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𝕯í𝖆 1
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━━━━━━"Encuentro inevitable"━━━━━━
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— Muchas gracias Sacerdotisa Kikyo, por haber salvado a mi esposo, como puedo agradecerle...

— No es necesario, me alegra poder haber ayudado, cuidense mucho me retiro.

— Claro que si, vaya con cuidado y de nuevo muchas gracias — pronunció haciendo una reverencia.

Kikyo respondió el gesto y con paso lento inicio el retorno hacia su hogar. Desde que el sol había salido, estuvo sumamente ocupada acudiendo a las peticiones de ayudas de personas tanto dentro de su aldea como de las aldeas vecinas, y ahora por fin había terminado con sus labores. Ya llevaba un rato caminando y aún no lograba divisar a lo lejos su aldea, soltó un suspiro mientras miraba a sus alrededores en busca de peligro, debido a que sabía que estaría fuera de la aldea todo el día había decidido llevarse consigo la perla de shikon para evitar que algún demonio maligno tratará de apoderarse de ella mientras ella estaba fuera.

Se detuvo abruptamente en cuanto se adentro al bosque, sentía varias presencias malignas a su alrededor, sin duda habían sido atraídas por el poder de la perla. Sin perder tiempo tomo una flecha entre sus dedos y se preparó para disparar. Y eso que ella solo quería tener un regreso pacífico a su aldea.

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Una cegadora luz rosada fue lo último que se vió para así caer el último demonio. Respiraba agitadamente, habían sido más demonios de los que había detectado al principio. Por suerte había podido eliminarlos a todos, pero eso no evito que quedará exhausta, su poder espiritual estaba casi agotado, deslizó un mechón que se había salido de su coleta detrás de su oreja y reviso dentro su manga que la perla aún estuviera ahí, cuando la sintió suspiro relajando su cuerpo, pero eso no duró mucho al sentir una presencia demoníaca, se tenso y rápidamente coloco una flecha en el arco lista para exterminar al demonio, pero tan rápido como la presencia apareció, igualmente desapareció extrañando a la joven de hebras ébano.

—Lo habré imaginado?... — se cuestionó guardando la flecha — ahhh lo mejor será que regrese a la aldea cuanto antes, para poder descansar.

Sin más se retiró rumbo a su aldea, sin darse cuenta del cabello plateado que se alejaba de ahí.

—Hermana! Bienvenida!... — exclamó con alegría una pequeña.

— Estoy de vuelta Kaede... — mencionó revolviendo sus cabellos con ternura.

— Hermana que te paso?... — preguntó al notar el estado de las ropas de su hermana.

— Tuve una pelea con algunos demonios de camino a la aldea, no te preocupes...

— Está segura de que no estás lastimada hermana?

— Si estoy segura Kaede, pero ahora quiero descansar, estoy agotada.

— Oh Claro perdona! Descansa hermana!... — pronunció la pequeña para ir a su futón y acostarse por fin, ya que no se había ido a dormir hasta que viera a su hermana llegar.

Kikyo río suavemente antes las acciones de su hermana menor, desató el nudo de su hakama para así quitarse el traje de sacerdotisa y ponerse un yukata para dormir. Ya lista para dormír jugueteo con sus dedos, la perla que colgaba de su cuello, estaba completamente exhausta por lo que por esta vez decidió dormir con la perla a llevarla al templo.

" Hombres y demonios por igual codician está perla, en cambio yo lo único que quiero es que desaparezca "

Ese fue el último pensamiento de aquella jovencita de larga cabellera oscura antes de caer en los brazos de Morfeo.

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El canto de los ruiseñores abría paso a un nuevo día, la luna se escondía entre el firmamento esperando nuevamente su turno para reinar en los cielos. Los rayos de calor inundaban los cuerpos de los habitantes del mundo, otorgados por el astro rey, llenandolos así con energía y calor, calor que la luna carecería. Pero existía algo que la luna tenía y el sol no, y era simple los humanos podían verla y admirarla y al sol lo evadían para evitar daños en sus ojos.

Así como la verdad y la mentira.

Todos evaden la verdad y miran de frente a la mentira.

Justo como en este momento.

— Inuyasha supe que salvaste a Kaede de un demonio, muchas gracias... .

— Tsk, no piense mal solo la salvé por qué no planeo dejar que me roben la perla de shikon.

La joven sacerdotisa no respondió, simplemente sonrió, al ver cómo Inuyasha evadía su mirada demostrando claramente como mentía.

Conoció al híbrido ya hace algún tiempo, cuando apareció ante ella para robar la perla de shikon, sin embargo el peli-plateado a pesar de sus intenciones nunca la había atacado con intenciones asesinas, por lo que ella tampoco lo hacía y simplemente lo dejaba colgado con sus flechas. Esa era su relación la de un ladrón y una protectora, pero eso cambio rápidamente después de su charla. Kikyo podía sentir a Inuyasha observándola todos los días, más nunca le dijo nada a pesar de que varios niños le habían dicho que habían visto a un hombre con orejas de perro observarla como un acosador.

— Inuyasha viajaré a otro país a exterminar a un demonio pero incluso para mí no será fácil y quisiera que me acompañarás....

—Ja está bien, pero esto te costará...

Inesperadamente ambos hacían un gran equipo a lo hora de pelear, sintiendo como el frío se filtraba por sus ropas y hacia temblar su piel, aún así inesperadamente se sentía cálida por dentro, mientras miraba la espalda ancha de Inuyasha, por primera vez en su vida se sintió alegre al haber tenido ayuda de alguien, ya que desde pequeña siempre había hecho todo ella sola, desde cuidar de su hermana pequeña hasta tomar bajo su custodia a la perla de shikon.

— Hey Kikyo debemos de irnos....

— Oh si, vamos... — solo dió un paso cuando se tropezó, más no cayó al suelo lleno de nieve sino que fue atrapada por unos fuertes brazos.

— Hey estás bien? Estás muy helada! Porque no dijiste nada!...

Kikyo no era capaz de articular palabra alguna, no después de escuchar los regaños de Inuyasha y el como este se quitaba la parte superior de sus vestimentas, para colocarselas a ella en los hombros. Aún así  salió de su estupor al sentir como era alzada al estilo nupcial.

— Inuyasha! Espera....

— No, de esta manera será más rápido o si no te congelaras, sujetate fuerte...

Inuyasha no le dió tiempo de protestar cuando se echó a correr con velocidad, Kikyo no tuvo otra alternativa que sujetarse fuertemente de la kosode del híbrido, y a pesar de sentir duramente el aire frío en sus mejillas sentía como de a poco comenzaba a calentarse.

"Cómo quisiera que esto fuera para siempre"

Pensó para acurrucarse más al pecho de Inuyasha, escuchando con atención los latidos acelerados de su corazón.

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Pero aquello no se cumplió.

"Cómo pudo hacerme esto, yo confiaba en él"

Pensaba con rabia la joven de hebras color ébano, mientras camina con dificultad, ante el dolor pulsante que abarcaba desde su cuello casi hasta la cintura, sentía como el líquido vital de su cuerpo corría caliente por su brazo, y como su respiración comenzaba a ser pesada, sabía que iba a morir pero no lo haría hasta no hacer pagar a aquel que se atrevió a engañarla y jugar con su corazón. Con mucho esfuerzo había llegado a la entrada de la aldea, cuando divisó aquella cabellera plateada que tanto amaba, la cuál llevaba entre sus garras aquella perla que ella tenía planeado entregarle voluntariamente. Levantó su arco y se preparó para disparar.

— Inuyasha!....

Y la flecha salió disparada clavándose en el pecho de Inuyasha, dejandolo atado a el árbol de las edades.

— K..Kikyo... Tu...como pudiste... — fue lo último que logró decir antes de sumirse en un profundo sueño.

Con cada paso que daba sentía como la energía abandonada su cuerpo, con dificultad recogió la perla del suelo justo al momento en el la voz de su hermana pequeña llegó a su lado junto con los de varios aldeanos. Mirando la perla no pudo evitar que su corazón doliera.

"Todo solo por esta perla"

— escucha con atención Kaede, quiero que quemas la perla junto con mi cuerpo, así no caerás en manos de seres perversos.

Eso fue lo último que logró decir antes de sentir como el dolor atravesaba todo su cuerpo y sus energías desaparecían, lo último que sus ojos vieron fue el rostro dormido de su amado antes de desvanecerse y abandonar el mundo de los vivos. 

"Lo único que quería era ser una mujer normal, y vivir junto a ti para siempre"

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Nuevamente había vuelto a este mundo contra su voluntad, y lo primero que había visto al despertar había sido aquel hombre que la había traicionado. Su alma hervía en irá y rencor, quería matarlo y vengarse por haberla matado, sin embargo esos sentimientos se fueron menguando al descubrir la verdad tras su muerte. Por lo que su batalla era directamente con Naraku nadie más, no obstante a veces se encontraba con Inuyasha y su supuesta reencarnación juntos con sus demás amigos. Kikyo no iba a ser tonta, sabía muy bien que sentía rabia y celos al ver a su reencarnación tan cerca de Inuyasha.

"Yo estaría a su lado si aún siguiera con vida"

Ese era su pensamiento egoísta que guardaba muy profundo en su ser, junto con la alegría que le provocaba cuando Inuyasha siempre iba a su encuentro. Pero tenía que hacer a un lado todo eso, ya que eran sentimientos innecesarios en su plan para acabar con Naraku. Aún así no podía evitar salvar y proteger a Inuyasha cada vez que este se encontraba en peligro, pero aunque ella negara que ya no poseía un corazón, sabía muy bien que el amor que sentía por el híbrido estaba muy arraigado en su alma. Por eso muy a su pesar, se alejaba de Inuyasha por que sabía que lo suyo nunca podría ser, pues el estaba vivo y ella solo era un alma en pena en busca de venganza.

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Todo había acabado, Naraku tenía en su poder la perla de shikon, había hecho todo lo posible para eliminarlo, pero se encontraba cansada y con su energía espiritual baja, por lo que decidió dejarle el restó Kagome. Al final pudo despedirse adecuadamente de Inuyasha y probar por última vez sus labios.

"Inuyasha...." — pensó mientras una lágrima corría por su mejilla y su cuerpo se desvanecía en el firmamento.

"Yo siempre te amare"

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Corría con rapidez hacia la estación de tren, se había levantado tarde debido a que se había despertado a media noche debido a una pesadilla dónde se veía a si misma con un traje de sacerdotisa siendo atacada por un hombre cuyo rostro no podía ver y ella termino muriendo. Aquel sueño había sido tan vivido que se despertó exaltada y llorando, por lo que se le dificultó volver a dormir. Suspiro con alivio cuando logro abordar el tren, saco su celular revisando la hora; 8:40. Miro el paisaje a través de la ventana, saliendo del tren tendría que volver a correr unas cuantas cuadras para poder llegar a tiempo a clases. No sabía porque pero sentía una opresión en el corazón, como si algo fuera a pasar pero no sabía si eso iba a ser algo bueno o algo malo.

— Bien debo de darme prisa... — pronunció al momento en el que las puertas se abrieron, agarró fuertemente su mochila y salió disparada de la estación.

Faltaban 10 minutos para que el timbre sonara y se negaba a permitir llegar tarde, no quería una falta en su perfecto historial de asistencias, rápidamente cambio sus zapatos y camino velozmente por los pasillos rumbo a su aula, pero en cuanto dió la vuelta en uno de los pasillos chocó con alguien cayendo de bruces hacia el suelo.

— Auch! Eso dolió.... —exclamo sobando la parte baja de su espalda, a pesar de que trasero era el que dolía no se atrevería a sobarse enfrente de alguien.

— Lo siento! Estás bien?? Dame la mano .... — se escucho la voz de un hombre, al parecer había chocado contra un chico.

— Si estoy bien, perdona iba con prisa.... — dijo tomando la mano de aquel chico, pero en cuanto eso paso una corriente de electricidad recorrió todo su cuerpo. Y por lo visto lo mismo le sucedió a aquel chico, al momento de mirarlo a la casa, cara que le era muy familiar.

— ¿Kikyo?... — cuestionó con curiosidad y emoción.

— Si.... como es que sabes mi nombre? — preguntó al mirar que el chico se negaba a soltar su mano.

— No me reconoces? Por favor Kikyo haz memoria..... — la voz del chico se escuchaba desesperada pero con ternura y cariño, una  voz que sentía haberla escuchado en otra parte, o mejor dicho en otro tiempo.

— Y-Yo... — abrió los ojos sorprendida al mirar detalladamente el rostro del chico — ¿I-Inuyasha?....

—Si! Soy yo!.... — exclamó con regocijo al ver que la joven lo recordaba — no sabes lo feliz que me hace encontrarte....

—Y-Yo.... Oh Dios mío.... — murmuro cubriendo su boca con sus manos, mientras las lágrimas cristalinas se deslizaban por sus pálidas mejillas, estaba recordando su vida pasada de golpe por lo que la estaba afectando mucho.

— No, no... Kikyo no llores.... — dijo angustiado tomando el delicado rostro con sus manos para secar sus lágrimas con sus pulgares — Por favor corazón no llores, me duele verte llorar...

— Inuyasha... — murmuro para abrazarlo enterando su rostro en el pecho del chico — Creí que nunca volvería a verte...

No pudo decir nada más ya que los sollozos la atacaron de nuevo, y estos se intensificaron al sentir los brazos del peli-negro rodear su cintura, devolviéndole el abrazo. No tenía idea de cuánto había extrañado está calidez y seguridad que solo Inuyasha era capaz de transmitirle.

— Yo también creí que nunca te volvería a ver... — pronunció para besar la hermosa cabellera de su amada — No te dejare jamás, esta vez seremos felices juntos...

— Si ...

Solo era cuestión de tiempo, ya que tarde o temprano volverían estar juntos.

Pues tanto como en sus vidas pasadas y en las siguientes estaban destinados a encontrarse, sus almas estaban entrelazadas lo cual evocaba siempre un encuentro inevitable.

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