EPÍLOGO
*Epílogo*
— Tienes que llevar una dieta más sana, y trata de no estresarte tanto— dice el doctor— Sin más, eso es todo.
— Gracias, doctor— sonrío y tomo la mano de Logan para salir juntos al pasillo.
Salimos del hospital y vamos en busca de su auto, él abre la puerta para mí y le agradezco.
Observo la ventana y trato de despejar mi mente, pero es una tarea casi imposible. La mano de Logan se posa en mi muslo y giro mi rostro para poder verlo.
— Estás muy callada— comenta— ¿Estás bien?.
— Si— asiento— Solo... estoy cansada y tengo hambre.
— Eso se soluciona— sonríe de lado.
Guío mi vista nuevamente hacia la ventana y me concentro en el paisaje.
El frío de hoy es violento, el cielo está nublado más de lo normal y sé que pronto lloverá. Quiero dormir y soñar con un mundo donde no existan personas sin corazón y con interés.
— ¿Por qué vinimos aquí?— cuestiono cuando veo que llegamos a su casa.
— No voy a dejar que te desmayes otra vez— arqueo una ceja.
— Logan, mi hemoglobina está estable, solo tengo que dormir y tratar de no estresarme— informo bajando del auto y siguiéndolo dentro de la casa.
— Pero sé que si vas a tu departamento sola no comerás bien— toma mi mano y me guía a la cocina.
Ruedo los ojos y dejo que él haga lo que quiera.
— Come— dice y niego.
— Ya no quiero más— observo el bol lleno de ensalada.
— En serio no es normal que estés tan callada— señala— ¿Qué sucede, Sol?.
— Nada, solo... — suspiro y juego con el tenedor— Tengo sueño eso es todo.
Siento su mirada sobre mi y tomo valor para colocarme de pie, caminar hacia él y detenerme frente a él.
Me situó entre sus piernas y rodeo su cuello con mis brazos, sus manos van a mi cintura y las deja ahí. Miro sus ojos azules y memorizo cada parte de su rostro.
Mi mano viaja a su mejilla y la dejo estar sobre ella.
Acerco mi boca a la suya y presiono sus labios contra los míos, lo aprieto más a mi y trato de grabar cada sensación que se instala en mi interior cada vez que estoy con él.
Cómo mi corazón se acelera con tan solo tenerlo cerca, como mi cuerpo se estremece con cada uno de sus toques y como todos mis sentimientos hacia él se intensifican cada vez más.
Su mano va a mi nuca y su lengua se une con la mía estremeciéndome, luego junta su frente con la mía.
Escondo mi rostro en su cuello y me permito llenarme de su aroma e impregnarlo en mi vida para siempre.
Observo su rostro relajado y completamente dormido, su perfecto perfil y sus hermosos labios.
Con cuidado de no despertarlo, me levanto de la cama y busco mis Vans. Cuando estoy por acercarme a la puerta, me detengo y giro a verlo.
Me acerco nuevamente a la cama y en la mesita de noche busco un pedazo de papel y un bolígrafo.
Mis manos tiemblan al escribir cosas que no quiero, pero que son necesarias para ambos, siento mis ojos llenarse de lágrimas ante cada palabra que trazo en el papel.
Con el corazón palpitándome dobló el papel y lo dejo sobre la madera, vuelvo a guardar el bolígrafo y observo nuevamente al ser más frío del mundo.
La persona que derritió con su fuego el hielo de mi corazón.
Me acerco a la cama y acaricio su mejilla y dejo un beso sobre ella después.
Salgo de su habitación y bajo las escaleras como si mi alma dependiera de ello. Observo el reloj de la sala y veo que son las dos y media de la madrugada.
Salgo de la casa y el frío viento choca con mi cuerpo, congelando todo a su paso.
Comienzo a caminar a paso rápido, sintiendo mi corazón romperse en mil pedazos, mi alma desgarrarse y las lágrimas caer por mis mejillas.
A la medida que camino, me permito llorar todo lo que no he llorado en años. Dejo que los sollozos salgan de mis labios como único lamento y dejo que él me haga compañía y me consuele.
Las frías gotas de lluvia empiezan a caer confundiéndose con mis lágrimas y el clima se pone de acuerdo con mi estado de ánimo.
Camino hacia mi casa dejando atrás lo único bueno y lindo que me ha sucedido.
Camino dejando que el invierno eterno de Alaska se lleve el amor que comencé a sentir por Logan el primer día que lo ví.
Aprieto mis brazos alrededor de mi cuerpo, las lágrimas no cesan, los sollozos son cada vez más constantes y el dolor en mi pecho crece a medida que la lluvia aumenta su intensidad.
Miro al cielo y pido porque mi corazón vuela a ser el témpano de hielo que era antes y que el fuego que llegó para derretirlo se apague y me deje ser invierno nuevamente.
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¡Chan, Chan, CHAN!.
El final ha llegado.
¿Que les pareció?.
Dejen en los comentarios que esperan en la segunda parte.
Los estaré leyendo.
¡Voten y comenten mucho!
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