time, mystical time
Los comienzos nunca son sencillos. No lo eran para una madre primeriza y tampoco para un niño que ingresaba a su primer día de clases en el nido. De hecho, el inicio de esa travesía llamada ser madre había sido todo un dolor de cabeza si reflexiona sobre ello a conciencia. SoHee no puede recordar ahora cómo era su vida antes de la llegada de Jimin. Estuvo asustada, casi aterrorizada; sin embargo, supo adaptarse. Aprendió rápido a seguirle ritmo a los llantos: a estar a la altura de lo que su bebé necesitaba de ella. No había sido fácil, pero tampoco imposible.
El problema es que nadie le había enseñado cómo sería separarse de su pequeño yo por más de 5 horas. Era notorio solo con ver a la pobre SoHee temblando y moviendo su pierna derecha de arriba hacia abajo. Probablemente debido a una mezcla de nerviosismo y temor. No sabía bien cómo procesar ese extraño sentimiento enredado en su corazón.
"¡Hola, señora Park!" saluda la maestra que directamente conoció semanas atrás. "¿Nerviosa?" pregunta con una sonrisa sincera, tratando de aligerar el ambiente. Sohee está un poco fuera de sí, por lo que solo atina a responder asintiendo con la cabeza. "Estoy segura de que Jimin disfrutará su primer día aquí ¿No es así, muchachito?" Esta vez la profesora mira al niño que ha estado escondiéndose detrás de las piernas de su madre, sujetándole de la mano tan fuerte como puede. Ella sonríe y le invita a tomar su mano, pero Jimin solo jala más fuerte a su madre, haciendo que se le estruje suavemente el alma. SoHee trata de demostrar que es tan fuerte como todos pensaban y decide animar a su hijo a dar un paso al frente. Jimin se niega y sus ojos empiezan a ponerse algo húmedos.
"Oh cariño, no llores" Trata de tranquilizarlo, agachándose hasta la altura del niño. "Te veré a la salida, ¿sí? No hay qué temer. Mamá te estará cuidando en todo momento" Sohee termina de hablar sin titubear y se da una palmadita mental como recompensa por no echarse a llorar ella también. Jimin la mira aún con un aura de tristeza rodeándolo.
"Pero vas a irte..." Responde bajito. La profesora hace un sonidito de comprensión y ternura a lo lejos. Sohee niega lentamente, esbozando una media sonrisa.
"No es así, chiquito, volveré. Tienes que aguantar hasta entonces, ¿sí?" Ella pincha su nariz con cariño, como siempre hace para hacerlo reír. Lo logra ahí también. "¿Podrás?" Y después de preguntar eso, solo recibe un abrazo por parte del pequeño pelinegro, casi dejándola sin aire. Se separa ligeramente para arreglarle los mechones de la frente mientras le habla. "Seguro harás muy buenos amigos hoy, ya le contarás a mamá sobre eso más tarde" Dice y se pone en pie. "Ahora ve con tu maestra, chiquito. Nada de mirar atrás con ojos de cachorrito, eh" Bromea, volviendo a animarlo a dar un paso al frente y recibiendo esta vez una reacción positiva por parte del niño.
SoHee recordaría cuán pequeña se sintió cuando perdió el agarre de Jimin de su mano. Sintió eso que su propia madre le había descrito no hace mucho tiempo, como si estuviera entrenándola para lo que se vendría. Descubrió que nada en el mundo pudo prepararla para eso.
Jimin caminó con pasos pequeños junto a su maestra y no miró hacia atrás, como su madre se lo pidió. La extrañó, sin embargo, una vez que no sintió más su peculiar aroma. Para cuando volteó, ella ya no estaba en su campo de visión. En su lugar, miles de colores y figuras dispersas iban tomando forma a su alrededor. Él solo tenía 3 años, pero sintió que el mundo se presentaba ante él de una forma abrumadoramente hermosa.
Unas niñas jugaban en el piso, charlaban y reían como si se conocieran de toda la vida. Jimin sintió una punzada de tristeza sentado solo en una mesa donde había otras cuatro sillas. Volvió a sentir ese impulso irrefrenable de querer llorar, hasta que otro niño tomó asiento a su lado. Tenía una mochila con un dibujo gracioso que él también había visto en la televisión y su pelo estaba mal peinado, parecía un pajarito.
"No lo encuentro..." Murmuró el desconocido. Jimin lo observó en silencio sacar todas las cosas de su mochila. El niño era curioso. "Ojalá mi hermano no haya escondido mi peluche de Sonic... JiJin siempre me hace esto". Jimin soltó una risa al escuchar el nombre del dibujito gracioso. El niño dejó su mochila sobre la mesa al oír la risa del otro y lo miró directamente con los ojos entrecerrados "Oye, ¿tus hermanos también esconden tus juguetes?".
"No tengo hermanos" Jimin responde con algo de nerviosismo, es el primer niño al que le dirige la palabra que no sea su primo Taehyung. "¿Son malos?"
El niño abre sus ojos aún más y suelta una carcajada tan fuerte que incluso las niñas jugando le lanzan una mirada.
"¡Son malvados! Como Mojojo. Esconden tus juguetes y se comen tus dulces" Dice una vez que termina de reírse y Jimin lo observa sorprendido. Ahora no quiere tener un hermano nunca jamás, con Taehyung le basta. Él también se come sus dulces, pero juegan juntos y lo abraza cuando tiene pesadillas. Sí, Taehyung es suficiente. "Oye, pero no he preguntado tu nombre ¿cómo te llamas?" El niño vuelve a hablarle, cortándole el tren de ideas.
"Jimin" responde tratando de sonreír. El niño sonríe también.
"¡Yo soy Jungkook!" Él parece casi querer brincar de su asiento cuando dice eso. "Espero que te guste Sonic, Jimin, porque te acabo de escoger como mi mejor amigo y tendremos que ver todo sobre Sonic juntos".
Jimin sonríe genuinamente ante la idea. No ha visto mucho sobre ese muñequito azul que tanta gracia para hacerle a Jungkook, pero la idea de tener que contarle sobre su nuevo amigo a su madre lo entusiasma.
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Resultó que SoHee no solo escuchó de Jungkook ese día, continuó semana tras semana, como si fuese alguna costumbre vieja que no sabía que tenía. Así pasaron no solo meses, sino años. Cuando llegó la primaria, Jimin estaba más que emocionado. No solo porque significaba ver a sus amigos, sino también porque por fin Taehyung podría estudiar con él. Antes había sido imposible porque él vivía con su abuela materna en Busán, pero ahora que se habían mudado a Seúl podían ir juntos a la escuela todos los días.
Jimin, a diferencia de Taehyung, no rechistaba cuando tenía que levantarse temprano para llegar a tiempo a sus clases. Era curioso verlo tan entusiasmado con ir a la escuela. Taehyung le hubiese cuestionado ese comportamiento tan fuera de lo normal, de no ser porque él siempre decía que "se quería lo suficiente como para no preguntar". Taehyung siempre tuvo una chispa particular desde pequeño.
"Sí sabes que estás loco, ¿no?" Le había dicho una vez que ambos estuvieron en el paradero esperando por el bus escolar. "Es solo un niño más, no sé qué le ves de especial".
"No digas eso, Tae. ¡Él es lindo!"
"¿¡Estás diciendo que yo no!?" exclamó indignado. "Muy bien, me iré solo" Jimin atrapó su mano antes de que Taehyung diera otro paso más lejos de él.
"Es diferente a ti, tonto. Además, Jungkook no me roba dulces" bromeó el más bajo, sonriendo traviesamente. Taehyung volvió a hacer una mueca indignada, pero terminó resignándose.
"Te hago un favor, el que se quede con las caries soy yo" dijo muy serio. "Ya veremos qué tal es ese niñito, si es tan divertido como dice mi primo favorito" terminó aceptando, justo a tiempo pues el autobús había llegado a su paradero.
Jimin fue el primero en subir y su mirada conectó con la de Jungkook al instante. Este último le sonrió ampliamente, alzando su mano para saludarle a lo lejos.
"Ni se te ocurra abandonarme, Jimin-ah" Murmuró Taehyung desde atrás. En ese momento, Jimin suspiró asintiendo y poco a poco se acercó al mejor amigo de su infancia. Aunque Taehyung no le hubiera dicho, no lo hubiera abandonado. Él no era así. Se conformaba con ver a Jungkook de lejos, ya luego podrían hablar en la escuela.
"Jungkookie, este es mi primo, Taehyung. No puedo dejarlo solo, nos sentaremos atrás". Avisó, recibiendo primero una mirada confundida por parte de Jungkook y otra de superioridad por parte de su primo. Este miraba al otro niño como diciéndole "Mírame, me escogió por encima de ti". Jimin lo golpearía en casa.
"Oh, no te preocupes" Habló medio triste, hasta que la cara se le iluminó con una idea. Taehyung notó ese cambio y frunció el ceño, como tratando de descubrir lo que el otro iba a decir. "Podemos sentarnos los tres en los asientos de la última fila, ¿quieren?" No tuvo que decirlo dos veces. Taehyung fue prácticamente arrastrado por su primo hacia la última fila donde había otros dos niños, ambos dormidos. Había justo espacio para los tres y se completaba toda la fila.
Taehyung fue el primero en sentarse, le siguió Jimin y finalmente Jungkook. Taehyung quedó al lado de la ventana, por lo que Jimin quedó en el medio. Luego de un rato, lo agradeció, pues estando en esa posición no tendría que estar tan al tanto sobre lo que hablaran los otros dos. Él seguía sin entender a Jimin. Miraba a ese otro niño con peinado raro como si fuese algún dulce.
El transcurso hacia la escuela fue un intercambio de historias sobre lo que habían hecho durante vacaciones. Taehyung participó no tan activamente en la conversación, pues encontraba más amena la vista de la ciudad por la mañana. Jimin era otra historia pues, aunque no hablaba demasiado, parecía encontrar cada palabra que saliera de la boca del otro como una joya brillante que debía atesorar.
Cuando llegaron al aula, que curiosamente compartían los tres, la dinámica cambió. La maestra encargada de ese curso se presentó y le asignó sitios a cada uno. Eran mesas compartidas para dos personas. Jimin solo esperaba que no le tocase con alguien demasiado abrumador, no iba a pedir demasiado estar con Jungkook o Taehyung. No iba a pecar de codicioso.
A Taehyung terminó tocándole con Jungkook y Jimin sintió pesar por sí mismo, pues iba a ser el único de los tres sentado con alguien extraño. Era una escuela nueva, después de todo.
"Park Jimin, al asiento de la cuarta fila" La profesora le dijo, dándole una palmadita e impulsándolo hacia su destino. Él vio hacia donde lo habían mandado y encontró a un niño que dormitaba sobre la mesa con la cabeza entre sus brazos. Suspiró de alivio al darse cuenta que al menos no tendría que introducirse apenas llegara a tomar asiento, así que avanzó decidido y colgó su mochila detrás de su silla. El niño a su lado no pareció notar su llegada y Jimin no hizo nada por hacérselo saber.
Quizá no será tan malo compartir asiento con él, pensó para sí, y volvió a echarle un vistazo a la maraña de pelos negros que tenía a su lado. Seguía sin inmutarse por su presencia. Bueno, quizá sí apreciaría que estuvieras despierto, al menos. Volvió a pensar, como queriendo que el niño levantara su cabeza y le hablara. No sucedió. Jimin suspiró y miró al reloj, contando las horas para el recreo.
Las horas pasaron y solo supo que el otro niño sabía hablar cuando este le habló para pedirle prestado un lápiz, pues había olvidado su cartuchera. Jimin lo había mirado anonadado, él nunca podría salir de su casa sin su cartuchera.
"Claro, ten" le había dicho, dándole uno de sus tres lápices extra que traía consigo. El niño vio la cantidad de cosas que guardaba en su cartuchera y el sueño se le fue.
"Wow, tienes muchos colores. Gracias por el lápiz". Este hizo un intento de sonreír, Jimin asumió que quería verse amable, así que para darle apoyo le devolvió la sonrisa.
"No pasa nada..." Hizo un intento vano por conseguir el nombre del otro, pues este solo asintió feliz con el lápiz en mano y empezó a tomar apuntes de la clase de Matemáticas. Jimin se encogió de hombros e hizo lo mismo, no antes de ver hacia el asiento de Taehyung y Jungkook, quienes parecían estar riéndose de algo juntos. Una punzada de celos lo atravesó. Se suponía que Jungkook era su amigo.
La profesora interrumpió su momento de dudas al explicar el ejercicio de la pizarra. Jimin decidió prestar atención a eso para dejar en el olvido la escena anterior.
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Jimin no pudo dejar de lado esa escena y no pudo ignorarlo la primera semana, ni la quinta. Con el tiempo, Taehyung y Jungkook parecían más cercanos. Sin embargo, él también llegaba a tener momentos con el último. Jungkook todavía pedía por él su jugo de naranja en la cafetería. Todavía lo abrazaba y le decía Mochi de cariño. Todo estaba bien, trató de convencerse de ello.
Así siguieron los días, semanas y meses. Él dejó de sentarse con el niño que solo dormía y que a veces le pedía la tarea de comunicación. El niño del cual Jimin llegó a saber su nombre solo porque una vez la profesora se confundió y le entregó su examen de matemática por error.
"Min Yoongi" estaba escrito con una caligrafía prolija, justo al lado de un 10. La máxima calificación. Jimin trató de no sorprenderse demasiado, después de todo esa era la única clase en la que no lo veía dormir.
Él todavía veía a Yoongi. Este nunca le devolvió su lápiz y Jimin tampoco se lo pidió. Lo hubiera hecho, sin dudar, si fuese otra persona, pero Yoongi lo intimidaba un poco. Tenía una mirada profunda y su cabello negro en contraste con su piel pálida le daban un aire de vampiro. Jimin a veces pensaba en cuál sería la reacción de este si se enteraba que él le decía vampiro. Seguramente se lo comería.
También se preguntó por mucho tiempo si este llegaría a devolverle algún día su lápiz.
"No creo que lo haga, Chim" le había dicho Taehyung. "Te puedo dar un lápiz mío si gustas o agarra uno de Jungkook". Jimin se había reído con ello, pero le dijo que no había problema con eso. No le molestaba, solo se preguntaba si era porque Yoongi lo encontraba aburrido o algo peor. Él nunca quiso saber la respuesta a eso.
No se animó a averiguarlo por mucho tiempo. Realmente mucho. Llegaron hasta la secundaria y Jimin no volvió a hablarle sobre el lápizo sobre alguna cosa en particular. Simplemente no hablaban y Jimin tomó eso como respuesta tácita a su pregunta. Era casi seguro que lo encontraba aburrido. Él mismo lo sabía. No tenía algo interesante para los demás, no como Taehyung o Jungkook. Ellos eran del tipo de personas que destacaban y se llevaban bien con todos.
Él nunca pudo estar a su altura. Pasó su secundaria en las sombras, involucrándose solo cuando era demasiado necesario. Podría decir que tuvo una secundaria tranquila, dejando de lado que el proceso de crecer implicó darse cuenta de sus sentimientos no correspondidos hacia Jungkook. Había sido raro y difícil. Lo recuerda muy bien. Fue en su cumpleaños 15, luego de que la celebración terminara y todos sus amigos se hubieran ido. Fue cuando su madre le dijo lo buen muchacho que era ahora su mejor amigo que Jimin comprendió.
Había pasado mucho tiempo sin llamar así a Jungkook y darse cuenta de eso no solo lo entristeció, lo enojó. Se enojó consigo mismo. No supo ni tuvo el valor para decirle a su madre que con el tiempo había dejado de intentar. ¡Y vaya que lo había hecho! Nunca dejó de tener detalles con Jungkook, lo había hecho desde el nido. Él siempre se ofrecía a hacerle alguna tarea o a ayudarlo a estudiar. Jungkook siempre se mostró agradecido y feliz de tenerlo con él. Lo abrazaba y prometía estar a su lado no importase cuánto cambiaran. Era reconfortante oírlo, ese tipo de palabras todavía hacían su corazón palpitar.
Sin embargo, nunca fue suficiente. Él nunca fue suficiente.
"Lo está, ¿no?" respondió luego de haber recordado todo eso. SoHee lo miraba curiosa desde la puerta de su habitación. "Jungkook sigue siendo igual que antes, pero algo ha cambiado entre nosotros" atinó a decir, sin revelar mucha verdad.
Su madre se percató del ligero tono autocompasivo de Jimin y se adentró en la habitación, tomando asiento en la cama. Se situó frente a él y lo tomó de las manos.
"Jungkook te gusta, ¿no?" Preguntó de repente. Jimin dejó caer las manos del agarre de su madre y sintió que su corazón dejó de latir. "Puedes decirme, sabes. Soy tu madre, después de todo. No me juzgues mal anticipadamente, Jimin. Sabes que no tengo ningún problema con hablar de esto. Solo me preocupo por ti. Hoy estabas tan feliz a su lado, a diferencia de los otros. Y tenías una chispa diferente, brillante y cegadora".
"¿De verdad?" Jimin cuestionó con miedo. SoHee asintió. "No sé qué hacer..."
"¿Se lo has dicho?" Interpeló su madre. Jimin negó. "¿Por qué?" Ahí estaba. La pregunta cuya respuesta lo hacía llorar y ponerse como bolita todas las noches. La misma razón por la que, egoístamente, podría decir que ese cumpleaños había sido el mejor hasta ahora porque su primo no había podido venir debido a un viaje importante de su padre.
"Porque no es mutuo, mamá" Respondió luego de un rato. SoHee tardó en reaccionar, pero no dudó en abrazarlo cuando empezó a sollozar. "No soy el tipo de persona que quiere, no estoy cerca de serlo y tampoco creo merecerlo" Dijo casi hipando. "No me quiere".
"Oh, Jimin..." Ella le daba palmaditas en la espalda con una mano mientras que con otra recorría su cabello con sus dedos, muestra del inmenso cariño que le tenía. "No quiero que digas que no lo mereces. Probablemente no es la persona para ti, pero no es el fin del mundo ¿sí? Tienes que saber que, en el amor, como en la vida, uno tiene que ir construyendo buenas y malas memorias. Tendrías suerte de conseguirlo a la primera, pero muy pocos llegan a tener esa dicha. Este es el inicio y seguro te parece la peor parte, pero créeme que algún día valdrá la pena. No llores, hijito mío. Tú eres más que suficiente para cualquiera".
Jimin no dijo palabra alguna. En ese momento solo creía que su madre no entendía de lo que hablaba. Jungkook era para él aquello que siempre había querido. Significaba calidez y seguridad, todo en una persona. No había manera de que consiguiera algo mejor. Tampoco quería tomar esta experiencia como algo malo, solo esperaba algo bueno. Lo quería desde hace mucho y lo había visualizado con Jungkook. Significaba todo para él, su madre no entendía que su corazón ahora mismo estaba repartido en pedazos. Algunos de ellos que no pudo controlar y que se quedaron con su amigo: una parte de él era suya.
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Jimin tuvo que aprender a lidiar con un corazón roto por cierto tiempo, al menos hasta que se graduara de la secundaria. No había sido sencillo seguir conversando y viendo a Jungkook después de la charla con su madre. Sus sentimientos hacia él venían desde hace mucho, pero fue ese día que se volvieron más reales y, por tanto, más difíciles de ignorar.
Él había decidido desde hace un tiempo que estudiaría en Estados Unidos. Secretamente había empezado a tomar clases sobre el idioma para estar listo una vez que tuviera que mudarse. La única persona consciente de su plan era su madre y ella lo apoyaba por completo, algo que le brindó mucha más seguridad para tomar aquella decisión tan radical.
Taehyung y Jungkook, sus únicos amigos, fueron los últimos en saber. Se enteraron el día de la graduación y por medio de SoHee, quien había comentado vagamente que iba a extrañar a su hijo cuando tuviera que viajar.
"¿Te vas? ¿Por qué no me dijiste?" Taehyung había sido el primero en preguntar, su voz estaba cargada de confusión y tristeza. "¿Ya no te importo?"
"No es eso, Taehyung. No era algo seguro" mintió. Taehyung lo notó. Jimin sabía que era un mal mentiroso, pero si había algo en lo que era bueno era en perder. Él sería un buen perdedor. "Y Tae, por favor, sé feliz cuando me vaya".
"¿Y ahora de qué demonios estás hablando?" Jimin hizo una mueca de obviedad.
"Solo sé feliz. Ama, vive, come ¿cómo era la peli? Bueno, me entiendes" Taehyung se ruborizó y negó, mirando al piso. Jimin escondió sus manos dentro de la enorme toga. Empezaba a sentirse vulnerable, triste y solo. "Me tengo que ir, pero haz caso sobre lo que te digo ¡y despídeme de Jungkook!" Taehyung parpadeó dos veces seguidas, sin comprender de todo el mensaje.
Jimin prácticamente huyó del salón. Se dio cuenta de su error cuando estuvo en el carro de camino al avión. Debí haberme despedido de él, pensó. Una lágrima rodó por su mejilla. ¿Jungkook lo odiaría? Lo más probable era que así fuera. Sintió una opresión en su corazón, su pecho se encogió. Después de todo, no era un buen perdedor. Nunca lo había sido.
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