.
Ella ya abrió la puerta trasera y la pelirroja habló.
—Lei, te sentirás más cómoda enfrente. Nate ocupa casi todo el espacio y no creo que quieras ir incomoda.
Ella lo fulminó con la mirada pero subió enfrente. Cuando se sentó y forcejeo para ponerse el cinturón de seguridad, su cabello desprendió un olor a cacao y brillaron como el oro cuando el sol se reflejó en ellos. Ella se inclinó a añadir las coordenadas en el gps y no volvió a hablarle, además de cambiar su emisora de radio no hizo nada y fue una pena que lo haya hecho porque tocaban una música buenísima.
La pelirroja que parecía ser tímida fue la que hablo, muy simpática y hasta le sonrió.
—¡Hola! ¡Soy Leyla! ¿Y tú eres...?
—Soy el nuevo conductor.
Hayley le dio una mirada a Leyla. Tal vez quiso advertirle que hablarle no era una buena idea, pero aún así la muchacha pareció no percibirlo, o si lo percibió, lo ignoró y le siguió sonriendo.
—Eso siempre es bueno, pero me pareces bastante conocido, ¿No crees que ya nos hemos visto?
Tal vez en otra vida, habría dicho su tío, pero no estaba de humor para sus tonterías. No contaba con que esos dos estuviera con Hayley. Era un problema grave si lo reconocían, pero se obligó a sí mismo a pensar que no lo reconocerían, la última vez que lo vieron tenía un gorro calado hasta los ojos y estuvo extremadamente callado.
—No lo creo, no paso mucho tiempo por aquí. Por eso es bueno ser chófer, para conocer al ciudad mejor.
Leyla ya parecía completamente convencida. Solo esperaba que el otro muchacho no despegara la vista de su pantalla.
— ¿No eres demasiado joven?
—Tengo veintidós, y necesito el trabajo.
Hayley lo miró con una cara acusatoria, como llamándolo mentiroso. Pues no era una mentira del todo.
—¡Que genial! Ah y él es Nate, mi hermano y... novio de Hayley.
No creyó ni por un segundo que fuera gran cosa, además de un idiota ilusionado. Hayley se aburriría de el más rápido de lo que duraba un parpadeo de ojos. Bate despegó la vista de su pantalla translúcida y pareció notar su presencia.
—Hola. —lo saludó Nate con la mirada firmemente recelosa.
—Hola Blake. —sonrío y Hayley que se mantuvo callada todo el momento, giró los ojos casi imperceptiblemente.
—Es Nate, en realidad, no sé si no lo entendiste.
—Claro, Norberto.
Nate se puso rojo de furia, o vergüenza, no lo sabía y sus manos estaban en puños. Ay, pero que niñato. No parecia creer que fuera propio que un simple conductor lo tratara con condescendencia. Nate buscaba la defensa de Hayley, pero la misma los estaba ignorando deliberadamente.
—¡Llegamos! —se apresuró a decir Hayley, saliendo del auto tan pronto como frenó los neumáticos.
Seguido a ella salió Nate, quien corrió hasta quedar a su lado. Leyla también salió, pero camino a paso normal hacia ellos. Se suponía que debía abrirle la puerta a todos, pero al parecer nadie respetaba a un joven y no es como si Hayley respetará todas las normas, le gustaba eso de ella. No se esforzaba en ser perfecta, su forma desordenada la hacia única.
Bajó del auto y los siguió, se suponía que debía quedar en el auto, pero tampoco era como si él respetará las normas. Leyla ya había alcanzado a Hayley y Nate, pronto también sus pasos largos se acercaron a ellos y quedo como una sombra pisando sus talones.
—Solo está jugando contigo, no le hagas caso.
Escucho que Hayley le murmuró a Nate. Luego ella miró hacia él y vio sus ojos turbulentos.
—¿No tenías que quedarte en el auto?
—No.
—Lo que sea, no quiero discutir, pero quiero que sepas yo tengo razón y tú no, además no eres bienvenido aquí.
Touché. Le devolvio la mirada inexpresiva antes de alzar la vista y quedar ligeramente sorprendido.
***
La construcción de la perfumería era realmente sofisticada. Hayley no creía poder encontrar otra definición que se encaje más a ella.
Sus ventanas de vidrio reflejaban la luz del sol y el caer de la nieve tanto que casi se sentía como un espejo hacia otra dimensión, el viento soplaba las hojas de las plantas y sus flores, haciendo una melodía relajante que adormecía sus sentidos.
Hayley caminaba hacia la entrada con personas que se sentían como sus escoltas, a pesar de que conociera a Nate y Leyla desde siempre.
No quería bajo ninguna circunstancia a Nate con ella en ese momento. No era justo para él tener que ver cómo funcionaba todo eso.
Leyla estaba bien, pero logró molestarla más de lo que Nate lo había hecho en toda su vida. Era una tonta al no contarle que Asher era en realidad Fire. Al invitarlos pensó que los tres quedarían en un rincón fuera del radar de Asher, pasando desapercibidos, pero al parecer Leyla decidió ser amable. ¿Y que pasaba si le gustaba Fire? ¿Y si le caía bien? No podría hacer demasiado en ese momento.
Estaba segura de que fue un completo error traerlos y se sentía como una ingenua a medida que avanzaban codo a codo con Leyla.
Entraron a la gran empresa de Perfumeria, dando gracias al sentir el viento ligero del aire caliente haciendo cosquillas en sus rostros y revoloteando sus cabellos. Sus cosméticos eran los más populares al menos en toda California y bastante reconocidos a nivel mundial.
El guardia de seguridad los llevo junto a una asistente que los guiaría hasta el sector requerido. Al pasar, la chica les fue mostrando con la típica voz que se usaba cuando hacías algo por obligación en un monólogo repetido. Señalaba los sectores de producción, marketing, dirección y gerencia.
En todas partes se veían las fotos de los perfumes con sus modelos respectivos. Se imaginó cuando pondrían la de ella allí.
Era la primera vez que trabajaba, es decir, posaba para una Perfumeria. No lo hacía muy a menudo solo cuando la oferta era realmente tentadora o cuando su madre le insistía tanto que necesitaba librarse de ella.
Claire siempre decía que debía aprovechar que se encontraba linda y viviera lo máximo que pudiera de esa manera, siempre con la mirada perdida en la añoranza.
—"El tiempo, ah el tiempo. ¡Qué cliché decir que el tiempo pasa! Los días pasan, las noches pasan, el tiempo se va, fugaz. Junto con el los años, la juventud, la piel lisa, el cuerpo joven, la disposición, las oportunidades perdidas, los sueños. No esperes llegar adelante Hayley y arrepentirte de no hacer o decir algo, vive y vívelo de modo que todos los momentos de tu vida queden grabados en tu mente por siempre—."
Claire siempre le repetía eso en distintas versiones, siempre instándola a hacer tanto como pudiera.
Llegaron al pabellón de diseño y se sorprendió al ver a tantas personas trabajando en computadoras, tan concentradas, revisando una y otra vez los colores y apenas algunos despegaron la vista de su pantalla para verlos, yendo contra un instinto natural del ser humano.
Fire los seguía desde atrás como un buitre y no volvió a hablar.
La chica les ofreció café o agua, todos declinaron y hasta que por fin los llevo hasta Hugo luego de tanto recorrido. Hugo era el que tendría que prepararla y producirla por completo.
—¡Hola linda!—la saludó con dos besos en cada mejilla. No entendió esa necesidad, pero si a él le gustaba así solo le restaba un encogimiento de hombros. Hugo era así, con sus manías y costumbres.
Vestía un elegante traje hecho a medida de color beige que contrastaba con su bufanda fucsia llamativa, sus cabellos oscuros estaban cuidadosamente peinados en una raya hacia el costado. Él saludó a todos pero se detuvo especialmente junto a Fire. El mismo, rey de la inexpresividad y frío distanciamiento dirigió a Hugo una sonrisa amable antes de volver a su sombría expresión de perro guardián.
Hugo la escoltó hasta la improvisada peluquería donde tenían todos los conjuntos que podría usar una persona para toda la vida, a medida que parloteaba sobre las demás modelos: sobre sus inseguridades y cerebro hecho de espuma; tendencias de invierno: que el color azul estaba bueno y resaltaba sus ojos.
—Ah y aquella chica de Naos armó un escándalo como si fuera la princesa Diana. —continuó gesticulando.
Hayley se dejó llevar por las palabras, algo simple le venía bien. Por fin encontró algo que no saliera de sus manos y se sintiera sin responsabilidades al comentar.
Hugo despidió a su comitiva de escoltas lejos hacia un par de sofás de descanso y los tres se marcharon con decepción. Luego, la arrastró hasta el sector de maquillaje y comenzó el proceso de destacar su rostro.
Cuando hubieron terminado con su cabello y maquillaje, Hayley alzó la mirada y en su reflejo quedó impresionada con el resultado.
Tenía un maquillaje marrón con delineados oscuros que resaltaba mucho el color de sus ojos, haciendo que parecieran mucho más profundos y misteriosos. Sus labios eran de un rojo que iba por el camino a escarlata y además de eso todos sus ángulos parecían afilados, brillando con iluminador donde la luz la tocaba. No se sentía ella misma, pero fingir que no era ella era bueno porque se sentía tan bien tener una apariencia tan poco frágil y alejada de la inocencia. A su padre no le gustaría demasiado esto, pero Claire estaría encantada.
—Ya lo sé, estás hermosa ya deja de mirarte y ve a cambiarte.
Hayley sonrió girándose hacia Hugo. Sabía que era bella naturalmente, pero le encantaba el reflejo en el espejo con ese look.
—Mis manos son mágicas, chica.
Caminó al vestuario y se probó la primera ropa, hecha a su medida. Era de un rojo vivaz, ajustado hasta su estómago y el setin caía delicadamente hacia abajo. Una parte entre el pecho era abierta y la abertura iba hasta su ombligo, cubierto por un detalle transparente luminoso que desembocaban en sus caderas mezclándose con el telar rojo y dándole elegancia a la piel que exibia sin ser expuesta totalmente.
Soltó un suspiro de admiración. Era muy impresionante; toda esa ropa, ese maquillaje la hacían sentirse tan lejos de cómo se sentía realmente y engañar siempre se sentía bien para ella.
Hugo volvió a tocar su cabello y cambió el look por uno más rebelde y las ondas salían disparatadas en varias direcciones, y se sintió mejor representada por el caos de sus rizos.
La llevaron nuevamente a otro lugar y también llamaron a Leyla, Nate y Fire. Leyla dio un grito de apoyo y Hayley le dedicó una sonrisa, evitando que su mirada se encontrara con cualquiera de los muchachos.
Las fotos iban bien, posaba tal y como le indicaba el fotógrafo, tocaba su cabello, su rostro o de cualquier forma que el pidieran sin chistar, añadiendo sus propias poses de vez en cuando.
Pero luego sí que chistó y mucho.
El modelo masculino al parecer sí había ido pero recién se dieron cuenta que con los tacones era más bajo que Hayley, a pesar de que lograron hacer algunas poses de cerca, el gran dios perfeccionista Hugo lo cambio diciendo que tenía una idea y quería probar algo nuevo.
Fire estaba apartado de Leyla y Nate, quienes estaban tomando a sorbos unos cafés espumosos y charlando por lo bajo en un rincón junto con Hugo. Mientras que Fire estaba sentado solo en un a esquina entre las sombras. La observo todo el tiempo y a veces se reía, otras era demasiado serio y enfocado.
Hayley trataba de ignorarlo y a pesar de todo le resultó fácil, con los fotógrafos gritándole foto tras foto. Era una sección interminable de flash-pose, flash-pose, era su trabajo.
Excepto que a Hugo no le fue demasiado fácil ignorar a Fire.
—¡Conductor! —dijo. Agitando su mano hacia sí mismo.
Fire lució consternado como si se hubiera ubicado en el espacio de pronto y a paso vacilante se acercó hacia ellos. Hayley estaba segura que en ese momento ya debería estar pálida y todos sus pasos resonaban doblemente en un eco interminable en su mente.
Era divertido como Hugo lo inquietaba y un poco extraño en opinión de Hayley.
Fire se acercó con su traje negro de uniforme, que en su cuerpo no parecía un simple traje, sino más bien algo como las de una de las fiestas de su madre. Al llegar lo sintió un poco nervioso pero sin perder la fachada de tranquilidad que mostraba su cuerpo.
Hugo comenzó a medirlo con la mirada y obligaba a Fire a cambiar de ángulo algunas veces, finalmente lo ubico junto a Hayley entrecerrando los ojos. Hayley casi podía escuchar a su mente trabando sobre ángulos, poses, colores, iluminación y contraste.
—Tú...
Hugo miró a Fire preguntando por su nombre de forma discreta. Él pareció no entenderlo hasta que Hayley le dio una patada cuando el silencio ya fue incómodo. Temía que todo este jueguito fuera por lo que ella creía que era.
Fire aún así no respondió y Hayley se apresuró a hablar.
—Él es F...Asher.
Fue él quien tuvo que patearla levemente en ese momento.
—Fasher, tú eres perfecto para posar con Hayley. Justo lo que necesitaba, innovador, nunca antes visto y la crítica va volverse loca al ver que yo inauguro a un modelo nuevo. Eres más alto que ella, bueno perfil, excelente estructura ósea fotográfica y estás en buena forma física y si no mi instinto no se equivoca, eres lo suficientemente seguro de tu mismo como para ver tus fotos en perfumes, así que realmente, dulcito, eres perfecto. Y realmente mi única opción buena, pero eso no importa.
Fire parecía consternado como si la idea de posar ante una cámara fuera una estupidez Luego la miro a ella y le expresó su rotunda negativa y amenaza de muerte. Al parecer, Hayley jugó sus cartas mal porque eso hizo sonreír maliciosamente a Fire al volver la vista a Hugo.
—¿Te gustaría? —dijo Hugo—Debes entender que tu imagen se volverá pública y si no lo quieres no daremos tus datos a otras empresas y periodistas. Pero no podremos evitar que los medios digitales publiquen tu rostro.
No dudó siquiera un segundo
—Claro, lo entiendo. Cuenta conmigo y no, no estoy interesado en hacer ninguna otra campaña para ninguna otra marca.
Hugo enarcó una ceja, complacido por su reciente adquisición.
—Genial, modelo exclusivo. Hayley te ayudará con las poses y ángulos, no es tan dificil, dulcito. Las fotos deben estar listas para el sector de diseño mañana mismo así que ahora sacamos fotos y luego contratos.
Llevaron a Asher y mientras tanto Hayley, Nate y Leyla esperaban en un silencio incómodo. Hayley daría lo que fuera por un doble choka-moka pero al momento en que le hecho un vistazo Hugo la reprendió por lo que únicamente pudo permanecer sentada sintiéndose pesada por todo el maquillaje que llevaba.
Fire volvió y sus ojos no pudieron evitar fijarse más de lo habitual en él. Recorrió con la mirada su cabello desarreglado estilosamente, sus ojos pícaros y a la vez envolventes, sus labios. Su vista bajó hasta la anchura de sus hombros que se veía destacada por un smoking negro, que si bien tenía una actitud relajada con la corbata mal puesta y los botones desprendidos, aún parecía muy formal. Sus pantalones y hasta sus pies en zapatos caros
La primera pregunta que se le vino a la cabeza era ¿Cómo pudieron tener todo de su talla? Tal vez todos los modelos tuvieran que medir lo que él, como un protocolo o exigencia para ser modelo del cual ella no estaba enterada. Se levanto y volvió a ponerse en el telón blanco junto con Fire.
—Bien chicos, entiendan que esto tiene que ser sexy. Es una fragancia para la noche y no quiero nada demasiado suave. ¿Entienden, pequeños dulcitos?
Hayley asintió y tragó saliva cuando sintió el aliento cálido de Fire en su oreja.
— ¿Nerviosa, corazón?
Se preparó para empujarlo, pero Hugo la interrumpió.
—Esa pose esta perfecta, quédense justo ahí, pero Hayley cambia de cara quiero algo más... no sé como lo quiero pero sé que tú puedes dármelo.
Sentía que su respiración iba a la par que la de él y tragando todo lo que sentía trato solo de vivir el momento, de darse esa libertad.
Enarcó una ceja mirando hacia él y dio una media sonrisa, apenas mostrando los dientes; como si él le estuviera haciendo una propuesta secreta y ella considerara aceptarla.
El fotógrafo lo captó mientras seguía dando órdenes y ánimos.
Poso varias veces sola y Fire también lo hizo. Noto que realmente él se sentía algo inseguro con respecto a eso pero lo ocultaba de manera increíble tras esa actitud descuidada y era tan increíblemente irritante ver que ni siquiera sabia qué estaba haciendo pero igual lograba poses interesantes.
Luego toco volver a posar juntos.
—Mírame y yo me recostaré sobre ti. —le murmuró Hayley, a penas moviendo los labios pero haciendo que suene como una orden—.
—Mírala como si la desearas, la amaras. —gritó Hugo.
Él dio una risa seca a lo que Hayley le devolvió la vista con una mirada inquisitiva. Se oyó un clic de la cámara y las luces centellaron.
—No es como si eso fuera algo demasiado difícil.
Lo ocultaba casi tan bien como ella, pero al hablar esta vez su voz tembló casi imperceptiblemente por un momento. No creyó que se hubiera dado cuenta de no estar tan cerca de él.
Ella tocó gentilmente de su brazo, una actitud que estaba segura renegaría más tarde.
—Oye, sólo trata de disfrutarlo. No pienses tanto en las cámaras y piensa en que realmente estás viviendo algo así.
—Entonces estaría mal si hago algo...
Estiró a Hayley hasta tenerla completamente apoyada sobre si mismo y su manos quedaron en su pecho separándolos por pocos sentimetros. Alzó la mirada y por un minuto quedo envuelta en esos ojos y esa sonrisa astuta. Era lindo, como panteras eran lindas y olía a nieve y algo oscuro y rico como el chocolate.
—Así.
Por lo que parecieron horas retiró la vista de su boca alzándola a sus ojos que la miraban interesados. En algún momento habían prendido el ventilador y disminuido las luces pero ella pasó todo eso por desapercibido. Él se acercaba más y más y Hayley solo se mantenía congelada sin poder usar el racionamiento para algo. Cuando sus labios estuvieron a tan solo centímetros sintió que dejaría que lo hiciera, y aunque jamás lo admitiría no fue solo por quedarse congelada, quería que lo hiciera.
—¡Excelente! Eso está bien por hoy dulcitos, me encantan ustedes dos juntos, son mi nuevo otp, pero nada de besos porque creo que el rubio se enojo un poco.
Se desprendió inmediatamente de él y evitó mirarlo a la cara porque sabía que si lo miraba acabaría dándole un golpe o sonrojándose. Sí que sentía vergüenza esa vez, sucumbió completamente a él.
Nate. Oh, no, Nate... Hayley lo había olvidado completamente. ¿Cómo pudo hacerlo? Por el amor de Dios, ahora sí que quería matar a Fire. Él la distrajo tan fácilmente y le hizo lo mismo que él había hecho con Camille. Recordó como eso la había machucado en lo ya parecían años atrás y le dio toda la razón de haberse marchado, tal como ella lo había hecho.
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