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CAPÍTULO 6

*Capítulo 6*


Miro el reloj en la pared y ya han pasado cuarenta y cinco minutos desde que llegué a la farmacia, el chico que atiende parece drogado y ahora resulta que no encuentra el medicamento que le pedí.

Apoyo el peso de mi cuerpo en mi pie derecho, ya que, mi pierna izquierda ya hormiguea. Aprieto el puente de mi nariz cuando veo al chico caminar de un lugar a otro.

—¡Lo encontré!— exclama como si hubiera descubierto América. Trato de no reírme y me acerco al mostrador, saco el dinero del bolsillo de mi abrigo y se lo tiendo.

— Gracias— le sonrió amable y tomo el pequeño botecito, para poder leerlo con suma lentitud y comprobar de que sea el medicamento correcto.

Salgo de la farmacia y achinando los ojos leo todas las letras pequeñas.

Necesitas lentes, Sol. Si que los necesito. La próxima semana pediré una cita con el oculista.

Cuando llego a mi edificio veo a varios vecinos reunidos en la entrada.

¿Y ahora qué?.

— ¿Qué ocurre?— pregunto.

— Pues, es en tu piso... — mi corazón se detiene.

— Karen... — susurro, sin esperar más.

Corro dentro del edificio y sucede que llego sin aire al tercer piso. Pero cuando me acerco, veo a doña Karen frente a mi puerta.

— ¿Está bien?— le pregunto cuando estoy frente a ella.

— Si, mi niña. Pero...— señala detrás de mi y por inercia giro.

Me doy la vuelta y busco mis llaves en el bolsillo de mi jeans. Pero cuando quiero abrir, veo la cerradura forzada.

Sol... mi subconsciente me susurra. Pero mi corazón bombea fuerte, coloco la palma de mi mano sobre la madera y con delicadeza la empujo.

Sol, no. Entro lentamente y mi corazón se detiene de manera impresionante.

Avanzo y observo como todo mi departamento, mi hogar... está hecho trizas.

Me acerco a la cocina y todo está en pedazos o en el suelo. El gran espejo que estaba en mi sala, yace en pedazos bajo mis pies.

Mis ojos se cristalizan.

¿Qué sucedió?. No lo sé.

Todo por lo que luché y trabajé está destruido.

¿Pero... quién hizo esto?.

Niego, llevándome las manos la cabello y tirando de él.

— ¡Maldición!— exclamo en un susurro ahogado.

Cuando estoy por arrancarme el cabello, mi mente se ilumina.

"Te metiste con la persona equivocada".

Desgraciado— me doy la vuelta y me encuentro con Karen en el mismo lugar.

— ¿Todo está bien, mi niña?— niego, pero medio sonrío.

— No te preocupes, mi Karen— le entrego las llaves y le doy un beso en la mejilla.

— ¿A dónde irás?— cuestiona cuando me ve al pie de la escalera.

— A solucionar el problema.

Corro escaleras abajo nuevamente, pero está vez siento la ira abordar mi cuerpo. Salgo a la calle y a la medida que corro, ato mi cabello en una coleta alta. Cuando llego la esquina donde siempre la irritación invade mi sistema, entro a lo que parece un almacén.

Y efectivamente, Max y sus amigos están riendo y bebiendo cerveza. Mac tiene un bate en la mano y esa es la prueba suficiente para descargar mi rabia.

— ¡Desgraciado infeliz!— exclamo llamando la atención de todos— ¡Pedazo de mierda, Imbécil machista!.

— Oye, cálmate pudín— Max se acerca a mi riéndose— ¿Por qué estás tan enfadada?.

— ¿Tienes tanto descaro para preguntarme?— murmuro seria— ¿Fuiste tú, cierto?.

— Puede ser, pero no tienes pruebas— sonríe cerca de mi rostro.

— No necesito pruebas, mal nacido— siento mis manos temblar.

— No me insultes, pudín— advierte con los dientes apretados— No me obligues...

— ¿A qué?— pregunto empujándolo— ¿Vas a golpearme?— sigo empujándolo— Poco hombre.

No sé cuándo mi mano se eleva y se estrella contra su mejilla de manera sonora. Mi mano pica y veo mis dedos marcados en su rostro.

— No debiste hacer eso, pudin— murmura de forma amenazadora y cuando está apunto de acercarse a mi, su hermano se interpone entre los dos.

— No hagas nada de lo que te puedas arrepentir— le susurra Mac, pero alcanzo a escuchar.

— No te metas, Mac— dice y luego observa tras de si— ¡Todos largo ahora!.

— Max...

— Largo, Mac. ¡Todos afuera!— grita y sin poner objeción alguna, todos salen del almacén dejándonos solos.

Mac es el último en salir. Max me observa y da un paso hacia mi, a lo que yo retrocedo.

— ¿Ahora tienes miedo?— pregunta burlón.

— Jamás, pero con lo poco hombre que eres, no creo que te atrevas a mucho— digo confiada, pero el miedo se desplaza por mis venas.

— No debiste golpearme, pudin— se acerca y yo retrocedo, hasta tal punto de que, mi espalda choca contra la pared— Ahora tendré que devolverte el gesto.

— Infeliz... — trato de empujarlo, pero su mano se enrosca en cuello interrumpiendo mi aire.

Sus dos manos se ajustan a mi cuello y las mías van a sus muñecas para tratar de apartarlo. Pero tiene más fuerza que yo.

Sol, tu puedes... no dejes que te venza.

Cómo puedo, levanto mi rodilla y la estampo contra su entrepierna. De esa forma, sus manos se alejan de mi cuello y van a su zona afectada. Alcanzo a dar dos o quizás, tres pasos en dirección a la puerta, pero su mano tira de mi cabello de forma brusca.

— No te irás tan fácil, Pudín.

Aguantando el dolor en mi cabeza, me giro rápidamente y con mi puño cerrado le doy en la nariz.

— ¡Perra!— un quejido entrecortado sale de sus labios, pero su agarre en mi cabello no cede y para colmo vuelve a poner sus manos en mi cuello. Pero está vez de forma más fuerte.

— Bas... ta... ya— mi voz entrecortada por la falta de aire, delata mi extraño intento de detenerlo.

Su sonrisa burlona solo crece y mis piernas flaquean. Mis rodillas tiemblan y siento que el cualquier momento, me desplomaré.

Este es tu fin, Sol.

Este es nuestro fin.

Mis ojos se cierran por la falta de oxígeno y mi boca se entreabre.

A lo lejos siento ruidos, pero no sé si es mi imaginación o si de verdad, son las sirenas de la policía.

La presión en mi cuello desaparece, pero me siento ahogada. Mi cuerpo se desploma y mi cabeza impacta contra el suelo en un ruido seco que en tan solo un instante, me deja inconsciente.

.

.

.

¡Llegué yo y con un capítulo nuevo!

¿Que pasará con Sol?

1/2

¡NO SE VAYAN!

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