Era el día de la fiesta y en verdad no estaba segura si quería ir, pero bueno, lo iba hacer por mi amiga así que empecé a arreglarme y al terminar llamé a Alexa.

—Hola Ale, ya terminé ¿donde estas? —revisé la hora.

—Ya estoy llegando, baja y espérame —y colgó.

Bajé y la esperé digamos que mucho, la vi por la ventana corriendo hasta mi casa, salí por la puerta y caminé hacia ella.

—Tardaste mucho —dije regañona y ella empezó a reír.

—Tranquila ya estoy aquí, ¡vayámonos! —chilló de la emoción.

Tomamos un taxi y le dije la dirección, al llegar la casa estaba llena de gente del colegio, yo no quería salir del auto pero Ale no dejaba de rogarme.

—¡Vamos! —me suplicaba. Tenia sus típicos ojos de perrito triste.

—Bueno... —estaba algo incomoda.

Bajamos del taxi y los nervios me atacaron, cuando entramos estaba lleno, había mucha decoración y la música estaba muy alta, empezamos a caminar y de pronto Miguel con una sonrisa burlona se posicionó en mi campo visual.

—Vaya, Vaya, miren a quien tenemos aquí —dijo acercándose, retrocedí pero las personas que estaban bailando no me estaban ayudando.

—¿Qué quieres? —le dije con voz fuerte, pero por dentro me estaba muriendo del miedo.

Me empujó y caí al suelo, todo el mundo volteo a verme y se empezaron a reír de mi, luego vino Ale y le dio una cachetada a Miguel.

Mala idea.

—Déjala en paz, Miguel —se le notaba enfada, lo señalaba con uno de sus dedos.

—¿qué harás al respecto? —le hizo una seña a sus amigos y ellos garraron a Ale por la cintura llevándola a un cuarto y la encerraron.

Yo muerta del miedo me pare y mis piernas no dejaban de temblar.

—¡Déjala salir! —él me volteo a ver con odio, me agarró y me empujo otra vez, en ese momento quería morir, no sabia que hacer, trate de aguantar las lagrimas pero estas me vencieron.

—Miren quien esta llorando —dijo Lucia entrando con un vaso de agua en la mano el cual votó encima mio.

Me cargaron, empece a petalear pero no daba mucho fruto que digamos, me encerraron en el mismo cuarto con Ale, yo seguía llorando mientras ella me abrazaba.

—No tenia que traerte a esta fiesta —unas lagrimas salieron de sus ojos.

—Tranquila... no es tu culpa, tu no sabias que iba a pasar esto —seque sus lagrimas y la abracé aún más.

Luego de 15 minutos abrieron la puerta del cuarto y nos sacaron.

Nos agarraban de los brazos y nos llevaron a la salida de la casa, luego nos empujaron y caímos en el suelo. Cerraron la puerta sin decir ni una palabra, nos paramos del suelo y cada una se fue a su casa.

Llegué a la casa y cerre la puerta tan duro que sonó horrible y mi mama bajo corriendo.

—¿¡Que paso!? —dijo viendo hacia todos lados.

—Nada mamá —pronuncié bajo.

—¿Hija que pasa, por qué estas triste? —dijo mientras se acercaba para abrazarme.

No pude aguantar las lagrimas.

—La fiesta fue un desastre, me odian —no paraba de llorar—No entiendo la razón por la que me tratan así.

Solte a mi mamá y sali corriendo hacia mi cuarto y cerre la puerta, me tiré a la cama, segui llorando hasta que me quede dormida.

No sabia por qué eran así, ¿Por qué me odian?, ¿qué les hice?, yo era muy diferente.

Vivimos en una sociedad en la que si no eras popular, no vas a fiestas o no eres capitán del equipo. No eres nadie.