Dulce Venganza
Estaba en el colegio, rodeada de gente, había mucho ruido, risas, gritos, burlas y no sé qué pasaba. Caminaba y caminaba sin fin, vi a Evan hablando con Alexa y me acerque a él.
—Hola —salude pero no me respondió—¿Hola? —repetí pero seguía sin escucharme o al menos verme, le agite la mano enfrente suyo y no me veía, el seguía hablando con Alexa, intente escuchar de que hablaban pero no podía, simplemente no podía.
Él se volteo hacia mi pero en realidad no me veía, camino hacia mí y trate de detenerlo pero me atravesó, voltee a perseguirlo y trate de agarrar su mano pero al tocarlo lo atravesé de nuevo.
—¡Evan! —grite lo más fuerte que pude pero el simplemente no me escucho.
Yo era invisible.
De pronto vi toda la gente rodeándome, me señalaban y se burlaban de mí, me decían miles de cosas. No aguante las ganas y empecé a llorar, las lágrimas caían una detrás de la otra, cai al piso arrodillada cubriendo mi cara con mis manos, sentía miedo.
Hubo un gran silencio, todo estaba en negro y de pronto desperté.
La luz proveniente de la ventana chocaba contra mis ojos, sentí lágrimas en estas y me las seque, trate de levantarme, me sente en la cama y estaba pensando en el sueño que tuve, sentia solo odio hacia mi, soy una estúpida sensible, que no podia defenderse y no podía mostrarse fuerte, nunca lograré dejar el miedo.
Me paré y me dirigí a un espejo que quedaba cerca de la cama, tenia la mejilla morada, mis manos vendadas y me dolía un poco al respirar. No veía nada en el espejo, solo una chica vacía, una chica tímida, tonta, cobarde, veía un desastre.
Escuche ruidos del otro lado de la puerta, vi como se movía la perilla y como se abría la puerta suavemente.
—¡Angélica! —mi mamá entró a la habitación—¿Cómo te sientes? —se acercó a mi.
—Mejor, supongo —subi los hombros desanimada.
—¿Hija qué tienes?—me abrazó.
Unas cuantas lágrimas salieron, no quería llorar pero era imposible.
—Tranquila todo va estar mejor —acarició mi cabello mientras seguía abrazándome.
—No, no va a estar mejor, Miguel me seguirá maltratando, y yo nunca podre defenderme —hable con la voz entre cortada mientras mis lágrimas salían aún más fuerte.
No entendía por qué todo era así, ¿que hice para merecerme esto?, en realidad no sabía y tal vez nunca sepa. No se por qué nadie me defiende, en realidad mi madre no puede hacer nada, mi padre mucho menos, yo ya no le intereso a Alexa. El único que esta para mi es Evan, el es el único refugio en donde puedo acudir, el es mi armadura, mi único apoyo, el es mi mejor amigo. Pero aún así Miguel no pararía y me pregunto si todo sería mejor si yo ya no estuviera.
***
Llegamos a mi casa después de salir del hospital. Estaba acostada en mi cama viendo las gotas de lluvia chocar contra el vidrio de la ventana.
Cada vez el sol se ocultaba más haciendo que salga la luna y que todo se vuelva mas oscuro. Hay un enorme silencio en mi habitación, haciendo que solo se escuche la lluvia.
Escucho un sonido muy cerca de mi, muevo la cabeza y veo que es mi celular, estiro mi brazo y lo agarro, lo desbloqueo y veo que tengo mensaje. Rápidamente se forma una sonrisa en mi rostro al ver que es de anónimo.
Anónimo: hola, siento mucho lo que pasó, ¿Cómo te sientes?
Anónimo es hermoso, no sé como es físicamente pero lo importante es que me quiere y se preocupa por mi.
Yo: hola, me siento mucho mejor, gracias por preguntar.
Visto a las 18:46
anónimo: que bien, me tenías preocupado, sabes que te quiero y no se que hacer sin ti.
yo: gracias por preocuparte, en serio.
anónimo : en realidad deberías darle las gracias a Evan, el fue quien intervino y acabó con eso, si no fuera por el, Miguel hubiera seguido golpeándote.
yo: en realidad si, el es el mejor, en verdad no se qué haría sin el, el es lo mejor que me ha pasado.
anónimo : ¿en realidad piensas eso?
yo: claro que si.
anónimo : ¡wow! no sabia que te importaba.
yo: ahora lo sabes.
anónimo: bueno, antes de irme quiero que bajes y abras la puerta de la casa, te tengo una sorpresa.
¿¡¡Qué!!? ¡¿Anónimo me esta esperando en la puerta?! En realidad no se, pero baje lo más rápido que pude tratando de que no me doliera nada y abrí la puerta, me llevo una gran sorpresa, anónimo me trajo un enorme oso de peluche agarrando un corazón que decía: "te quiero".
El celular vibra en mis manos haciendo que reaccione, lo veo y tengo un mensaje de anónimo.
anonimo: ¿te gusta?.
yo: ¿que si me gusta? ¡¡me encanta!!.
anónimo: que bien, porque tu te mereces más que eso.
yo: muchas gracias.
anónimo: me tengo que ir, que tengas muy buenas noches.
yo: adiós <3.
Guarde el celular en mi bolsillo y salí de la casa para agarrar el gran peluche, lo abrace con mucha fuerza, entre a la casa y cerré la puerta de una patada. Llegue a mi cuarto y me lance a la cama con el peluche, era tan lindo y suave, solo podía decir una cosa "gracias anónimo".
Me quede dormida pensando en todos los chicos posibles que podían ser anónimo, pero ninguno cuadraba, nunca sabré quien es, y eso me entristece mucho.
Desperté por el sonido de la alarma, estire mi brazo y la apague, me levante lentamente y camine hacia el baño, abrí la regadera de la ducha y empecé a quitarme la ropa, me quede mirándome en el espejo, no quería ir al liceo, tengo miedo, soy una cobarde. Un sonido me alejo de mis pensamientos, alguien tocaba la puerta
—Angélica —dice mi hermana del otro lado de la puerta.
—¿Si?
—Apúrate necesito entrar.
—Okay, voy a bañarme —digo mientras entro a la ducha. Me ducho rápido y salgo, me secó el cuerpo y el cabello, me coloco la toalla alrededor de mi cuerpo y abro la puerta.
—¡Al fin! —entra rápido al baño y cierra la puerta de un golpe. Camino hasta mi cuarto y me arreglo, me coloco una blusa negra y pantalones, y luego me visto mis vans blancas, me peino el cabello y me lo dejo suelto, me coloco un poco de polvo en la cara solo para tapar la herida en mi mejilla, pero al tocar mi mejilla me arde, así que coloco el polvo lentamente y al terminar bajo a la cocina.
—Buenos días —saluda mi mamá mientras entro a la cocina.
—Hola —me siento para desayunar.
Al terminar de comer, agarro mi mochila y salgo de la casa mientras recuerdo lo que pasó ayer, y sin darme cuenta ya había llegado al colegio.
Entré y todos se me quedaron viendo, otros empezaron a hablar entre murmullos, y me apuntaban "discretamente", me sentía incomoda y a la vez tenía un poco de miedo. Seguí caminando hasta llegar a mi casillero, llegue y alguien se puso detrás mio, en ese momento me ataco el miedo y los nervios, me voltee lentamente y di un gran suspiro al ver quien era.
—Evan —digo con una sonrisa enorme.
—¿Cómo estas? ¿cómo te sientes? —coloca su mano en mi mejilla.
—Bueno, creo que bien —Evan me miro con tristeza y me abrazó, me sentí mejor.
—Te prometo que nunca dejare que te haga eso de nuevo —me soltó, pude ver en su mirada un gran enojo—Lo va a pagar.
—Evan ya déjalo —no quería mas conflictos, y no quería ver a Evan lastimado.
—No.
—Ev... —no pude terminar mis palabras cuando el timbre sonó, todos se fueron a clases y Evan me dejo una sonrisa y se fue, camine hasta mi salón y me senté en mi puesto, la profesora de lengua se acerco hacia mi.
—Señorita, lo siento por mucho lo que le paso, le quería decir Miguel fue suspendido dos semanas por sus acciones —dijo amablemente con una sonrisa.
—Gracias, profesora —estaba agradecida, ya no volveré a ver a Miguel por mucho tiempo.
La última clase del día termina justamente a la una y media de la tarde haciendo que todos salgan de clases y se vayan sus casas, como siempre yo soy la última en salir, agarro mi mochila y salgo del salón, al salir veo a Evan sentado en un banco en el patio.
—¿Qué haces aquí?.
—Bueno, te quería acompañar a tu casa —se levanto y colocó sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.
—¡oh! gracias, pero no hacía falta —dije sonriendo.
—A partir de hoy seré tu guarda espaldas personal —los dos reímos.
—Bueno señor, acompáñeme a mi casa —le seguí el juego con una sonrisa.
—Okay señorita Flores.
Salimos del colegio y estábamos caminando en la calle mientras hablamos.
—Ayer alguien me dio un regalo —lo mire directo a sus ojos color café.
—¿Si? ¿Quién? —dijo rascando su nuca.
—Anónimo —sonreí—Me regaló un enorme oso de peluche —abrí los brazos del tamaño del peluche
—Que bien —sonrió asombrado.
—Anónimo es muy bello, detallista, el sabe cómo enamorar a una chica —seguimos caminando.
—¿Qué? ¿estas enamorada de él? —levanto una ceja.
—Pues, digamos que me atrae, él es un misterio.
—No sabia —observó el suelo.
—¿Qué pasa? —paré de caminar, el hizo lo mismo.
—Nada —siguió caminando, lo seguí.
—¡oye! si te pasa algo, ¡dime! —crucé los brazos.
—Es que...
—¿Es que...? —esperé su respuesta.
—Es que me molesta que no sea capaz de decir quien es —dijo bajando la cabeza.
—Oye, no importa, luego sabremos quién es, solo necesitamos paciencia —trate de animarlo.
—No, no lo va a decir.
—Claro si que, el sabe que lo quiero y algún día me dirá.
—Si tu lo dices —sonrió de lado subiendo los hombros.
Seguimos caminando, todo iba muy bien, estábamos riendo y hablando pero paso algo que no me esperaba, apareció alguien.
Miguel.
—Vaya, vaya a quien tenemos aquí—dijo Miguel detrás de nosotros, nos dimos la vuelta y estaba parado con los brazos cruzados y con una mirada penetrante.
—Miguel por favor déjanos —rogué, aunque no funcionó.
—¿Dejarte? ¡Ja!, me suspendieron dos semanas por tu culpa.
—¿Por mi culpa? —subí una ceja.
—Cállense —Dijo Evan interrumpiéndonos—Miguel, vas a pagar por hacerle todo esto a Angelica —Evan estaba enfadado.
—¿Y qué vas hacerme? ¿Golpearme? —colocó sus manos en su cintura.
—Pues si, es buena idea —y sin darme cuenta el puño de Evan aterrizo en la cara de Miguel, haciendo que caiga al suelo, Evan se acerco más a Miguel, el cual estaba tirado en el suelo, y empezó a patearlo. No podía creer que Evan estaba haciendo esto por mi.
—Vayámonos de aquí —Evan me tomo de la mano y me halo lejos de ahí.
Nos fuimos rápido mientras Miguel seguía en el suelo. Llegamos a mi casa y mire a Evan a los ojos.
—Gracias —lo abrace.
—Tenía que hacerlo, y espero que ese idiota no te vuelva a tocar —sonrió.
—Nos vemos luego —le di un beso en la mejilla y luego entre a la casa.
Cerré la puerta y di un gran suspiro, subí a mi cuarto, me cambie de ropa y me acosté en la cama, y pensando en como Evan golpeaba a Miguel y ver como me defendía, me quede dormida.
Una sonrisa se dibujo en mis labios.
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