Mirame con amor
La vida de Hibari Torikai a muchos les daba lástima, todo el tiempo la veían encerrada o restringida para hacer las cosas y las que podía hacer las realizaba con dificultad, siempre le daban aquella mirada que reflejaba lástima y pena por su persona, esas miradas siempre las sentía frías como si su corazón lo atravesará un puñal. Todas las miradas que eran dirigida hacia ellas representaba lo mismo... ¿Que más se puede ver en una chica de 16 años con problemas Cardíacos, un trasplante de riñón rechazado lo que provocó que necesitará una fisula para realizarse las diálisis 3 veces a la semana? No se le podía ver nada más que con lástima... Excepto para una persona Sora Sarutobi, su amiga de la infancia que en todo momento estuvo allí para ella.
- Hoy te ves mucho mejor, Hibari-san- Dijo para después darle un beso en la frente a su querido pajarito.
-No tenías porque venir Sora... Se que hoy es el festival y las demás querían que fueras- Dijo la chica pájaro mientras se tapaba un poco la cara con la cobija.
-No te preocupes por eso, ellas entienden que no podamos ir al festival de hoy...- se levantó del borde de la cama y camino hacia la ventana para abrir las cortinas, dejando descubierta una vista perfecta hacia el cielo- Además ¿Que clase de novia sería si me voy con mis amigas y dejo a mi novia sola en casa?- Dijo mientras volvía a la cama para sentarse en el borde.
El cariño de la chica mono había crecido con el tiempo al igual que el de su amiga, antes no se habían dado la oportunidad por temor, Sora tenía el temor de hacerle daño al pajarito enfermó, mientras Hibari tenía miedo de que una chica como Sarutobi se viera mal junto a alguien tan enferma como ella que solamente podría limitarla... ¿Quien dio el primer paso? Pues a pesar de que la castaña inicio la conversación sobre ese tema, fue Torikai quien comenzó con la relación.
-Es lindo cuando lo dices asi- Dijo con su voz en un tono fantasmal típico de ella mientras poseía un pequeño sonrojo.
-Y tu eres más linda sonrojada- Dijo mientras le quitaba las sábanas de la cara, para dejarle un pequeño beso cerca de los labios- Me encanta que podamos tener un tiempo a solas.
- Pero sería mejor que pudiéramos salir a algún lugar...-Decía mientras se sentaba en la cama con un poco de ayuda de su compañera- En vez de estar en esta habitación con una enferma que apenas y puede sentarse- hablo con un tono de voz más apagado y depresiva.
-Hey... - La castaña ahora sentada junto a ella, le tomó levemente del mentón para mirarle a los ojos- mirame, no eres una simple enferma, eres la chica más estupenda e inteligente que he conocido en mi vida y cualquier lugar en el que puedas estar es donde yo quiero estar- Se acercó y le dio un tierno beso en la mejilla- Además deberías de sonreír, no muchas madres dejan que una pareja de novios se queden solos en una habitación- apesar de que lo dijo en broma, esto provocó una sonrisa en los labios de su novia.
Era verdad a diferencia de muchas parejas de mujeres que tenían que sufrir rechazos y prejuicios por parte de la sociedad y en peores casos por la familia; ellas los tuvieron muy fácil en ese punto ya que los padres de Hibari sólo querían que ella fuera feliz, se alegraron de ver que alguien podía provocar un brillo en los ojos de su hija que sólo se podría comparar con el de la sonrisa de esta. Con los padres de Sora fue un tanto más complejo ya que por un lado estaban los prejuicios con los que fueron criados y por el otro estaba la felicidad de su hija, no es ninguna sorpresa saber cual ganó en este caso un verdadero padre vería primero por la felicidad de su hija antes que los pensamientos de personas que ni conoce y así fue.
Por otro lado, el doctor Sarutobi era el cardiólogo que veía a la paciente Torikai desde pequeña y la Doctora Sarutobi era quien se encargaba de su tratamiento renal y realizaría el próximo trasplante que necesitaba.
-No puedo negar que tienes razón en eso, muchos envidiarían nuestra relación- Dijo mientras le tomaba de la mano delicadamente, no era que tenía temor de hacerle daño era que apenas había recuperado sus fuerzas desde su llegada del hospital- En especial porque muchos quisieran salir con la hermosa hija de un doctor.
-No sólo la hija de Doctores, también una futura Doctora graduada en la universidad de Tokio-
-¿La universidad de Tokio? Pensé que la orientadora dijo que tenías la oportunidad de estudiar en el extranjero- Dijo ahora mirándola con duda.
-Si lo dijo, pero quiero estudiar en la universidad de Tokio es una de las mejores en todo el país, podré hacer las pasantías en el hospital de aquí y no tendré que irme lejos- Hablo aún con los dedos enlazados.
-Pero... No tienes que hacer eso, no iré a ningún la- no pudo terminar de hablar ya que su novia le cayó colocando un dedo sobre los labios de esta.
-Se que estarás aquí siempre, pero no lo hago porque tenga miedo de dejarte... Como lo dije cuando comenzamos a salir, lo hago porque quiero, quiero estar junto a ti; no debes preocuparte por algo así- Se acercó un poco casi rozando los labios con los de la otra, sintiendo la suave respiración de ella en sus labios- Prefiero estar con mi lindo pajarito- tras decir esto, eliminó la distancia entre ellas con un suave y cálido beso donde sus labios se movían en sincronía como si supieran al instante lo que la otra iba hacer, ese dulce sabor que ambas conocían bien pero no cambiarían por nada en el mundo ya que justo al frente de casa una estaba esa persona que le hacía dar un brinco al corazón.
Se separaron por falta de aire, el rostro de Hibari tenía ahora un adorable color carmesí que la adornaba y solo podía observar la mirada que le brindaba su adorada Sora, la misma mirada que me daba desde que eran pequeñas, la misma mirada que le daba desde la primera vez que la acompaño a su revisión médica donde le tomaba de la mano para evitar que tuviera temor alguno, esa misma mirada que vio al despertar de su cirugía de trasplante, esa misma mirada que me dio la persona que le confesó sus sentimientos de la forma más pura, la misma que recibió al contarle todo a sus padres... Tal vez todos miraban a Hibari Torikai con lástima y pena pero siempre existe una excepción a la regla y esa era Sora Sarutobi quien miraba a ese pequeño pajarito con el más puro amor.
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