Capitulo 33. La grieta del tiempo
Hemos leído sobre reyes y amables dioses
Que llenaron sus cálices en el arroyo;
Un caballo al Sol, un cordero al Dios del Amor,
Pero ella desdeña las inmaculadas ofrendas
De un corazón puro, abatido a los pies de su altar.
Yo, con las rodillas desgarradas adoro a mi Dama,
Sin embargo ella se consume en su propia idolatría.
De tal Diosa el tiempo no dejará registro,
Cuando el fuego derribe el templo donde fue adorada.
—A Cruel Mistress, Thomas Carew (1595-1640)
Victoria estaba renegando de si misma con habilidad, algo no propio de ella. Renegaba por el simple hecho de no haberse puesto alguna gorra o chapuz o incluso por el hecho de no tener con ella sus lentes para el astigmatismo. Aún así, mezclarse no fue tan difícil: sólo debía adoptar una expresión de preocupación y mirar constantemente al fuego, y por supuesto evitar a gente conocida, lo que se estaba volviendo más complicado si quería escuchar algo para Hayley. Tomó su celular y buscó con rapidez el número de Asher, tosiendo por el humo que inhaló.
—¿Victoria? ¿Dónde estás? ¿Estás bien? —respondió inmediatamente la otra voz al teléfono.
—Tranquilo, tranquilo. Estoy física, mental y espiritualmente bien. —comenzó a hablar con claridad, nada comparado al remolino en su mente—. Fuego que crepita no quema.
—¿Está Hayley contigo? —volvió a preguntar él, sin ninguna risita por la broma. Desilusiónante.
—Sin tiempo para bromas, mensaje recibido. No, la mande al bosque.
—¿Hiciste QUÉ?
Victoria apartó el micrófono del teléfono su rostro. El humo de las llamas estaba a punto de hacer que tuviera asma y ya no estaba tan segura si tenía motivos para aguantarlo.
—Alguien incendió el hotel. Sospecho de una persona y probablemente esté por aquí y no quiero que haga daño a Hayley.
—Mira quien tiene corazón—su tono de burla la hizo blanquear los ojos—. ¿Quién piensas que fue?
—Aissa Miller. Ella le dio somníferos a Hayley y estuvo más callada de lo usual hoy.
Tras un valioso segundo, Asher respondió. En tanto, Victoria no podía detener a sus ojos en la búsqueda de Ahren. Por mucho que tratara de negarlo estaba preocupada por él y necesitaba saber si estaba bien. Se decía a si misma que no podía soportar ver toda la tecnología, los candelabros caros y las pinturas quemándose así de fácil pero la mentira le quedaba corta. Se preocupaba por Ahren.
—Tiene sentido pero suena ridículo. Pensaremos en eso luego, Hayley no puede estar sola en el bosque mucho tiempo. ¿Dónde estás?
—En el costado izquierdo, pretendiendo ser una huésped. Si te lo preguntas salimos de allí saltando la ventana. Pero no vengas, necesito que hables con los padres de Hayley y les preguntes quien piensan que fue y que pretenden hacer al respecto. Yo me encargaré de averiguar sobre el tema de la organización y si realmente fue Aissa.
—Ok, quédate ahí, te veo en diez. ¿Debo preguntar algo más en específico?
La mirada inquieta de Victoria se detuvo en la ambulancia. Ahren abrazaba con firmeza a Cassey, ella le daba un beso en despedida y él le sonrió con dulzura. Y ahí estaba Ahren Miller, el que conoció hace un año en Perugia, que había cambiado tanto desde entonces y a la vez tan poco. Un sentimiento agudo y punzante surgió en su interior. Tras todos sus intentos de evitarlo o negarlo aún seguía importándose aunque no debería.
—No—dijo haciendo el ademán de negación, aunque él no pudiera verla—. Y Fire—añadió con voz queda—, olvida lo que dije. Sólo estoy físicamente bien.
Victoria permaneció allí. Observando todo desde su posición de espectadora. Thiago y Camille llegaron en un auto negro y se bajaron rápidamente. Sus manos se encontraron por accidente y los dos la separaron con un sonrojo lo que hizo girar los ojos a Victoria, ¿Cuántos años tenian, doce? Odiaba a los enamorados. O a punto de enamorarse. O al amor, que no era más que una química irracional.
Hablaron un momento con Fire antes de que este fuera a hablar con los padres de Hayley. Thiago y Camille volvieron a meterse en el auto para desaparecer en la carretera.
—¿Entonces...? —dijo luego de un rato cundo Fire volvió a verla, seguía en el mismo lugar en el que le indicó. Para entonces, el fuego ya se había sido extinguido por los bomberos pero el humo seguía saliendo con insistencia, lo que podía provocar otra boca de incendio.
—Me creyeron cuando les dije que no fue Hayley. Aunque están con bastante rabia, no le harán nada a ella, solo quieren verla. Thiago y Camille dicen que a Elizabeth le falta un tornillo y que es muy amiga del que dices es enviado de los Giordano. Deberíamos ver el tema con ellos y de que se trata. Y tú, ¿que dices?
Hubo un tiempo en el que Victoria aún se sorprendía cuando la gente le pedía su opinión. En algún punto, dejó de ser la adolescente de 15 /16 años y pasó a ser una hacker. Alguien inteligente que valía la pena escuchar. Luego de notar eso, no terminar el colegio nunca fue tan bueno.
—No tengo acceso a nada, me bloquearon. Por ahora. Lo que me confirma que fue Aissa. Si hubiera sido Elizabeth o cualquier otro miembro conocido de la organización no tendría drama en dificultarme las cosas, pero si es alguien incógnito...
—Querrán que siga incógnito, si—dijo él completando la frase—. ¿Crees que será seguro que Hayley venga aqui? Elizabeth estaba aquí hace unos minutos, pero no podemos hacer nada sobre ella, es inestable e impredecible.
—Aissa salió con su hija. No veo a nadie de la organización y la mantendremos cerca de un guardia y una cámara. Podemos ir a buscarla. Tengo su IP. No está tan esta lejos si comenzamos a caminar ya.
***
Hayley ya se había hartado de sentir pena por sí misma y hacer todo el máximo drama de "todo es mi culpa y todos me odian".
Ahora ya estaba aburrida, en Dios sabe donde, dependiendo de otra persona. Nunca debió haber aceptado.
Se había arrojado al agua. Fue genial. Cuando salió, no. Sentía frío, le dolía el tobillo, había insectos por todo el lugar y las quemaduras dolieron una vez fuera del agua. Pero, por supuesto le estaba gustando todo el teatrito de fingir ser Katniss Everdeen en los juegos del hambre, le hacía pasar el tiempo.
Imitó el sonido de lanzar una flecha a un enemigo imaginario. Se había detenido junto a un claro al lado del agua. Era un lugar lindo, pero no estaba de humor. Necesitaba irse ya. Comenzó a caminar en la dirección que creía haber venido, a pesar de las advertencias de Victoria. Pero, un santuario antiguo la detuvo. Eran cosas del mar –llenas de arena y sin color por el sol– puestas dentro de una pequeña casita de madera, un culto a la diosa imaginaria de Elizabeth. Perfecto, lo único que falta. Ficción para locos para quitar el humor negro.
Comenzó a caminar lentamente y rengueando río abajo con la esperanza de aparecer en algún lugar cerca de humanidad tangente y lo más lejos de cualquier tipo de divinidad. En esa parte del bosque las hojas comenzaban a cerrarse y todo parecía más peligroso cuando no se estaba corriendo desesperadamente. Cuando sus deseos de encontrar a alguien se cumplieron, quiso no haber deseado nada nunca.
—Hayley. No fuiste tan difícil de hallar. —dijo un espejismo—. Escuché a Victoria y a Asher decir que estarías por aquí.
Hayley se detuvo en medio del follaje. Desastrada, con cortes, quemaduras y el tobillo latente en dolor; observó con indignación a Elizabeth. Que forma de sentirse violada, como si se adueñaran de tu sello personal.
—Esa es mi ropa. No me gusta que estes en mi ropa. Y ese es mi peinado. —Hayley dio un grito medio de sorpresa medio de indignación—. Y esos son una versión made in china de mis ojos. ¿Cómo te atreves?
—Te estoy diciendo que tus amigos no van a encontrarte y solo te importa eso. Sorprendente.—respondió ella cruzando los brazos y el amago de una sonrisa en sus labios.
—Bueno, tú ya estás aquí, ¿no? —respondió Hayley, sin demasiadas opciones—. ¿Qué quieres?
—Matarte así ocupo tu lugar.
Hayley y Elizabeth se encararon sin apenas hacer un movimiento para respirar.
—Es broma. —añadió unos segundos después tras el silencio incómodo, como si fuera algo obvio.—Quiero que vengas conmigo a una cena.
—Más puntos suspensivos y silencios incómodos. —dijo para señalar que volvían a encararse en silencio e incomodidad.
—¿Qué? —Elizabeth parpadeó—. No puedo creer que acabaras de decir eso.
—Estoy en modo buen humor, para variar de lo trágico.
Elizabeth suspiró sonoramente, en una clara muestra de rendición ante su insensatez. Hayley estaba sumamente resignada a cualquier cosa que se planteara enfrente. Después de saltar de una ventana, correr por el bosque y mojarse en el agua, nada se sentía como una novedad.
—Vendrás conmigo porque eres una buena persona—continuó, la voz un poco más pesada—. Y porque tengo un arma si quiero amenazarte.
—¿No me vas a matar o secuestrar?—preguntó Hayley.
—Lo prometo.
—Bien. —dijo encogiéndose de hombros y siguiéndola.
***
Elizabeth la condució hasta afuera del bosque con rapidez considerando que Hayley no podía moverse adecuadamente. En el tramo había mencionado que tenía agilidad para ubicarse. Algo que Hayley prescindía en lo absoluto.
Se sentía eufórica, ansiosa, con miedo y preocupada, todo a la vez, y estaba temiendo vomitar por el embrollo de emociones.
Al final del tramo salieron en la ruta al costado del hotel donde un auto estaba estacionado. Hayley envió un mensaje a Victoria avisándole con quien estaba y que rastreara su teléfono si no aparecía para el atardecer. Esperó que eso bastara para que no se preocuparan. Ambas chicas entraron al auto y Elizabeth comenzó a manejar hacia los suburbios, rápidamente y sin intercambiar más palabras se estacionó frente a un restaurante prestigioso. La estaba inquietando la familiaridad de la situación. ¿Cuando había aprendido Elizabeth a conducir? ¿Quién le había enseñado? ¿Por qué la traía aquí?
—Tengo ropa ahí atrás, si quieres cambiarte. Te sugiero que lo hagas.
Hayley la encaró imaginándose como sería darle una bofetada.
—Elizabeth—comenzó su monólogo—. Mi tobillo tiene un esguince. Está hinchándose y parece la pata de un elefante. Tengo quemaduras en mis brazos y piernas. ¿Cómo por todos los santos piensas que voy a pasarme al asiento trasero así? Se que eres "miss no siento nada" pero hasta deberías entender que—se interrumpió a sí misma poniendo una cara de meditación—Espera, ¿eso aplica para...? Olvida que pregunte eso, no quiero saberlo. Y deberías seriamente, llevarme al hospital antes de que me desmaye de dolor porque solo fuerza de voluntad hace que...
Elizabeth agarro una bolsa interrumpiéndola (como lo usual) y la arrojó en el regazo de Hayley. Al parecer Elizabeth no estaba de humor para sus dramas bien fundamentados, pero tendría que masticar y tragar porque ya se había privado varios años de ellos, Hayley no le privaría de más.
–Solo vístete ahí, tenemos el mismo cuerpo.
Hayley se tomó el tiempo para mirar dentro de la bolsa. Todo tenía un estilo 2007 por lo que no era lo suficientemente viejo para ser vintage y quedaba en lo out. Las ropas tenían varias capas de volados, motas, rayas fluorescentes o estampados que no usaría ni si fuera el último grito de la moda en 2007.
—Estos vestidos son horribles. Este enterizo tiene un tucán y rayas de leopardo en el estómago. Y estamos en otoño, es totalmente fuera de temporada, por no decir algo más inocente.
—Bien. Entonces quédate así. —respondió ella con un ánimo innecesario.
Hayley se miró a si misma. Jeans medio quemado, remera sucia, mojada y arrugada.
—Si mi ropa no estuviera empapada me quedaría con mi ropa. —dijo en un vano intento de conservar el orgullo.
Se puso el enterizo con un tucán en el estómago y un estampado verde agua con piel de leopardo y hojas de palmeras que haría delirar a Aissa. No entendía porque Elizabeth quería llevarla a almorzar en un restaurante costoso. Ambas caminaron adentro a paso lento, por el pie que dolía horrores a Hayley cada vez que pisaba, pero trato de mantener los ojos abiertos por cualquier señal de que algo raro estaba pasando.
—Hayley. —llamó su hermana, y de pronto el shock súbito de darse cuenta de ello fue un balde de agua fría en la mañana. —Solo para que recuerdes que tengo un arma en mi bolsillo y está apuntando hacia tu cuello.
Hayley se contuvo se realizar algún comentario sarcástico que se formuló en su cabeza. Las dos entraron al interior del restaurante que estaba inusualmente vacío. Excepto por las diversas luces y cámaras que apuntaban a una mesa con tres asientos dispuestos.
—Elizabeth... —dijo con voz queda, comprendiendo a gatas que pretendía su hermana.
Una presentadora se acercó hasta ellas con su traje y falda demasiado cortas para llamarla estrictamente personal y le pasó la mano a Elizabeth.
—Señorita Stone. Estoy muy contenta de que ambas estén aquí hoy para grabar la entrevista. Por favor, tomen asiento.
***
Para Hayley, la vida nunca se relacionó con pasar el papel de ser motivo de burla y de tener las mejillas sonrosadas por la vergüenza. Ella era de las que pisaba fuerte, se reía de sí misma si era necesario, daba la cara, pero nunca demostraba si estaba avergonzada. Estar en TV y mantener la imagen que quería tener dependía de ello. Siempre le gusto ser esa chica imperturbable, poderosa y divertida. En parte era actuar una obra ideal y en parte era ella misma y solo cuando confiaba en alguien totalmente y la conocían podían conocer la diferencia de que era fuerza de voluntad y lo que le salía por naturaleza. Pero, en aquel momento estaba en shock como para pensar en cualquier forma de doblegar su situación, en la televisión nacional, al lado de su hermana. La muerta.
—En el programa de hoy estamos con Hayley Stone Miller, —comenzó a hablar la presentadora con voz profesional—. La flamante modelo, cantante y actriz que tenemos aquí en nuestras ciudades. Como la mayoría de ustedes sabrán, esta magnífica joven, ejemplo e icono para todos nosotros es hija de Claire y Paul Stone accionistas de la cadena de hoteles M&S, que recientemente sufrió un horrible atentado en el que la estructura del hotel de Naos fue incinerado por completo dejando cuantiosas perdidas. Pero no es por eso que tenemos a la señorita Stone hoy. Ella nos trae noticias inimaginables así que no pueden desprenderse de su pantalla en ningún momento.
Esos múltiples halagos generalmente bastaban para que a Hayley le suban los humos y se sintiera más confiada, y ciertamente funcionarían esta vez por el único error que no se estaba dirigiendo hacia ella. Elizabeth sonrió tímidamente a las cámaras y no podía pensar en otra cosa que ahogarla en el agua por usurpar su lugar. Al notar su mirada mortífera Elizabeth movió la mano escondida en su bolsillo hacia ella.
—Buenas tardes. Estoy algo nerviosa por estar hoy aquí y principalmente por todo lo que tiene que ser dicho. —su voz era a la vez amable y sobrio, por lo visto el talento para la actuación era de familia ya que incluso había masterizado su tono de voz.
—Por supuesto—, dijo la presentadora con una sonrisa tan profesional como su bleizer y vestido unicolor—. Hayley, querida, preséntanos a quien está de tu lado.
La cámara enfocó a la Hayley de verdad. Su mente estaba trabajando a toda prisa para buscar una solución, lastimosamente cuando con un zumbido la cámara giró hacia ella no logró descifrarlo y solo permaneció mortalmente seria y pálida. Si la gente se enteraba de lo que Claire y Paul supuestamente hicieron a Elizabeth arruinaría por completo la reputación de los hoteles y no tendrían ingresos. El edificio se quemó y esa era la primera sede construida todos los archivos, muebles que se mudaron ahí, registros. El depósito de dinero físico estaba en Naos desde que sus abuelos lo fundaron. Millones de millones perdidos, tendrían demandas que cubrir de todos los que estaban ahí, heridos, personal...—desacelera— se dijo a sí misma. Pensar en todas esas cosas demasiado rápido no ayudaría a buscar una forma de solucionarlo.
—Está es mi hermana gemela. Elizabeth Stone Miller. Finalmente nos reencontramos, luego de varios años.
Cuidado hermanita, estas entrando en terreno peligroso —dijo en su mente, dando con lo que parecía una salida a su actual problema—. Ella no era "Hayley Stone Miller" solo por su nombre. Se lo había ganado y tenía años de experiencia en programas de TV y entrevistas. Sabía como doblegar a la presentadora para no responder lo que querían, como encantar a la audiencia, como mentir sin parpadear. Elizabeth era una amateur intentando ser una pro. Fingiendo serlo. Por no decir que era una friki amante de leyendas del pueblo que no tenía como saber de esto.
—Ah, uhm, un gusto. —fue lo único que salió de sus labios.
A pesar de todo lo anterior Hayley no sabía qué papel jugar. ¿Se hacía de la pobre e inocente? ¿O era si misma y dejaba a la audiencia creer lo que quisieran?
—Para que puedan seguirnos, queridos espectadores, esta noticia puede parecer chocante y nueva para aquellos que llevan aquí poco tiempo, no así para los que ya estaban aquí por el año 1999. Todos saben que la familia Miller siempre fue la familia mimada de nuestra ciudad y tratamos de seguir cada paso que toman, debido a que son lo más cercano a celebridades y entretenimiento que tenemos. En 1999 Claire y Paul vivieron una vida calma en una casa lejos de la cadena de hoteles con sus dos pequeñas hijas. No hubo mayor anuncio de que hubieran nacido pues ninguno de los dos querían a sus hijas expuestas; los que sacaron fotos o reporteros que lo sabían fueron comprados y los registros eliminados unos años después afirmando que solamente tuvieron una hija: Hayley Elizabeth.
Cuando terminó de hablar a la cámara se giró hacia "Hayley" antes de preguntar. El plano también la tomaba a ella así que trato de lucir lo más relajada posible y de detener sus piernas inquietas.
—¿Puedes confirmarnos eso, querida? —si decía querida una vez más con ese tono de falsedad no se haría responsable de sus actos.
—Es verdad. —respondió su hermana con tenacidad.
—¿Qué fue lo que los impulsó a hacer eso?
—Elizabeth y yo estamos pasando un mal momento ahora, principalmente ella, así que me pidió que hablara por ella para de una vez demostrar la clase de persona que son mis padres y todo lo que la hicieron pasar.
>> Cuando mi hermana era pequeña tenía una enorme tendencia a lastimarse a si misma, no tenía noción del dolor. Ella no puede sentir dolor. Tiene una enfermedad llamada analgesia congénita de la variante llamada neuropatia hereditaria sensitiva-autonómica tipo V. Es una enfermedad real, una condición de por vida, no hay cura, no se sabe las causas con exactitud. —Bien, pequeña Elizabeth, sacarías un notable en tu prueba de ciencias ,–pensó Hayley–. —No hay nada que hacer más que el paciente sobreviva, es bastante difícil eso, pues una niña que no sintió nada de dolor nunca sabe cuando es letal para ella. Podría suicidarse en cualquier momento sin intención de hacerlo, o mutilarse, morderse la lengua, úlceras en las mejillas. Además hay cierta dificultad en regular la temperatura, fácilmente pueden meterse en una agua helada o demasiado caliente. Y así de fácil morir de hipotermia o por quemaduras. Que Elizabeth esté viva hoy es un milagro—dijo mirándola con "orgullo"—. La mayoría de los que son diagnósticados con esta enfermedad en extremo rara suelen vivir como máximo hasta los 3 años muriendo de una manera u otra. Mis padres, al enterarse de ello tenían miedo de que una enferma ensuciara su linaje y la mandaron a un hospital a las afueras. Tan pequeña y sola... lo que Elizabeth pasó ahí tal vez hace que hoy esté viva pero a un precio alto. La llenaban de morfina para no matarse, la ataban, aveces la abofeteaban para saber si sentía algo. A una niña. —el dolor en sus ojos no era fingido ni parte de su actuación, realmente lo sentía por sí misma y Hayley también lo sentía por aquella niña que solía ser su hermanita—. Y casi sin ver a sus padres o a su hermana, tuvo que ser terrible. Cuando llegaron noticias de que una cirugía de alto riesgo podría ayudar a solucionar su caso Claire y Paul planearon un accidente para borrarla del mapa. Hoy Elizabeth sabe cuando el daño es letal y con fe podemos decir que podrá vivir una vida larga.
Hayley se sintió vacía por dentro y los ojos le comenzaron a arder. No quería verse, ni sentirse de esa manera pero no creía tener aún el superpoder de poder suprimir los sentimientos. Lo sentía, tanto, tantísimo por Elizabeth. Respiro hondo, cerró los ojos y contó hasta tres. Trato de poner toda la tristeza en segundo plano y enfocarse en no terminar destruyendo todo lo que su dinastía estuvo trabajando por años.
—Sinceramente Hayley, no creo que nuestros padres... —comenzó y al instante fue interrumpida por Elizabeth.
—No tengo pruebas, pero puedo afirmar que el incendio de hoy, que fue cuando se enteraron de que Elizabeth estaba viva fue provocado por ellos mismos. Yo no estaba en casa, pero estaba Elizabeth quien tomó unas pastillas somníferas dadas por alguien de la familia. Cuando el humo se inició casi la mata. Por eso las heridas en su cuerpo. Y tan solo por su condición de no poder sentir dolor podemos estar aquí. ¿Verdad Elizabeth?
Elizabeth palmeó fuertemente su muslo que daba con el tobillo con esguince y ciertamente le dolió, no que Elizabeth se pudiera imaginar como se sentiría tener todo el tobillo inflamado y quemaduras punzantes por las piernas y brazos.
—¿Como te sientes después de pasar por todo eso? —preguntó la presentadora, finalmente dirigiéndose hacia ella "Elizabeth" y sin poder cubrir por completo su mirada de que la encontraba un bicho raro. Cosa que Elizabeth era, así que no se ofendió—. Si te sientes dispuesta a responder.
—No, no quiero hablar de mi—dijo luego de considerarlo un momento y dar una sonrisa pícara, totalmente fuera de lugar para el papel que estaba jugando—. Hablemos de Hayley, recientemente estuvo secuestrada y aún no dio declaraciones sobre eso.
—No tengo permitido hablar de eso—respondió demasiado rápido y con demasiado ímpetu. Hayley sabía que estaba perjudicando su propia reputación al hacer quedar mal a "Hayley", pero no le importó demasiado, pues tarde o temprano se sabría la verdad.
—¿Por qué, hermanita mayor? —dijo con inocencia.
—La policía lo prohíbe.
—¿Enserio? ¿Y desde cundo a Hayley Stone le importa lo que la policía diga?
Al final de cuentas, tal vez Paul tuviera razón todo este tiempo y sería una buena abogada. Sus argumentos sólo iban mejorando.
—Basta, Elizabeth. —respondió ella recalcando su nombre.
—Claro, Hayley. —Hayley, en cambio le respondió con sarcasmo y con la capa de la inocencia fingida.
—Son bastante parecidas, obviamente, son gemelas—
—Si, hasta el mismo color de los ojos. Azul ultramar. ¿Quieres checar con la cámara? —respondió Hayley interrumpiendo a la presentadora y gesticuló a la cámara para que se acercara.
—No creo que eso sea necesario. —dijo tajantemente Elizabeth y el camarógrafo permaneció en su lugar, claro, "Hayley" tenía credibilidad. El número de credibilidad de "Elizabeth" variaba del cero al -100.
—¿Consideran que su parecido también es en la personalidad?
—No. —afirmaron las dos rotundamente.
—Todo el parecido termina con el pensamiento. —añadió en complemento Elizabeth.
—¿Tan seguras están? Porque por lo que pude notar, Elizabeth tiene tu usual toque de sarcasmo y rebeldía, Hayley.
—También tengo todo su encanto en televisión. —afirmó con alegría pretendida.
—En cambio, puedo notar que en ropa tienen muy diferentes estilos.
—Claro, a mi me va muchísimo tener un tucán en la panza y estampados de alguna isla paradisiaca de Sudamérica. Pregúntele a Aissa, ella y yo compartimos esos gustos. ¿No creen que Hayley anda muy callada? —se acercó a la cámara y les susurró de forma audible a los espectadores como si estuviera contando un secreto—. Después del secuestro no estuvo siendo ella misma.
—Creo que nos estamos desviando del tema. Elizabeth pasó años en un hospital, apartada de su familia y los estoy acusando de intento de asesinato. Eso es grave y quiero que se tomen las medidas correspondientes por mi hermana.
—¿Estás de acuerdo con eso Elizabeth?
Hayley fingió que le tomó un momento notar que se estaba dirigiendo a ella y respondió luego de un silencio incómodo. O debían creer que era mentalmente inestable o que era encantadora, no había punto medio.
—Ah, si tengo que estarlo. Ven, te doy un abrazo.
Hayley hizo presión con el brazo y sujetó firmemente la mano de Elizabeth dentro de su bolsillo y tratando de dirigirlo hacia abajo usando como excusa el abrazo. Al sentir que Elizabeth ya no podría forcejear comenzó a hablar.
—Ya que estamos así. Yo soy Hayley. Lo que mi hermana acaba de decir es lo que ella piensa que es verdad, bueno, si es un poco cierto. Pero la parte de que intentarán matarla no tuvo nada que ver con mis padres. Ella me está amenazando con una pistola para hacerse pasar por mi y quedar bien.
—Elizabeth, ¿de que hablas? —preguntó ella ya sin forcejear—. No tengo ninguna pistola.— saco despacio y en la medida de los posible su brazo y en lugar de un arma había una barra de chocolate Toblerone—.
Hayley la miró pasmada, no podía creer lo absurda que había sido. Claro que debió verificar primero que Elizabeth sí tuviera un arma.
—Me encanta el chocolate. —dijo encogiéndose de hombros—. Lo siento, mi hermana no está en su mejor estado, últimamente... se ha confundido y aveces cree que soy yo. Con todo lo que ha vivido y la vida que no le dieron mis padres y no me la negaron a mi, no debe ser fácil. Nos retiraremos, pero espero que tomen en serio mis palabras y pronto volveremos a estar en contacto.
Elizabeth la abrazó como para ayudarla a salir de allí y esta vez si tenía un cuchillo presionado en su cadera. El frío metal oculto había quedado justo en donde estaba un moretón por la caída lo que solo hacía que fuera más molesto.
Cuando las dos llegaron al costado del hotel donde Elizabeth había estacionado el lugar estaba silencioso y Hayley no tenía deseos de mantenerlo así.
—Entra en el auto, Hayley. Te llevaré al hotel. —dijo ella con calma, como si nada hubiera ocurrido.
—¿ESTÁS LOCA? de entre todas las cosas, está no te la puedo perdonar. Impostora y actriz barata. Aliarte con la organización, ok. Querer destruir a nuestros padres, ok. Tener algo con mi novio, ok. Asustarme y secuestrar a Ahren, no tan ok, pero ok. Pero, ¿hacerte pasar por mi? Imperdonable.
La garganta de Hayley estaba suficientemente inflamada por los cambios de temperatura y todo el humo tóxico que había inhalado y no se hacía ningún bien a si misma gritando, pero lo disfruto cada segundo. A cada más que hablaba, más quería maldecirla y renegarla como si un veneno la incitara.
—Eres una egocéntrica. —respondió Elizabeth despectivamente.
—¡Sí! —chilló—. ¡Lo soy! Soy egocéntrica hasta llegar al punto del narcisismo, por eso me molesta que tomaras mi identidad y mis cosas. Mi forma de ser.
A ese punto, su rostro estaría por completo rojo y Hayley gesticulaba sin parar. Su expresión corporal se podía asemejar a la de un leon en combate.
—Entonces también te molesta que tenga tu cara. Que seamos gemelas. —Elizabeth se cruzó de brazos.
—¿Sabes que? ¡Sí! Odio que haya otra persona parecida a mi. ¿Y sabes que? —volvió a repetir—. Todos estos años estuve mucho mejor sin ti y puedes volver a cualquier puta parte de donde saliste.
—Meninas, meninas. No peleen. —dijo una voz acercándose desde atrás—.
Era una mujer adulta, con un refinado gusto para la ropa y una bolsa de cuero blanco que Hayley reconocía como una marca costosa. Sus cabellos castaños y un rostro jovial para la edad que aparentaba. Y si, tenía eso que le recordaba a Camille, la elegancia y la forma de mirar a las personas como si todo te causara un poco de gracia interna.
—Joanne Amaral, un placer, Hayley. —dijo pasándole la mano a Elizabeth y mirando de reojo a Hayley. Estaba segura de que lo hizo para hacerla enojar más—. Ay, perdón. Hayley. —y se dirigió hacia ella—. Las llevaré a la organización para ver como vamos dejando sin nada a los Miller.
Hayley soltó un bufido. Joanne Amaral podía ser la madre de Camille, pero eso no quería decir que fuera a ir con ella a cualquier lugar. No sabía porque estaba teniendo el presentimiento de que no tendría otra elección.
—No me voy ni a la tierra prometida contigo—respondió—.
—No te pregunté. Elizabeth, noquea a tu hermana.
Elizabeth se acercó con un puño erguido para golpearla, pero Hayley se apresuró a atajar sus dos manos haciendo la mayor presión posible.
—El dolor no funciona conmigo, Hayley.
—¿No? Pues la fuerza de la gravedad seguro si.
Hayley soltó los dos brazos de Elizabeth a la vez tratando de empujarla hacia atrás para echarla y cuando estaba dispuesta a salir corriendo oyó el seguro de un arma al ser quitado. Joanne Amaral la tenía entre ceja y ceja.
—Yo no estoy jugando. Súbete al auto, ahora.
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