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Capitulo 6. Tratamos de sentirnos invencibles

Y ahora, como los espejos rotos muestran cientos de rostros más menudos,
así los añicos de mi corazón
pueden sentir agrado, deseo y adoración,
Pero después de tal amor, jamás volverán a amar.

The broken heart, John Donne

Hayley había tenido una larga mañana. Ya logro conseguir un celular nuevo y tenía trece llamadas perdidas de Camille, no escuchó ninguno de los mensajes. También tenía dos llamadas perdidas de Nate, quien debería estar considerablemente más desesperado porque técnicamente robó su coche, pero ya mandó a alguien para que se lo devolviera de donde lo dejó la noche anterior. También pidió a alguien a que buscara el otro coche en Naos y en el de la casa de Nate. Estaría en problemas una vez que sus padres se enteraran, pero lo admitía fue una negligencia suya dejar abandonados tres vehículos. Debía de empezar a pensar en justificativas y disculpas por la noche del viernes y por el sábado, así como debía de tratar de decidir que hacer con las informaciones que recibió y el peligro que suponían. A cualquier momento Eddy o Fire podrían aparecer y hacer daño a su familia, pues el problema no parecía ser únicamente con Hayley. Sin embargo aun no había decido si contarles o no.

Ya una vez descansada y con los problemas mas inmediatos solucionados decidió salir a correr en la playa para aclararse las ideas. El viento frío se le quebraba en el rostro y calmaba sus pulmones ardientes. No había rastro de personas en la playa a causa del invierno, pero los puestos de cerca estaban abiertos, así como la guardia marina realizaba su recorrido habitual.

Correr la ayudaba a pensar en cosas productivas y era uno de sus ejercicios favoritos, principalmente en verano donde las playas se llenaban de colores y personas. La madrugada del sábado le venia a la cabeza en constantes imágenes, la sonrisa cautelosa de Fire, ella corriendo por la oscuridad, Camille con Nate, escaparse sin que pareciera un escape en absoluto. Sacudió la cabeza. No quería pensar en esas cosas. Se detuvo  un momento y puso más fuerte la música.

Quería escribir una canción. Amaba hacer eso en su tiempo libre: experimentar las notas unas con las otras, afinar su guitarra y componer canciones no-tan-terribles que normalmente tocaba en Seiko. La inspiración estaba escasa y no tenía idea de que podía tratar su canción. ¿Traición? ¿Desamor? Probablemente sea una buena idea, a las personas le gustaba que se le recuerde su fracaso, pero no era algo que la apasionara como para componer una música sobre ello. El mar. Eso sí amaba, el mar. La forma en como las olas rompían en las rocas, como el aire era puro y sentir el agua salada en sus labios, ver hasta el arrecife y esperar con ansias a saltar la siguiente ola. Pero no era como si pudiera ser amante del mar. Mi corazón duerme con el océano. Era una buena letra, se obligó a sí misma a detenerse y anotarla en su celular porque de alguna manera nunca recordaba lo que se le ocurría. "Tal vez deberías escribir sobre ciertos ojos "—le dijo un pensamiento intruso. Era absurdo, le decía su conciencia, encontrar atractivo a una persona como el. No tenia algún uso de razón y a pesar de si encontrar cautivador a Fire, no se interesaría jamas por su persona. Era un delincuente, por el amor de Dios...

Pleiade siempre olía al mar, era un aroma agradable y familiar. En cambio Naos nunca olía a mar, olía a asfalto,  plantas y barro. Durante el tiempo en el que vivió en Naos ese aroma siempre le pareció familiar y cálido, ahora en cambio solo lo recordaba cómo un espejismo. Demasiadas cosas malas le pasaron en esa ciudad como para que conservará su cariño hacia ella.

Divisó una figura familiar cerca de una formación rocosa. Delgado, alto y con cabello color mezclilla. Era Nate indudablemente. Muy tarde para dar la vuelta y fingir que no había visto nada.

—Hayley, tenemos que hablar.— dijo tan pronto como ella se acerco un poco mas.

Nate la vio con el sudor prendiendo mechones color trigo a su cuello y cuando ella lo miró a los ojos vio dolor reflejado en ellos. No—se dijo a sí mismo—no sólo dolor, también odio.

Y se sintió como el mayor idiota de todos los tiempos.

—¿Que quieres?

Le hablo fría como un hacha afilada y se preguntó si la había perdido ya tal vez para siempre, si ya era muy tarde.

—Hayley debes escucharme, por favor escúchame.

Ella giro los ojos exageradamente lento y se puso los audífonos de nuevo para salir corriendo pero la sujetó y saco dudoso los audífonos.

—No sabía lo que sentías por mí.

Ella empalideció pero su mirada era firme y limpia. En ningún momento se achicó o apartó la vista.

—Y yo tampoco sabía lo que quería— continuo Nate—, pero luego yo en un impulso bese a Camille y soy un idiota, no quiero que te enojes con ella, ella solo fue víctima de mis idioteces. Ella no me quiso besar, está demasiado emocionada con su novio. Y pues bien yo también siento algo por ti. Tú eres malditamente genial y yo soy solo yo, entonces yo no creí... No creo que tú en verdad sientas algo por mí parecido a lo que yo siento por ti. Me gustas Hayley, mucho.

Hayley se cruzó de brazos y lo miró con el ceño fruncido.

—¿Porqué besaste a Camille si sentías algo por mí?

—Por que soy un idiota Lei, deberías saberlo ya.

—No creo que sea suficiente explicación.

Un mechón se desprendió de la coleta y rozó su rostro, Nate alzó su mano y cuidadosamente lo acomodo atrás de la oreja, tomando impulso la acerco. Las ganas de apartarlo hacían cosquillas en su mano, pero esta sensación ridícula qué tal vez debería permitir lo que estaba a punto de pasar le impidió moverse.

Nate miró los labios de Hayley, rojos sin necesidad de usar labial. Ella casi giró los ojos en molestia hasta que se hartó y alzó una mano hasta su barbilla y finalmente lo beso.

Hayley lo había imaginado antes, pero era demasiado distinto a como ella lo imagino. Ella no imagino que Nate la besara como si ella fuera una muñeca de porcelana que si la apretaba demasiado la rompería,no esperaba que se sintiera tan incorrecto, pero de todas maneras era un beso. Finalmente se separaron con las mejillas sonrosadas.

—¿Y ahora que? —dijo ella mirándolo con los ojos entrecerrados en desconfianza.

—Amigos ya no somos. —lo vio sonreír—¿Eres mi novia Hayley?

—No lo creo. Dejémoslo en un quizás

—Eso es suficiente para mi. —respondió como si en realidad esperaba mucho menos. Y esta vez, cuando la volvió a besar no se apartó pero tampoco sintió como si quisiera quedarse .

***

Ese sonido nuevamente. Ese sonido atroz, tan atroz que Hayley estaba segura que entraría en pánico si lo escuchaba de otra parte que no fuera su despertador por las mañanas. Sus ojos se cerraron y luego los abría solo para cerrarlos nuevamente como magnetizados.

Anoche atendió el teléfono cuando Camille la llamo. Ella estaba desesperada por que la escuchara, así que la escucho atentamente, cada una de sus palabras y su visión de lo que paso. Le contó como había llorado y gritado con Nate, como cuando salieron a buscarla no encontraron el auto y Leyla asumió que fue ella al ver la pulsera, como su novio los llevo hasta el hotel de Naos y tampoco la encontraron en la habitación, como estaban preocupados y pasaron la noche allí y solo se fueron cuando Leyla la encontró y les aseguro que estaba bien. Y a pesar de que quiso ser rencorosa y continuar enojada, no pudo hacerlo y termino encontrando fuerzas para perdonarla y decirle que todo estaría bien. Después de eso, intento tocar algunas melodías en la guitarra sin éxito alguno y paso horas sin poder dormir pensando en que demonios iba a hacer, por lo que levantarse al sonido del despertador estaba particularmente difícil.

Se obligó a levantarse y se miró en el espejo de reojo, su pijama azul estaba completamente arrugado como ya era común, ojeras tan profundas que parecían huecos en su rostro, su cabello le caía irregularmente por su espalda llegando hasta la mitad de su espalda y varios mechones más cortos estaban sobre su rostro, los apartó de golpe y se metió a la ducha.

Cuando salió con un vapor de humo a sus espaldas le pareció oír voces desde abajo, cosa rara pues sus mañanas solían ser silenciosas, su padre ya estaría en el tribunal y su madre normalmente dormía. Lo ignoró y olió su cabello, amaba el olor a chocolate que desprendían lo que solo hizo que el estómago le rugiera de hambre y frunciera el entrecejo.

Unos minutos después, ya vestida con el uniforme del colegio privado al que frecuentaba y un abrigo grande por cima, empezó a tratar de ocultar que no durmió nada la noche anterior con maquillaje y dar color a su rostro un labial.

Como era usual, tomo sus cosas del escritorio y bajo las escaleras aun algo adormilada, tarareando para intentar despertarse. Nadie estaba en la cocina, a penas unas migas en la mesa distorsionaban con todas las cosas que estaban en perfecto orden.

El hotel de Pleiade era muy distinto al abandonado. Era completamente moderno y lujoso, pero carecía ese toque renacentista que tenía el hotel de allí. Cuando vivía en Naos acostumbraba escaparse para ir al hotel, para apreciar todos los misterios que podría encontrar allá pero cuando se mudaron a Pleiade para,, según sus padres, independizarse y borrar recuerdos malos todos esos días acabaron en solo una desgastada fotografía guardada en el fondo de su mente.

Escuchó nuevamente sonidos en la sala de estar, seguro era su madre que decidió milagrosamente despertarse temprano.

On the top of the world, the top of it all, trying to feel invencible, la la la, whatever, whatever, la la la, yeaahhh.*

Llamó por él interfaz y saludó alegremente al personal mientras pedía su desayuno.

Espero y siguió cantando, inventándose la letra cuando no la sabia. Pronto sonó la campanilla y fue casi corriendo al living.

—Here I am on my ow... Ohh*

Se paró en seco y se quedo sin aliento. Fire estaba en su sala de estar con su madre, tomó segundos procesar eso. Fire estaba sentado en su sofá conversando con su madre y ¡tomando un café!

Hayley comenzó a entrar en pánico. Que el estuviera allí significaba que las cosas iban muy mal, se culpo a si misma por no haber hecho alguna cosa. Fire le sonrió cuando la vio parada en la sala de estar, sin poder moverse ni quitar los ojos de la escena.

—Mamá, no sé que él hace aquí pero debe irse ahora mismo.

En cuanto el espanto pasó su voz se volvió gélida, sin emociones y amenazaba peligro. Pero su madre era tan ingenua que seguía sonriendo, tan alegre que a Hayley le dieron ganas de golpearse la frente con la mano. Claire miraba a Fire como si fuera su mas reciente descubrimiento de oro.

—De que hablas, hija. Nada de eso, Asher es el nuevo conductor; Frankie renunció, lastimosamente. Pero creo que él será increíble y además es casi de tu edad creo que se llevaran bien, es bueno cambiar de aires y este chico es un encanto.

Claire hablaba mientras se abría el seguro de la puerta para que el servicio al cuarto entregara su desayuno.

Hayley gritaba en su interior y Fire la miraba con esa sonrisa angelical y esos ojos grises parecían tan transparentes, sin ninguna intención de hacer daño. Pero ella sabía cómo iba la cosa y haría lo que fuera para que él no siguiera metiendo a su familia en lo que fuera que fuese eso.

—Buenos días señorita Stone. Soy Asher Daffara, gusto en conocerla después de oír tanto de usted.

Ella enarcó una ceja y entrecerró los ojos.

—Ya lo creo, sé que soy mejor en persona.

¿Asher?—se preguntó—Por supuesto que no le diría a su madre su apodo de pandillero. Claire lo expulsaría automáticamente y lo más probable era que quisiera mandarle a un reformatorio lo más lejos posible de su hija

No dejo translucir ninguna emoción aunque por dentro quiso estirarse el cabello y volverse contra su madre, sacudirla hasta que entrara en razón. Quería contarle todo.

Recapacita corazón—parecía burlarse Fire, o su cerebro, no estaba muy segura —tu madre nunca volvió a ser la misma, enterarse de todo esto solo empeoraría las cosas.

—¡Hayley! Deja de mirar a Asher que ya son casi las ocho.

Hayley miro a su madre horrorizada.

—Yo no lo...

—Oh si, claro que estabas. No es un secreto que él sea guapo.

Fire se encogió de hombros y le sonrió como diciéndole: Es normal, no se puede hacer nada.

—Hayley, una cosa más. Estas en problemas niña.

Hayley paro en medio de un movimiento. De entre todo lo que había pasado, que podría ser el problema era un misterio.

—No irás más a Naos, a no ser que vayas con nosotros o te quedes en el hotel con Aissa, tampoco quiero verte en ese pub nuevamente, donde ayer te fotografiaron cargando bebidas alcohólicas. Hayley, no quiero que eso vuelva a ocurrir. La reputación, querida, tardamos años en construirla pero nos basta con segundos para derrumbarla.

Bueno, entones era un problema menor. La reputación era sobre-valorada y obviamente tendría que volver a ir a Naos. No era momento de iniciar una discusión con Fire, Asher, lo que sea, parado en medio de la habitación. Se mordió la mejilla y asintió, luego convencería a su madre y si no la convencía no tendría más opción que desobedecer. Salió agarrando solamente un jugo de frutilla, con sus  ojos azules ardiendo.

Al cruzar la puerta corrió hacia el ascensor, logrando entrar antes de que Fire la alcanzará. Murmuró una disculpa por haber ensuciado el piso con machas rosadas de jugo.

Más pronto de lo que quiso, llegó al primer piso y se recompuso. La gente iba y venía con sus maletas. Algunos adolescentes estaban tirados en los sofás esperando hacer check out. La chica de recepción la saludo como todos los días y Hayley la saludo rápidamente con la mano, como todos los días, ya había  aprendido  a no encariñarse con el personal, siempre salían y seguían con sus vidas y ella nunca los volvía a ver. Se limitaba a saludarlos, excepto a Sam el cocinero italiano que trabajaba allí desde que Hayley nació y siempre iba a cocinar con él cuando podía, además estaban chicas de su edad que trabajan en la alberca, también hablaba con ellas, y claro, como no fijarse en el salvavidas. Negó con la cabeza ahora tenía cosas mayores en las que pensar mientras intentaba huir sin correr. Sus cosas mayores salían del ascensor.

Hayley empezó a corretear nuevamente. Podía escuchar el sonido de las palmeras contra el viento, no eran tan impresionantes en invierno y se las veía decaídas pero aún así producían un sonido agradable que le recordaba a casa. Fue hacia el lugar donde dejaba su motocicleta. Era un poco lejos pero tal vez hasta lo conseguiría, era rápida y... Fire ya la atrapó por el brazo.

—Maldita sea. —Refunfuñó entre dientes.

—Buenos días para ti también.

Todo ese tiempo que pasó con él en Naos se sentía extremadamente lejano como si lo hubiera visto en un sueño o más bien pesadilla, pero cuando sintió su reconocimiento, todo se cimento en la realidad. Endureció el semblante mientras él la tomaba por el brazo con una delicadeza que la sorprendió y la llevaba hasta el auto sin que ella opusiera resistencia.

Cuando entraron al auto Hayley quedó en el asiento trasero y él en el del conductor, se apresuró a llegar primero antes que el.

—Sigues siguiéndome por lo que veo, si seguimos así creeré que estás colado por mi—dijo Hayley con los dientes apretados.

—Yo no te sigo. Tú pareces aparecer en mi vida de maneras impensables, es irritante.

—No entiendo qué quiere decir eso, pero, ¿sabes? Eres un idiota, dejaste que me escapara.

—Quería que te escaparás.

Eso no la sorprendió, era evidente, pero aún así hizo cara de lo que espero fuese una actitud sorprendida,

—¿Ah, si? ¿Por qué?

Él no respondió. Fire encendió el auto y comenzó a alejarse del hotel.

—Si por un momento veo que te desvías de camino, trancas las puertas o llamas a alguien, llamare a la policía.

—No tengo otro interés que no sea cumplir con mi trabajo.

Hayley estaba con los codos apoyados en las dos sillas de enfrente, muy cerca del rostro de Fire. Notó unas pecas claras en las mejillas casi imperceptibles, el iris de sus ojos se volvía plata cada vez que el sol lo iluminaba. Ella desvío sus ojos de Fire y se reprendió a sí misma, de ahora en más, pensó, debería llamarlo Asher, el nombre que seguro inventó, ella dudaba que alguien como él revelara su verdadera identidad a su madre.

—¿Asher? ¿Como cenizas? ¿Elegiste para tu nombre falso Asher? Es por que Asher es las cenizas y Fire el fuego, ya veo. Con todos tus nombres puedo hacer chistes.

—Tus chistes son malísimos, Hay, acéptalo.

La llamo Hay. Casi nadie la llamaba de esa manera. No era unos de sus apodos favoritos, Hay o Lei porque si los leía en español sonaban mal o con doble significado, pero en inglés, como lo había dicho Fire, sonaba lindo. Aunque probablemente sonaba como hola...

Negó con la cabeza. No debía olvidar con quien estaba y dejó de divagar. Ya estaban cerca del colegio cuando su teléfono de un elegante color dorado,(su color favorito) vibró en su mano.

—¿Te llama tu amiga? ¿O tu novio?

—Deja de meterte en mi vida.

—No entiendes nada.

Sus ojos ardieron en ira. Parecía saber exactamente como molestarla.

—¡Entiendo todo! ¡Eres una persona horrible que solo desea el mal para los demás! Siento mucho si no tienes una vida tan buena como la mía, pero lamentablemente no puedo, ni quiero hacer nada para cambiarla. Espero que renuncies tan pronto como vuelva a casa. Si esta situación ridícula sigue, tendré que tomar medidas y llamaré a la policía, piensa bien lo que harás y en lo que te conviene.

Salió  dando un portazo y Fire parpadeó por reflejo. Ella dio media vuelta mientras su celular dejaba de vibrar. Escuchó el chirrido de los neumáticos contra el pavimento pero no se giró para un último vistazo.

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