La carta
Desperté horrible, de mal humor y parecía una momia, me paré de la cama y al dar un paso me tropecé, di un gran paso hacia adelante pero termine cayéndome, me dolió todo, me paré y vi que mi codo estaba sangrando, me acerque a un cajón cerca de mi cama y lo abrí, empecé a buscar una curita mientras la sangre corría por mi brazo, entré en desesperación pero al cabo de unos segundos la encontré, la abrí y me la coloque.
Vi el piso en la zona en donde me caí para ver con que me tropecé, había una cajita pequeña con un enorme lazo.
—¿Qué? —susurre con el ceño fruncido.
Me agaché para agarrarlo y tenia una etiqueta que decía "para ti, Att: anónimo ".
Me pereció muy extraño y la quería abrir pero también quería abrirla junto a Evan, así que la guarde y me vestí, baje a la cocina, desayune lo mas rápido que pude, salí corriendo de la casa sin despedirme de nadie. Llegue y empecé a buscar a Evan.
Estaba fijando la vista en el pasillo para ver si pasaba Evan, pero vino Alexa, por si no la recuerdan, eramos amigas, ¿Por qué ya no lo somos? Pues desde que conocí a Evan ella se puso ¿celosa?, tal vez, pero dejó de hablarme y a ignorarme y supuse que nuestra amistad termino.
Ella se acercó y me miró de mala gana.
—¿Qué buscas? —cruzó los brazos.
—Mmm... a Evan —Fijé la vista de nuevo en el pasillo.
—Por si no lo sabias, estas perdiendo el tiempo, el no vino hoy —volteó los ojos.
—¿Qué? ¿Por qué no vino? —me preocupé, puede que le haya sucedido algo.
—¿Qué voy a saber? —dijo encogiéndose de hombros.
—¿Le pasó algo malo? —me preocupe aun más
—No se y no me interesa —colocó los ojos en blanco—¿Podrías quitarte que estas estorbando mi casillero? —entendí porque se había acercado a mi y me aleje dándole paso.
Sali corriendo al patio, me senté en un banco y saque mi celular para llamar a Evan.
—¿Evan?
—Si ¿Angelica? —contestó Evan en la otra línea.
—¿Por qué no viniste? —dije mordiéndome una uña.
—Me siento un poco mal —tosió.
Menos mal, al menos no se murió.
—Me preocupaste, ¿seguro que estas bien? —pregunté dispuesta a ir a su casa.
—Tranquila, estoy bien, ¿tu necesitas algo?
—Mmm... ¡si! —recordé la cajita y la saque del bolso.
—¿Qué paso?
—Quería decirte que en la mañana me tropecé, me corte y... —Evan me interrumpió
—¿Estas bien? ¿fue grave? —sonó preocupado.
—No, tranquilo, no fue nada pero ese no es el punto, lo que pasa es que después de eso me fije que tropecé con una cajita —la agite un poco
—¿Si? —dijo curioso.
—No quería abrirlo sin ti —agite la caja de nuevo para tratar de escuchar que había dentro, pero no logre saber que era.
—Tranquila, ábrelo tu y luego me cuentas —dijo rápido y un poco ¿nervioso? y colgó de una vez.
—¿Por qué colgó? —me dije a mi misma—Bueno ya que, vamos abrirla —tomé la caja con las dos manos.
Empece a des envolverla, la abrí y había una... ¿Carta?
Tome la carta, la abrí y empece a leerla.
"Hola Angélica, me imagino lo ansiosa que estabas por abrir esto, te conozco muy bien.
Soy una persona que te admira demasiado todos los días, quiero decirte que me confundes, haces que vea el mundo de otra manera, tan sólo verte me siento tan seguro, y tan afortunado. Quisiera que leyeras las cartas que te enviare con frecuencia todos los días.
Con cariño, anónimo."
Estaba sorprendida ¿Quién es? ¿Cómo llegó esta cosa a mi cuarto? Muchas preguntas pasaban por mi cabeza.
****
Terminaron las clases y salí corriendo a la casa de Evan, no podía creer esto, estaba sintiendo muchas cosas como emoción, intriga, desesperación, ¡agh! que horrible es sentirse asi.
llegué y toqué la puerta rápido, se abrió la puerta y Evan estaba ahí.
—¿Qué pasó? —se acercó a mi.
—No lo vas a creer —empece a dar pequeños saltos.
—Pues no lo sabre si no me dices —bromeo con una media sonrisa.
—¡Me dieron una carta! —se la mostré.
—¿Una carta? —la miró—¿Y que dice?
—Lo más romántico que me hayan dicho —no pude evitar sonreír.
Nunca antes me habían dado una carta y mucho menos de este tipo de cartas, tenia un admirador secreto y eso me emocionaba de alguna manera.
—¿Le gustas a alguien? —dice cruzando los brazos.
—¡Si!, ¿sabes quién es? —pregunté frunciendo el ceño.
—No —dice rascando su nuca.
—¡Ya quiero leer la otra carta! —digo aplaudiendo como foca.
—Mira tengo que hacer muchas cosas y necesito que te vayas —me empuja hacia afuera y cierra la puerta.
—¿Okay? —hablo confundida.
Este día fue muy raro ¿Por qué le gustaría a alguien? ¿Por qué una carta? Pero la pregunta más importante era ¿Quién rayos era?
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