CAPÍTULO 7
*Capítulo 7*
Abro los ojos lentamente y una luz demasiado brillante me obliga a entrecerrar los ojos. Observo todo a mi alrededor y las paredes de color verde pálido, más los instrumentos y máquinas médicas, me indican que estoy en un hospital.
Mi mano izquierda tiene una vía conectada con lo que parece ser, algún medicamento. Llevo mi mano derecha a mi cuello, en dónde siento que me duele toda la garganta. Hasta pasar saliva cuesta. Cómo puedo me siento e inhalo fuerte y exhalo lentamente. La puerta de la habitación se abre, dejándome ver al amor de mi vida.
— ¡Sol!— exclama Andy antes de, prácticamente volar y venir a abrazarme.
— Hola, hermanito— susurro con voz ronca.
Si, Andy es mi hermano menor. Tiene diecisiete y parece de veinte.
— ¿Cómo te sientes?— cuestiona después de soltarme.
— Me duele la garganta— murmuro, llevando la mano a mi cuello.
— Eres la única persona a la que se le ocurre enfrentar a un delincuente sola— una voz ronca hace que eleve la mirada y me encuentre con dos ojos azules iguales a los míos.
Arnol Smith me mira fijamente desde la puerta. Cierro los ojos y suspiro.
Abrí los ojos y lo veo acercarse a la camilla y sentarse junto a mi, para después besar mi frente. Mira mis ojos y acaricia mi mejilla.
— Hola, mi solecito— sonrío al escuchar el apodo cariñoso.
— Hola, papá— murmuro— ¿Cuánto llevo aquí?.
— Doce horas— habla mi hermano.
— ¿Cómo llegué aquí?— cuestiono.
— Tu vecina llamó a la policía, ellos te encontraron y buscaron en tu teléfono— papá explica mientras acaricia mi cabello— Tu último contacto fue con Andy.
— ¿Entonces lo golpeaste?— pregunta Andy divertido.
— Oh, claro que lo golpeé— digo sonriendo— Le di en la entrepierna y creo que rompí su nariz.
— ¿Es lo único que les importa?— la voz incrédula de papá llama nuestra atención y nos hace reír en el proceso.
— ¿En qué demonios estabas pensando?— exclama incrédulo.
Sabia que este momento llegaría.
Sabías que sus gritos llegarían.
— ¿Y que querías que hiciera, papá?— cuestiono— ¿Qué lo dejara pasar así como así?.
— Para eso está la policía, Sol— dice observándome.
— ¿Para que la policía?— frunzo el ceño— ¿Para que no hiciera nada?.
— Por el amor de Dios, Pudo haberte matado, Sol. ¿No entiendes la gravedad del asunto?— su mirada está cargada de reproche.
— Si, papá. Claro que lo entiendo, se que fue arriesgado. ¿Pero que más haría?— me siento al borde de la camilla y lo observo— ¿Qué lo dejara estar? Después de ver cómo por lo que trabajé, día y noche quedó hecho mierda, ¿Solo lo dejara estar?.
— Solecito, se que apreciabas todo lo que estaba en tu departamento. Pero arriesgar tu vida de esa forma no está bien— murmura sentándose junto a mí y tomar mi mano entre las suyas.
Suspiro tratando de ahuyentar las lágrimas y mostrarme fuerte.
Cómo siempre.
— ¿Y Andy?.
— Fue a buscarte algo de ropa— informa— Te darán de alta dentro de un rato— asiento y observo la pequeña ventana que se halla en la habitación— Conoces a mi socio— dice de repente y giro a mirarlo con la confusión marcada en mi rostro.
— ¿Qué?— pregunté.
— Logan, lo conoces— al escuchar el nombre de señor hielo, abrí los ojos a tope.
— ¿Cómo?— cuestiono— ¿Lo conoces?.
— Si, compro un par de acciones del bufete hace un par de años y es un gran amigo— explica.
— ¿Y como sabes que lo conozco?.
— Hoy tenía una reunión temprano con él— dice— Pero la cancelé, estaba muy ocupado con tus trámites. Él no sabía que tenía una hija y pues, cuando le dije tu nombre me contó que se conocieron en un restaurante.
— Si, sabes que trabajo en uno— asiente.
Me sorprende mucho que, le dijera que nos conocimos en el restaurante. Puesto que, en realidad lo hicimos en una esquina. No le doy mente al tema y luego recuerdo que hoy debíamos reunirnos.
Mierda, Sol. ¿Y ahora?.
Me encojo de hombros mentalmente, mi papá le dijo que estaba en el hospital. Así que, no le veo problema.
— Cámbiate— dice Andy entregándome un pequeño bolso— Estaré afuera buscando algo de comer.
Asiento y beso su mejilla—: Gracias, mi amor.
— No hay de que, mi vida— sonríe y sale de la habitación.
Me dirijo al baño y con rapidez me visto con un jeans negros y una sudadera azul marino. Luego me coloco mis zapatillas de piso blancas y me hago una coleta alta. Salgo a la habitación y busco mi teléfono en la mesita que está a un lado de la cama.
— Creo que nuestra cita se pospondrá— esa voz me eriza hasta los pensamientos.
— Supongo que si— murmuro y me giro lentamente.
Dos témpanos de hielo me miran fijamente, y yo me derrito por dentro.
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.
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¡Otro más!
¿Otro encuentro?, ¿En que quedará esta vez?
2/2
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