*Capítulo 9*

El lunes llegó y él con una ventisca infernal, el frío me cala los huesos y me estremezco. Camino a paso apresurado hacia el restaurante con mi excusa médica en la mano. Cuando entro al establecimiento, agradezco el poco de calor que calienta mis mejillas. Le sonrío a uno de mis compañeros y me encamino a la oficina de Claudia.

Toco la puerta y un pase del otro lado, me indica que ya debo entrar. Sonrío cuando cierro la puerta tras de mi y Claudia me indica que me siente.

— Hola, linda— me sonríe— Me enteré de lo ocurrido, ¿Segura que estás bien?.

— Si, solo fue un pequeño susto— digo negando.

— Esos moretones en tu cuello no me dicen lo mismo— señala mi cuello y es cierto, mi cuello está hecho un desastre— ¿Qué haces aquí, Sol?, Deberías estar descansando.

— Descanse todo el fin de semana— digo bajando la mirada— Tengo que trabajar, Claudia. No puedo darme el lujo que perder este empleo.

— Tu excusa médica— me tiende la mano y yo le entrego la hoja— Aquí dice que es una semana de reposo.

— ¿A quien le importa?— cuestiono.

— A mi— dice y arquea una ceja— Ve a casa, Sol. Duerme y descansa. No vuelvas hasta que estés mejor y como te vea en algún lugar trabajando, yo misma voy a despedirte.

— Claudia...

— Claudia nada— dice y se levanta— Fuera de mi oficina, y deja de fruncir el ceño, te arrugarás.

Salgo de la oficina refunfuñando y haciendo pucheros, puesto que cada vez que me enfado hago lo mismo. Una manía, creo.

Definitivamente hoy es el día de molestar a Sol. Me cruzo de brazos y me dejo caer en la banca del parque, fui a todos mis trabajos y ninguno de mis jefes quieren que trabaje.

No vuelvas hasta que te mejores, es una orden, Sol.

Si, claro. Ruedo los ojos y me sobresalto cuando siento mi teléfono sonar.

«Tu y yo. En dos semanas. Clases de boxeo».

Frunzo el ceño.

¿Andy quiere tomar clases de boxeo?. Está demente.

«¿Bromeas, ¿Cierto?».

«Oh, no. Claro que no».

Río por lo bajo y niego divertida.

— Afortunado es el que te haga sonreír así— me sobresalto y giro mi rostro, para encontrarme con Logan Coleman de pie junto a mí. Llevo una mano a mi pecho y siento mi corazón enloquecido.

Y no es por el susto. Bien, suspiro y vuelvo a observarlo.

— ¿Estás siguiéndome?— arqueo una ceja divertida y él sonríe de lado.

No observes su sonrisa, Sol. No lo hagas.

— Este es el camino hacia mi casa— dice— Pasaba por aquí y te vi. No estarás pensando en cruzar la carretera sin mirar, ¿Cierto?.

— Aún no caigo tan bajo— suelto una risa sin humor— Solo que hoy no es mi día.

— ¿Puedo saber por qué?— pregunta sentándose a mi lado.

— Mis jefes no quieren que trabaje hasta que esté en perfectas condiciones— hago una mueca— Es estúpido, estoy bien.

— Debes descansar— dice, mientras observa mi boca y hasta ahora sé que, estoy haciendo un puchero— No todos pasan por la misma situación que tú y viven para contarlo.

— Lo sé, tengo suerte— digo apartando mi mirada de la suya— Pero eso no me quita el derecho de trabajar.

— Eres terca— suelta una risa ronca y mi piel se eriza.

— No es algo nuevo— susurro — ¿En qué queda nuestra cita?— suelto antes de asimilar las palabras.

— ¿En qué quieres que quede?— pregunta mirando mis ojos fijamente.

¿Por qué dices cosas para después no saber que responder?. No lo sé, soy así. Hablo sin pensar.

— ¿A dónde pensabas llevarme?— cuestiono suavemente.

— Algún restaurante o algo, ¿Por qué?.

— No me gustan los restaurantes caros— digo mirando mis manos— ¿Ibas a llevarme a uno de esos restaurantes?.

— Ahora que sé que no te gustan, no— niega y mis ojos se topan con los suyos.

¿En qué momento se acercó tanto?. No lo sé.

Su rostro está a escasos centímetros del mío y mi corazón comienza a palpitar como loco. Sus ojos azules no se despegan de los míos.

¿Por qué este hombre se ve tan perfecto?. Tal ves porque lo es.

La mano que tiene en el respaldo de la banca se eleva un poco y su dedo índice recorre todo el moretón que surca mi cuello. Un escalofrío me recorre y me hace cerrar los ojos, su mano se cierra alrededor de mi cuello de una manera tan delicada que me estremece, sus dedos acarician mi nuca y mi piel se eriza.

Abro los ojos como puedo y su rostro está más cerca aún, su respiración se mezcla con la mía y mis ojos no se apartan de los suyos.

Su tacto me tiene idiotizada y para colmo sus ojos azules me miran como si fuera lo más hermoso del maldito mundo.

No hagas esto, Sol. Puede que te arrepientas. Lo sé, pero me gusta su tacto sobre mi piel.

¡Quiero que me toque en todas partes!.

Mis hormonas están revolucionadas y no creo que sea para menos, este hombre es ilegal.

— No deberíamos hacer esto— susurro cuando veo que se inclina hacia adelante.

— Lo sé— responde, pero aún así se acerca más.

— ¿Por qué no te detienes?— cuestiono, cerrando los ojos y sintiendo como su aliento se mezcla con el mío.

— Es difícil detenerse cuando se tiene delante al ser más hermoso del planeta— dice y mi mundo se paraliza.

¿Por qué dijo eso?. No lo sé, pero mi corazón lo entendió perfectamente. Y creo que mi mente también lo hizo.

Mi mano se eleva con vida propia y se detiene en su mejilla. Mi dedo índice delinea su perfecta y marcada mandíbula, sus ojos me miran atentamente y siento mis mejillas arder. No estoy acostumbrada a tener una mirada tan potente sobre mi.

Y muchos menos la de un hombre como él.

— Tengo hambre— susurro cerca de su boca y él sonríe.

— Eres muy directa, ¿Sabes?— su pulgar acaricia mi mejilla.

— Es que no he almorzado— digo con los ojos cerrados.

— Almorcemos juntos— dice y asiento, aún en mi estado de estupidez— ¿Algún lugar que te guste?.

— ¿Te gusta la pizza?— cuestiono, y él asiente— Conozco un lugar.

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¡Otro Capítulo!

Un capítulo con fuego, ¿Que les parece?.

¡Esto se está poniendo BUENO!

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