*Capítulo 20*

Muy pocas veces lo he visto con su traje, excepto por él día que lo conocí y un par de veces más.

Está concentrado en su teléfono y tiene el ceño fruncido. Me acerco lentamente a él y presiono su entrecejo.

— Se te van a unir las cejas si sigues haciendo eso— me burlo y él me observa fijamente sonriendo.

— Eso solo aplica para ti— me atrae hacia él y me sitúa en medio de sus piernas, por lo que prácticamente estoy sentada en su escritorio— No tardaste.

— Estaba cerca— observo como su mano se pierde bajo mi camisa negra— Si te digo algo, ¿No te ofendes?.

— No te gusta este lugar— responde antes de que pueda decir algo, me mira y sonríe— Sol, sé que no te gusta estar entre tanto lujo, por así decirlo.

— Lo notaste— susurro desviando la mirada de sus ojos.

— No es difícil hacerlo— dice y acaricia mi abdomen con su mano abierta, enviando corrientes a todo mi cuerpo— Aún no entiendo porque estás conmigo.

— Eres la excepción, Logan— sujeto su barbilla y lo obligo a mirarme— Tal vez muchos piensen que este contigo por todo esto, pero no es así— digo mirando sus ojos azules— Me gusta estar contigo por ti, por lo que eres— sonrío— No he salido con alguien desde hace mucho, desde hace cuatro años exactamente— hago una mueca— Pero tu llegaste de la nada y no voy a seguir hablando.

Sentencio y él ríe. Me inclino hacia adelante y beso sus labios, sus manos van a mis piernas y hace que me siente a horcajadas sobre su regazo. Mis manos van a su nuca y presiono más su boca con la mía.

Me aparto de él cuando sus manos aprietan mi trasero con fuerza.

— Espera...— digo sintiendo sus besos en mi cuello— Logan...

— Lo sé— susurra y vuelve a subir sus labios a mi boca.

— En serio, basta— digo riendo cuando no se detiene.

— Está bien— sus manos se entrelazan tras mi espalda y las mías tras su cuello.

Miro sus ojos fijamente y tengo que desviar la mirada, la suya es demasiado intensa y me es difícil mirarlo directamente a los ojos sin sentirme pequeña, como si él fuera un gran león y yo su indefensa presa.

— Estuve pensando y quiero dar el siguiente paso— murmuro acariciando el lóbulo de su oreja.

— ¿Cuál sería ese paso?— cuestiona.

— El paso en el que todos los hombres huyen— sonrío— Tu, yo, mi departamento y una cena. Mañana a las ocho.

— ¿Vas a cocinar?— niego— ¿Entonces?.

— Pediré una pizza— afirmo— O tal vez comida china.

— ¿En serio?— ríe y asiento.

— Espero y no huyas.

Camino por la acera y observo que ya Max y sus amiguitos no se encuentran en la esquina, mi padre pudo poner la denuncia, pero solo pudieron atrapar a Max. Mac por otra parte, nadie sabe dónde está, mientras él resto de sus amigos no tuvieron nada que ver.

En las cámaras de seguridad de mi antiguo edificio solo se ve a Max y Mac entrar, por lo que, los únicos responsables fueron ellos.

Hace tiempo no veo a Karen y justo en este momento me apetece hablar con ella.

Toco su puerta y cuando está se abre, la mujer que me ha hecho compañía en estos últimos cuatro años, me sonríe.

— ¡Niña, Sol!— se acerca a mi para darme un abrazo reconfortante.

— ¿Cómo estás, mi Karen?— cuestiono cuando me deja pasar.

— Muy bien, mi niña— se sienta junto a mí en el sofá— ¿Cómo has estado tú?.

— Excelente— sonrío y ella sujeta mi mano.

— Te veo más feliz— dice achinando sus ojos color miel.

— Pues, acepté la ayuda de mi padre— digo y ella me mira sorprendida.

— ¡Eso es muy bueno!— su alegría me hace reír— Ya era hora que la aceptarás, ese pobre hombre ya no sabía que hacer contigo.

— Lo sé— murmuro— Supongo que, ya era tiempo.

— Si— palmea mi mano— Pero esa sonrisa no es por eso. En tus ojos hay más que felicidad.

— Mi sueño siempre ha sido ir a la universidad, Karen— afirmo asintiendo, ella niega.

— Pero tú corazón está feliz— acaricia mi mejilla— El amor tocó a tu puerta.

Abro los ojos y niego.

— No, yo...— trago el nudo en mi garganta— Solo conocí a alguien y pues... estamos conociéndonos.

— Por algo se empieza, mi niña— con su dedo índice toca mi pecho, justo donde está mi corazón— Y ese hielito que está aquí, está apunto de derretirse.

Mi corazón incrementa su ritmo.

— Solo llevamos un mes— susurro— No creo que aún exista amor.

— No es cuestión de tiempo— dice— Es cuestión de sentimientos y si esa persona te hace sentir bien, protegida y feliz— niega sonriendo— El tiempo que llevan de conocerse es lo de menos.

Tal vez tenga razón.

Sonrío, puede que sea cierto.

Termino de poner la mesa y la pizza en medio de esta, sonrío pensando en la cara que Logan pondrá cuando vea que si compré pizza.

Corro en dirección de la habitación para poder vestirme, puesto que sigo en ropa interior. Busco en mi closet un short de mezclilla negro y una sudadera igual, dejo mi cabello suelto y decido quedarme con mi piercing puesto.

Mi cabello no se enredará en él, así que está bien.

Me aplico perfume y salgo a la sala cuando el timbre suena. Camino hacia la puerta y mi corazón se acelera.

Si, puede que el amor no se de cuenta del tiempo.

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¡Otro capítulo!

¿Les gusta?, prepárense para el final... Legará muy pronto.

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