Capitulo 29. Te conozco
Conozco tus calles, ciudad bienamada,
conozco los demonios y los ángeles que se congregan y se posan en tus ramas igual que pájaros.
Te conozco, río, como si fluyeras por mi corazón.
Soy tu hija guerrera.
—Esta amarga lengua, Elka Cloke
Ahren abrió los ojos en la tétrica luz nocturna. Un viento estelar barría su rostro y dejaba a sus dedos congelados. Lo primero de lo que tuvo noción fue de que estaba atado. Lo segundo que no sabía dónde estaba. Dio un vistazo y notó el firme apretón de la mano de Hayley en su hombro, una señal de familiaridad que lo relajó por completo. Luego notó que ella estaba mirando fijamente hacia enfrente y dirigió su mirada hacia allí.
Una chica algo esquelética estaba parada con los brazos cruzados y casi al lado de ella estaba Fire con una expresión extraña en el rostro. Volvió a posar sus ojos en la extraña y la observó con más detención. Era parecida a Hayley. La misma forma corazón del rostro, a pesar de que la de la chica era mucho más marcada, los labios carnosos y la disposición de los huesos de su cuerpo. Levantó la mirada hacia Hayley nuevamente, luego hacia la chica y seguiría así pero Hayley lo interrumpió.
—Te presentó a tu prima. Elizabeth Stone Miller. Creo que es domingo de resurrección.
—¿Estás segura de que es ella? —preguntó. Porque así era su relación. Primero estar de lado de su prima, saber que ella esté bien y no corra peligro. Abrazar a primas muertas venía después.
—Sí—Hayley asintió—. Sangre llama sangre, dicen.
Ahren alzó ambas cejas y dirigió su vista hacia Elizabeth.
—No te veía desde hace tantos años. Pensé que estabas muerta. Y pareces bastante viva, así que creo que no era eso.
—Yo no te veía desde que eras un niño gordito. —respondió ella con la voz débil. Parecía que sus palabras fueran arrastradas con el viento y solo un eco salía de su boca.
Uno de esos vientos trajo el sonido de una bala que se hundió en lo profundo del mar detrás de Ahren. Alzó la vista y vio a Camille empuñando el arma. Sus uñas eran demasiado largas y se notaba que eso la incomodaba al momento de atajar la pistola. El pánico fue colándose a compás lento y el corazón le comenzó a latir frenéticamente por el asombro.
—Quiero sus manos en donde las pueda ver. —dijo Camille con voz firme, un segundo después se volteó hacia las sombras y dijo:—Toda mi vida soñé con decir eso.
Victoria y Thiago revelaron sus rostros al salir a la claridad. Fue un poco ridículo darle el arma a Camille y no a Thiago, pero que más daba. Ahren decidió que prefería ser asesinado accidentalmente por una chica sexy que ser asesinado por Thiago. Repentinamente, como rompiendo un tratado de paz, Elizabeth hizo un ademán de asentimiento hacia las sombras y en ese exacto momento Ahren se dio cuenta que estaban jugando un juego demasiado peligroso con una extraña que vestía piel de familia, pero que sin embargo, no lo era.
Dos figuras se dispersaron de entre las sombras y empezaron a disparar a bocajarro, causando el pánico en todos ellos, desesperados por un refugio y así de fácil rompieron la estabilidad.
Camille Amaral, con sus largas y filosas uñas rojas estaba agazapada, frenética intentando darle a algo, mientras que Hayley lo estiraba a él y lo protegía con su cuerpo. La impotencia que Ahren sintió era infinita comparada al océano que retrataba el paisaje a sus espaldas y lamento continuar atado.
Victoria y Thiago, desarmados y como única herramienta el combate cuerpo a cuerpo no podían hacer nada en contra de disparos, Camille seguía disparando pero no lograba encontrar un objetivo. Todos retrocedieron para protegerse y estaban escondidos detrás del balcón.En un instante, los ojos de Hayley se encontraron con los suyos y ambos fueron dos niños asustados mirándose de forma cómplice.
Ahren llegó a a conclusión que estar atado de manos y pies en una silla era el método más efectivo para ser un buen espectador. Pudo notar varias cosas. La mirada de incredulidad y decepción que Hayley le lanzó a Fire quien estaba sentado en una esquina del balcon, resguardándose del intercambio de balas, jugueteando con un encendedor, haciendo que la flama se apagara constantemente, era como ser el dueño de las tinieblas y de la luz en pocos segundos, mientras que sus ojos analizaban el panorama críticamente. Cómo los disparos de los hombres estaban hechos no para herir, sino para distraer, pero aún así cuando una de las balas se acercaba peligrosamente hacia el muslo de Camille, Thiago la empujó hacia él. Las manos demasiado inquietas de Victoria, y aquella expresión en su rostro que describía el odio que sentía de no poder hacer nada, el mismo reflejado en la tez de Hayley. Notó cuando la visión del cabello húmedo de Elizabeth desapareció tragada por la oscuridad y cómo, tras unos minutos también los hombres con armas decidieron retirarse. Ahren no quiso ver nada más. Cerró los ojos.
***
Camille soltó todo el aire que estaba conteniendo. Un ruido sordo siguió al vacío de los disparos. Notó como el flujo sanguíneo había dejado de circular a sus manos por la fuerza con la que sostenía el arma, y permaneció un tiempo sin poder moverla apropiadamente. Dejó caer al suelo el arma en estado de transe, y muy en el fondo escuchó la voz de Vinicius regañándola por ser tan descuidada. Parpadeó un par de veces hasta estar segura de donde se encontraba. Estaba al lado de Thiago, quien aún se erguía protectoramente hacia ella. El pecho le subía y le bajaba con rapidez y la estaba mirando con los labios entre abiertos. Formuló una pregunta con la mirada. Un: "¿está todo en orden?" silencioso. Agradeció que no hubiera formulado la pregunta con palabras porque no estaba segura de poder responder y no todo estaba precisamente bien.
—Muevan sus culos petrificados y ayuden a soltar a Ahren de una maldita vez. —dijo Hayley elevando la voz, quebrando el ronco pitido en sus oídos.
Hayley no era de las chicas que maldecía o regañaba con palabras fuertes, su artillería consistía más en la burla y el sarcasmo, o simplemente destruir a las personas sin usar ese tipo de palabras. Pero cuando las usaba quería decir que no estaba bien. Significaba que estaba al borde de llorar, que no podría aguantar por mucho tiempo más. Asher se se acercó a paso lento y quemó cuidadosamente las cuerdas de Ahren. El chico abrió sus ojos cansados y dirigió su mirada hacia Victoria, lo que fue el colapso del último hilo que impedía que ella se acercara a él. Ella pasó una mano por el pelo de Ahren y lo miró con preocupación, pero en cuanto se dio cuenta que era observada, volvió a adoptar su máscara fría e indiferente, sin embargo no logró apartar los ojos del muchacho.
—Quiero que me escuchen todos. —dijo Hayley, hablando fuerte para llamar la atención. —Victoria, necesito que revises lo más rápido que puedas las grabaciones de seguridad del hotel, a ver si sacamos algo de ahí. Luego quiero que se vayan inmediatamente al hotel con tía Aissa. Thiago y Camille necesito que vayan al bar de Ryan, y de paso nos avisan si algo inusual está pasando por las calles o ven a mi her-hermana por ahí —sus palabras se rompieron—. Cuando lleguen allá quiero que le pregunten a él sobre Elizabeth, porque estoy segura de que tuvieron que pasar por allí en algún momento o se irán allá ahora, pues es el único lugar en Naos donde se puede descansar sin ojos fisgones. Yo iré con Fire a un lugar que creo que podré encontrar algo.
Observó como las manos de Hayley temblaban y supo que lo único que ella quería era que se marcharan para poder desmoronarse.
—Vamos, vamos, muévanse. —dijo en forma de darle unos minutos extras a Hayley. Se lo debía.— Victoria ve y haz tu trabajo, chica. Ahren, tu ve a acostarte en alguno de los cuartos o en el living mientras la esperas. —Todo el mundo la miró con sorpresa— ¿qué están esperando?
Victoria desapareció y detrás de ella un Ahren tambaleante. Seguidamente Camille tomó el codo de Thiago y lo condujo hacia afuera. Lo último que vio fue a Hayley dejarse caer en el suelo.
—Calma, nena, que tus uñas se están clavando en mi alma.
Camille observó las medialunas rojizas en la piel de Thiago y apartó la mano. La noche estaba fresca y se observaban muchas estrellas. Thiago sacó las llaves del auto y ambos subieron, al otro instante ya estaban en la carretera de Naos dirigiéndose hacia el bar de Ryan. La última vez que estuvo ahí parecía hace milenios, cuando Nate la besó y Hayley se molestó con ellos.
—¿Thiago? —preguntó por el camino, con el alma sintiéndose pesada—.
Él volvió la mirada hacia ella para demostrarle que la estaba escuchando. Camille notó que Thiago habia dejado de mirarla con respetuosa indiferencia y ahora se mostraba abierto, sus ojos cafés inquietos.
—Estoy preocupada por lo que paso. Nada de eso estuvo bien, los disparos... Elizabeth no es quien Hayley esperaba volver a encontrar y no se como eso la afectara.
—Todo sobre esta noche estuvo mal. Pero no hay nada mas que podamos hacer para ayudar a Hayley más que hacer lo que nos pidió. —le respondió él,la vista en la carretera.
—Lo sé.
—Si la hermana Miller fue la que planeó esto tuvo que recibir ayuda de alguien fuera de la organización. Chequee la serie de las balas, no eran del tipo que usamos. No había nadie en un edificio que debería estar en reforma y con guardias 24 horas, es una escena de crimen.
Thiago era bueno en estrategia y en darse cuenta de detalles como eso. Recordó que Vinicius apreciaba su trabajo para la organización precisamente por eso, era el mejor en montar operaciones meticulosamente calculadas hasta el último detalle así como era bueno en desentrañar desastres.
—Eso parece trabajo de mi padre.
—No lo es. No puede hacerlo sin armar algún revuelto, esto es trabajo de alguien con poder dentro de la familia Miller.
Camille tomo una respiración prolongada. Tenía razón, era la opción más lógica. Solo alguien con poder y confianza podría haber quitado a todas las personas del hotel para tal propósito. Se lamentó no haberlo visto antes y se lamentó ser siempre tan condescendiente con el muchacho.
Ambos quedaron en silencio, pensando en soluciones y respuestas. Tan solo cuando alcanzaron el centro de la ciudad, donde la arquitectura colonial predominaba en compás con las luces neón, volvió a decir y no estuvo segura del porque hablo, tal vez fuera que la noche la hacia sentirse resguardada.
—¿Alguna vez has sentido que no sabes quien eres? —soltó de repente—. Yo no sé quien soy. Soy tantas cosas y ninguna de ellas se siente propia de mi alma. Soy una romántica. Soy hija del jefe. Soy una zorra. Soy una buena amiga. Soy una traicionera. ¿Como es posible ser tantas cosas y no sentir que eres ninguna de ellas?
Thiago arqueo las cejas y la observo por un instante. Camille se sentía expuesta, pero no quiso desviar los ojos de su mirada, quería que la escuchara, por algún motivo sabía que él entendería. Su cabello caracolado le cubría parte del rostro y en su cuello se podía ver el principio de un rosario con cuentas de madera. Thiago era simple en su gusto para la moda, pero bastante sofisticado. Usaba largos abrigos que le llegaban hasta los muslos, remeras y jeans oscuros con botas, en una paleta de negros, blancos y beige. Tenía una buena noción de moda, debía admitirlo. Ahora mismo, no se sentía cómoda pensando en moda ya que seguía vistiendo su estúpida ropa de sirena, la cual era mucho más absurda ahora que estaba afuera de Alcyone.
—Camila, no soy la persona más sabia del mundo—le dijo, seriedad en sus palabras—. Pero te diré quien eres: eres quien tomó las riendas al ver que su amiga ya no podía, eres alguien que a pesar de haber actuado mal está tratando de arreglarlo. Eres valiente, carismática, persuasiva—Las orejas de Thiago ya estaban rojas para este punto—. Tus padres no definen quien eres, te defines tú y las actitudes que tomas de ahora en adelante. Nada puede definirte, solo tu misma. Y si con todo eso aún no sabes quien eres, reinvéntate. Borrón y cuenta nueva.
Camille contuvo el aliento. Tal vez podría ser mejor persona, eso era lo que estuvo intentando todo ese tiempo, pero no lograba hacer las pases consigo misma. Presionó sus uñas en su mejilla y se concentró en la presión de sus dedos fríos en su rostro. Tenía muchas cosas con las que lidiar y procesar todavía y no quería hacerlo aún.
—¿Y tú, Thiago? ¿Quién eres?—le preguntó al extranjero.
Él cambió la marcha antes de responder. La línea tensa de su mandíbula indicaba que esa podría ser una pregunta difícil de responder.y
—Soy solo un alguien que por casualidad vino a parar a este auto junto a una chica que no sabe quien es.
—¡No! —respondió ella—. Quiero saber de ti.
Él le regalo una media sonrisa y aceleró el auto. Ahora, las luces eran un borrón multicolor.
—Vale. Nací en España, mi madre aún vive allí. Viajé mucho desde joven para poder darle algo mejor a mi madre, siempre fuimos los dos solos—Thiago no desviaba los ojos de la calle mientras le relataba su historia—. Vine a Deva con la promesa de un empleo en Pleiade; no lo conseguí. Tu padre me encontró cuando tenía diecisiete años y me entrenó y me dio un buen trabajo, buena paga. De entre todos los países a los que ya visite, la isla es mi favorita, está llena de posibilidades y misterios. Le tome el gusto a viajar y a querer despertar todos los días sin tener idea de que me espera. Quiero una vida entera así, Camille. Si voy a vivir quiero vivir en una película de Tarantino y si voy a morir lo haré epicamente. Estamos demasiado poco tiempo en la tierra para guardarnos la intensidad.
Camille sonrió para si misma. Conocer historias nuevas era inspirador. Thiago era alguien quien la intrigaba, asombraba y sorprendía a la vez. Le gustaba lo que escuchaba de él, más aún, que podía afirmar que no era uno de esos muchachos que inventaban historias para parecer interesantes e impresionarla. Ahora que se mostraba a si mismo sin restricciones, la forma genuina de actuar de Thiago era refrescante. Se reía fácilmente y sin ninguna pesadez, como si nada en el mundo le causara problemas y pudiera encontrar gracia en todo. La clase de sonrisas que podía comprarte lo que querías. No estaba segura de si Thiago lo sabía, lo poderosa que una sonrisa era. Y de como ella siempre tuvo una debilidad especial por personas con sonrisas fáciles. Camille usaba sus gestos, sus palabras y sus movimientos como arma, era una profesional en hacer que cualquier persona le contara lo que quería, en descubrir mentiras, en conocer a alguien solo por sus gestos. Usaba sus sonrisas como armas, así que sí, podía decir que eran poderosas.
—¡Tengo idea! —exclamó volviéndose hacia él con una sonrisa—. ¿Qué dices si hacemos de esa nuestra ley de vida?
Thiago río. Tenía una risa maravillosa, tersa y grave. Tan buen chico. Debía tener un defecto, ¿no es así? ¿Era un cobarde? ¿Un egoísta? ¿Cruel? ¿Era débil? ¿Qué era eso que tan facilmente escondía del mundo? ¿O estaba ella tan acostumbrada a esperar cosas malas que ahora estaba buscando unas? Deseaba saberlo.
—Hecho. —le respondió Thiago.
—Tienes que prometerlo—insistió ella—. Que aún cuando estés muy viejo y cansado aún vas a hacer de tu vida una película.
—Bien, lo prometo. —dijo riendo—.
—¡No te rías! Lo digo enserio. —Camille bajo ambos brazos rápidamente y los batió contra sus muslos.
Thiago trató de mantenerse serio, pero enseguida volvió a reír.
—Lo siento, lo siento. No me estoy riendo de ti, me rio porque es irónico que hoy esté viviendo estos momentos contigo, cuando me desperté hoy no esperaba que mi día terminara así.
—¿Y te gusta el desenlace? —le preguntó ella, sus ojos cafés posados como piedras en los suyos.
—Me gustarían muchos más desenlaces como este.
Camille se sonrojó. Ella no se sonrojaba. Nunca. Le dedicó una sonrisa nerviosa y se disponían encender la radio para ocultar sus dos minutos fuera del control, pero por suerte llegaron al pub y el ambiente intenso se rompió por uno profesional.
El ronroneo del motor se apagó y con ellos las vibrantes ansias de sentirse joven.
Camille bajó de un salto. Su ropa de sirena era demasiado abierta para el clima de Naos, e incómodo de vestir con su tela porosa.
Las luces neón rezaban el nombre del local: Seiko. Ambos entraron intentando captar todos los detalles que pudieran ser importantes para encontrar a Elizabeth o los hombres que la acompañaban.
La poca gente que restaba bailaba con bebidas en la mano, pero el ambiente era demasiado distinto al de Alcyone, más pesado. El amanecer llegaría pronto, ya debían ser al menos las cuatro de la madrugada.
—No encontré nada raro ¿y tú ? —dijo Camille luego de inspeccionar con cuidado los alrededores.
—Tampoco—le respondió Thiago—. ¿Quién dijo Hayley que era el tipo que podría ayudarnos?
—Oh, claro. Ryan. Es el barman. —Camille apuntó hacia la barra de bebidas y se acercó.
Por suerte, nadie prestaba demasiada atención a su andrajosa ropa por estar demasiados ebrios. Ryan estaba sentado en una esquina detrás de la barra con la vista en su teléfono , cuando se acercaron dijo:
—Lo siento, sirenita, la barra está cerrada. Ya están suficientemente ebrios, no los emborrachare más. —dijo apenas levantando los ojos y volviéndolos a posar en su pantalla.
Tenía los brazos débiles, aún más desde la última vez que lo había visto. Vestía el típico chaleco de barman y se encontraba cansado por su turno nocturno.
—¡No estoy borracha!—le soltó Camille para que Ryan volviera su atención a ella—. Vinimos por otra cosa...
—No trates de engañarme, huelo el olor a vodka desde aquí. —dijo apuntándola con un dedo acusatorio.
—¡Ya pasó el efecto! —Ella se apoyó en la barra para hablarle—. Soy Camille, amiga de Hayley Stone. Siempre veníamos a tomar aquí, tienes que recordarte de mi.
Ryan suspiró y se levantó para hablarles. Tenía profundas sombras debajo de los ojos y dispensaba de su usual vigorosidad. Camille se preguntó si alguien lo estaba chantajeando para usar el bar.
—No sé nada de su secuestro, ni porque la liberaron. La pobre no se merecía eso, pero yo no tengo nada que ver.
Camille giró los ojos y dirigió una mirada de súplica a Thiago.
—Venimos por si no has visto a Elizabeth Stone por aquí—dijo él como para ayudarla. Debía admitir que era intimidante cuando quería serlo. Su acento español era un susurro que guardaba amenazas—. Es una chica muy parecida a Hayley, rubia, flaca, pálida. Suele andar con hombres con armas y vestidos de negro.
Ryan negó con la cabeza y se encogió de hombros.
—Vi a unos cuantos hombres tomándose un trago. Pero a una chica no—algo encima de ellos llamó la atención de Ryan—. A no ser de que hablen de aquella que está entrando por allí.
Camille y Thiago se voltearon bruscamente. En definitiva, era Elizabeth la que estaba entrando por la puerta principal. Camille dio un chillido y se apresuró a estirar a Thiago para ocultarse detrás de la barra.
—¿¡Qué haces!? —le susurró Thiago.
—Vamos a espiarla. —le respondió, una sonrisa en sus labios fucsia.
***
Victoria se apresuró en marcar los últimos dígitos para revisar las horas correspondientes del circuito cerrado. No encontró nada relevante, al menos no con la rapidez con la que estaba viendo el video. No tenía tiempo para ser minuciosa. Ahren parecía demasiado debilitado. Tenía el rostro pálido y respiraba con dificultad. Tendría que ver con atención el video luego, así que cargó los datos al pendrive negro que siempre llevaba con ella y apagó todos los datos que podían quedar guardados. No estaba segura de si alguien vigilaba las cámaras a estas horas de la noche, pero al menos, si lo hacía no tendría pruebas de nada. Apagó las luces y bajó las escaleras apresuradamente, en el balcón Hayley y Fire estaba hablando. Acercó su rostro a la ventana con algo de incomodidad.
—Ya nos vamos—les dijo—. Camille y Thiago se llevaron el coche en el que vinimos, así que usaré el negro del hotel, siempre puedes decir que tú lo usaste.
—Está bien.—dijo Hayley sin querer mirarla a los ojos para que no viera que estaba roja por el llanto.
Victoria apresuró aún más sus pasos para alejarse de toda la nube oscura encima de Hayley y Fire. Ahren decidió recostarse en el living, lugar donde ahora se encontraba el piano que Hayley tocaba y varios muebles con aspecto de unas cuantas décadas atrás. Sus ojos estaban cerrados cuando se acercó y seguía de la misma manera en la que lo había dejado, tan lejos de su estado de extasis usual. Victoria no podía elaborar una conclusión apropiada del porque se encontraba así, lo habían atado de manos, vendado los ojos y recibió un shock emocional. Bien. Pero no era para tanto, ¿o si? No le gustaba eso de las personas. Que no pudieran ser como un puzzle lógico a descifrar como lo eran las máquinas.
—Ahren. —llamó con gentileza, algo impropio de ella.
Él abrió sus ojos dilatados en negro y la observó como un gato la observaría en la penumbra.
—Tenemos que irnos al hotel. Allí podrás descansar mejor en tu cuarto y tomar algo para que te sientas mejor.
Se le dibujo una sonrisa en el rostro. Su cabello del color del heno estaba desarreglado y caía en su frente tapando por partes sus cejas.
—Eres muy tierna cuando te preocupas. No sabía que pudieras serlo.
—No estoy siendo tierna—le respondió, frunciendo las cejas y adoptando un tono defensivo—. Estoy haciendo lo que es correctamente lógico.
—Claro—su sonrisa aumentó—.Sigue engañándote a ti misma. Nunca admitirás que te preocupas por mi como cualquier persona con sano juicio haría.
Victoria optó por no decir nada. Lo observó por unos segundos más y notó el brillo en su frente y cuello. Parecía respirar con normalidad, pero desde que entró, él había abierto la boca para tomar aire de tanto en tanto como si se estuviera ahogando.
—Ahren, estás sudando. —Victoria trató de pensar en que debería hacer.
Él no le respondió y siguió respirando con dificultad. Finalmente llegaron al auto y Victoria dejó que el aire nocturno lo animara hasta llegar al hotel. No era un camino muy lejano, pero a pesar de ello condujo lo más rápido posible.
Estacionó en el concurrido estacionamiento del hotel. El secuestro estaba ayudando a los ingresos del hotel. Algo un poco ilógico, pero al parecer cuando viajabas a alguna de las tres ciudades dices algo así: —oh, este es el hotel de la chica a la que secuestraron. Quiero ir en este.
Las puertas automáticas se abrieron y el living estaba desértico a estas horas con excepción de los guardias, las luces de emergencia y la chica que tenía que trabajar por las noches. Todos les lanzaban miradas furtivas y murmuraban.
—¿Dónde tenemos que ir? —le preguntó al muchacho—¿A la casa de tus abuelos?
La casa apartada del hotel estaba a unos
pocos pasos del hotel y tendrían que rodear el edificio, así que esperaba que le dijera que no hacía falta.
—Mi cuarto está ahí, pero el último piso del hotel es exclusivo de mi familia. Creo que hay un cuarto de Hayley, podemos usar ese.
—¿Tu tía y su hija estarán ahí?
—Probablemente. Pero el piso es grande y deben de estar durmiendo.
Subieron una cantidad ínfima de pisos hasta llegar al último. Como el hotel de Naos era más pequeño, al parecer eran menos estrictos y no había ningún guardia controlando la entrada a diferencia del hotel de Pleiade. Ahren la guió dubitativamente y tratando de no hacer algún sonido hasta la última puerta del corredor. Se encontraba abierta, así que no tuvieron problemas en simplemente entrar.
El ambiente indicaba que nadie estuvo ahí en mucho tiempo (Victoria suponía unos tres meses y algo) y la gruesa capa de polvo demostraba el pésimo servicio de limpieza. Rápidamente sacudió las sabanas y trató de dispersar el polvo para hacer que Ahren se acostara. Él no titubeó y se tiró a la cama con desgana. Victoria, algo incomoda se sentó en una silla cerca de él.
—¿Por qué te afectó tanto esta situación?
—Porque estoy gravemente transtornado. —le respondió el muchacho.
—Eso ya lo sabíamos todos. Tu idiotez lo demuestra, pero ¿por qué esta vez te hizo tanto daño?
Ahren bufó. Sus ojos estaban cerrados y sus pestañas eran rubias, casi translúcidas en su piel blanquecina. Solo sus labios indicaban que estaba despierto.
—Tal vez porque me reencontré con alguien que creía muerto. Porque me "secuestraron".
—Mientes—argumentó—. Siempre tiras el labio de un lado cuando lo haces.
—No... bueno, no era una mentira del todo—Ahren frunció los labios antes de continuar—. Yo suelo tener ataques de ansiedad desde que mi madre murió. Esta vez no... no tuve un ataque en sí pero si la dificultad de respirar y el no poder sentir mi cuerpo aparecieron en cierto punto. Es por los cambios bruscos y los acontecimientos... simplemente es demasiado.
Victoria enarcó ambas cejas. No dejó demostrar lo mucho que en realidad la sorprendía que Ahren estuviera pasando por eso.
—No sabía que los tenías.
—Bueno, no eres la única miss misterio de por aquí. En realidad, creo que nadie se ha dado cuenta. Mi padre es el único que me vio tenerlos. Trato de no desestabilizarme. —Ahren buscó su mirada—. No se si has tenido uno alguna vez, pero es como si todo se sobrecargara, piensas demasiado rápido, no puedes respirar, no te puedes mover, ves borroso, el hormigueo comienza recorrer tu cuerpo. Es vergonzoso, me hace sentir vulnerable.
Victoria se recostó a su lado. Tenía la intuición de que Ahren ya sabía que cuando se abría con ella, o se sentía triste ella era más propensa a acercarse a él.
—No lo és. No es vergonzoso. Solo demuestra que eres un humano. ¿Cómo te sientes ahora?
—Bien. Estoy tranquilo. Si vuelvo a pensar en otra cosa que no sean esos ojos grises mirándome la dificultad en respirar puede volver. —le respondió él, pretendiendo hacer un mohín.
—Estoy hablando en serio. Desde Italia las cosas se complicaron para ambos, sabes bien por qué. Estoy aquí para ti. La mierda que cargamos, Ahren, es demasiada para llevarla solo. Si de desastres sabe alguien soy yo.
—Oh quieres decir por todo del tema de ser una genia adolescente, quien tuvo a sus padres asesinados trágicamente y se escapó de su país y de quienes la amenazan, y aún así es la persona más fuerte e independiente que conozco? No se a que te refieres.
Victoria se tensó por un momento y volvió a relajarse. Bueno, se podría decir que era todas esas cosas pero simplemente por que tuvo que serlo. Ahren no tenía porque elegir el mismo camino que ella para lidiar con dificultades, podía ser una mejor persona.
—Esperaba que no recordarás nada de eso—le dijo—.Lo que te quiero decir, es que todos tenemos nuestros propios derrumbamientos de mundos y catástrofes internas, y que por tanto todos podemos ayudarnos a salir adelante, no soy la mejor para estas cosas pero te escucharé si lo necesitas.
Ahren asintió.
—Lo sé. Gracias, si tú necesitas hablar también te escucharé. Y haré comentarios. Y probablemente te interrumpiré cada tres minutos para agregar emoción. Pero te escucharé.
Ahren creció mucho desde que ambos pasaron por una situación difícil en Perugia, Italia con la familia Giordano. Su año de intercambio no fue precisamente educacional, pero ahora podía ver un fragmento del hombre en el que se convertiría en unos años. Alguien bastante infantil para hacer bromas inocentes y ser gracioso, pero serio y concentrado en sus objetivos. Se preguntó si estaría allí para verlo.
—Ahora que lo recuerdo estabas molesto conmigo. Yo... creo que te debo una disculpa, pero tampoco te puedo prometer algo. Solo se que no tengo idea de que quiero, pero estoy segura de que me gusta estar contigo. Y es extraño, porque odio tanto que el recuerdo de nuestras conversaciones me atormente en las noches y el cerrar mis ojos y verte. Pero aún así, no se... no puedo...
Ahren abrió los párpados y se volteó de lado para mirarla en las profundas lagunas grises que ella llamaba ojos.
—Está bien. Lo entiendo. Habrá tiempo. Cuando toda esta locura pase, tal vez haya la posibilidad de un nosotros. Además todos saben que eres darksexual y te relacionas con las sombras.
—¿Qué?
—Si, necesitas a Jesús en el corazón. Olvide de comentarte que los señores a los que vendí droga hoy dijeron que su vendedor era un enviado de los Giordano, asiático y de cabello azul.
—¿Proveedor con cabello azul? Creo que... creo que vi a alguien así en la grabación del hotel de esta noche. No me puedo equivocar, mi memoria es impecable. ¿Sabes donde hay una computadora o algo?
Ahren negó con la cabeza mirando alrededor por si no encontraba nada y Victoria comenzó a rebuscar entre las cosas sucias. Encontró un tablet y su cargador, perdido en el fondo de una gaveta.
—¡Esto servirá!
Puso el dispositivo en el lugar correspondiente y con rápidos movimientos hizo que la cinta comenzara a reproducirse. Lo adelantó hasta el punto en el que creyó ver al muchacho y efectivamente, unos minutos después él entró cargando a un Ahren inconsciente. Lo dejó en la silla y luego se acercó a Elizabeth, quien lo abrazó lo que demostraba bastante intimidad entre los dos. El muchacho le dio un beso en la frente y se alejó. Luego todo transcurría según lo que pasaron los chicos hasta que Elizabeth sale rápidamente del edificio y el chico asiático la hace señales para que sea más rápida.
—¡Debe ser él! No trabaja para la organización que yo esté informada, tampoco me aparece en mi base de datos en mi móvil. ¿Elizabeth estará trabajando con mi familia? Es decir, no hay muchos candidatos que encajen en esos requisitos. No se si esto es una noticia buena o mala, pero en fin, es una noticia. Ahora por favor, duerme Ahren. Tienes que descansar, le pasaré la información a Camille y a Hayley y lidiaremos con esto en la mañana.
—¿Te quedarás conmigo si me duermo?
—No estoy viendo ningún otro lugar para dormir.
—Estamos en un hotel, Victoria.
—Shh. —dijo y apagó la luz.
***
Las manos de Hayley estaban temblando incontrolablemente. Su respiración, volviéndose cada vez más agitada hasta desembocar en el llanto. Asher le puso un brazo en el hombro y la dejó llorar, Hayley sospechó que él también estaba controlándose para no hacerlo. Permanecieron así por un rato hasta que la calma de las olas la tranquilizó. Respiró hondo y se secó las lagrimas.
—¿Por qué no nos ayudaste...? —le preguntó en un susurro.
—Porque no podía. —dijo simplemente, con el rostro de perfil y un par de lágrimas calladas daban luz en la oscuridad de su temple.
A Hayley no le pareció una respuesta válida, pero estaba demasiado cansada para argumentar con él. Habían visto a Elizabeth. Era tanto un milagro como una maldición.
—Tenemos que ir al farol de allí. —Hayley apuntó al horizonte, de lejos se veía un farol con la luz apagada que sobresalía sobre las rocas.
Asher se giró hacia el balcón para potente mejor vista, su rostro barrido de lágrimas por el viento del mar.
—¿Por qué allí?
—¿Puedo confiar en ti? —preguntó, buscando con sus ojos la mirada de Asher.
—Si. —su ojos seguían posados en el farol distante, pero su voz era firme.
Hayley volvió a levantarse, acercándose al balcón junto a él, sus ojos chispeando de algo más que dolor.
—¿Confiar en que no me dejarás sola cuando más te necesite?—su voz se convirtió en algo afilado, como las rocas en el horizonte—. ¿Que no serás como Nate fue una vez? Porque estoy contigo porque tengo puesta confianza en ti, y espero mucho de ti. Si no podrás cumplir mi fé puesta en ti es mejor avisarme así me preparo mentalmente para arreglármelas sola.
—Lo siento, Hayley. —Asher habló con tristeza, la mandíbula apretada.
Hayley casi bufó. Ya se había inspirado para una discusión y Asher viene con su tono de disculpa bastante creíble. Victoria asomó su cabeza diciéndole algo y Hayley simplemente asintió balbuceando algo sin mirar en su dirección.
—Vámonos. —dijo cuando escuchó al auto partir.
Cerró la puerta principal y los dos comenzaron a caminar en silencio, rodeando el edificio y dirigiéndose hacia la parte rocosa de la playa.
—¿Por qué venimos aquí? —volvió a preguntar él.
—Porque Elizabeth y yo solíamos decir que cuando nos escapáramos de casa vendríamos a este farol y ella se escapó de casa hace muchos años ya.
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