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Capitulo 4. Fuego

Muere el último toque de media noche.
Todo el día, en la misma silla
de sueño a sueño y rima a rima he errado,
en charla incoherente con una imagen de aire:
vagos recuerdos, recuerdos nada más

W.B. Yeats

El cielo no tenia nada celestial en esos momentos. La tempestad de nieve y viento había escalado rápidamente y no era agradable caminar en ella. El sonido de las hojas moviéndose por el fiero viento y de las ventanas temblando lograban asustarla. Por no mencionar a el implacable frío que solo podía ser agradable si estabas debajo de varias mantas apiladas en un lugar seguro.

Fire iba tirando de Hayley, ella se resistía y durante todo el trayecto mantuvo la nariz arrugada y uno de sus mohines de desdén que parecían ser la única cara que lograba poner al verlo.

No adelanta que te pongas así, sabes. No te estoy secuestrando, te estoy ayudando, idiota. —había dicho el, y en respuesta Hayley lo fulminó con la mirada.

Llegaron al antiguo hotel desolado. Desde la última vez que ella había estado allí, todo estaba tan diferente: Nuevos pinos recién plantados, enanos y débiles, blancos por la nieve abrían paso por un sendero húmedo hacia la entrada principal. Se había pintado completamente a blanco, cambiado el suelo a uno de madera por afuera y por dentro eran tan blancos que parecían cristales; lo único que no habían cambiado eran los impecables muebles ahora lustrados, las inmensas luces preciosas que caían en cascada ahora mucho más relucientes y la arquitectura inigualable de la época.

Fire soltó un resoplido mientras la liberaba un poco de su agarre en su brazo, ya estaba impresionado y solo estaban en el pórtico.

—Aguarda un momento. ¿Está es tu definición para "comido por ratas"? ¿Pusiste tu diccionario en una licuadora?

Él la miro pidiéndole una explicación a lo que ella simuló una sonrisa débil de disculpas totalmente falsa. Cuando quería mentir no se asomaban en sus ojos ninguna sombra de lo que realmente sentía. No se mostró indignada, solo superflua. Pensó con la esperanza que le restaba, que tal vez si fuera amable con él tendría más posibilidades.

—Y si, estaba devorado por las ratas hasta hace una semana.

—Pues ábrenos la puerta, lady y escoge una habitación. —Indicó, aún  impresionado por la majestuosidad del lugar.

Hayley se liberó bruscamente de su agarre y se cruzó los brazos.

Que se vaya a la mierda el plan de ser amable. —pensó para sus adentros.

—Bueno, corazón, yo me quedo con la suite. El hotel es grande y prefiero estar lo mas lejos posible de ti ¿Porque  no vas a buscar leña y te pierdes en el bosque? Quién sabe y Caperucita Roja te encuentre, tal vez tengan una linda historia con final feliz en donde lo mas importante es que no tenga ninguna relación con la mía. —enfatizo sus ultimas palabras.

Su única opción era la suite, las demás instalaciones no se restauraron del todo aún y probablemente estarían llenas de pintura, cemento y los muebles sucios. Y por supuesto sin colchones preparados para dormir.

La opinión de Fire hacia la muchacha no era de las mas elevadas, y solo la había encontrado hace un día. Sus actitudes eran infantiles, ingenuas y arrogantes. Sabia que las personas eran mas que un par de actitudes, pero no estaba preparado para verla como algo mas que eso.

—Bien Elizabeth, —Hayley dio un bufido y la palabra amarga se le quedó en la boca— Yo también he tenido un pésimo día. Tuve que perseguir a una chiquilla malcriada miedosa, súmale a eso mucha nieve, me han cortado la mano que sangra solo de moverla un poco y muero de frío. Si no hay otra habitación vamos a compartirla por que no tengo ganas de pasar frío.

No le importaba demasiado el frío, pero de ninguna manera podría dejar a Hayley sola o era probable que se escapara en medio de la noche o amaneciera con un cuchillo en la garganta. Nunca se sabia con Millers. De espaldas a ella como para entrar al local, no había visto la expresión en su rostro al darle la noticia, ella de pronto lo tomo por el hombro haciéndolo girar hacia ella y sin esperarlo le dio un chachetazo con la palma de la mano.

Hayley se hirió más a sí misma que a él, que solo sonrío y abrió los brazos instándola a golpearlo más. Ese gesto ambiguo la puso roja hasta las orejas y se contuvo las ganas de dar un pisotón. En parte, él podía distraer a su tristeza sobre-cargándola de rabia, mientras estuvo junto a él no pensó ni por un instante en Nate o Camille. Hayley no estaba ni de lejos satisfecha.

—Al menos tú apodo debe tener el poder mágico de encender fuego, si no, no le veo ninguna utilidad, Fire. ¿O que te gusta que te digan Fuego? Ooh soy el Fire, ooh soy muy hombre, al llegar a un lugar todos se derriten por mí. Ooh que miedo.

La última parte Hayley la repitió de forma más aguda, con voz cantarina llena de odio mientras se quitaba los tacos y abría la puerta principal con un manojo de llaves extras que tenia guardado en su cartera plateada. Gracias a Claire siempre llevaba consigo llaves o tarjetas que le permitían ingresar a cualquier local de su familia.

Fire dio un ultimo vistazo hacia afuera, agradecido de refugiarse de la noche y entro al hotel abandonado junto con ella. No podía negar que lo divertía la forma tan particular en la que Hayley ocultaba el temor.

***

Luego de pasar la madrugada en vela, ambos en silencio y apartados uno del otro pero sin quitarse la vista. Estaban en el comedor al lado de la cocina. Hayley creía que ambos escogieron silenciosamente ese lugar por la sensación de compañía que transmitía. Aquí los empleados del hotel podían cocinar en la sala contigua, la cual el día en que se reabriera el hotel estaría llena de barullo y personas moviéndose. Y en el comedor se les permitiría descansar así como recibir a los dueños del hotel o permitiría a chefs importantes relajarse. La estancia constaba con una corta mesa de madera oscura, una chimenea con sofás alrededor de ella. Un antiguo papel de pared de rosas contrastaba con la reciente puesta de lustrosos pisos blancos que mostraban tu propio reflejo en ellos. Las luces ornamentales eran amarillas, pero un candelabro de cristales relucía con luces blancas por encima de ellos.

Cuando ya debían de ser las tres de la mañana el hambre y el sueño los vencía de a poco. Un conjunto de latas de nueces, gaseosas, atún, fideo instantáneo y muchos vegetales era lo que cenarían. Hayley tomo un par de bolsas de la despensa en la cocina, arrojo aceitunas a Fire remusgando que si quería otra cosa fuera a prepararse y volvió a sentarse en el antiguo sofá, con los pies por la pared comiendo nueces y contando tediosamente cuantas rosas tendría el papel de pared con el sonido de la tormenta que se desarrollaba afuera de fondo.

Fire la observaba disimuladamente mientras se decidió a levantarse a preparar un sándwich con más verduras que nada. Por lo visto, no había encontrado donde guardaban los embutidos. Y desde donde Hayley conseguía ver, Fire no era muy fan de las aceitunas.

—Mi madre me mataría si viera como estoy sentada, o si supiera que estoy dejando restos de nueces en su sillón de mil dólares.

Fire terminó su sándwich con un buen apretón en el pan. Lo que era triste, pues no tenia gran cosa.

—Bien, total no te importa.

— ¿Escuchaste eso papel de pared? Creo que una mosca ha entrado, iré a reunirme con las cucarachas para preguntarles cuál es el plan de ataque aéreo.

Hayley subió a la habitación, notando que no resistiría permanecer más tiempo sin hablar y Fire no parecía tener problemas en solo observarla por horas, pero ella estaba ansiosa y tras hojear libros antiguos y juguetear con disqueteras, no encontraba que hacer y el aburrimiento se instaló en ella. Despues del aburrimiento llegaba el sueño y no podia permitirse dormir.

— ¡Hayley, te hice un sándwich! Baja hasta aquí. —Su voz retumbó con un eco suave por todo el lugar.

— ¡Bien por ti!

Él no volvió a hablar y Hayley tras dudar un instante llego a la conclusión que hablarle no le costaría nada y al fin y al cabo podría ser un medio de obtener información si Fire hablase. Sus pies aún descalzos, pisaron de nuevo el piso helado, bajando silenciosamente las escalares.

Fire estaba sentado junto al fuego comiendo de buena gana un sándwich deplorable (tenía tres capas de tomate y unas seis de lechuga). Bueno, si algo pudo deducir ahora era que no le gustaban las aceitunas pero si las verduras. Su madre se encargaba de dejar siempre lleno el stock de comida para los trabajadores que se encargaban de remodelar el lugar, amabilidad suya, supuso. Además que debería estar en perfectas condiciones para que se pudiera cocinar el día de la fiesta. Si le hubiera mostrado a Fire donde guardaban las demás cosas, su sándwich estaría en mejores condiciones. Pero no lo hizo.

El fuego chisporroteaba tediosamente en la chimenea.

—Ooh, mira quién está con su tocayo. —Canturreó de la misma manera que había hecho al llegar—De verdad, tu apodo es absurdo, creo que no me cansare de hacer bromas sobre ello.

Él la miro irritado con migajas de pan en las mejillas y apenas creyéndose que ella se hubiera animado a bajar, creyó que permanecería comportándose de forma infantil toda la noche, pero al parecer aún tenía pensado hacerlo solo que de una manera mucho más ruidosa y molesta.

—No sabes nada, corazón.

Fire lo dijo enserio y Hayley quiso ignorar eso. Era algo que le salía de forma natural, no se sentía cómoda hablando seriamente, prefería evitarlo.

—En verdad, la lista es larga Fire, podría hacer un montón de bromas en cualquier momento y lo mejor es que no me molesta que te molestes por eso. —Hayley sonrió con satisfacción. Al fin encontró algo que moleste a Fire. Ella caminaba de puntillas por el frío del piso hacia la cocina acercándose hacia el almacén de provisiones situado cerca del horno. La entrada del comedor a la cocina era amplia, por lo que aun podía ver a Fire desde donde estaba.

— ¿Sabes qué? Haré chocolate caliente. Si tú prefieres ser vegetariano todo bien, ah y puede que omití algunos detalles sobre dónde guardan las cosas sabrosas. —alardeo con satisfacción.

Mientras sacaba recipientes y se hacía un rodete en el cabello, seguía hablando, de cualquier cosa que se le venga a la mente primero.

Era verdad, estaba desesperada por dentro pero estar ocupada en algo la hacía distraerse y era mucho mejor que estar pensando en Camille y Nate sola en la habitación.

—Bien, si tú quieres tendrás que hacerte uno tu solo, me considero feminista, tampoco sirvo para ama de casa y... tampoco soy tan cruel como para dejarte sin chocolate, todos merecemos mucho chocolate. Latas enteras de chocolate...

—¿Podemos volver a la parte en que nohablabas? —pidió el, después de un sonoro suspiro.

Hayley solamente sonrío, si hablar era una forma de tortura para Fire, pues bienvenido sea.

— ¡Hora del dato curioso! Sabías que cuando estaba en la escuela y nos mandaban ordenar los juguetes yo establecía un orden de turnos con los niños para que solo uno arregle por día... claro que difícilmente me tocaba a mi, pues yo elegía el orden.

— ¿En verdad, nunca te han dicho que eres irritante?—Fire la miró con las manos sobre la cabeza. No podía verle el rostro, ni tampoco podía deducir mucho de su tono de voz.

— ¿Que has dicho? Creo que solo entendí la parte en la que me dices que mi voz es muy agradable, lo sé ya me lo han dicho varias veces, y en realidad la tengo. Pues bien, reiterando lo que te estaba comentando, esos eran indicios de una u otra cosa, o me convertiría en una gran líder emprendedora o en una dictadora narcisista. ¿Tu que crees?

— ¿Te callaras si te llamo Hayley?

Ella volvió a arrugar su nariz como un ademan tierno y Fire pensó que probablemente lo hizo adrede y tras pensarlo ella hablo.

—Trato. —su voz perdió el tono divertido y volvió a tener esa entonación sombría que utilizaba con el.

Sin duda ella podría ser fatal, la manera en la que miraba la vida como si cada paso fuera un reto y ella lo aceptara era lo que la hacía tan interesante. Pero no imposible, estaba seguro que conseguiría lo que necesitaba de ella.

A medida que la observaba notaba sus movimientos calculados, años de estudio le ayudaban a analizar fácilmente a las personas, por más que con Hayley tuviera que pensar dos veces el motivo de la expresión corporal: que ella trataba de ocultar con su cuerpo y que era lo real. Ella misma usaba su cuerpo, su voz y sus actitudes como una mentira, un engaño. Su mandíbula apretada, indicaba una falsa capa de seguridad y le aportaba dignidad, las sonrisas contenidas, nunca del todo sinceras y a cada momento le brindaban un aire de optimismo y tranquilidad pero juntaba mucho las piernas y los brazos, jugueteaba con sus uñas y su pelo, mostraba constantes signos de inseguridad y ansiedad y trataba de no acercarse a él, probablemente por miedo, pero en realidad nunca podía estar seguro con ella, tal vez solo no quería estar cerca de él. Si era miedo o inseguridad lo entendía. No debía ser fácil estar en su posición.

Las manos de Hayley se movían con una delicadeza brusca, haciendo que el olor a chocolate caliente alegrará el ambiente. Estaba enfrascada en su tarea, el rostro calmo y concentrado.

Extrañamente Hayley no pudo evitar preparar un vaso para Fire, a fin de cuentas él también había preparado algo para ella y por más malo que fuera todos merecían probar su chocolate caliente, era la ambrosía de los dioses.

Se acercó junto a él en la chimenea pasándole un copo viejo de propósito. Él la miro tras su espesa cortina de pestañas negras burlándose con tan solo una mirada de ella, su mano tembló al sentir el roce de los dedos fríos de Hayley causando un tipo de chisporroteo de electricidad al chocar con el calor de los suyos. Hayley pensó nuevamente en hacer una broma sobre eso pero sintió que ambos estaban tratando de ser serios.

Ella se sentó lo más lejos posible sin salir de la sala. Sabía que él no le haría daño, si eso fuera lo que hubiera querido ya lo habría hecho sin dudar pero el miedo jamás obedecía a la lógica.

Fire bebió un trago del chocolate, se atragantó y tosió un poco, cosa que le causó mucha gracia a Hayley haciendo que le brillaran los ojos. Fire se preguntó cuánto de eso sería orquestado también.

— Ugh, ¡Esto es tan empalagoso! ¿Cuánto chocolate le pusiste?

—Solo cuatro cucharas, tres tiras de chocolate, más dos cucharas de azúcar y medio vaso de leche condensada, ah y una pizca de canela.

— ¿Tanto azúcar? ¿Para 2 vasos? Estás loca.

Ella se encogió de hombros y tomo un sorbo de su bebida.

—A mí me gusta así. — Ella vaciló por un segundo antes de hablar —Bien, creo que estaremos aquí por algún tiempo más así que cuéntame algo interesante.

Fire frunció el ceño y levantó la vista. Las llamas dejaban su tez pálida en un color mas amarillento y de un interesante brillo ambarino a sus ojos grises.

—Creí que no te caía bien.

Ella asintió.

—No lo haces, pero finjo bien.

Dudosamente él giraba su taza de chocolate espumoso, medio apartado de su cuerpo como si creyera que tomaría forma y lo estrangularía, ¡Qué absurdo! Su chocolate era delicioso y ella ya lo había tomado por la mitad. Fire dejo de pensar y la miro a los ojos con decisión.

—Lo haré, si tú lo haces primero y me convences.

—Por Dios, ¡Sabes todo sobre mi! ¿Acaso no eres una sombra costurada en mis zapatos?

Fire la miro con aburrimiento y nada impresionado, Hayley lo tomó como un reto y le contó todos los detalles más superficiales de su vida, lo más profundo que llegó es como rompió con su antiguo novio.

—Entonces ella y yo salimos el shopping y fuimos directas al auto, las compras pesaban y creo que por eso no nos dimos cuenta—Dio una carcajada contagiosa—pero nos habíamos subido al auto equivocado, esperamos un rato porque pensé que el chófer salió un momento pero luego el verdadero dueño del auto llego y nos llevó con el guardia del lugar a ambas.

—Corazón, si quería saber esas cosas vería un reality show y te aseguro que sería más emocionante.

—Dijiste que ya no me llamarías corazón.

El fuego iluminó su sonrisa.

—No exactamente.

Ambos permanecieron en silencio tras eso. Hayley con rabia, casi todo le causaba rabia desde Nate y Camille. Quizás debería ahogarse en su propia saliva—pensó Hayley—.Pero no se fue del salón, sus motivos resultaban obvios para Fire, quería información, la única cosa que vencía a su dignidad era su curiosidad.

—Sigues aquí, Hayley ¿Qué quieres?

A boca de él su nombre resultó antinatural y extrañamente incómodo. Fire había logrado el efecto deseado. Hayley frunció el rostro y parecía desconcertada, abalada, casi.

Las palabras se le escaparon de los labios, sin poder retenerlas.

— ¿Por qué fingieron secuestrar a mi prima?

—Quieres comprender lo entiendo, pero no me has contado nada que capte mi atención y si no lo haces no obtendrás mi información

¡Que ridículo era! —Pensó ella—creía que la podía tratarla como a una pelota de Ping pong según se le antojara. El único problema era que realmente podía.

— ¿Desde cuándo tú eres el líder?

Sus miradas se sostuvieron y Hayley por primera vez tuvo que perder, lo odiaba pero lo necesitaba. Esperaba que sirviera de algo.

Sus uñas pintadas en esmalte negro se deslizaban por su cabello, pensando en que podría parecerle interesante a alguien como él, no podía dar información que pudiera utilizar para hacer daño a su familia, tampoco algo sobre música o libros, no se lo imaginaba cómo alguien normal de su edad leyendo algo de ciencia ficción y escuchando heavy metal, por más que él solo fuera probablemente uno o dos años mayor. No pensó en nada y dijo algo sobre ella.

Tras un largo silencio ella dijo:

—Me paso todos los días buscando una dirección, algo que sea únicamente mio. Algo que no este entre los estándares, algo que no sea compartido con alguien mas.

Él creía que lo comprendía pero ¿cómo podía estar seguro siendo ella tan catastrofica?

— ¿A qué te refieres?

Hayley cansada se recostó en el sofá tomando a pequeños sorbos su chocolate caliente.

—Toda mi vida es como si me hubieran puesto en un pote de cristal y me hubieran dicho quédate allí. Se que son cuestiones muy poco importantes... pero estoy tratando de que mi vida sea mas que aquel pote hecho a medida de que tan lejos puedo ir, que tanto puedo decir. Desde que nací, mi familia, bueno mi familia es complicada. Tiene sus exigencias las cuales no estoy muy interesada en cumplir, desde siempre me dicen que debo hacer. Estudiar, ir a la universidad, manejar el hotel o trabajar con las leyes. Después están los famosos paradigmas, ah eres rubia y tienes cierta cantidad de dinero, debes tener cero personalidad y basarte totalmente en un show de televisión de hace diez años atrás. ¿Te gusta cantar y escribir canciones? Lindo. No lo hagas demasiado, quedaras como una niñata. ¿Viajar? Solo para negocios. Y simplemente, me gustaría llegar mas lejos que esos moldes y barreras impuestos. Creo que la vida debe ser mucho mas que solo hacer lo que nos dicen que fuimos criados para hacer. Es ingenuo y estúpido, lo se.

Ella se sonrió y bajo la mirada por un momento. De repente sintió expuesta y pensó que probablemente él se burlaría de ella.

—Entonces , ¿esperas ser una mejor persona de la que creen que eres?

—No quise decir eso, soy una chica mala. No quiero dejar de serlo, siento placer en herir sentimientos.

—Por Dios Hayley, tú ni siquiera sabes que es maldad. Es lindo lo que acabas de decir. Quiero creer que tienes mas para ofrecer al mundo si consigues la valentía que aun no tienes.

—No me conoces. No pretendas que lo haces.

—Crees que lo sientes, que te gusta la maldad pero luego el remordimiento te vence. Eso no es ser una persona mala, solo te convierte en humana.

Hayley titubeó, entreabrió los labios para hablar, temía no saber qué decir y en esas situaciones en la que su mente le jugaba una mala pasada y la dejaba en blanco normalmente decía tonterías.

—Ja, y ¿cómo puedes tú saberlo? —No decía "ja" desde quinto grado, por Dios...

—Nos pasa a todos, somos humanos, está impregnado en nuestra naturaleza. La diferencia es que algunos escuchan más a la conciencia que otros. Pero entiendo lo que dices, tampoco quiero ser uno más en el sistema del mundo. La vida mundanal, no es para gente como nosotros, Hayley y estoy seguro de que tu vida no será nada en cómo tu madre sueña que sea y no, no te casarás con un inversionista famoso porque te degollarías antes de hacerlo. Así que no tengas miedo porque esa clase de vida no se adhiere a ti, siempre que no dejas que te venza y tengas coraje para ser mas que tu bonito pote de vidrio.

La familiaridad que sentía con el, no lo podía explicar así como no lo entendía. No le pareció como verlo por primera vez cuando lo hizo, así como no lograba del todo ubicarlo como un desconocido.

—Tal vez. Pero quiero hacer algo para cambiarlo, no solo para mi, para los demás. Que nadie se sienta impuesto a ser algo que no es.

Sus palabras, hablar con él así la hacían sentirse fuera de época, en los tiempos donde el hotel podría ser un palacio y todas las señoras del público se reunían para hablar de sus maridos y dejaban a sus hijos con las niñeras. Los hombres se reunían a hablar de política y fumaban unos cigarrillos, todo era tan... Formal y distante.

Mientras ella analizaba sus palabras y  posaba la taza ya vacía sobre la mesa, las ventanas sin seguro se abrieron causando un terrible temblor y ambos ahogaron un grito, la fuerte ráfaga de viento helado hacía vibrar a las cortinas y temblar los vidrios. Repentinamente las luces se fueron apagando casi tan rápido como las llamas.

La calidez se había esfumado más rápido de lo que esperaba y empezó a sentir el frío de nuevo, haciéndole cosquillas, haciéndola temblar. Cerraron las ventanas y el fuego que prendieron no abastecía, el frío seguía royendo sus huesos.

Fueron obligados a permanecer más cerca del uno al otro de lo que querían, Hayley pensó si ese no sería otro de sus trucos, no sería una sorpresa que Eddy apareciera disfrazado de zombi o alguna cosa de cine de terror barato. Había dejado la bolsa con el gas pimienta a kilómetros y lo más seguro era que la navaja estaba con Fire. Estaba cansada y el chocolate era lo único la mantenía despierta, aunque eso no lograba contener los bostezos y sus párpados cada vez pesaban más.

A través de las persianas cubiertas de nieve apenas entraba algo de claridad de luz lunar. Ellos se lograban distinguir únicamente por la voz, sabían que no estaban muy lejos uno del otro.

Ambos estaban soñolientos pero Hayley estaba aterrorizada de subir sola y sin iluminación por las escaleras, si fuese necesario subiría con o sin miedo pero no quería estar sola, Fire no era la persona ideal aunque más aceptable que las ratas que roían el techo.

Con la esperanza sobre los hombros Hayley habló:

—Creo que iré a dormir.

Él la miro por un momento y su sonrisa fue como un rayo de luz en la oscuridad, percibió levemente que subió su mano en un ademán  mostrándole el camino.

Hayley irguió su postura y endureció el semblante, tratando de lucir normal, aunque no fuese como si él la fuera ver, todo estaba tan oscuro.

En ese momento se arrepintió de estar descalza, con pasos pequeños subió las escaleras imperiales, su mano helada subía por el soporte y a cada momento veía cucarachas imaginarias. El hotel era enorme, demasiado grande para dos personas y cada sonido era amplificado.

Al llegar al final de ellas, tropezó con un florero y soltó un chillido agudo.

Por el rabillo de sus ojos una resplandeciente luz de teléfono móvil se acercaba, encandilando sus ojos.

Fire subió despacio dándole a Hayley una buena visión de sí mismo. Cuando llegó no la ayudo, solo quito el florero de lejos y se dirigió a la suite donde lo escucho recostarse en la cama. Pronto Hayley se levantó y al cruzar la puerta se preguntó dónde dormiría ella, o más bien donde no dormiría, quedaron descartados el sofá antiguo, el piso y el armario y todo lo que no sea la cómoda y caliente cama donde estaba Fire.

—Debes dormir en otra parte —dijo ella, sin titubear.

Él la ignoro y fingió estar dormido, una parte de su camiseta se levantó y dejando a Hayley dispersa y aunque disimulo bastante bien su voz salió rara.

—En este momento estoy odiando la igualdad de género, un caballero dormiría en el piso.

Él no se inmutó aunque ella notó que en sus labios se ensanchaban en una desdibujada sonrisa.

— ¡Fire!

Pensó en ir a dormir a otra parte, pero la seguiría y si no lo hacía ella no podría dormir del ruido de las cucarachas, sus padres no habían remodelado aún los demás cuartos, solo los esenciales como los baños, la cocina y la suite como ejemplo del modelo final que querían para las demás decoraciones de habitación.

Segundos después se dijo a sí misma  que no sería culpa de Fire que ella no pudiera dormir, ella era quien era y no se dejaría doblegar por nadie.

—Maldito pervertido. Si me haces algo haré de tu vida un infierno.

Fire le devolvió la mirada, no se mostraba ofendido. No hubiera decidido molestarla si no fuera porque parecía tener miedo de estar sola y por el riesgo de que huyera.

Hatley lo empujó a él con toda su fuerza hacia un lado de la cama, quedándose con más espacio que él y se acostó un poco lejos del lugar donde ya estaba caliente, los primeros minutos estuvo tensa porque todo su ser reconocía su presencia allí y el aroma de su colonia ya había tomado parte de su ropa. No se podía permitir dormir, eso la haría demasiado vulnerable. Tenía que permanecer en vigilia... sus párpados pesaban cada vez más, sus pensamientos eran cada vez más vagos. Lo último que vio en una última batalla de permanecer con consciencia fue como la luz amarillenta se filtraba e iluminaba el cabello negro de Fire, sus facciones relajadas y respiración calma. La forma en la que él abrió sus ojos grises como si se sobresaltara de algo y lo mucho que le recordaba a la pintura del Ángel caído. Recordaba lo ultimo que le dijo, pero no estaba segura de si lo imagino.

Hay, Hay, no tienes buena memoria, ¿verdad? Lo lamento Hayley, en verdad lo hago.



***

Aun cuando los rayos del Sol ya comenzaban a estar en su apogeo Fire no consiguió conciliar el sueño. Sus pensamientos no le permitían, las cosas que tenía que hacer, los recuerdos, la ansiedad. La respiración constante de Hayley era tan aterradora como estar durmiendo junto a un león. Se permitió observarla un instante, su cabello cubría la almohada hasta casi llegar a él, a pesar de que la chica trató de estar lo más lejos posible sin caerse de la cama, se protegía del frío doblándose sobre sí misma y agarrando las mantas con ahínco. Recordó las palabras que le había dicho antes, las hechas para herir, dichas en alta velocidad hasta que se trababa entre una ofensa y otra, a veces lo hacía reír internamente, a veces asustaba. Era tan orgullosa...

Fire suspiró y se levantó de la cama. Sentía los ojos pesados por no haber dormido y los pensamientos lentos y poco precisos.

Era difícil, tan difícil. Recordar el porqué. Recordar que Hayley no era la niña bonita que parecía, no era ese ángel que vestía cuando dormía y no, no era inocente de nada. Era aún más difícil en el tiempo que tuvo que observarla de vez en cuando, no era algo que disfruto: se sentía horrible hacerlo. Pero se obligó a sí mismo a continuar. Ese tiempo fue tan difícil porque tuvo que verla bailar con la música con pasión, soltarse con el primer trago de vodka, verla ser dulce y amarga a quien merezca, continuar su vida y vivirla como si fuera ignorante de todo. Odio cada segundo.

Porque Hayley era todo lo que decían que era y a la vez era algo completamente diferente. Y era tan distinta a Elizabeth.

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