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Capitulo 23. Kalopsia

Odio a la Luna —le temo—, ya que, cuando brilla sobre ciertas escenas familiares y amadas, a veces las convierte en desconocidas y odiosas.
—What the Moon Brings, H.P Lovecraft

El hotel se erguía imponente, pero el cielo nublado le quitaba el estilo típico californiano. Asher había visto el hotel reconstruido en Naos y podía asegurar que aquel era mucho más bonito. Tenía un aura de nostalgia y antigüedad; si se concentraba, podía ver a las personas de época charlando en sus vestidos elegantes y fumando cigarrillos.

Al instante en el que salió de la organización Victoria le envió un mensaje.

No es una buena idea lo que estás haciendo. En realidad, lo definiste bien. Es una completa estupidez. Pero ya que estás tan decidido a ser estúpido tengo unos consejos para cuando estés allí. Llámame cuando llegues. —releyó rápidamente al sacar su teléfono. Podía escuchar el tono de voz de Victoria entre líneas.

Decidió no entrar en el hotel y llamarla junto a unas de las bancas cerca de las fuentes. Esperó a que ningún guardia de seguridad lo reconociera; por suerte, cuando estuvo trabajando brevemente como conductor no se dio el tiempo de entablar muchas amistades.

—Por fin. Estaba comenzando a creer que te fuiste del país. Cosa que sería más razonable. —respondió ella al instante. Era evidente que esa chica nunca se despegaba de su celular.

Al grano, Victoria. —dijo con impaciencia.

Normalmente soy yo la que digo eso. No me quites las frases y agradece que no te pida nada en cambio de esto.

Asher tiró una piedrecita en las aguas tranquilas de la fuente. Las luces vespertinas se reflejaban en ella y el suave ruido que hacían al caer era reconfortante.

—Tienes 15 años, ¿Qué más podrías querer? te conseguiré otro celular y una entrada para el concierto de Taylor Swift luego. —la molestia y el sarcasmo eran evidentes en su tono de voz.

Tengo 16. Imbécil. —percibió como ella estaba a punto de cortar la llamada.

—Perdón, perdón... ¿podrías por favor decirme cómo entrar? Dime que no implica cosas de computadoras y software y esas cosas.

No. ¿Creías que me iba tomar el tiempo de hackear su sistema solo para ti? No te creas tan importante. Solo entra en la Cocina, que será más fácil pasar desapercibido y dile a Sam Giordano que te deje llegar hasta arriba. Dile que yo te mando.

—Y acaso él no es...

Que no, idiota. Es uno de mis pocos familiares que no está implicado en la mafia. Con él pude venir hasta aquí.

Asher se acomodó en la banca antes de volver a hablar.

—Estoy bastante seguro que ya le robe un poco de helado en el invierno pasado.

Solo dile que yo te mando y no habrá problemas. —y sin lugar a despedidas, cortó.

Entró al hotel por el lado del personal. Victoria tenía razón, nadie prestaba atención a la bien oculta entrada de servicio, a la cocina, mucho menos.

Sam Giordano era el jefe, el Chef y se pasaba dando órdenes. Estaba bastante subido de peso y usaba su sombrero para ganar algo de viento. Al verlo, sus ojos grises lo escudriñaron como si fuera una plaga en su cocina. 

—Que haces tú en mi cocina. Fuera. Largo. Adiós. —igual de maleducado que la sobrina. Genial.

—Victoria Giordano me manda.—aseguró automáticamente—, Necesita que me hagas entrar en el piso de los Miller. Es muy importante que vea a Ha... la señorita Stone.

La gran cara rosada de Sam se frunció en un gesto condescendiente.

—Y como puedo saber que no eres uno de los secuestradores y usas el nombre de mi sobrina como trampa.

—Victoria es una amiga mía. Si quiere le muestro mi registro telefónico, o la llamo ahora mismo. —alzó las cejas negras en expectación y se apoyo por la pared.

La cocina era amplia y había demasiados sonidos de cubiertos y hornos calientes. Asher deseaba irse al instante de ahí, pero mantener una postura tranquila y confiada era la clave para conseguir lo que quería.

Sam vio el registro en su teléfono y no parecía dispuesto a indagar más. Algo tonto de su parte.

—Yo a ti te conozco. —entrecerró sus ojos pequeños con perspicacia.

—De otra vida, quizás. Ahora por favor llévame hasta arriba.

Sam le dio un credencial diciendo que trabajaba con él y le dio una carpeta con el menú de la semana.

—Diles que debes mostrarles el menú a la señora Miller. Que es muy urgente y no puede esperar porque vendrán importantes visitantes franceses. Que tienes que estar presente. Y luego entra y si tienes suerte Hayley te ayudará para el resto.

—Bien. Gracias.

***

La carretera se le estaba convirtiendo en eterna. Hayley estaba recostada en el asiento trasero del auto, justo al lado de la ventanilla buscando algo de soledad, algo raro considerando lo sola que se había sentido durante tantos meses. Pero las preguntas no habían parado ni por un segundo.

Policías, familiares, desconocidos. Todos sin excepción.

—Se que Vinicius y Joanne Amaral te tenían, hija. —dijo Paul en un murmullo aprovechando la privacidad del vehículo.

—¿Joanne y Vinicius? ¿Y no pretendías mencionarlo? —preguntó Claire al mismo tiempo que ella, su tono de voz decía que asesinaría a Paul luego a la vez que el color bajaba de sus mejillas.

—¿Joanne? Vinicius fue él que me capturó, si. Pero no puedo delatarlo. Me dijo que matará a Fire si lo hago. —Mentira podrida, bueno, casi.

—Ese hijo de puta...—murmuró entre dientes.

Paul conducía el vehículo, su traje plateado brillaba con la luz de la luna y sus ojos azules tenían un brillo blanquecino. Claire, en cambio iba en el lugar del copiloto en uno de sus clásicos vestidos ajustados pero elegantes. Verlos a los tres en un auto como cualquier familia media la hizo sentirse extraña, como si en cualquier momento descubriría que en realidad estaban con un conductor y todos en lados separados.

—¿Fire?—las voces de sus padres ya la estaba asfixiando—¿Quién fue el pobre diablo que se apodo como el fuego? —Una risilla burlona se escapó entre los labios de Claire.

Hayley dio un suspiro exasperado y giró los ojos. Esa acción le recordó automáticamente a Victoria, se sorprendió de lo rápido que se acostumbró a ellos. No eran sus amigos. No eran ni siquiera conocidos. Pero eran personas con un mismo fin, o al menos, con un fin parecido y eso era todo lo que tenía por el momento.

—Es Asher, Claire. El conductor que desapareció al igual que Hayley. —dijo Paul, como si esas fueran las palabras más peligrosas que hubiera dicho en su vida.

Claire frunció los labios pintados en rojo chines antes de preguntar. Ella no supo qué hacer o decir para desviar el incómodo tema, así que se cruzó los brazos por encima del vientre, actitud que la hacía sentir más protegida.

—¿El chófer sexy? —el tono de voz de Claire fue una octava más aguda que lo usual.

—¿Desde cuando eres una asalta cunas? —indagó Hayley algo molesta y a la vez airada. Esta charla-discusión se estaba yendo por el lado cómico de lo absurda que era.

—Si quisiera podría serlo, pero no lo soy. —admitió con orgullo femenino o lo que fuera—, Mucho menos ahora que me entero que su apodo es fuego. Que ordinario. No puedo creer que contraté a un pandillero para que sea tu conductor.

Hayley comenzó a hablar pero fue interrumpida por la discusión entre  Paul y Claire. De niña no recordaba que hubieran peleado demasiado, en realidad si lo hacían siempre eran argumentativos y llegaban a una solución lógica. Está vez fue la discusión menos estricta y programada que los vio tener.

—Te dije que no me gustaba, pero como siempre no me escuchaste.

Ignorándolo completamente Claire continuó. Era de esas personas que hacían oídos sordos a lo que no querían escuchar. La verdad aún dicha con buena intención solía ser una carga pesada y dolorosa que llevar. Aveces era necesario oírla para no caminar a ciegas, pero en el caso de Claire nadie haría que se culpara a si misma.

—Sugiero que delatemos a Vinicius y su estúpida organización—Claire debía estar bastante enojada para referirse a algo como "estúpido". Pero, Hayley no mencionó a la organización, ¿cómo es que lo sabía? —Apuesto a que tienes pruebas suficientes, cariño. Y sobre el muchacho... bueno, no creo que lo maten y si lo matan será más una prueba en contra de Vinicius.

Recuerda cuál es tu trabajo aquí Hayley. No destruir a tus secuestradores. Buscar evidencia contra tu familia, ellos mataron a Elizabeth.

Le parecía tan difícil pensar eso con Paul mirándola con los ojos preocupados por ella. O luego de verlos llorar por ella.

—¡No dejaré morir a nadie! —exclamó, sintiendo como le comenzaba a hervir la sangre y sus mejillas se coloreaban. Al diablo, incluso sus orejas se le ponían rojas cuando se enojaba o estaba a punto de caer en el llanto. En este caso, ambos.

—No morirá..., es más, ¿porque te importa tanto el conductor?

—Porque está enamorada de él. —casi grito Paul y el auto se desvió momentáneamente del carril.

Un silencio sepulcral surgía en el auto y Hayley quedo más roja de lo que creyó poder estar alguna vez, sus ojos ardiendo por contener el llanto. Claire digería las palabras una a una y su tez parecía cadavérica con la tenue luz de las estrellas.

—Jamás dejaría que salieras con alguien tan ordinario como él. —dijo su  madre, no como si no fuera una sugerencia, si no un hecho.

—Salgo con quien quiera. No me importa si son ordinarios, pandilleros, policías, ni siquiera me importaría que sean marcianos.

El cabello de Hayley se desprendió del moño y le cayó con libertad por el rostro al momento en el que su paciencia rompió. Y al parecer, la paciencia de Claire, también. En ese instante, Paul estacionó a las afueras del hotel pero nadie se movió para bajarse.

—¡No te serviría de nada en el futuro!

—¿Por que estamos discutiendo esto? Se trataba de quién me había secuestrado, no de con quien intercambió saliva.

—No permitiré que me hables así señorita...

—En realidad —comenzó Paul con la voz firme. La voz de la razón que hizo callar a ambas.— La familia Daffara es muy adinerada. El muchacho heredó mucho dinero cuando su madre falleció y la fortuna de su padre continua escondida en algún lugar. Claire, ya sabes de quien es hijo. Jacob Daffara

—¿Jacob Daffara?—Los ojos de Claire se abrieron como platos, su voz convertida en un susurro. Paul y Claire intercambiaron una mirada de reconocimiento, allí había una historia compartida y no era nada buena de recordar por el terror en la voz de su madre.

—Yo metí a Daffara en prisión—le dijo Paul—. Te está utilizando Hayley, para poder obtener lo que sea que quiere y liberar a Jacob. Todo es una mentira. Daffara es un hombre peligroso Hayley, si alguna vez sale de donde esta... buscara venganza.

Hayley no fue capaz de decir absolutamente nada. Miró a los ojos a ambos con una seriedad mortal y salió del auto hasta llegar lo más lejos posible de ellos dos. Si tan solo Claire supiera lo que su padre estuvo haciendo en la fiesta de beneficencia no sería tan obstinada en criticarla. La palabra surgió en su cabeza como una "abrete sésamo": Chantaje.

Al salir, escuchó un fragmento de lo que dijo Claire.

—Me debes una tesis explicando que hacías con Joanne Amaral.

Los guardias la miraron inquietos y se re-acomodaron en su lugar. Debían estar nerviosos porque no impidieron que ese día la llevaran. Al entrar a la sala común la encontró casi vacía, apenas los sonidos de oficina llenaban el aire. Sus pasos la llevaron al elevador y la recepcionista del día anterior le sonrió con dificultad. Sus mejillas estaban teñidas de rojo. Hayley le devolvió la sonrisa falsa y entró al elevador.

El acostumbrado ding metalizado sonó y salió de allí sin prisa aparente. Al llegar a la puerta de lo más cercano a casa que tenía, entró y dejó su bolso en uno de los muebles. Antes de que Paul o Claire aparecieran se dirigió a su cuarto, pero al entrar quedo pasmada. Asher estaba relajado en uno de sus sofás como un gato perezoso y al verla, sus ojos brillaron. Una sonrisa estaba a punto de formarse en el rostro de Hayley, pero luego recordó lo que le acababa de decir Paul.

Sin embargo, no hubo tiempo para dar vueltas al asunto porque de la puerta del baño salió Nate. Verlo fue como que un baldazo frío se le cayera por el cuerpo, quedándose completamente inmovilizada.

—¿Qué, por todos Los Santos están haciendo ustedes en mi sala? ¿Juntos? —dijo negando con la cabeza a la par que los miraba con incredulidad.

La mirada de Hayley pasó de Nate a Asher. Sentía como si estuviera en una estúpida caricatura para niños, pero la realidad era que estaba en shock, y al parecer los chicos decidieron que entrar en su cuarto sin más era una excelente idea para matar el tiempo.

Tras el minuto de silencio, Az se aburrió y saco su teléfono móvil. La imagen la desconcertó y cuando lo observo aún algo confundida él le guiñó un ojo. Lo que no hizo más que enredar su mente.

Después de unos instantes —en los que seguramente lo estaba encarando como una tonta— lo captó, quería que hablara con Nate primero y le daría esa pequeña cantidad de privacidad. Era la única razón concebible por la cual Asher no hubiera abierto su pico parlanchín aún.

Hayley dirigió su mirada hacia Nathaniel Russell y trató de buscar algo que decir.

—Nate, no estoy segura de sí debería abrazarte, pedirte perdón o regañarte por estar en mi cuarto.

Sintió una añoranza perenne cuando lo volvió a ver, Nate era lo único que seguía igual desde que su pequeño grupito se desmoronó. Extrañaba el tiempo en el que los cuatro podían hablar con aprecio tras cada palabra. Así que abrió los brazos y lo abrazó. Y al parecer, él también decidió que eso era lo correcto.

Nate seguía oliendo a una mezcla de jazmines y helechos lo que no incentivó a que contuviera las lágrimas y estás cayeron sin piedad por sus mejillas.

—Lo siento tanto, por Leysi, por-por todo, Nate. —se sorbió la nariz y no pudo encontrar más palabras. Aveces, las palabras no alcanzaban para poder expresar todo lo que el alma sentía.

—Eres tú—él tocó su hombro con gentileza como para comprobar que realmente fuera ella.—Estoy tan feliz de volver a verte, Lei.

El viejo mote que le había puesto Leyla se estrujo dentro de su pecho y sonrío con un matiz de tristeza.

—Ya me habían dicho que soy la felicidad en persona. Pero, hablando enserio, estoy contenta de que estés bien.

Los ojos de Nate se volvieron serios y buscaron los suyos a la vez que deshacía el abrazo. Hayley se sintió intimidada por la sinceridad que Nate trataba de expresar al mirarla con tal intensidad.

—Discúlpame, Hayley. Te lo ruego.

Después de todo lo que pasó en esos meses no tenía ningún sentido guardar rencores por cosas sin importancia. Ella asintió y tomo una larga respiración para acallar las lagrimitas.

—Sin rencores. Enserio, todo estará bien. —dijo tratando de aligerar las miradas profundas y palabras detonantes— ¿Como... como lo llevas?

El deje de cautela y curiosidad era evidente en sus palabras. Claro que le importaba cómo había estado Nate, pero lo que más le importaba era el Leyla. Donde habrían enterrado el cue-donde la habían enterrado, para que pudiera visitarla luego y rogarle que la perdonara.

El cuerpo. Era tan difícil para ella decirlo en voz alta, el cuerpo, el cadáver, los restos. Ya no era el cuerpo de Leyla. Ahora solo restaban huesos y pedazos de piel curtida. Decir el cuerpo con tal frialdad, como si nunca hubiera pertenecido a alguien tan especial como lo era Leyla. Y además, decirlo sería asumir su muerte. Algo que no estaba preparada, todavía pensaba que no era real y que en cualquier momento pasaría por la puerta o la llamaría.

—Es más difícil algunos días. Pero no es mentira lo que dicen que el tiempo lo hace más fácil. Ya no recuerdo el sonido de su risa, o el de su voz. Maldita sea, ni siquiera recuerdo el color exacto de sus ojos y solo han pasado meses. Tengo miedo de olvidarla.

El dolor detrás de las pestañas de Nate era evidente. Lo más penoso de la muerte era olvidar y sentir falta, Hayley lo sabía a ciencia cierta. Llega un punto en el que ya no te duele porque ya olvidaste porque dolía. Y eso es lo verdaderamente triste.

—Eran miel, aveces. Y otras tiraban del verde.

Él negó con la cabeza con resignación y tras unos segundos la encaró.

—Hayley. ¿Entiendes lo bueno que es que volvieras y me perdonarás? Podemos volver a estar juntos, lo nuestro podría funcionar. Perteneces conmigo. —Nate miró furtivamente hacia Asher como para asegurarse que siguiera allí.

Se sintió como si estuviera en un tren a toda velocidad y de repente se detuviera. Quiso decir "Wow, wow, wow slow down", pero de algún modo creyó que su humor infantil no sería bien recibido. Menos en ese momento.

—No, no te confundas Nate. Lo nuestro fue un completo error y yo... —estaba encaprichada contigo— confundí lo que sentía, tú eres mi amigo y eso no cambiará. Pero nada más.

La mirada de Nate se cerró y su mandíbula se alzó con arrogancia. Del tipo de arrogancia que Hayley no estaba dispuesta a tolerar.

—Después de haber sido la ocasionadora ya sea indirectamente de la muerte de mi hermana lo mínimo que podrías hacer es estar conmigo.

De pronto, el sofá de Asher quedó vacío y él apareció efimeramente junto a ella. Sus ojos destellaban como rayos en una tempestad.

—Vete. —afirmó él hacia Nate con total convicción.

En pocos segundos las cosas fueron de: "oh, vaya mierda" a "mierda total". Asher miraba a Nate con resentimiento y una amenaza en los ojos. Tenia que superar la fase sobre-protectora que había adquirido luego de perderla o no lo soportaría.

—Déjame a mi luchar mis luchas, Fire. 

Él dio un bufido y una última mirada cruel a Nate, se puso al lado de Hayley como un lobo protector. Hayley no se sorprendería si Asher se pusiera a roznar a Nate.

—Crees que no sé cómo la mataron. Y tú estabas ahí. —dijo Nate lo más dignamente posible estando bajo una clara amenaza.

Los ojos azules de Hayley se volvieron de un tono más oscuro, fríos como el Ártico.

—Y así también Camille, ella fue diez veces más culpable que yo. No sabes nada Nate y no quiero que discutamos.

—Eres despreciable, Hayley Stone. —escupió sus palabras a la vez que tomaba su abrigo del sofá —mira su blog. Te dejó un mensaje, no se de que va porque no tengo el código.

Y así, sin más le regaló una mirada despectiva a los dos y salió de la habitación a paso firme.

Las finas ondas en el cabello de Hayley se deslizaron por su rostro cuando dirigió su mirada hacia Asher. Sus ojos lo fulminaban con la mirada y este no podía estar más confundido.

—Tú —dijo golpeándole el pecho—, me mentiste —otro golpe—pedazo de imbécil. Y aún tienes la osadía de aparecer aquí, como si nada y como si yo te importara.

—¿Qué? ¿De que demonios estás hablando, Hayley? —sus cejas oscuras se fruncieron a lo largo de su tez blanquecina.

—¿Te suena el nombre de Jacob Daffara?

—Si.

El rostro de Asher se cerró, de una manera que Hayley pensó que no volvería a ver jamás. Era una placa de hielo indescifrable y sus ojos grises podrían ser tan inexpresivos como ella cuando quería. Pero Hayley no se dejaría intimidar, si él quería ser hielo ella sería las llamas.

— Y dime, Asher Daffara, ¿Qué tiene que ver tu padre conmigo y nuestra "relación"?

—No puedo creer que después de todo este tiempo aún dudes de mis intenciones. —dijo pasando una mano por su barbilla.

—¿Enserio lo crees? ¡Por que en todo este tiempo como tú lo llamas yo confíe en ti como una ilusa! ¿Y sabes de qué me di cuenta en todo este tiempo? Que no se absolutamente nada de ti y eres como cualquier otro desconocido. Y siempre evades mis preguntas. Ahora las evades tratando de culparme a mí.

Hayley no sabía con exactitud cómo luciría en ese momento, pero estaba bastante segura de que su rostro sería una herida a su dignidad. Y ego.

Cabellos desarreglados, manos gesticulando, a segundos de dar un golpe a la pared por su rabia... nada bueno. 

Asher se rió con total descaro. Su expresión era inescrutable. Esa actitud fue lo peor que pudo elegir para hacer, la rabia la consumió completamente y la onda de enojo la hizo quedarse roja.

—Y encima tienes el descaro de reírte de mí. Dime, Asher, ¿que estuviste haciendo todos estos meses mientras que yo estaba encerrada?

El rostro de Asher parecía un monumento de algún dios griego, tallado por un escultor talentoso. Sin expresión, la mirada vacía y un temple poderoso.

—No te voy a dar ninguna respuesta, Hayley. Te las daría si tuvieras una pizca más de consideración por todo lo que ya hice por ti y para probarte lo que significas para mí. Dejaré que descubras todo tu solita y cuando lo hagas tendrás que pedirme perdón. Será una buena dosis de realidad para tu ego.

—¡Bien!—le grito acercándose a el y alzando las manos en frustacion.

—¡Perfecto!—respondio Asher con la misma intensidad.

Un segundo despues y sin entender como sintio como sus cuerpos se presionaban juntos y sus labios se entrechocaron de forma absurda. Lo odio. Le encanto. Eran rabia y enojo unidos por pasión. Hayley nunca pensó que la carne pudiera ser tan débil y siempre tuvo la arrogancia de elevarse por encima de esa debilidad. Allí donde sus cuerpos se tocaban salían chispas de electricidad. Sus manos recorrieron el perfil anguloso de su mandíbula con las uñas rascando con presión y su barba incipiente le hizo cosquillas en las yemas de los dedos. Él la besaba de una manera en que no había espacio para pensar en otra cosa, enojo, furia, intensidad, todo estaba allí. Esa pasión desenfrenada, como si ella fuera agua y él se estuviera muriendo de sed la destabilizó y la dejo sin aliento, fuera de si. Hayley recorrió sus hombros hasta encontrar la cinturilla de su pantalón y lo presiono mas cerca de ella, cuando Asher bajo la cabeza para dejar besos en su cuello se estremeció hasta las puntas de sus pies y se le escaparon suspiros.

—Estoy segura que esto no es muy sano ni nos ayuda a resolver nada. —dijo con dificultad y entre respiraciones agitadas.

Él atrapó su labio inferior con los dientes y Hayley lo sintió sonreír. Y su corazón se hizo melaza. Decidió que no importaba el uso de razón y los motivos por lo que estaba tan enojada con él quedaron aplastados en un baúl en lo profundo de su mente. Un momento después, Hayley sintió como su espalda colisionaba contra la pared, a pesar de que no sintiera el haberse  movido, ambos estaban agitados y con el corazón bailando acrobáticamente. Sentía como sus pechos se movían a la par de sus respiraciones bruscas.

—Piensas que puedes actuar todo relajado y como si no te importa. Pero te he visto los ojos, se que en el fondo eres una tierna y suave margarita. —le dijo con veneno.

—Eso se aplica más a ti que a mí, cariño. —le respondió entrecerrando los ojos y con inocente crueldad en sus palabras.

Hayley dio una sonrisa ladina antes de besarlo otra vez y se atrevió a poner las manos debajo de la remera gris de Asher, su cuerpo estaba caliente y temió que sus manos frias lo incomodaran, pero si lo hizo, no lo demostró. Sus manos se recorrían, se conocían y se exploraban de una manera que no hubieran hecho antes y se sentía bien, se sentía correcto. Él se despegó un poco para que pudiera quitarle la camiseta y un instante después esta yacía en el suelo. Hayley nunca lo había visto sin camisa, por supuesto que ya tenía experiencia en ese tema en particular, pero con Asher era diferente... Asher era alguien a quien esperaba hacia muchos años y sin poder explicarlo, tenían almas similares, familiares el uno al otro desde la primera vez que se vieron. Tras un instante de observarlo con fascinación, Asher se apartó respirando con dificultad, poso sus brazos en la pared y recupero su aliento antes de separarse por completo. Hayley se quedo quieta, sin saber que estaba pasando. Pudo notar lo difícil que fue para el despegarse y cualquier herida en su ego quedó curada.

—Hayley, quiero que veas algo. —dijo y giró su torso para dejar a la vista su espalda.

Una mano se elevó hasta su boca de forma inconsciente.

—Está... esta cicatriz fue causada por fuego. Por eso el apodo.—dijo comprendiéndolo rápidamente.

Era una gran cicatriz que recorría su espalda y parte de sus caderas. Asher se tatuó una serie de flamas y espirales, como un recordatorio de que había hecho esa cicatriz.

—Los tatuajes no están ahí para tapar la cicatriz, aunque lo hacen, un poco. Están ahí porque es una marca. Es un orgullo mío. Sobreviví a las llamas por eso ellas van a ser parte de mi siempre. Por eso me las tatué.

Hayley no podía apartar la vista asombrada. El tatuaje comenzaba en la cadera y el patrón continuaba hasta más o menos la mitad de su espalda. Era una obra de arte.

—Fue un incendio en una de las casas victorianas, de esas en Pleiade—continuo hablando—. Todas pertenecen a mi familia y vivíamos en una de esas. Todo, absolutamente todo se quemo. Murió mi madre y mi hermano menor. Sin embargo me salve, lo que fue diez veces peor que la muerte. Conseguí llegar hasta la salida, pero una viga se desprendió y quemó mi espalda. Tenía nueve años, casi diez y el peso de la culpa por poco me destruyó. Porque no pude salvar a nadie

—Eras un niño...—Él negó con la cabeza sin querer su compasión. Lo entendía.

Az, Asher, Fire la miraba con intensidad desde las sombras de su habitación, su perfil tallado por la ligera luz dorada que entraba por la ventana. Sus músculos estaban tensos y si bien sus palabras eran firmes, las pronunciaba con cautela y dificultad.

—Sin embargo, sobreviví. Por algún estúpido motivo del destino. El nombre de mi madre y mi hermanito también están escritos en el tatuaje, aunque se mezclan con las llamas y son casi ilegibles—ahora Asher se había puesto de costado y no la miraba al rostro—. Luego me mude a Naos con Eddy, y te conocí a ti. Eddy era una persona de la cual  nunca escuche hablar, y sin embargo era hermano de mi padre y la única persona que podría cuidar de mi. Y me preguntaste de mi padre. Mi padre tenia mucho éxito en sus negocios, un hombre bastante reconocido en la isla. Conoció a mi madre y alguna vez se amaron mucho. Pero sabes cómo son estas cosas y ya no lo hacían para ese entonces. Casi lo acusaron por provocar el incendio. Y adivina que —dijo volviéndose de nuevo hacia ella—, Claire, era muy amiga de mi madre, y quedo mal luego de su muerte. Ella también culpaba a mi padre de su muerte así que pidió a Paul que investigará sobre él para llevarlo a la prisión. Los resentimientos eran mas antiguos que eso, claro. No se que paso pero se que Claire una vez hizo un trato con mi padre que salio muy mal y se que desde ese entonces tu familia busco una oportunidad de vengarse, el incendio fue solo una buena oportunidad.

—¿Pero, como pudo hacer eso, si tu sobreviviste y debías estar con tu padre? —preguntó con la respiración entrecortada.

Él negó con la cabeza antes de continuar hablando, volviendo la vista a ella, encogida cerca de la pared.

—No creo que Claire se tomará tiempo para pensar en eso. Así que Paul investigó y efectivamente, mi padre hacía lavado de dinero. No tengo duda de eso, pero también lo acusaron de tener drogas. Eddy dice que le plantaron estupefacientes en gran cantidad para aumentar sus años en la cárcel.

—Entonces si es verdad, me estabas utilizando...—la furia ya no estaba, solo restaba una vocecita de niña que hablaba por ella. Muda ante la confesión de Asher.

—Calla, corazón. —estaba a punto de volver a gritarle pero él la interrumpió—, Y no hagas esa cara porque te ordené algo, lo siento, pero déjame continuar por favor. Cuando llevaron preso a mi padre yo era muy pequeño y no sabía nada de eso, pero Eddy siempre afirmaba que era culpa de tu familia. Él trabajaba con la organización, por muchos y muchos años. Y pasó todo lo de Elizabeth, bien, más un motivo para odiar a tu familia. Luego de eso fue cuando la organización me llamó y me invitó a que los ayude. Recibí un montón de entrenamiento y unas cuantas misiones antes de que me mandaran contigo. No quería verte, en absoluto.

—¿Cómo fue verme, después de tanto tiempo? —preguntó sin poder sostener la vista a los expresivos ojos de Az.

—¿Qué como fue verte después de tanto tiempo?—él rió sin una pizca de humor—, Fue como estar parado en las llamas y no querer moverme de allí. Fue como sostener un cuchillo por el mango. Fue como saber que había encontrado algo que estaba buscando. Te odiaba, Hayley. Odiaba todo lo que decían que eras y les creía. Pero tú estabas allí, en mi frente, después de todos esos años y seguías teniendo ese que en tu mirada que no dejaba de llamarme la atención. Luego te pusiste ese labial con total indiferencia y me volví loco. —los sentimientos que había detrás de sus palabras impresionaron a Hayley y todo era tan evidente en su tono de voz. Furia, odio, cariño—. Era como escuchar tres mil vidrios rotos a la vez pero no taparte los oídos.

Hayley parpadeó sorprendida y luego se obligó a hablar.

—Aunque en verdad quiero seguir escuchando sobre mi, ¿podemos continuar la historia?

Asher rodó los ojos de forma efímera.

—Sienpre tan mandona... en fin, sí, me alíe a la organización por mi padre y por Elizabeth y sí, mi intención era buscar algo que pruebe la culpa de tus padres. Esa era mi misión en la organización, así como ahora es la tuya. Pero Hayley, lo que empecé a sentir por ti en ningún momento fue fingido. Eso no estaba planeado, Vinicius no es tan perverso como para obligarme a pretender algo así.

—Hay muchas cosas que no entiendo... ¿De verdad te gustaba Camille?

—Quiero a Camille. Pero nunca pude quererla de esa manera. Lo mío con ella fue una encubierta para llegar hasta ti, pero Norberto facilitó todo el día que te llevo al taller, acelero las cosas. Se cambiaron los planes, pero Camille aún quería continuar. Sabes cómo es. Y no, Hayley, es muy diferente con lo que acabe de decir.

—Yo había tomado algunos papeles de Eddy ese día que el me drogo. Tú los cambiaste, ¿no? Yo los había tomado porque pensé que podían ser importantes, pero cuando los revisé eran solamente factura de agua y seguro médico. Pero no tuve ni siquiera tiempo de pensarlo más a fondo y atar los cabos.

—Sí. Debí hacerlo, eran papeles sobre la organización. Y se supone que la OIS debe ser secreta.

Hayley tomo aire antes de continuar. Los luces del atardecer bañaban su cuarto de color naranja y dejaban el pelo de Ashe rojizo contra la mítica luz.

—Entonces nada fue coincidencia y todo fue planeado meticulosamente por Vinicius.

—No todo. —afirmó—Yo no esperaba que fueras así. No esperaba que nada de esto pasara.

—¿Y tu padre? ¿Aún quieres vengarlo?

—Para serte sincero, mi padre está en la cárcel por un buen motivo. Y te dejaré a ti la decisión de si quieres o no exponer a tu familia. Y te apoyaré en lo que decidas.

—¿Y estos tres meses, Fire? ¿Que hiciste? —preguntó mirándolo a los ojos. Con la luz del atardecer los ojos de Hayley tenían un tono turquesa.

—No me atraparon. Cuando te tiraste al agua golpee a unos cuantos guardias, pero como no podía golpear a Camille salte al agua. No tengo idea de quién te saco de allí, pero debió haber estado esperando que hiciéramos algo así. Estaba al borde de la inconsciencia, pero estoy casi seguro que también me saco a mi del agua. No se porque no me llevaron contigo.

El ceño fruncido de Hayley se incrementó.

«Desperté al amanecer en la arena y sin embargo tú ya no estabas. Créeme, me sentí fatal porque mi pequeño intento de fuga no nos salió nada bien. Pase una semana intentando buscarte y escondiéndome de la organización. Traté de entrar, pero ya conociste a Victoria y ella se encarga de que nadie que no debe entrar lo consiga. Así que, ¿sabes que hice? —el sonrío de medio lado—, ¿Conoces a el que suele presentar en la pista de carreras?

—El chico de pelo azul. El asiático. Claro, siempre me llama princesa de la pista siendo que soy la reina. Es totalmente indignante. Lo detesto.

Por un segundo, él la miró como diciendo: ¿Enserio te quejas de eso en este momento? 

. —respondió con la mirada—. Es totalmente absurdo.

—Pues resulta que trabaja con la organización. Y todos allí sabemos que Vinicius detesta a tu familia así que probablemente fue por eso que te molestaba.

—No seas ridículo. Me molestaba por qué quería ser rubio en secreto y envidiaba mi asombroso pelo. —dijo balanceando la cabeza como en un programa de televisión.

—Casi olvidaba lo arrogante que eres. Arrogante hasta rozar el punto de la estupidez.

—Mejor sigue con tu relato, imbécil.

—Me entregué. Fui a correr y luego deje que me capturaran.

—Eres, realmente más idiota de lo que pensé. —dijo con incredulidad y a la vez enojo.

—Si, algo así. Vinicius mando que me dieran unos cuantos golpes pero no me puso en ningún barrote ni hizo golpes permanentes, simplemente me mando a Brasil con Camille.

—¿Qué? Con a vadia essa. —dijo haciendo uso de su escaso conocimiento del portugués. Tres meses con Camille... uff, mataría a Vinicius la próxima vez que lo viera.

—Fuimos infiltrados en una de las ciudades fronterizas. No te mentiré, Hayley. Vinicius me mandó lastimar a mucha gente. —dijo bajando la mirada—.  No es algo de lo que me sienta preparado para hablar, ni de lo que esté orgulloso. Lo único que me alivia un poco la conciencia es que era gente mala.

—Camille se habrá lucido en el tema del narcotráfico. —dijo omitiendo el hecho de que Asher fuera un justiciero o quien sabe que de mafiosos.

—Es una buena infiltrada. Bastante persuasiva. Creo que lo sabes de primera mano. —dijo con un tono de disculpas en su voz. —Ah y, ese día que volvió Camille y Vinicius también volví yo. Me encerraron, pero como sabrás soy genial y desde el principio lo único que quería fue una oportunidad de entrar a la sede para poder sacarte. Use mis encantos e hice que los guardias salieran de su puesto y los mantuve ocupados. No preguntes cómo, no quiero recordar la ridiculez que Thiago y yo hicimos. Estaba a punto de ir a rescatarte y tú, con tu cabezota rubia me robaste toda la gloria. Darme cuenta que ya te habías fugado fue una fractura en mi ego. Hayley todo lo que te paso fue mi culpa, me tortura pensar lo que tuviste que vivir y saber que no pude hacer nada. Me carcome día y noche y lo siento tanto...

Hayley le dio una cachetada.

— ¡Nunca más vuelvas a decir esas cosas o a hacer algo así de estúpido por mi! —dijo apuntándolo con un dedo. Luego lo abrazó con toda la fuerza que pudo encontrar. Y el le acarició el pelo con una mano. Ese abrazo significó mucho más que cualquier beso lujurioso: ese abrazo significaba confianza. Su relación con Asher no era un noviazgo. Era una relación de historia y años que continuaba su curso y que se estaba construyendo, ya que el amor nunca nace de la nada.

—Gracias.—le el susurro en su oreja.

—Sabes que no hay de que.

Una fuerte vibración sonó en su bolsillo trasero y tomo su antiguo celular dorado para leer el mensaje (debía ser sincera, sí había extrañado su teléfono)

—Camille arruinando momentos memorables desde 1234.—dijo Hayley.

–Mañana ven a la org. Urgente. Búscame. Código rojo puta pasión.

Leyó su mensaje y luego escribió rápidamente.

–¿Que tan rojo puta pasión? ¿El de tu colorete?

–Yo uso fucsia, idiota. Pero si, ese color. BASTANTE ROJO. Solo ven. Es importante, te lo contaría ahora pero quiero estar segura. Y espero traigas alguna información útil para papá porque tiene poca paciencia.

–Apenas llegue ayer.

–Da igual. Xoxo.

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