Capitulo 28. Levántate, Lázaro
De a poco la multitud fue muriendo de hambre;
pero dos de una ciudad enorme sobrevivieron,
y eran enemigos; se encontraron junto a las agonizantes brazas de un altar donde se había apilado una masa de cosas santas
para un fin impío; hurgaron,
y temblando revolvieron con sus manos delgadas y esqueléticas en las débiles cenizas, y sus débiles alientos soplaron un poco de vida, e hicieron una llama que era una burla; entonces levantaron sus ojos al verla palidecer y observaron el aspecto del otro—miraron, gritaron y murieron—
De su propio espanto mutuo murieron,
sin saber quién era aquel cuya frente la hambruna había escrito Enemigo.
—Darkness, Lord Bryron.
Nadie comprendía muy bien que estaba pasando, excepto Victoria y Asher. Hayley había salido disparada del club con Asher tratando de calmarla, enseguida Victoria percibió que algo andaba mal y todos salieron a la calle. En cuanto escucharon que alguien tenía Ahren todos trataron de despejar la cabeza, pero no hubo progreso real. Ahora, todos estaban en un auto dirigiéndose a Naos y los únicos totalmente sobrios eran Asher y Victoria, quienes estaban pasando una catástrofe enfrentando a una borracha Camille, un Thiago que no entendía ni si estaba parado sobre sus pies o era un águila y a una Hayley histérica que estaba a punto de conducir ella misma el auto a trescienros kilómetros por hora. Asher tenía el ceño fruncido mientras conducía lo más rápido posible sin matarlos a todos en dirección a Naos, mientras que Victoria estaba teniendo inconvenientes tratando de hacer que Camille y Thiago recuperarán su sobriedad.
—Vas muy lento. —le reprochó Hayley refunfuñando como una niña en el asiento de copiloto.
Hayley no podía ordenar sus ideas, pero estaba entrando en pánico lentamente. El paisaje era borroso y oscuro, solo la luna y los faros del auto iluminaban sus rostros. La quietud del auto en un viaje normalmente le era tranquilizadora, pero esta vez no lograba pensar con claridad. Asher tenía el ceño fruncido, concentrado en la carretera y de vez en cuando desviaba su mirada para checar que todos estuvieran bien.
—Estoy superando de lejos el límite
de velocidad, Hayley. —le respondió él.
—¡Que vas muy lento! —volvió a decirle—. Déjame conducir a mi. —dijo ya levantando la voz y Az dio un suspiro para no pelearse con ella.
—Estás medio borracha, no puedo dejarte conducir.
—¡No estoy ni un poco borracha!
Asher la dejo hablando sola corriendo el riesgo de que se enojara aún más y se bajara del coche en movimiento.
De repente las voces y griteríos absurdos de Camille y Thiago quedaron ahogados. Ambos dormitaban absolutamente rendidos.
—¿Que les hiciste? —preguntó Asher a Victoria, al mismo tiempo que Hayley preguntaba porque estaban en silencio.
La chica estaba en medio de ambos y sus ojos brillaban con satisfacción, su ropa la hacía camuflarse en el asiento trasero, pero su piel pálida relucía etéreamente. Como un vampiro—, pensó Hayley.
—¿Sabes como antes de salir le dije a Fire que nos consiguiera agua para curar la borrachera? Bueno, le añadí calmantes y finalmente hicieron efecto. No me juzgues, te advertí que yo tenía que conducir.
—No te voy a dejar conducir. Necesitaremos que estén conscientes.—replicó Az.
Victoria se encogió de hombros mientras se acomodaba entre Camille y Thiago.
—Seguro lo estarán, es media hora de viaje y solo les puse un poco. En cualquier caso, será fácil despertarlos de nuevo.
El resto del viaje Hayley se dedicó a cambiar compulsivamente las emisoras de radio mientras que Asher y Victoria permanecían en silencio. También empezó a morderse las cutículas pero paró cuando sin querer se mordió la lengua. Cuando la neblina característica de Naos aparecía en la carretera, el corazón de Hayley comenzó a agitarse en su pecho. Finalmente, Asher entró en una de las carreteras principales de la ciudad y desvió hasta donde estaba el hotel abandonado.
El sonido del embrague al soltarse fue un tic para decirle a Hayley que debía salir inmediatamente del auto. Se sentía culpable y asustada, una pésima combinación. Ahren era una de las personas que más le importaban en el mundo.
El viento estelar trajo consigo el olor al mar, las aguas agitaban la noche como un murmullo al chocar contra la roca.
Thiago y Camille acababan de despertarse con una fuerte cachetada por parte de Victoria y a pesar de continuar atóntanos, lucían menos borrachos que hace un rato.
Asher tampoco se equivocó al pensar que estaba un poco borracha, Hayley lo estaba. Pero no lo suficiente para inhibir su sentido del pensar del todo y de no estar consciente de sus acciones. Solo lo suficiente para no tener filtro en lo que decía, ser torpe y hacer cosas que no haría sobria, lo que era usual pero peligroso.
El hotel que antiguamente consideraba abandonado se erguía con sus cúpulas de arquitectura increíble y proyectaban sombras tenebrosas en la noche. Una vez más fue víctima de lo que sea que tuvieran planeado, pues no había nadie vigilando el perímetro y el ambiente parecía tan abandonado como antaño solía ser.
—Hayley, espera. —dijo Asher con un leve toque de dureza en su voz, tenia miedo por ella. La luz de la luna ajustaba sus facciones para hacerlas parecer más filosas de lo que la luz del sol lo hacía. Había momentos, inoportunos como aquel, en el que Hayley lo miraba y simplemente contemplaba, admiraba y amaba lo afortunada que era por tenerlo a su lado, lo sorprende que era haberlo encontrado.
Hayley se volteó hacia él, su vestido de Alcione molestándole en su balanceo con el viento. Todos los del auto bajaron y se agruparon en torno a ella.
—No podemos entrar así como así. Necesitaremos un plan. —dijo Victoria objetivamente.
Hayley dio un repaso general al grupo, todos tenían la mirada despierta y estaban inquietos al igual que ella por hacer algo.
—No tenemos armas—afirmó Asher—. A no ser que mi encendedor cuente.
Az saco un pequeño encendedor de su bolsillo y lo encendió por unos segundos. La luz amarillenta bailoteo y se apagó en un vaivén cuando lo volvió a guardar. Hayley se guardó un chiste que tenía en la punta de la lengua.
—Tengo navajas—dijo Victoria encogiéndose de hombros.— Creo que hay al menos tres en mis botas si las puse todas. Pero no nos servirán para larga distancia y además de Fire creo que nadie aquí sabe arrojar navajas.
—¡Oye! Camille y yo también arrojamos navajas en el entrenamiento. —la contradijo Thiago, cruzando sus brazos.
Hayley no termina de entender al muchacho, era bromista, era cruel, era implacable, le gustaba hacer el tonto. Su personalidad no tenía ni pies ni cabezas, le podría llegar a agradar una vez que lo entendiera pero por ahora, el español era un recordatorio de la celda fría en el subsuelo.
Victoria fingió dar un vistazo de pies a cabeza a Thiago.
—Lo hacen de pena. Igual, creo que deben tenerlo bien escondido por si nos revisan. Es probable que nos estén viendo ahora, así que vamos a ocultarnos detrás del auto. —dijo señalado la parte trasera del vehículo.
Todos se agacharon de modo a quedar imperceptibles y moldeados a la iluminación nocturna cuando Victoria repartió una navaja a Hayley, una a Camille y una para ella misma. A Asher y a Thiago les tendría que servir su entrenamiento físico y el encendedor, en última instancia.
—Bien, entremos—continuó Asher, se dio cuenta que nunca lo había visto dando órdenes de esa manera—. Nuestra prioridad es salir todos bien de allí, incluido Ahren. Tengan cuidado y no hagan ninguna estupidez, sólo traten de liberar a Ahren si yo digo que pueden hacerlo. —dijo dirigiéndole una mirada particular a Hayley.
Hayley se detuvo un instante y la golpeó la voz de Leyla, tan clara como si hubiera estado a su lado: Hayley, ¿no crees que deberíamos llamar a la policia o algo así?
No, dulce Leyla —le respondió en su mente—, me gusta ser impulsiva y cometer estupideces. Si estuvieras viva quizás te haya escuchado.
Hayley se acercó con sus diversos guardaespaldas a la puerta principal del hotel; la manecilla dorada estaba helada al tacto y se abrió con un chillido proyectando sombras en los lugares donde no entraba la luz. A simple vista, todo podría parecer la oscuridad absoluta, el aire estático y sin olores de origen raro.
En el medio de la sala se encontraba Ahren, noqueado y atado a una silla, iluminado por el haz amarillento que proyectaba un único candelabro encendido.
El primer impulso de Hayley fue correr hasta él, pero Asher la detuvo con un gesto de "espera" y negó con la cabeza
Tenía razón, por supuesto. Pero que más daba, su primo estaba allí con unas recientes heridas que ni siquiera se habían curado del todo. Sus cabellos aún más dorados con la iluminación amarillenta y su rostro pálido la llenaron de angustia. Dio un paso más cerca.
—Puedes entrar. —dijo una voz firme, masculina, sobresaltándolos a todos—. No es ninguna trampa. Solo es un intento de enseñarte la verdad. Quiero a todos los demás esperado afuera.
—No va entrar sola. —dijo Asher, acercándose más a ella, sus ojos buscando una amenaza.
La voz sin rostro continuó:
—Son asuntos personales, Daffara. Pero bueno, creo que de todas maneras no la dejaras entrar sola y puedes oír lo que debe decirse. Los demás afuera y cierren la puerta al salir.
Asher miró a los ojos de sus amigos y les dijo que salieran con una mirada. Ellos, como un soldado acatando a su general salieron y cerraron la puerta tras de sí. Un silencio sepulcral siguió al rechinado de la puerta al cerrarse. La voz no volvió a hablar por unos minutos que bien podrían ser eternidades. Hayley dio un paso vacilante, luego otro, hasta que se encontró corriendo junto a Ahren. Asher la siguió enseguida, atento a cada mínimo detalle que pudiera ponerlos en riesgo.
Hayley alzó la vista cuando una claridad iluminó el área, el proyector instalado en el techo empezó a mostrar un vídeo casero. Era ella de niña, se dio cuenta. Riéndose de alguna travesura. La cámara se dio la vuelta hacia otro lado y la voz de Claire habló:
—¡Saluda, Eli!
La pequeña Elizabeth levantó las manos y saludo a la cámara con una sonrisita distraída. Estaba prestando atención a su mano, por algún motivo estaba intentando picarse la palma de la mano con un bolígrafo.
—¿Que haces cariño? —preguntó la voz detrás de la cámara, la voz de Claire. Los pasos de la pequeña Hayley indicaron que salió del cuarto llevado consigo el ruido a risas y griteríos.
—No entiendo. Hayley dice que le duele cuando le hago así —dijo la niña volviéndose a clavar el bolígrafo en la piel, está vez dejando un pequeño punto rojo por donde su sangre comenzó a salir. —Pero yo no siento nada.
—No hagas eso, Elizabeth, te vas a herir. —por el timbre de voz de su madre se podía distinguir el ápice de su preocupación.
La pequeña Elizabeth levantó la vista hacia la cámara. Sus grandes ojos claros mostraban profunda confusión y preocupación, demasiados para una niña de su edad en aquel entonces.
—No siento nada mami, ¿porqué no me duele? Tengo que poder sentir.—dijo y esta vez se había clavado mucho más profundo el bolígrafo y la sangre comenzó a acumularse en la palma de su mano.
Los ojos de la pequeña Elizabeth se llenaron de lágrimas y Claire bajó la cámara en el suelo de forma que ya no se pudo ver mucho. Le estaba limpiando la sangre con una sábana que agarro a las prisas.
—¿Ves? Estás llorando—comenzó a explicar pacientemente—, eso quiere decir que ya sentiste algo. Eso es dolor.
—No, mami, no siento nada. —dijo y el vídeo se apago y con el, la iluminación en el salón principal.
—¿Qué es esto? —preguntó Hayley dirigiendo su vista hacia donde había escuchado por última vez la voz.
El brillo del único candelabro encendido se apagó y todos estuvieron sumergidos a una dolorosa oscuridad. Hayley intentó desesperadamente tomar el brazo de Asher y él la llamo con insistencia. Unos pasos a más se escucharon y estos desprendieron la fuerza de su agarre en Asher. Hayley tuvo la sensación de que también se habían llevado a Ahren. Las luces, todas ellas se encendieron por completo. Se encontraba comoletanente sola desde donde estaba parada. Una sensación de pánico le recorrió desde la punta de los dedos. Dio un chequeo mental rápido de donde debería ir y se fijó que la glorieta estaba abierta. Sin pensar demasiado, subió hasta allí a grandes zancadas. Asher estaba inconsciente en una silla al igual que Ahren.
—¿A quien salvarás ? —preguntó un hombre vestido de negro y con el rostro encubierto. —A tu primo prácticamente tu hermano o a el amor de tu vida.
Hayley frunció el ceño y se dedicó a observar su ambiente. Había cuatro hombres, dos de cada lado de ellos, todos vestidos de negro y con la cara cubierta, posiblemente los mismos de la última vez. La glorieta le trajo malos y recuerdos y de repente recordó lo que fue estar debajo de esas aguas heladas y turbias y un estremecimiento surgió en la base de su espina dorsal. Su cabello enloquecido ondeaba como una flama por el viento nocturnal fuerte. No veía a ninguna chica, así que la que estaba a cargo debía estar escondida.
—¡Vamos!—le dijeron—.Elige pronto o uno de ellos estará en el agua. Y esta vez nadie los salvará.
Hayley balbuceó algo incomprensible. No podía elegir a ninguno de los dos, así que buscó algo con la vista, cualquier cosa que pudiera salvarla.
—Háganlo. —dijo uno de ellos alzando la silla de Asher.
—¡No! —Se apresuró a decir.—esperen, esperen. —¿Puedo darle un último beso de despedida?
Los hombres encubiertos intercambiaron miradas, después pareció ocurrir un encogimiento general de hombros y todos dejaron que se acercara. Hayley dio un beso a los inertes labios de Fire y lo mordió lo más fuerte que pudo, intentando que se despertara. Un cambio en su respiración le indicó que se había despertado. Lo abrazó poniendo con cuidado su cabeza de modo que no lo vean y de forma aún más cautelosa le pasó el cuchillo en sus manos y le susurró:
—Finge que estás dormido y suéltate las manos.
Ahora lo único que tenía que hacer era ganar tiempo. Y eso se le daba bien.
—Elegí bien. De todas maneras no tenía futuro con alguien como él. Soy joven, ya saben. El amor no fue hecho para nosotros.
—Ve cerca de tu primo. —ordenó uno de ellos y Hayley fingió pensar algo algo por un segundo. En total confianza ficticia comenzó a hablar con los atracadores.
—No, pero enserio chicos, ¿creen que me saldría bien con él? Creo que mínimo terminaría siendo adicta al cigarrillo o algo así.
—Yo creía que hacían una pareja bonita. —dijo uno del lado de Ahren y Hayley fingió tomar enserio sus palabras.
Asher fue más rápido de lo que nadie esperaba. Uso la silla como arma y golpeó a los hombres con ella. Hayley inmediatamente corrió hacia Ahren y pisó con fuerza a uno de los que lo atajaban, al otro le dio una patada en la entrepierna.
Demasiado fácil —pensó—.
Asher tuvo a sus dos contrincantes en el suelo en dos segundos y asintió hacia ella para decirle que todos estaba bajo control. Hayley volvió a dirigirse hacia Ahren y trató de quitar sus nudos. Le dio varias cachetadas hasta que por fin la bruma del sueño inducido comenzó a disiparse.
Una mujer vestida de negro y con el rostro tapado entró y Hayley se abalanzó hacia ella inmediatamente, confiando en que Fire mantendría el control de lo demás por si se volvían a erguir. Ambas forcejearon, la chica le estiró del pelo y sus manos se acercaron peligrosamente a su garganta, pero Hayley pensó aún más rápido y le dio un puñetazo en el estómago y seguidamente otro en la garganta. La chica abrio sus labios en busca de aire y Hayley notó que buscaba su arma en la cinturilla del pantalón. La arrojó al suelo y se sentó sobre su estómago de modo a que: 1- no respirara bien y 2- sus manos estén en lugares que pudiera ver. Y 3- Tomó el arma y la apunto directamente al rostro de la chica.
—Quítate la máscara. —al notar como no obedecía volvió a decir: —¡Quítate la máscara!
Ella levantó una pálida mano blanquecina y alzó de a poco la máscara oscura.
Hayley gagueó, aún con la mano firme en el arma. La borrada visión de la infancia revivía, ahora está ahí, frente a ella, corporeizada, lívida, real. Su rostro parecía el de una náyade, una de esas divinidades acuáticas, extrañamente fascinadoras que arrastraban a sus victimas a las profundidades del agua de donde no retornan jamás o emergen alguna vez convertidas en camalotes, lirios o en flores de loto. ¿Hermanas gemelas? De donde habían sacado las personas aquella estupidez genética. Ahora, mirando a los ojos profundos de Elizabeth no podría sentirla como más distinta imposible. Sus rasgos eran afilados, a tal punto de parecer huecos. Sus cejas no estaban perfectamente perfiladas como las de Hayley, si no que crecían en orden natural, su color de piel carecía del bronceado californiano de Hayley, el cabello de Elizabeth era fino como el trigo y estaba húmedo recogido en una trenza corta y en las puntas se notaba el leve color verde agua que quedo, lo que más las diferenciaba eran los ojos. Donde antaño encontraba la familiaridad de su hermana ahora veía grandes lechos de agua en un pozo sin final, gélidos, profundos y misteriosos. Pero no había duda que era ella, sentía a su sangre palpitando en reconocimiento.
—¿Elizabeth?
—Hayley.
Hayley quedo completamente pasmada. Sus ojos se encontraron con los de ella y no lo comprendía. Parecieron horas pero en realidad fueron solo instantes hasta que se permitió sentir algo como felicidad, por un lado e inevitablemente. Se sentía enojada, por lo que hizo con Ahren, angustiada y preocupada por no saber que pensaba su hermana de ella. ¿Quién creía que era? Sorprendida, como si no estuviera en su cuerpo realmente y fuera una espectadora más.
Hizo lo único que un humano que sintiera tantas cosas haría: llorar. Lloro y se dejó caer en el pecho de Elizabeth sin importarse de que le clavara un cuchillo en su espalda. Elizabeth le rodeó dudosamente los hombros con los brazos
—¿Hayley? —preguntó Asher y le falló la voz antes de que pudiera terminar de llamarla.
Hayley se levantó con el cuerpo entero temblando y la cara roja por llorar. Tenía miedo de mirar el rostro de Elizabeth, de lo que pudiera ver allí. Sin embargo lo hizo, pero ella estaba mirando hacia Az, él le devolvía la vista con el mismo asombro. Recordó que Asher tenía una memoria mucho más fresca de Elizabeth y la reconocería aún más fácilmente que Hayley. Luego recordó que los dos vivieron un semi-romance y eso la dejó en una posición demasiado incómoda.
Elizabeth se levantó y se arrojó de forma brusca en los brazos de Asher y él la rodeó con los brazos con firmeza. Lo que acababa de ver fue peor que una puñalada en la espalda. Fue un dolor palpitante en el alma.
Luego de ese momento Hayley se posicionó por instinto del lado de un Ahren aún inconsciente. Porque ellos dos siempre estaba del mismo lado, aún cuando eran chicos, podían confiar en que estarían en el mismo equipo a pesar de que estuvieran peleados por alguna estupidez. Miró a Elizabeth, a sus grandes ojos color cielo y no supo bien que decir.
—Tú eras la diosa—acusó a su hermana—. Por eso Camille encontró archivos sobre ti en la organización, por eso Leyla me dijo que viera las cosas como si fuera la primera vez. Para que no te deje pasar de alto, para que te prestará atención. Pero no lo hice.
Ella se encogió de hombros. La pálida luz de la luna acentuaba sus pómulos marcados. Hayley alzó la vista para mirar el rostro de Fire. Él contemplaba a Elizabeth con fascinación y asombro, su rostro pálido.
Elizabeth, quien no podría ser otra persona ni si lo quisiera tenía la mirada enturbiada. Su piel blanquecina, sin registro de días en la playa era un lienzo en la noche oscura. Había rasgos en los que podrían parecerse de antes, de mucho antes de que ocurriera el desastre. Estaba allí la pieza que faltaba y Hayley no estaba muy segura de cómo debería sentirse.
Estaban allí, dos Miller, una desconocida y alguien que no sabría cómo definir.
Ahren abrió los ojos.
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