Capitulo 32. Aquí viene el diablo a suspirar
¡Toma este beso sobre tu frente!
Y, me despido de ti ahora,
No queda nada por confesar.
No se equivoca quien estima
Que mis días han sido un sueño;
Aún si la esperanza ha volado
En una noche, o en un día,
En una visión, o en ninguna,
¿Es por ello menor la partida?
Todo lo que vemos o imaginamos
Es sólo un sueño dentro de un sueño.
—A Dream Within a Dream, Edgar Allan Poe (1809-1849)
Hayley se encontraba paralizada. Al principio le pareció que estaba teniendo una pesadilla y la sensación era asfixiante. El humo sin oxígeno lentamente penetraba por sus fosas nasales, quemaba sus pulmones. No podía despertarse, no podía toser. Las ventanas que eran sus ojos pesaban toneladas y la bruma de la inconsciencia la dejaba en estupor, no pudiendo ser consciente de lo que parecía ser una pesadilla era lo que en verdad la estaba matando en la vida real. Al no conseguir dormir Hayley tomó toda una píldora para dormir de Aissa, sin querer detenerse a pensar en el porque no debería.
Necesitaba una salvación, una mano en la oscuridad dominante, de la cual no podía salvarse pues no era consciente que estaba en ella. De pronto, llegó. La sacudieron y le derramaron agua en la boca, que fue como un elixir de salvación.
Obra de la diosa Deva, podría pensar Elizbabeth.
Los ojos frente a ella era grises, pero marcados con arqueadas pestañas oscuras y ojeras que podrían compararse a una marca por una paliza. Victoria la sacudía desesperadamente. Al irse los cuatro a dormir, Claire los detuvo y llevó a Victoria y Hayley a una habitación a parte, lo que explicaba del porqué Victoria estaba con ella.
—Gracias al internet que conseguí despertarte—dijo sumamente aliviada—, vamos, Hayley. El hotel se está incendiando.
Hayley tosió un par de veces, tanto de la impresión como por el humo y se dejó arrastrar adormilada por Victoria hacia afuera. La chica la apresuró a calzar un sapato y a tomar su celular.
—Tenemos que humedecer un paño y cubrirnos la nariz con el. —dijo Hayley con la voz ronca.
—No hay tiempo, el fuego ya bloqueó la salida. Corre.
El humo cubría todas las superficies imposibilitando la vista, el fuego les impedía el paso en casi todas las salidas. Un par de veces tuvieron que saltar o correr a través de las brazas esperando no quemarse. Los ojos también sufrían, llorosos y nublados. Consiguieron bajar del último piso, pero aun había camino por recorrer y ambas a duras penas podían respirar.
—Tenemos que llegar abajo. Aguanta Victoria, lo lograremos. Somos reinas, ¿o no? Vamos, vamos, vamos. —dijo al ver a la otra chica detenerse prorrumpiendo en busca de oxígeno.
Parecía que los huéspedes habían evacuado a la sola mención de emergencia, entonces esperaba, también pudieron haberlo hecho sus familiares. Rezó para que solo ella y Victoria siguieran dentro del edificio.
Jadeando por el esfuerzo llegaron a una ventana, las llamas aún no tomaron lugar allí y daba al césped bien cuidado. La abrieron con torpeza pues era demasiado caliente al tacto, automáticamente se arrojaron hacia el viento cargado de oxígeno. Las llamas crepitantes se acercaban tomando el techo y haciendo que el calor las derritiera como mantequilla. Ella y Victoria estaban en la segunda planta, al no ser tan alto el hotel lograron bajar por las escaleras tres plantas. Tenían quemaduras en toda la ropa y estaban al borde de la inconsciencia.
—Tenemos que saltar. —mirando al suelo parecía una caída terrible, pero Hayley se sentía temeraria y con confianza.
—Se que ya saltaste al mar y todo eso, pero eso es tierra. —Victoria señaló la obviedad con su irritante voz de superioridad.
Hayley estaba desesperada, esa era su mejor opción. La tomó por los hombros y la miró a los ojos tratando de alguna manera transmitirle su fe en que si no hacían eso, morirían.
—Tu tienes entrenamiento jedi de la organización, yo tengo fuerza de voluntad. Estaremos bien, solo cuida tu cabeza y trata de caer de cuatro o parada para solo romperte los brazos y piernas.
—No es un panorama muy agradable—dijo observando el césped, luego chasqueó la lengua y esbozó una sonrisa nerviosa—. Hagámoslo.
Ambas se arrojaron luego de un instante para reunir coraje.
Hayley no tuvo tanta suerte. Cayó de pie, pero el impacto fue tan fuerte que se le dobló el pie izquierdo haciéndola caer casi automáticamente. Sentía como si el resto de su cuerpo aún permaneciera arriba y sus huesos se estuvieran royendo por el impacto. Se dejó caer en el césped, tosiendo y gimiendo de dolor. Tuvo un vistazo de Victoria, quien, tuvo irritantemente más suerte que ella. Cayó com gracia, consiguió rodar hasta salir sin ningún hueso roto, solo recibió moretones y dolor en las articulaciones.
Luego de permanecer por unos minutos en el suelo mirando hacia el virginal cielo del medio día y sintiendo lástima por sí mismas, Victoria se recompuso y le dio un recordatorio que la vida continuaba.
—Hayley, tienes que irte. Te culparan a ti, creerán que tú incendiaste el hotel. Y si no te hacen nada, quien sea que si haya prendido fuego a la organización trataba de matarte.
—¿Qué? No te parece que estás exagerando. —dijo con los ojos cerrados tratando de no concentrarse en el dolor de su tobillo. Estaba segura que lo rompió o al menos desgarro algún músculo.
—¿Tengo cara de estar exagerando?—Hayley le echo un vistazo. Tenía cara de una calavera prediciendo su muerte —, No soy de las que exageran. Si alguien encendió el fuego, Hayley, quiere decir que la organización te quiere muerta y ya no le importas. O en todo caso, tu familia creerá que fuiste tú y por más que no te metan a la cárcel o algo, estoy segura que no tendrás un castigo agradable.
—¿Y qué hay de ti? También querían matarte.
Ella le sonrió con suficiencia, su largo cabello oscuro parecía azul en el fuerte sol. Hayley, en cambio se veía pálida, sus pestañas translúcidas, más blanca de lo que nunca fue y los labios agrietados.
—Soy intocable, Barbie. Si me matan ellos también estarían muertos, y además soy su mejor hacker. No debieron enterarse de que estaba en el edificio o confiaron en que me salve. Pasaré desapercibida por la multitud y —Victoria la empujó detrás de un arbusto al ver que huéspedes pasaban con miradas lúgubres— veré quien fue el que ocasionó el incendio y si de paso logro escuchar que dicen tus familiares. Ahora, escúchame bien, vete por el bosque, no pares hasta que encuentres el afluente del arroyo. Cuanto lo hagas síguelo y de seguro te lleva a algún claro. Si no lo encuentras y ya no puedes más solo quédate en un lugar seguro. Te encontrare y llevaré a Fire conmigo una vez que no haya riesgos. ¿Tienes tu celular?
Hayley asintió sin comprender bien lo que estaba pasando. Victoria lo tomó de su bolsillo y lo toqueteó por un rato. (Claro que tomó su celular antes de irse. ¿Que adolescente en su sano juicio no lo haría?)
—Asi podré rastrear tu celular, pero bloquee la señal para que nadie más la siga. Al momento en que llames o mensajees estarás vulnerable a que te encuentre alguien más. Tu internet también debe quedar desactivada.
—¿No me dejarás varada en el bosque sola y con bestias? Estoy bastante familiarizada con la traición, no te ofendas.
—Dios, no. Confía en mi. Lo hago por, bueno si, por Ahren y además ya me caes bien. No te pasará nada. Ahora vete, que cada vez más personas se congregan.
Y tras una última mirada preocupada hacia la gente, Hayley salió cojeando hacia las profundidades del bosque. A diferencia del ex hotel abandonado, el verdadero hotel de Naos no tenía acceso directo al mar. Se podía ver de lejos y todo, pero lo que sí daba con sus terrenos era el largo bosque virgen, que se extendía hasta llegar a Alcyone.
Apenas intentaba continuar un paso más al tiempo que percibía como el paisaje se volvía turbio. El bramido del viento en sus oídos hacia imposible escuchar algo y no la estaba ayudando para nada. Su corazón latía con frenesí, como efecto colateral de una realidad que nunca quiso. Casi se trastabilla mientras sus piernas dieron un temblor, así como el resto de su cuerpo. Sus labios estaban quebradizos y pálidos, fruncidos por el esfuerzo de corretear. La garganta ronca sin motivo aparente.
El sol iba escondiéndose por tras de las hojas, cada vez que se internaba más en el bosque y aparecía en breves rayos dorados. El aire, irrespirable quemaba su garganta y el humo seguía haciendo que sus ojos lagrimearan. No había ninguna necesidad de correr, además de querer escaparse de si misma.
Eres débil. Repetía constantemente una voz afilada dentro de su mente. Lamentablemente ya no existía ninguna fuerza en su interior para decir lo contrario. Parecían clavar navajas afiladas a lo largo de su cuerpo y el viento frío de la naturaleza no ayudaba, los rasguños que se hizo al caer estaban sangrando, las quemaduras dolían cada vez más y principalmente le dolía el tobillo que a cada movimiento daba punzadas que parecían distribuirse por todo su cuerpo, incrementando sus temblores. La tierra por debajo de sus pies estaba húmeda y resbaladiza. Hayley siempre tuvo la firme certeza de que si se ignoraba el dolor, que si se creía que no era gran cosa, realmente asumías que no lo era. Esa creencia era lo único que la mantenía en movimiento.
Trataba de recordar con desesperación, los detalles de sus errores. Recordar el rostro demacrado de Elizabeth al verla. El llanto de Claire, la implacabilidad en el rostro de su abuela. La sonrisa de burla de Christopher. Los ojos de Asher. La seriedad en el semblante de una jovencita. El arte de caer en el fondo del pozo mientras de corría, de nadie en particular, si no de ti mismo. De lo que la hacía querer gritar y arrancarse la piel para dejar salir esos oscuros pensamientos tormentosos, recordar para encontrar soluciones al enredo.
Finalmente se deparó con agua, sus pies entraron en contacto con él y no dudó en detenerse, para ahora tratar de que la corriente llevara sus pensamientos.
***
Asher se estaba sintiendo como el objeto de broma del universo. Solo faltaba Hayley a su lado para hacerle recordar de ello. Él y Ahren, al no conseguir dormir decidieron jugar en uno de los diversos cacharos tecnológicos que el joven guardaba con recelo. Cuando el alarma sonó y los aspersores se activaron, podía asegurar que solo ocasionó mayor cortocircuito al entrar en contacto con la energía. Se oía un estrepitoso ruido de cerrar y abrir de las puertas, así que también se apresuraron en bajar siguiendo el protocolo de emergencia y en ese momento estaban sentados en un banco frente al hotel, viendo a la estructura crepitar, inhalando el horrible hedor a chamuscado y observando a los bomberos, desesperados tratando de apagar las llamas con el agua. Parecía una guerra perdida, las llamas estaban en todos lados mientras que el agua hacía su trabajo con paciencia, disolviéndose en el aire y apagando el fuego en algunos sectores. Podría estar perfectamente bien, por un solo detalle. Hayley no estaba allí. Y no quería ni siquiera pensar en la posibilidad de que hubiera quedado atrapada dentro del hotel. No se oían gritos, pero aún así... no podía quitar de su mente la horrible imagen de ella en el fuego. También estaba preocupado por Victoria, la chica era como una hermana menor para él y que estuviera sufriendo era inconcebible.
Ahren parecía tener los mismos pensamientos. Estaba pálido, sin su habitual brillo y la herida de la espalda, aunque ya casi curada del todo, le estaba doliendo por la preocupación. Estaba temiendo que se desmaye así que lo envió con los bomberos a que le pongan oxígeno. El pobre muchacho ni siquiera tuvo fuerzas para argumentar con él.
En su camino devuelva le pareció ver a Hayley sentada en uno de los bancos más alejados. Se acercó corriendo hacia ella. Al acercarse, quedó congelado. Era ella y no era ella. Elizabeth. Tenía el cabello ligeramente más corto que Hayley, las mechas verde agua ya desaparecieron y esta vez tenía rulos perfectamente desprolijos como los que Hayley gustaba usar. Llevaba maquillaje, lo que aportaba más color a su rostro y hasta logró no acentuar en su falta de peso. Además de eso, la chica parecía haber incursionado en el armario de Hayley: jeans de marca cara, remera con una frase irónica, botas de taco grueso y chaqueta de cuero marrón. Incluso llevaba la joyería dorada de Hayley.
—Hola, Az. —dijo con serenidad. —Siéntate, estarías más cómodo.
—¿Elizabeth? —preguntó frunciendo las cejas.
—No soy solo Elizabeth—dijo aún con un tono sereno, raro en aquellos labios—. Soy Hayley Elizabeth.
Asher la encaró con incredulidad por un momento. Y ella solo seguía mirándolo con calma, como si no fuera consiente de los motivos por los que no debería estar allí.
—Mira, no se que andas haciendo, pero...
Ella entorno los ojos y sonrió con malicia. Su tono de voz cambió y reemplazó su serenidad con un tono venenoso.
—Es verdad—su tono de voz adquirió la nota altanera de Hayley—. Me sorprende que no te hayas dado cuenta que Elizabeth me esta reemplazando, Fire. ¿Como creías que estaría después de tres meses encerrada? Obviamente que no en tan buen estado como esa impostora, haciéndose pasar por mi delante de ti y de mi familia. Claro que le falta mi evidente belleza afrodisíaca pero no se puede esperar tanto de una copia.
—¿Qué? —preguntó cruzándose de brazos, cada vez más confundido y con una niebla de lentitud en su cerebro.
—Jamás salí de la celda, no hasta ahora. Jamás hice nada de esas cosas. Y jamás creí que estarías bajo su manipulación tan fácilmente, Asher. Cuando me viste, en el hotel abandonado, cuando nos abrazamos. Me miraste con lástima y sabes que odio eso—sus palabras derrochaban desprecio—. Espero que te pudras lentamente en el infierno, Asher Daffara.
—Mírame a los ojos. —dijo imperiosamente con un movimiento de la barbilla.
—¿Qué pasa? ¿Ahora me dirás que te mire a los ojos para saber lo que de verdad hay en mi corazón como un cliché barato?
—Mírame—volvió a decir—.
Ella levantó la vista con una sonrisa sardónica. Sus ojos eran azul ultramar, como los de Hayley. Pero había algo de antinatural en ellos, eran demasiado simétricos, demasiado estrictamente calculados y sin las motas cafés que Asher había reparado con anterioridad en Hayley.
—Buen intento.
—Si, bueno, tenía que intentarlo—dijo volviendo al tono sereno, suave y fino—. Casi me crees.
—Te luciste con lo de cliché barato. —respondió él con sarcasmo.
—Eso esperaba.
—¿Dónde está Hayley? —le preguntó—.
—Si tuvo suerte fuera del hotel, si no, adentro probablemente muerta. Voto por lo primero porque no he escuchado gritos, pero uno nunca sabe. —dijo ella, encogiéndose de hombros.
—¿Y tú qué haces aquí?
—Ah, Vinicius me mando.
—¿Para?
—Para ocupar su lugar en caso de que esté muerta, claro.
Elizabeth parecia sincera. Asher no encontraba señales de que entendiera humor o quisiera reflejarlo, solo transmitía la calma perturbadora del agua que estaba a punto de ser quebrada por algo en su interior.
—No puedes hacer eso, ni siquiera la conoces.
—Claro que conozco a mi hermana. Desde años que la veo en tv o leo entrevistas que le hicieron. Igual no quiero discutir eso ahora mismo, creo que tú y yo tenemos cosas que hablar. Quería agradecerte, por todo lo que hiciste por mi, igual si pensaste que era Hayley, fue gran cosa.
—¿Pero como es que estás viva? No puedes volver de los muertos y no contar tu historia, Elizabeth. ¿Qué pasó? ¿Donde vives? Y tú... efermedad?
—Ah, por el amor de Dios. No es una enfermedad, es una condición de mi cuerpo. Sé controlarme, cuando era niña, obviamente no. Mis padres nunca entendieron esa diferencia. Y estoy viva gracias a ella, creo.
Elizabeth alzó el mentón y quito un poco del maquillaje para dejar al descubierto una terrible cicatriz que bajaba hasta su cuello y se perdía en su espalda. También tenía una cicatriz provocada por el fuego, sabía que dolía horrores, pero, por supuesto a ella no le dolió.
—La parte delantera del auto explotó, y enseguida fue pasándose hacia atrás, me sacaron de ahí la gente de la organización. Estaba herida, pero solo lloraba por el susto. No sentir dolor fue muy útil, la mayoría de las personas exageran la mortalidad de las heridas por el dolor y eso termina haciendo más daño, más rápido. Yo no sentí nada más que miedo.
—Pero yo estaba allí. Es imposible que no lo hay visto. —Asher parpadeó en confusión.
—El auto explotó y automáticamente mucha gente se acercó al lugar, me sacaron rápido—Elizabeth le respondió como si no fuera una gran cosa—. No sé, Asher. Solo sucedió. Y resultó que mi condición fue muy conveniente para la organización, una vez entrenada y lista para el combate era difícil vencerme, porque puedo continuar a pesar de estar herida. Viví en la organización. Y eso. Si esperabas algo más emocionante, lamento no cumplir tus expectativas.
Asher decidió no mencionar que los Miller creían que la organización planeó el accidente, no sería conveniente que ella tuviera en su poder ese tipo de información.
—¿Y tu familia? Ellos te quieren...
—Me da igual. Familia no es sangre. No es adn. Ellos no estuvieron allí cuando tenían que estar, así que ahora, tampoco estaré yo de su lado. Ni deberías tú, los Miller son peligrosos. Hayley es peligrosa. Nuestra dinastía, Asher, es corrupta y siempre lo será. Tu padre lo sabe bien y no querría que estés en la posición en al que te encuentras.
—Elizabeth—la interrumpió en una súplica para hacerla razonar—, piensa en tus primos si no en los adultos. Katherine no se merece.
Elizabeth le devolvió la mirada, inmune a cualquier sentimiento.
—No te preocupes por ella. Estará perfectamente bien muy pronto. Creo que te están llamando.
Asher miró en su bolsillo. En el nombre aparecía Victoria y no dudó en atender. Para cuando lo hizo, Elizabeth echó a andar lejos de allí. Desconcertante y dramática. ¿A quién más se podría parecer?
***
Ahren tiro a un lado el tubo de oxígeno. Se sentía terrible, no solo por las dos chicas que aún no se las avistaba si no por ver arder el lugar en donde creció, sin poder hacer nada más que observar. Claire y Paul estaban observando su hotel caerse en pedazos con la misma expresión. Su padre haciendo llamadas y dirigiéndole miradas ocasionales para asegurarse que no estaba haciendo ninguna estupidez, como hace algunos minutos e intentar ofrecerse como voluntario para entrar.
En una ráfaga, un auto negro estacionó abruptamente frente al hotel llameante. Del asiento del copiloto, una joven con el pelo corto salió con rapidez. Su ceño estaba fruncido en un gesto de preocupación y se remangó la blusa mangas largas antes de buscar algo por la multitud. Cuando lo vio, sentado con las piernas colgándole en la ambulancia se acercó corriendo. Cassey exhaló aire y Ahren se bajó de un salto.
—Cassey, no esperaba que estuvieras aquí.
—No me escuchaste Ahren. Te lo dije. Te dije que te fueras.— le dijo ella, con los ojos llenos de tristeza.
—Lo siento. —dijo, sin lamentarlo por él, si no por compasión a ella.
—Tienes que volver al colegio, Ahren—continuó con voz insistente y preocupada—. Por si no sabías no estamos de vacaciones y todos están preocupados por ti.
—Me imagino que todo es muy frío por allí sin mi. Falta mi luz y carisma. Solo falte una semana, Cass, estaré bien.
Ella se echó a reír y soltó dos palabras que podían convertirse en algo demasiado pesado para llevar.
—Te extrañe. Estaba muy preocupada.
Ella se arrojó a abrazarlo y Ahren la tomó en sus brazos. Permanecieron en el calor reconfortante del uno al otro, pero Ahren no podía quitar de su mente la preocupación externa.
—Cass, yo no me encuentro muy bien ahora. Mi prima y... Victoria aún no han sido encontradas y podrían estar muertas. —se le quebró la voz al querer mencionar a Victoria.
—Oh, claro, lo entiendo. ¿Necesitas algo?
Su corto cabello castaño se balanceaba con el viento y le dirigía una mirada esperando su respuesta. Ahren se cruzó de brazos antes de hablar, dispuesto a decir algo difícil.
—Te quiero, Cassey. Eres la mejor persona que conocí, eres mi mejor amiga. Espero que eso sea suficiente para ti. Quiero decir, ahh no soy bueno en esto... eres la persona más buena y amable que conozco y me preocupo por ti y sin ánimo de querer dañarte o de parecer arrogante pero no quiero que... bueno, que...
Ella le tomó de las manos y dibujo en el rostro algo parecido a una sonrisa.
—Lo entiendo. Enserio, no importa Ahren. Está bien.
—Gracias. De verdad. —respondió tratando de poner la mayor sinceridad posible en sus palabras.
Y Cassey lo abrazó una vez más, le dio un beso en la mejilla y se fue. Así de pronto, tal como había llegado en una ráfaga de segundo al siguiente instante se había ido dejando solo la estela de su olor a lavanda.
—Cualquier chica puede decirte que eres guapo, que le encantas—había dicho Hayley justo en un momento de esa misma mañana cuando fue a despertarlo en el hotel y ambos bajaron a pedir el desayuno—. Pero no cualquiera puede amarte con tus defectos, comprender tus chistes y amar el sonido de tu risa (aunque no sea la mejor del mundo) No cualquier chica va interesarse por tu música favorita o tu miedo más grande. Así que aprende a escoger Ahren, porque llegará un momento que te cansarás de atajar botellas de alcohol y querrás atajar una mano y no cualquier chica estará allí para ello.
—Entonces quieres que este con Cassey, porque Victoria es... es todo lo contrario ella es imprevisible, sagaz, hace que me sienta como una cosa ínfima comparando con ella, como viviendo en el guion de un drama. Y Cassey, es leal y segura. Como una cálida luz constante.
Hayley sonrió, sus ojos brillaron al escucharlo hablar.
—Somos Miller, Ahren. ¿No crees que siempre hacemos la misma estupidez de arriesgarnos por lo más complicado?
—Bueno, creo que ese es tu lema. Mi lema es más: "disfruta sin pensar en las consecuencias y no despiertes en camas que no conoces. "
—No es un lema tan bueno como el mío. Además, tengo varios, el otro es "tu prima mayor siempre tiene razón y deberías escucharla más a menudo"
—Hala, la experta en el amor.
La risa explotó de los labios de Hayley, como un bálsamo. Ahren nunca la había visto de esa manera, con rubor en las mejillas, brillo en la sonrisa y amor en la mirada, en paz con el mundo a pesar de lo que se ponga en su frente. Hayley parecía completa, parecía feliz como hace años no la veía, a pesar de todo lo que estaba pasando encontraba momentos para ser feliz. El amor hacia cosas maravillosas cuando era correcto, te hace más valiente, más seguro, más feliz y cuando no, te hace débil y te daña.
—Estoy lejos de ser una experta. Asher es prácticamente el primer novio al que llevo en serio y quiero, y aún así cometemos muchos errores. Nos discutimos, argumentamos, somos tercos y obstinados. Pero estamos descubriendo lo que somos juntos. No importa la forma en la que ames, lo importante es amar.
—¿Cuando te volviste tan sabía? ¿Cuando fue que crecimos tanto?
—No lo sé. —dijo como si la pregunta de verdad la intrigara—. Tal vez el mar me susurró algunos secretos de los muchos que esconde.
Ahren no lo sabía entonces. Pero ahora, sabiendo que Victoria estaba en peligro y que Cassey era la llama constante podía corroborar que Hayley tenía razón. Elegiría lo irracional, lo que probablemente no le llevaría a nada. Elegiría disfrutar el camino antes de que pensar en el final. Elegiría la intensidad. Y lo hizo, porque era un Miller y al final siempre terminaban haciendo eso.
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