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Intruder (1)

ADVERTENCIA: Si no sientes comodidad con contenido explícito de naturaleza sexual, con lenguaje fuerte y temática homosexual, te invito cordialmente a omitirlo y no prestarle atención. No es necesario perjudicar el esfuerzo de quien escribe, adapta o traduce con reportes que le puedan eliminar la cuenta. Ten en cuenta que esto es pura ficción y su objetivo es proporcionar entretenimiento.

◉Contenido +18.

◉Lenguaje explícito.

◉Tzuyu G!P.

◉Fetiche con situaciones de peligro.

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Es innegable que muchas personas optan por ocultar sus inclinaciones y deseos más íntimos, probablemente debido a las normas sociales y al temor al juicio de los demás. En ocasiones, quienes aparentan ser los más convencionales y tranquilos son aquellos que guardan las fantasías y necesidades sexuales más intensas. Esta dualidad entre la opinión de los demás y las pasiones privadas crea una dinámica intrigante en la que la discreción se convierte en una herramienta para evitar conflictos y mantener una fachada respetable.

La motivación detrás de esta ocultación puede ser la preocupación por el qué dirán o el deseo de preservar una imagen socialmente aceptable. Sin embargo, resulta fascinante cuando estos secretos salen a la luz, ya sea de forma voluntaria o accidental. Este momento de revelación coloca a quienes los protagonizan en una encrucijada: enfrentar la posibilidad de explorar sus deseos abiertamente o verse envueltos en un escándalo potencial.

Es curioso observar cómo, a pesar de la resistencia inicial a hacer públicos estos detalles íntimos, tarde o temprano la verdad encuentra su camino. La revelación puede ser liberadora para algunos, para otros pudiera significar un camino sin retorno a la incomodidad y el escándalo, pero, nadie realmente querría armar un escándalo acerca de algo que tarde o temprano tenía que llevarse a cabo.

...

La cafetería, con sus mesas de madera pulida y sillas cómodas, se volvió un rincón acogedor donde las risas resonaban y las conversaciones fluían con la misma naturalidad que el aroma del café recién molido. Grandes ventanales dejaban entrar la luz del sol que iluminaba el espacio, creando una atmósfera cálida y amigable.

Los murales artísticos en las paredes, creados por talentosos artistas locales, proporcionaban un toque vibrante y único a la cafetería. Cada detalle, desde las flores frescas en la mesa hasta las lámparas colgantes de diseño, contribuía a una estética inspiradora.

En este refugio en las afueras de New York, la cafetería se convirtió en el escenario donde la amistad entre Nayeon y Tzuyu se desarrollaba, donde compartían mientras disfrutaban de la compañía mutua. Este pequeño rincón en la ciudad no solo era testigo de sus encuentros regulares, sino que también se convertía en un símbolo de la importancia de encontrar la belleza en los pequeños momentos de sus ajetreadas vidas.

Nayeon, una joven diseñadora de moda con una pasión desbordante por la creatividad, decidió mudarse a New York en busca de un nuevo comienzo. El destino la condujo a un edificio encantador en las afueras de la bulliciosa ciudad, donde encontraría no solo un hogar, sino también una amistad que cambiaría su vida.

La estantería alrededor de la cafetería albergaba una ecléctica colección de libros, desde novelas contemporáneas hasta obras clásicas, proporcionando a Nayeon y Tzuyu la opción de sumergirse en un mundo diferente cada vez que se reunían. Una suave melodía de jazz creaba un telón de fondo armonioso, sumándose al ambiente relajado y distendido.

El menú de la cafetería ofrecía una variedad de delicias, desde exquisitos pasteles hasta cafés meticulosamente preparados. Los camareros, con sus uniformes impecables, conocían las preferencias de Nayeon y Tzuyu de memoria, convirtiendo cada visita en una experiencia personalizada.

A medida que las dos amigas se sentaban en su rincón favorito, los ruidos de la ciudad quedaban atrás, permitiéndoles disfrutar de la tranquilidad de aquel espacio íntimo.

"Entonces, háblame de ese trabajo que tienes fuera", Nayeon dijo, tomando un sorbo de su cappuccino, con la curiosidad brillando en sus ojos.

"Hay un festival de música Indie en Miami este fin de semana, me contrataron a mí y a algunos colegas más para ir a cubrir la seguridad", dijo así sin más, sentada con las piernas abiertas, con una expresión relajada en el rostro.

"Suena genial, definitivamente deberías disfrutarlo", comentó Nayeon, animada. La rubia siempre reflejaba lo extrovertido y alegre de su personalidad y más con la pelinegra, quien era precisamente lo contrario.

"Mi trabajo es procurar que no haya caos, no cantar el coro de Bad Habbit", bromeó, haciendo a Nayeon reír.

"Por favor, no te vendría mal salir de vez en cuando de tu departamento y de esos videojuegos tristes que te la pasas jugando".

"De The Last Of Us no vas a andar hablando", amenazó la pelinegra con desdén, defendiendo su amor por los videojuegos.

"Vamos, Chewy, ¿qué te quita salir conmigo una noche a tomar algo?", propuso Nayeon con una sonrisa.

La pelinegra bufó. "Sabes que odio esos lugares bulliciosos a los que vas".

Nayeon rodó los ojos. "Bueno, pues a alguien le tocará trabajar en un lugar bullicioso, qué irónico, ¿no? Pero quién sabe, igual encuentras algo interesante en medio del caos".

"Voy a encontrar que me muerda una iguana y me pegue salmonella", respondió la pelinegra comiendo de su postre.

Nayeon levantó las cejas, fingiendo estar horrorizada. "¿Salmonella por una iguana? Chewy, creo que estás exagerando un poco".

La pelinegra sonrió con sarcasmo. "Sí, claro. Estoy segura de que hay muchas personas que regresan de los festivales de música con historias emocionantes de enfrentamientos épicos con reptiles peligrosos".

"¡Nunca se sabe!", exclamó Nayeon con entusiasmo. "Podrías ser la primera. Imagina qué historia para contar a tus nietos".

Tzuyu soltó una risa incrédula. "Mis nietos pensarán que estoy loca si les cuento que una iguana me mordió en un festival de música".

"Bueno, al menos sería una historia única", respondió Nayeon con una sonrisa traviesa. "Pero en serio, relájate. A veces, las mejores experiencias vienen cuando menos las esperas. ¿Quién sabe? Podrías descubrir una nueva pasión por la música indie o algo así".

"Claro que sí, pequeña", respondió con una sonrisa cálida mientras alzaba su mano con ternura para despeinar el cabello de la joven coreana. Sus dedos se deslizaron suavemente entre los mechones, creando una sensación reconfortante que hizo que ella se removiera ligeramente en su asiento, asomando una risa tímida.

Su pequeña Nayeon se convirtió en más que una simple compañera de piso para Tzuyu desde el momento en que se mudó al apartamento. La pelinegra no solo compartía el espacio vital con ella, sino que también asumió el papel protector con dedicación. Nayeon enfrentaba la sombra de un ex miserable que la acosaba a través de las redes sociales, y Tzuyu no dudó en tomar cartas en el asunto. Con valentía, puso al bastardo en su lugar, asegurándose de que Nayeon pudiera vivir sin miedo y con tranquilidad.

Si bien Tzuyu no contaba con una larga lista de amigos, la amistad con Nayeon se destacaba entre todas. La coreana se había convertido en su preferida, y no solo por la cercanía física, sino por la alegría, la vitalidad y la inocencia que irradiaba. Cada risa contagiosa de Nayeon se volvía un faro de luz en la vida de Tzuyu, quien sentía una responsabilidad genuina de protegerla de cualquier amenaza que pudiera acecharla.

Tzuyu experimentaba una conexión tan profunda con Nayeon que a veces temía que sus sentimientos trascendieran los límites de la amistad. Veía a Nayeon como un ser de luz, un alma pura que no merecía ser dañada por las sombras del mundo. Esta percepción la impulsaba a querer protegerla con más intensidad, pero a la vez, también generaba una tensión interna. Reconocía la importancia de mantener los límites, de no permitir que sus emociones afectaran negativamente la relación que compartían.

A pesar de comprartir innumerables tardes en la acogedora cafetería de en frente, de disfrutar noches de juegos de mesa en el departamento de Nayeon, y de ocasiónalmente escaparse a la playa en busca de momentos relajados, Tzuyu y Nayeon mantenían límites claros en su amistad. Aunque la confianza entre ellas era fuerte y el cariño evidente, nunca se aventuraron hacia terrenos más íntimos, como presentarse mutuamente a sus familias o incluso compartir la misma cama.

Aunque Tzuyu sentía una conexión especial con Nayeon, se esforzaba conscientemente en no cruzar esa línea que pudiera comprometer la amistad. Era una firme defensora de la ética y la integridad en las relaciones, y no se permitiría a sí misma hacerle daño a la rubia ni aprovecharse de su vulnerabilidad. La pelinegra comprendía que, aunque sus sentimientos fueran poderosos, debía respetar la individualidad y los límites de Nayeon.

En lugar de dejarse llevar por emociones complicadas, Tzuyu canalizaba su afecto hacia actos de cuidado y apoyo incondicional. Era consciente de que, como amiga, su deber era resguardar la felicidad de Nayeon sin traspasar las fronteras que pudieran poner en peligro la relación que tanto valoraba. Así, la pelinegra se esforzaba por equilibrar la intensidad de sus sentimientos con el respeto y la responsabilidad que la amistad merecía.

...

A la mañana siguiente, Tzuyu se apresuraba a recoger las últimas pertenencias que le quedaban antes de dirigirse al aeropuerto para tomar su vuelo a Miami. Su vida estaba inmersa en la dinámica vertiginosa de su trabajo en una empresa de seguridad especializada en eventos críticos, especialmente políticos y judiciales. La pelinegra, con una habilidad excepcional para gestionar situaciones de alto riesgo, se desempeñaba como parte fundamental del equipo encargado de garantizar la seguridad en estos eventos.

Su trabajo la llevaba a viajar con frecuencia, enfrentándose a desafíos que requerían destreza y sangre fría. Además de participar en operativos tácticos, Tzuyu también era enviada ocasionalmente a eventos específicos para supervisar y coordinar la seguridad. Su enfoque y profesionalismo la habían convertido en una pieza clave en la empresa de seguridad, ganándose la confianza de sus colegas y superiores.

La noche que cambió su vida, ella se encontraba regresando exhausta de su turno en el restaurante en el que trabajaba. Aquel oscuro callejón, aparentemente tranquilo, se convirtió en el escenario de una experiencia aterradora. Fue atacada, golpeada y despojada de sus pertenencias. El impacto de ese incidente dejó cicatrices tanto físicas como emocionales.

Después de la traumática experiencia que sufrió aquella noche, decidió tomar el control de su seguridad personal y emocional. Enrollarse en el programa de entrenamiento de la empresa fue su primera respuesta a la vulnerabilidad que experimentó. La combinación de enseñanzas en el manejo de armas, técnicas de defensa personal y la habilidad para gestionar situaciones críticas le brindaron un sentido renovado de confianza.

Superar el programa de entrenamiento no fue suficiente para ella. Se convirtió en una agente de seguridad, comenzando con asignaciones en lugares relativamente tranquilos como un cine y una heladería. Sin embargo, su dedicación y destacado desempeño no pasaron desapercibidos. En lugar de conformarse con la rutina, decidió solicitar nuevas asignaciones en la organización.

Gracias a su compromiso y habilidades excepcionales, obtuvo esas nuevas asignaciones. Su vida dio un giro significativo, ahora plagada de emocionantes viajes para cubrir eventos importantes y participaciones activas en operaciones policiales en la vibrante ciudad de Nueva York.

Convertirse en una figura destacada en la organización no solo cambió su carrera, sino también su perspectiva de la vida. De víctima a agente empoderada, encontró en su trabajo una forma de recuperar el control y contribuir a la seguridad de los demás. Cada nueva tarea era un desafío que enfrentaba con valentía, demostrando que la adversidad puede transformarse en fuerza cuando se abraza con determinación y dedicación. Su historia se convirtió en un testimonio inspirador de resiliencia y superación personal.

Con su pasaporte cuidadosamente guardado en la mano, su maleta lista para la próxima misión y su teléfono en modo operativo, ella se colocó sus lentes de sol con determinación. Ajustó discretamente el arma de fuego en su cinturón, sintiendo el peso de la responsabilidad y la preparación necesaria para el trabajo que le esperaba. Su apartamento, una mezcla de hogar y refugio estratégico, quedó en silencio detrás de ella mientras se dirigía hacia la puerta.

Al abrirla, la penumbra del pasillo contrastó con la luz del día que se filtraba desde el exterior. Sin embargo, algo llamó su atención de inmediato: la puerta del apartamento de Nayeon estaba abierta y las luces brillaban en su interior. Un sentimiento de preocupación y curiosidad se apoderó de ella, interrumpiendo por un momento su ruta hacia la salida.

Al cerrar con cuidado la puerta de su propio apartamento, Tzuyu llevó su maleta a un lado y se encaminó hacia la puerta de Nayeon. Al tocar, la respuesta fue inmediata, y se encontró con una Nayeon relajada, vestida con unos shorts y una musculosa que dejaban entrever su despreocupada comodidad en casa. Aunque Tzuyu tragó un poco fuerte al verla de esa manera, reprimió cualquier pensamiento indebido, permitiendo que la preocupación que la envolvía tomara el centro del escenario.

"Nay, la puerta estaba abierta", mencionó Tzuyu, preocupación reflejada en sus ojos. Nayeon rió suavemente.

"Está bien, Chewy. Se me olvidó cerrarla cuando volví de sacar la basura", explicó Nayeon con calma, poniendo fin a cualquier temor que Tzuyu pudiera tener. "¿Ya te vas a Miami?", preguntó entonces.

"Sí, pequeña. Voy saliendo", respondió la pelinegra mientras recogía sus cosas y se preparaba para partir. Antes de despedirse, Nayeon se acercó a ella y la abrazó con fuerza. En ese gesto simple, se transmitió una conexión profunda, una amistad que había resistido pruebas y desafíos. Nayeon, con voz suave, susurró en el oído de la pelinegra, "Te quiero, cuídate mucho". La expresión de afecto resonó en el corazón de la agente, quien correspondió al gesto con gratitud y cariño.

El abrazo se prolongó por un momento, como si quisieran encapsular en ese instante toda la fuerza de su amistad. Cuando finalmente se separaron, las sonrisas en sus rostros reflejaban la confianza y el cariño que habían compartido a lo largo de su tiempo juntas.

Con un último intercambio de miradas significativas, se despidieron. Tzuyu se encaminó hacia la puerta, lista para enfrentar los desafíos y las emociones que le esperaban en su próximo destino. Nayeon, con una sensación de calidez en el corazón, cerró la puerta detrás de su amiga.

Con la tranquilidad restaurada, cada una retomó su rutina diaria.

Nayeon, decidida a dejar atrás el incidente, optó por tomarse el día libre de su estudio de dibujo. Buscaba un descanso, un respiro necesario para recargar energías y reconectar consigo misma después de la conmoción de la mañana.

Por otro lado, Tzuyu, con su maleta en mano, se dirigió directo al aeropuerto. La perspectiva de volar a Miami para su próxima misión la llenaba de una mezcla de emoción y determinación. Había aprendido a equilibrar la adrenalina y la responsabilidad que venía con su trabajo, y esta nueva tarea no era excepción.

...

Ya en el aeropuerto, Tzuyu bajó de su auto con determinación, extrayendo su maleta del maletero con la agilidad propia de alguien acostumbrado a la vida nómada. Acomodó sus lentes de sol con elegancia, protegiendo sus ojos del brillante resplandor del día. Su mirada reflejaba la concentración característica de alguien que se prepara para una nueva misión.

Mientras se dirigía hacia el área de check-in, una sonrisa se dibujó en su rostro al reconocer a dos de sus colegas de la agencia. Saludó efusivamente, intercambiando breves pero amigables palabras antes de seguir con su camino. La camaradería entre colegas en la agencia de seguridad siempre proporcionaba un apoyo adicional, creando un sentido de comunidad entre ellos.

Al ingresar al aeropuerto, el bullicio familiar del lugar llenó sus oídos. Mientras se encontraba en la fila del check-in, su teléfono vibró en su mano. Al revisar la pantalla, notó el nombre de su jefe parpadeando en la llamada entrante. Tomó la llamada con profesionalismo, alejándose unos pasos para tener privacidad.

"Buenos días, Chou", habló el hombre a través de la línea.

"Buen día, señor", respondió Tzuyu con su tono profesional característico.

"Estoy enviándole la comunicación a los demás, pero creo que tú puedes avisarles más rápido... El asunto es que se pospuso el evento por problemas con el montaje. La compañía lo está arreglando, pero tomará varios días, así que todos ustedes pueden devolverse a casa hasta que les avisemos cuando se vaya a realizar", explicó el hombre, transmitiendo la información crucial a Tzuyu, sabiendo que ella tenía una habilidad natural para comunicarse efectivamente con su equipo.

"Entiendo, señor", asintió Tzuyu, procesando la noticia mientras mantenía su postura profesional. Aunque estaba lista para enfrentar la misión en Miami, entendía que las circunstancias a veces eran impredecibles, y las decisiones tácticas podían cambiar en un instante.

"Confiamos en que estarán listos cuando sea necesario reprogramar el evento. Por favor, informa a tus compañeros", añadió el hombre antes de finalizar la llamada.

Tzuyu, con su teléfono en la mano, se preparó para transmitir la información a sus colegas. Decidió reunir al equipo en un lugar tranquilo dentro del aeropuerto para que todos estuvieran al tanto de la situación.

Les contó con cuidado acerca del imprevisto, explicando los detalles sobre los problemas en el montaje del evento que habían llevado a la decisión de posponerlo. Mientras Tzuyu compartía la noticia, observó las variadas reacciones de sus compañeros. Algunos miembros respondieron con bufidos evidentes de frustración, expresando su descontento ante la interrupción de sus planes previamente establecidos. Otros mostraron una indiferencia marcada, como si la noticia no afectara significativamente su estado de ánimo o sus expectativas.

Luego de confirmar el cambio de su vuelo y realizar los ajustes necesarios en los planes para el festival, ahora pospuesto para dentro de tres días, Tzuyu tomó su maleta y se dispuso a regresar a casa. Con una sensación de calma y determinación, caminó por los pasillos del aeropuerto, mientras los demás viajeros continuaban con sus planes.

Al llegar a su auto, una mezcla de música suave y el ronroneo del motor llenó el espacio. Tzuyu encendió la radio y, con la mirada fija en el camino, se embarcó en el trayecto de regreso a su departamento. Las luces de la ciudad destellaban a través del parabrisas, creando un ambiente sereno y reflexivo en el interior del automóvil.

Cuando ya estuvo en su departamento, Tzuyu abrió la puerta y entró, sintiéndose al principio agradecida por la familiaridad de su hogar. Sin embargo, su instinto agudo y su formación en seguridad la alertaron de inmediato sobre detalles inusuales. La sensación de normalidad se desvaneció cuando notó varias cosas que parecían fuera de lugar.

Caminó por la sala, y su atención se centró en la luz de la cocina que estaba encendida. La confusión se apoderó de ella mientras evaluaba mentalmente si recordaba haber dejado algo encendido antes de irse. La inquietud creció cuando se percató de que algo no estaba como lo había dejado.

Decidió avanzar hacia el pasillo, y allí notó que la luz del baño se asomaba por la puerta entreabierta. Sus sentidos de seguridad estaban ahora en alerta máxima. La intranquilidad se mezcló con la determinación mientras consideraba las posibles razones para la presencia de luz en lugares donde no debería haberla.

Con cautela, se aproximó al pasillo, su Glock en mano, preparada para enfrentar cualquier situación que pudiera encontrar. El ambiente en su hogar, que antes era un refugio seguro, se volvió tenso y cargado de incertidumbre. Cada paso que daba resonaba en el silencio, y su entrenamiento la mantenía enfocada y lista para reaccionar ante cualquier amenaza.

Entró al baño con movimientos calculados y una atención aguda. A pesar de encontrarse vacío, su intuición le decía que algo no estaba bien. La escena desordenada indicaba que alguien más había estado allí, y la pelinegra evaluó rápidamente las pistas que se presentaban.

Observó meticulosamente cada detalle. Aunque no encontró señales de que la puerta hubiera sido forzada, la presencia de alguien en su hogar sin su conocimiento la perturbó profundamente. La incertidumbre de no saber quién o por qué invadió su privacidad la impulsó a permanecer en alerta máxima.

Fue en ese momento que un sonido, apenas perceptible, pero, característico, rompió el silencio del baño. Tzuyu, con su Glock apuntando hacia adelante, se quedó quieta, aguzando su oído para identificar el origen del ruido.

Su loción yacía en el suelo, un detalle que no pasó desapercibido para la agente de seguridad. La llave goteaba incesantemente, un sonido que resonaba en la quietud del ambiente. La conclusión era ineludible: alguien había estado en su hogar, y no hace mucho tiempo. La idea de que un intruso hubiera utilizado su baño la sacó aún más de sus casillas. Si había algo que molestaba a Tzuyu eran los descuidistas y los invasores de la privacidad.

Su entrenamiento la llevó a observar meticulosamente cada detalle. Aunque no encontró señales de que la puerta hubiera sido forzada, la presencia de alguien en su hogar sin su conocimiento la perturbó profundamente. La incertidumbre de no saber quién o por qué invadió su privacidad la impulsó a permanecer en alerta máxima.

Fue en ese momento que un sonido, apenas perceptible, pero, inconfundible, rompió el silencio del baño. Con el arma apuntando hacia adelante, se quedó quieta, aguzando su oído para identificar el origen del ruido. La adrenalina corría por sus venas, y su entrenamiento la preparaba para reaccionar con rapidez y eficacia.

Al oír nuevamente el misterioso sonido, avanzó con cautela. Decidió regresar a la cocina para asegurarse de que el ruido no proviniera de allí, aunque la única anomalía detectada previamente era la luz encendida. Al llegar, no encontró nada fuera de lo común, y la intranquilidad comenzó a apoderarse de ella.

Bajó el arma y decidió revisar minuciosamente la cocina, examinando cada rincón en busca de señales de intrusión. Inspeccionó los utensilios y la disposición de los objetos, pero todo parecía estar en su lugar. La agente de seguridad, aunque aliviada por la falta de evidencia de un intruso en la cocina, seguía en alerta, sabedora de que algo no cuadraba.

El misterioso ruido volvió a interrumpir la tranquilidad, pero esta vez fue diferente. Un grito, o algo similar, resonó en su departamento. La confusión se mezcló con la molestia y la preocupación en la mente de Tzuyu.

Decidió deslizarse en silencio hacia su habitación, donde los sonidos parecían concentrarse. Cada paso resonaba en su conciencia, y la tensión creció a medida que se acercaba. ¿Eran quejidos? ¿Lamentos provenientes de su propia habitación?

La pelinegra se sentía enajenada, una mezcla de emociones turbulentas que iban desde la confusión hasta la frustración. Sabía que debía mantener la calma y abordar la situación con objetividad, pero la incertidumbre y la posibilidad de una invasión tan personal la afectaban en un nivel más profundo.

Caminó hacia la puerta de su habitación, y cada vez que se acercaba, los sonidos se volvían más nítidos. El conflicto interno en su mente aumentaba, sin saber qué encontraría al abrir la puerta. Preparada para cualquier escenario, giró el pomo y entró, enfrentándose a la incógnita que le aguardaba al otro lado.

La luz estaba apagada al entrar en la habitación, pero la agente de seguridad podía escuchar con claridad. Eran gemidos, una sinfonía de sonidos inesperados que resonaban en la penumbra de su hogar. La tensión en el aire se volvía palpable mientras Tzuyu avanzaba hacia el interruptor de la luz. Con un movimiento rápido, iluminó la habitación para enfrentarse a la imagen con la que nunca pensó encontrarse.

El impacto visual la golpeó con fuerza. Allí, en su propia cama, estaba su amiga, su confidente, completamente desnuda y entregada a la pasión, gemidos desesperados escapando de sus labios. La escena desveló un aspecto de Nayeon que Tzuyu nunca había imaginado, y la sorpresa y la incredulidad se reflejaron en su rostro.

Nayeon, al darse cuenta de la presencia de Tzuyu, experimentó el susto de su vida. En un instante, sus ojos se agrandaron con sorpresa y su rostro se llenó de estupefacción. Sin perder tiempo, intentó taparse con las sábanas lo mejor que pudo, tratando de ocultar la evidencia de su intimidad repentinamente expuesta.

En cambio, Tzuyu, aún sosteniendo su arma en la mano, se quedó parada allí, completamente boquiabierta. La imagen frente a ella era surrealista, la realidad había dado un giro inesperado y ella que había pasado por numerosas situaciones de tensión y peligro, se encontraba ahora con una situación que desafiaba todas sus expectativas.

La habitación se llenó de un incómodo silencio, solo interrumpido por el sonido apresurado de Nayeon tratando de cubrirse. Las emociones chocaban dentro de Tzuyu: la sorpresa inicial, seguida por la confusión, la contrariedad y una carga emocional que la embargaba de repente.

Sin embargo, entre las emociones predominantes, algo más se destacó en Tzuyu, algo que la sorprendió a sí misma. Era un destello de excitación que se infiltró entre la confusión y la molestia. Puede que haya sentido una ligera incomodidad en sus pantalones, una reacción incontrolable ante la inesperada visión que se desplegaba frente a ella.

Finalmente, después de una pausa incómoda, alguien se dignó a hablar, y esa persona fue Nayeon. La rubia no encontraba qué cara poner ni qué decir, y su voz temblaba ligeramente mientras trataba de afrontar la situación con Tzuyu.

"Y-yo... Tzuyu, lo siento mucho, yo no quise...", se detuvo, las palabras salían con dificultad y la expresión en su rostro reflejaba una mezcla de vergüenza y preocupación por el impacto de sus acciones en la amistad con la pelinegra.

La agente guardó el arma con cuidado en su funda y se acercó a la cama. La tensión en la habitación era palpable mientras Tzuyu decidía qué hacer con la situación.

Tzuyu se acercó con cuidado a Nayeon, quien hacía todo lo posible por cubrirse y tenía la cara completamente roja de vergüenza. Con suavidad, la pelinegra agarró la barbilla de su amiga y la hizo mirarla a los ojos, buscando establecer una conexión directa en medio de la incomodidad.

"¿Cómo entraste a mi casa?", preguntó Tzuyu calmada, manteniendo su expresión tranquila mientras observaba la reacción de Nayeon.

"Chewy, puedo explicarlo", la mirada de Nayeon era casi suplicante, y sus nervios eran evidentes.

"Entonces hazlo", insistió, sin soltar la barbilla de Nayeon, quien intentaba zafarse, pero la pelinegra no se lo permitió. "Vamos, dime cómo entraste a mi casa".

"No lo hagas así, Tzu", volvió a intentar zafarse, pero la firmeza de la pelinegra la mantuvo en su lugar.

"Solo tienes que decirme, no es tan difícil", instó nuevamente, manteniendo la calma, pero exigiendo respuestas. Nayeon tragó con dificultad antes de hablar.

"La vez que se te quedaron las llaves en mi casa, les hice una copia", confesó Nayeon con una mezcla de ansiedad y arrepentimiento.

Tzuyu sonrió, no por la invasión de privacidad, sino por la peculiar forma en que su amiga había encontrado una solución a su problema de acceso a su hogar. "¿Es esta la primera vez que te masturbas en mi cama?", sostuvo el agarre en la barbilla de la rubia, obligándola a que la viera a los ojos. Nayeon lo hacía con cierto miedo, pero su mirada se encontró con la de la otra mujer.

"No me tengas miedo, sabes que lo último que haría sería lastimarte, pequeña", afirmó Tzuyu con una ternura sorprendente, reconociendo la vulnerabilidad de su amiga.

"No es la primera vez", contestó Nayeon con voz casi inaudible.

"¿Por qué lo haces?" mantuvo la calma, pero con un tono de interrogación. Nayeon tragó con dificultad.

La verdad era que la rubia tenía una obsesión bastante importante con la pelinegra.

Desde que obtuvo una copia de las llaves, cada vez que Tzuyu se iba de viaje, Nayeon entraba en su departamento. No se limitaba a meras visitas; más bien, se sumergía en la vida de la pelinegra de una manera intrusiva y personal. Tomaba fotos de todo para acomodarlo justo como estaba al salir, usaba sus pertenencias, desde el gel de baño hasta la loción y el perfume. Incluso llegaba a cocinar en su casa, cruzando límites que la mayoría consideraría inaceptables.

Pero la invasión no se detenía ahí. Nayeon se masturbaba en la cama de Tzuyu, se tomaba fotos con su ropa y, en ocasiones, llegaba a ponerse sus boxers mientras se entregaba a sus fantasías más íntimas. En la soledad de ese espacio, incluso imaginaba cómo sería estar completamente poseída por la pelinegra, fantaseando con tocar el cuerpo de la agente y con su propio cuerpo siendo maltratado hasta la incapacidad.

Nayeon estaba profundamente enamorada de Tzuyu, pero su amor se había transformado en una obsesión que la llevaba a límites moralmente cuestionables. La idea de ser de Tzuyu por completo, incluso si se trataba de una posesión forzada, la obsesionaba. Su deseo se volvía más compulsivo con el tiempo, alimentando una narrativa peligrosa que se tejía en su mente.

"¿Por qué lo haces?", volvió a preguntar la pelinegra, manteniendo la calma, pero la intriga se reflejaba en sus ojos.

"Tzuyu...", y esta vez Tzuyu mantenía su agarre en la cara de la rubia, mientras que esta estaba tratando de enfrentar la realidad que había mantenido oculta por tanto tiempo. "Estoy enamorada de ti".

Ante la confesión, la pelinegra soltó la barbilla de Nayeon y se alejó ligeramente de la cama. La habitación se llenó de un silencio tenso mientras ambas mujeres procesaban las palabras que acababan de ser pronunciadas.

"He estado enamorada de ti desde que nos hicimos amigas...", continuó Nayeon, con la mirada baja, pero con claridad en sus palabras. Tzuyu la observaba expectante, sin saber exactamente qué esperar. "He pasado noches completamente insoportables por saber que estás del otro lado del pasillo, pero no tenías idea de cuánto te deseaba, y mi única oportunidad de sentirte, aunque sea un poco, era metiéndome aquí", confesó con vergüenza.

Y era que la confesión de Nayeon no sorprendía a Tzuyu. Incluso en algún momento debió haber notado que Nayeon se comportaba de maneras un poco extrañas cuando estaban solas en alguno de sus departamentos. En este caso, su sorpresa realmente era enterarse hasta donde había llegado su amiga. Porque pensó que a lo mejor lo que Nayeon sentía por ella quizás era curiosidad por su pene, incluso por sus habilidades en la cama. Nunca pensó que realmente, su pequeña amiga fuera una acosadora intrusa.

A pesar de la extrañeza del momento, la pelinegra no podía negar la excitación que le generaba la situación. Nayeon estaba allí, desnuda en su cama. Como ella la había querido siempre y como Nayeon aparentemente también la quería.

Tzuyu se volvió a acercar a Nayeon, acarició su mejilla suavemente antes de tomar su barbilla nuevamente.

"¿Qué quieres, Nayeon?", preguntó con calma, intentando entender las motivaciones detrás de las acciones de su amiga. Nayeon, confundida por la falta de una reacción más severa por parte de Tzuyu, no comprendía las emociones que veía reflejadas en los ojos de la pelinegra. Esperaba rechazo, pero en cambio, encontró una curiosidad inesperada.

"Vamos, dime qué quieres", insistió Tzuyu, buscando respuestas claras en medio de la confusión. Nayeon, sin embargo, no podía articular sus deseos ni entender la dirección que estaba tomando la conversación.

"No entiendo qué quieres decir", admitió Nayeon, cuestionándose a sí misma mientras trataba de comprender la complejidad de la situación.

"Te metes a mi casa, hurgas en mis cosas, hmm. ¿Qué más haces, dime?"

"Tzuyu, por favor", suplicó.

"Te tocas en mi cama, ¿no es eso lo que haces?", insistió.

"Sí, pero...", el tono de Nayeon era de pura desesperación y se encontraba al borde.

"Pero, ¿qué?", reclamó.

"Lo siento".

"Oh, cariño, no lo sientas", dijo la pelinegra con un tono realmente sincero.

"Puedo irme en este momento si quieres, no te volveré a molestar, lo siento mucho", dijo Nayeon, casi llorando.

Tzuyu acercó su rostro al de Nayeon. "Nadie irá a ningún lado, Nayeon. Tú me vas a decir qué es lo que deseas y será mejor que empieces a hablar", intentó sonar calmada, pero realmente quería confirmar lo que Nayeon quería antes de proceder. "¿Cómo es que fantaseas conmigo? ¿Qué es lo que te imaginas?".

"¿Estás molesta conmigo?", preguntó Nayeon con los ojos aguados, y Tzuyu sintió su pecho encogerse.

La pelinegra, sintiendo algo de culpa por tener a Nayeon triste, acercó su boca a la de la rubia y le regaló un beso mojado. Nayeon tardó unos segundos en reaccionar, pero no se negó a la delicia de sentir la boca de su amiga reclamando la suya.

Al separarse, la pelinegra volvió a centrarse en Nayeon. "Estoy molesta contigo por no confesarme lo que sentías y hacer las cosas de esta manera", señaló su desnudez debajo de las sábanas que había cambiado el día anterior. "Entonces, tienes la oportunidad de decir lo que quieres para poder hacerlo realidad para ti", le dio otro beso más corto.

Nayeon definitivamente podría acostumbrarse a esos labios.

"Dime qué fantasías tienes, Nayeon, ahora".

Nayeon se quedó en silencio. ¿Qué se supone que debía decir? Se había esforzado en ocultar lo que sentía por la pelinegra, y ahora estaba siendo interrogada por ella mientras estaba vulnerable y claramente shockeada.

"¿Quieres mi polla?, ¿eso es?", preguntó Tzuyu directamente, tomando a Nayeon por sorpresa. Notó cómo los ojos de la rubia se desviaban ligeramente hacia su pelvis. "¿O quieres mis dedos? ¿Mi lengua?", continuó la pelinegra, desafiando a Nayeon a enfrentar la realidad de sus deseos.

"Respóndeme", instó Tzuyu con una voz suave, manteniendo una extraña calma en medio de la situación tensa.

"No sé qué decir", confesó Nayeon, incapaz de formular una respuesta coherente. Ante esto, Tzuyu la soltó, se alejó y comenzó a desabrochar el cinturón de su arma, seguido del cinturón de su pantalón y lo bajó. Nayeon miraba todo expectante y con algo de incertidumbre.

Una vez que los pantalones de la pelinegra estuvieron en el suelo, se volvió a acercar a Nayeon, desafiante y segura de sí misma. La atmósfera en la habitación se volvía cada vez más intensa, mientras ambas mujeres exploraban un territorio emocionalmente complicado que podría cambiar el rumbo de su relación de formas impredecibles.

Tzuyu agarró su dura polla por encima del bóxer blanco, agitándola provocativamente frente a Nayeon. "¿Quieres esto?", preguntó con una sonrisa, desafiante y decidida a obtener una respuesta de la rubia. La coreana no contestó con palabras, pero su mirada se mantuvo fija en la provocadora imagen frente a ella. Nayeon no podía evitar las ganas que tenía de tener la polla de su amiga dentro, desde hace tanto.

Tzuyu, decidida a obtener una respuesta clara, volvió a agarrar su miembro para obligar a Nayeon a enfrentar la realidad. "¿Vas a querer esta polla, sí o no?", esta vez su tono era más duro, más rudo, buscando una respuesta inequívoca. Nayeon miró a los ojos de la pelinegra, suplicante, y pronunció un pequeño: "Sí".

La pelinegra le sonrió y tomó su arma de donde la había puesto. "Te daré todo lo que quieres", dijo, poniéndole el seguro al arma. "Pero vas a ser tratada como lo que eres, una intrusa", dicho esto, se volvió a acercar a Nayeon con cuidado. "¿Entendiste?

Nayeon no entendía con precisión a qué se refería, pero ya estaba allí, desnuda y vulnerable en la cama de quien se supone que estaría de viaje. Asintió sin pensar.

Nayeon no esperaba para nada el retorno de Tzuyu en su departamento tan pronto y tampoco esperaba lo que estaba por suceder.

La pelinegra le puso su arma en la cabeza con cuidado. Nayeon se sobresaltó, pero Tzuyu la detuvo. "Vas a quedarte quieta y vas a hacer lo que yo te diga, ¿entendido?", la coreana volvió a asentir, con los nervios palpables en su mirada.

La pelinegra paseó la punta de su arma por la sien de Nayeon, bajando lentamente a su cuello. "Pequeña entrometida", rio con malicia. "Metiéndote en mi casa y hurgando en mis cosas", ahora agarró a Nayeon del cuello y apretó sus dedos. "¿Te encanta manosearte en mi cama, ¿verdad?".

La polla de la pelinegra palpitaba en sus boxers. Ella estaba completamente excitada con la idea de Nayeon deseándola. Incluso le prendía saber que había tenido a Nayeon metiéndose en sus cosas, en su casa, y estaba dispuesta a explorar cada arista de este nuevo descubrimiento.

Nayeon se encontraba avergonzada por la humedad entre sus piernas, y sus ojos traviesos se desviaron nuevamente al paquete de la pelinegra, quien apretó su mano alrededor de su cuello con más fuerza. "¿Te ha gustado tocarte en mi pieza, pequeña? Respóndeme", insistió.

Tomó el arma y la puso en la cabeza de Nayeon nuevamente, cosa que la hizo jadear un débil "Sí". Odiaba admitir que le estaba encantando ser amenazada de esa manera, especialmente por quien secretamente deseaba.

Tzuyu sonrió ante la respuesta, saboreando la sensación de control sobre Nayeon. La habitación estaba llena de una tensión excitante y peligrosa. La pelinegra disfrutaba de la revelación de la vulnerabilidad de Nayeon, explorando cada rincón oscuro de su deseo y sumisión.

"Acuéstate y muéstrame tus pezones", ordenó Tzuyu, paseando la punta del arma por la clavícula de Nayeon, a lo que esta obedeció de inmediato.

Nayeon se quitó las sábanas de encima y se recostó, sintiéndose expuesta ante la mirada intensa de la pelinegra. Tzuyu pasó la punta del arma desde su clavícula, con cuidado y paciencia, mientras admiraba el esculpido cuerpo de Nayeon. El metal frío trazaba caminos por la piel de la rubia, generando una mezcla de sensaciones entre la amenaza y la excitación.

Cuando la punta del arma llegó a sus pezones rosados y erectos, Tzuyu hizo círculos con cuidado, explorando la respuesta de Nayeon. La rubia respondía con pequeños escalofríos, su respiración acelerada denotando la complejidad de sus emociones en ese momento.

Llevó el trazo hacia el abdomen de la rubia, suavemente hasta llegar al monte de venus y sin apartar su mirada de la mirada encendida de Nayeon, con la parte lateral de la punta, dio un suave azote haciéndola gemir y por supuesto, mojarse.

"Ponte de rodillas", dijo Tzuyu apuntándola, y Nayeon obedeció sin decir una palabra. La rubia se bajó de la cama y se arrodilló frente a la pelinegra.

Tzuyu se tomó su tiempo para admirar a Nayeon. Sus ojos se posaron en ella, esperando por otra orden. Observó los pezones de Nayeon, deliciosos, paraditos y rosados, su coño depilado y aparentemente empapado, y su sedoso cabello cayendo por sus hombros. Nuevamente, sintió su polla removerse en su lugar. Se la agarró con una mano y la acarició por encima del bóxer para aliviarse un poco.

"Sácala", ordenó, apuntando a su pelvis. Nayeon, muy obediente, empezó a bajar con cuidado el bóxer, liberando la polla de la pelinegra. Bajó el bóxer hasta que estuvo completamente fuera de radar, y allí tenía lo que había querido hace tiempo. La polla de Tzuyu tenía restos de líquido preseminal en la punta, estaba rojita y más dura que concreto. Nayeon la tomó en sus manos y la miró embelesada. La pelinegra le dio un cachazo con el arma para que quitara las manos. "No te he dicho que toques", la agarró del cuello nuevamente, y la punta de la pistola estaba de nuevo en su sien. La rubia tragó fuerte.

Tzuyu puso el arma en la boca de Nayeon. "Chupa", ordenó, y tomó su polla en su otra mano para masturbarse. Nayeon, algo dudosa, pero, completamente alterada, abrió su boca para dar paso a la boca del cañón y comenzó a chupar tímidamente mientras la pelinegra movía su puño de arriba abajo lentamente sobre su falo. "Tan hermosa, Yeonie", murmuró, sumergiéndose en la complejidad del momento.

Algo dentro de Nayeon se removió al escuchar aquel elogio, y se permitió a sí misma adentrarse más en lo que sentía y relajarse por completo. Por fin estaba teniendo lo que tanto quería: la polla de Tzuyu estaba enfrente de ella, estaba bajo el control de quien anhelaba y existía la posibilidad de ser follada hasta el olvido en el lugar donde se había entrometido durante meses.

Metió un poco más del cañón de la pistola en su boca y chupó, dejando que el sabor a metal se apoderara de sus papilas gustativas.

Tzuyu, por su parte, acariciaba su polla suavemente en la cara de la rubia con descaro mientras la hacía chuparle el arma.

"Lo disfrutas, ¿eh?", Nayeon respondió con un pequeño sonido mientras tragaba.

La pelinegra detuvo los movimientos en su mano, sacó el arma de la boca de la rubia, la puso a un lado en la mesita de noche, tomó nuevamente su polla en la mano, la acercó a la boca de Nayeon y dio algunas palmaditas con la punta en sus regordetes labios. Nayeon abrió la boca para recibirla, pero la pelinegra la detuvo dándole una bofetada con su mano.

"Vas a chuparme cuando yo te diga, pequeña", y dicho esto, le metió dos dedos en la boca, y Nayeon los chupó de inmediato, como si hubiese habido una orden.

Tzuyu observó cómo Nayeon obedecía, cada acción alimentando la tensión y la excitación en la habitación. El juego de poder se intensificaba, y ambas mujeres se sumergían en un territorio desconocido pero emocionante. La pelinegra aprovechaba cada oportunidad para reforzar su control, mientras Nayeon, aunque inicialmente desconcertada, encontraba una extraña dicha en la sumisión a las demandas de su amiga.

La pelinegra agarró la barbilla de Nayeon nuevamente, y esta la miró a los ojos. La agente analizó su mirada; era suplicante, profunda y parecía tan excitada como ella.

"¿Quieres que te folle, pequeña entrometida?", preguntó con voz ronca, mirando la hermosa desnudez de su amiga.

La polla de Tzuyu definitivamente estaba a punto de estallar de lo dura que estaba. Cuántas noches no pasó eyaculando en su mano mientras pensaba en Nayeon y cómo se verían sus labios alrededor de su falo.

"Sí", contestó Nayeon apenas. Tzuyu se sentó en la cama, tomó su polla en las manos, bombeó varias veces, acercó su mano al cabello de Nayeon y la haló hacia su entrepierna. "Chupa, preciosa". Y así lo hizo.

El agarre de la pelinegra en su cabello y esa gorda polla entrando en su garganta provocaron algunas arcadas, incluso una violenta tos, pero ella estaba feliz. Feliz de tragar alrededor de lo que quería. Nayeon comenzó a tragar esa polla con esmero. Su cabeza subía y bajaba con sensualidad mientras escuchaba los más sexys gemidos provenientes de los deliciosos labios de su adorada amiga.

"Qué boquita tan deliciosa", gimió. "Si tan solo me hubieses dicho lo que sentías, te hubiera follado hace rato, bebé", jadeó cuando Nayeon succionó con dureza antes de sacársela de la boca para respirar.

"¿Tú sientes lo mismo por mí?", concluyentemente, el tono de Nayeon era de total sinceridad y ansia. De inmediato, la agente le contestó con un beso, dejándola sentir su propio sabor en la boca de la chica.

"Joder, Nayeon, sí", guio su polla a su boca nuevamente, y esta la recibió con gusto. "Me encantas, desde siempre", comenzó. "Pero tenía miedo de... ¡Ahh! Dañar la amistad", Nayeon se la sacó de nuevo para hablar.

"Pues me alegra haberla arruinado yo" después de la provocativa declaración de Nayeon, Tzuyu le dio una lamida intensa, mezclando sus sabores y aumentando la tensión en la habitación. La pelinegra, entonces, apretó con más firmeza el agarre en el cabello de Nayeon, inclinó su cabeza hacia abajo y le escupió en la boca.

"Hazlo otra vez", suplicó Nayeon, deseosa de más. Tzuyu, sin vacilar, acumuló más saliva y soltó otro hilo dentro de la boca de Nayeon, quien lo recibió con gusto y lo tragó con ansias.

Con la polla de Tzuyu nuevamente en la boca de la rubia, la pelinegra dejó en claro sus intenciones: "Maldita seas, Yeonie, te voy a coger hasta que no quepa una gota de semen dentro de ti". La expresión cruda y excitada de Tzuyu revoloteaba los sentidos de Nayeon de una forma inigualable.

Después de disfrutar de la intensidad del sexo oral, Tzuyu retiró su polla de la boca de la rubia, la agarró por el cuello con firmeza y la arrojó a la cama, generando un sonido ahogado de sorpresa y placer. La pelinegra se situó sobre la cama, alineando su cuerpo con el de Nayeon, y con un gesto perverso, rozó la punta de su erección contra los pezones de la coreana, impregnándolos de los fluidos que habían compartido en el juego anterior.

Posicionándose entre las piernas abiertas de Nayeon, Tzuyu comenzó a explorar su cuerpo con destreza. Sus manos hábiles manosearon el clítoris de la rubia, extrayendo gemidos apasionados de lo más profundo de su garganta. La atención se desplazó hacia el canal húmedo de Nayeon cuando Tzuyu introdujo un dedo en su interior, moviéndolo con cuidado para estirarla y provocar sus deliciosos gemidos.

A medida que la excitación aumentaba, la pelinegra no se detuvo y añadió otro dedo, deleitándose con la suavidad y el calor que emanaban de la coreana. Un tercer dedo se sumó a la ecuación, provocando jadeos más intensos y demostrando la maestría de Tzuyu en explorar los placeres más íntimos de su amiga.

Con un susurro cargado de intensidad, Tzuyu anunció sus intenciones: "Te quiero romper, bebé" y sin dudarlo, añadió un cuarto dedo, llevando su mano a un ritmo frenético mientras penetraba el interior empapado de Nayeon.

"Ohh mierda... Sí, así", murmuró Nayeon entre gemidos mientras los dedos de Tzuyu exploraban su caliente humedad, deslizándose con maestría en su interior.

"Hmmm, eso es, preciosa", susurró la pelinegra, deleitándose con la aterciopelada sensación en la yema de sus dedos. Cuando consideró que Nayeon estaba lo suficientemente abierta para ella, los retiró, emergieron empapados, y los llevó a su boca, saboreando los jugos de la coreana con una expresión de pura satisfacción. Los ojos de Nayeon permanecían fijos en Tzuyu extasiada y ansiosa por más.

Con un giro decidido, Tzuyu dirigió su atención hacia la siguiente fase de su encuentro. Sus dedos acariciaron el interior del muslo de Nayeon, explorando la suavidad y la humedad que había provocado. Sin previo aviso, una fuerte palmada resonó, haciendo temblar a Nayeon y arrancándole un pequeño grito de sorpresa y placer.

"Ponte boca abajo y separa las piernas, manos atrás y no pongas tu cara contra el colchón, quiero oírte gritar cuando te la meta", instruyó Tzuyu con autoridad, delineando sus deseos con un tono que dejaba claro quién estaba al mando.

Nayeon le dirigió a Tzuyu unos ojitos que la pelinegra no pudo pasar por alto. "Ch-Chewy, ¿puedo pedirte algo?", preguntó con una expresión que reflejaba inocencia y, al mismo tiempo, un deseo malicioso que era capaz de capturar la atención de cualquiera.

"¿Qué es?", respondió, intrigada por lo que Nayeon tenía en mente.

"¿Podrías apuntarme con el arma en la cabeza mientras me follas?", solicitó Nayeon con una seriedad sorprendente, su tono ingenuo contrastaba con la audacia de su petición.

Tzuyu quedó momentáneamente sorprendida ante la solicitud, pero luego una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios. "¿Te excita eso?", preguntó, mientras Nayeon, obedeciendo las previas instrucciones, se colocaba boca abajo con las piernas ligeramente abiertas.

"Me excita que seas tú", murmuró Nayeon.

Tzuyu, manteniendo el juego de sensualidad y dominación, tomó el arma de la mesita de noche, acompañada por un frasco de lubricante. Se posicionó con determinación sobre Nayeon, arrodillada en la cama, con sus rodillas a cada lado del jugoso trasero de la rubia. Inclinándose hacia adelante, buscó los labios de Nayeon para un beso, pero la rubia desvió la cabeza.

En lugar de insistir en el beso, Tzuyu le dio un suave besito en la mejilla antes de acercarle el arma a la boca. "Lame", ordenó con tono dominante. Nayeon obedeció de inmediato, deslizando su lengua a lo largo del cañón del arma como si se tratara de la polla de la pelinegra.

Mientras disfrutaban de este provocador juego, la mente de Nayeon se desvió hacia la posibilidad de saborear la deseada semilla de la agente más adelante. Mientras tanto, Tzuyu se aseguró de que el seguro del arma estuviera bien puesto, garantizando la seguridad de su atrevido juego.

Con un frasco de lubricante en mano, Tzuyu esparció cuidadosamente el líquido sobre su empalmada polla, asegurándose de prepararla para la próxima penetración. Una vez lista, se acomodó detrás de Nayeon, sintiendo la anticipación y el deseo aumentar en el ambiente. La punta de su polla estaba dirigida hacia el ansioso coño de Nayeon, y la pelinegra estaba lista para llevar a cabo las fantasías que habían permanecido ocultas durante tanto tiempo.

Guiaba su polla a través de la estrecha vagina de su amiga, sintiendo cómo las paredes la aprisionaban mientras avanzaba en su penetración. A pesar de que la había estirado con sus dedos, Nayeon seguía increíblemente apretada para ella, lo que provocaba gemidos y lamentos de la rubia mientras era penetrada.

"Qué bien me tragas, joder", gimió la pelinegra, deleitándose en la sensación de ser envuelta por la estrechez de Nayeon. Empujó con determinación, metiendo las pulgadas que hacían falta para satisfacer completamente los sentidos de la rubia. Evidentemente, Nayeon tomó todo, y Tzuyu comenzó a mover sus caderas de adelante hacia atrás lentamente, intensificando la experiencia para ambas.

Nayeon no pudo evitar gemir sonoramente mientras la pelinegra continuaba sus penetraciones, explorando cada rincón de su ardiente intimidad.

Para ellas, era realmente deliciosa la manera en que sus cuerpos se unían. Tzuyu cumplió los deseos de Nayeon, y el arma estaba nuevamente en su sien, añadiendo un nivel adicional de intensidad a la experiencia. Cada golpe de la pelvis de la agente contra el culo de Nayeon era firme y decidido, machacando su coño con cada penetración, mientras el cañón del arma le apuntaba.

Sentía un cosquilleo en el área en donde le apuntaba, una sensación amena que aumentaba la adrenalina del momento. Su amiga se inclinó hacia adelante, acercando su boca a la oreja de Nayeon, donde chupó, mordió y torturó de manera sensual.

"Eso es lo que te mereces, pequeña", sus bolas golpeaban su trasero de una manera lasciva y vulgar, creando un compás erótico que resonaba en la habitación. Nayeon estaba en un estado de éxtasis, como si su alma se hubiera transportado a otro lugar. Gemidos incontrolables salían de su boca, y su coño expulsaba todo, empapando la polla de Tzuyu.

Afortunadamente, la fantasía era completamente mutua porque la pelinegra procedió a morder la oreja de Nayeon con fuerza, luego la lamió y llevó el cañón del arma a la boca de Nayeon, azotándole los labios. "Dime que eres mi pequeña zorra o te reviento", fueron palabras inesperadas que, junto con las embestidas continuas y vigorosas de la pelinegra, llevaron a Nayeon a correrse escandalosamente. Su orgasmo causó que la polla de la agente temblara dentro de ella, y Tzuyu, llevando una mano a su clítoris, frotó desordenadamente, intensificando el clímax.

Esta acción provocó que la polla de la pelinegra se corriera sorpresivamente. Soltó el arma y dio unas cuantas embestidas más mientras le pintaba el coñito de Nayeon con semen. La rubia lo recibió gustosa, gimiendo mientras el semen se mezclaba con su propio orgasmo, creando una explosión de placer que las dejó exhaustas, pero completamente satisfechas.

Cuando la pelinegra terminó de descargar toda su semilla dentro, se salió de Nayeon. Estando de rodillas, Tzuyu agarró las nalgas de la rubia, las abrió ligeramente para admirar el coño que acababa de penetrar. Observó su semen saliéndose del hoyito y, curiosa, abrió un poco más para verlo mejor. Recogió un poco con su dedo y lo llevó a la boca de Nayeon, quien suspiraba aún boca abajo. "Chupa", ordenó, y la coreana saboreó con esmero lo que tenía para darle.

Nayeon se sacó el dedo de la boca y, con voz sumisa, pronunció: "Soy tu pequeña zorra". La taiwanesa la miró satisfecha. "Eres una chica muy buena", acarició su mejilla. Nayeon le sonrió y se dio la vuelta, quedando boca arriba y descansando su cuello.

"Te lo preguntaré una última vez. ¿Qué es lo que quieres?", de inmediato, Nayeon desvió la mirada al arma de fuego y luego la regresó a la pelinegra, específicamente a su torso. Tzuyu entendió el deseo implícito y rápidamente se quitó la camisa que había tenido puesta todo ese tiempo. Luego, se deshizo también de su top, dejando sus pechos al aire. Una vez desnuda, tomó el arma, se le recostó encima a Nayeon y se la puso en la cabeza. "¿Qué coño es lo que quieres?"

Nayeon, por primera vez, fue completamente abierta con sus sentimientos. "Quiero ser poseída por ti, quiero que me maltrates y que me uses como te dé la gana", hizo una pausa cuando la pelinegra la besó salvajemente. "¿Te puedo pedir algo?"

"¿Estás en condiciones de exigir?", preguntó burlona.

"Necesito que busques un cuchillo y me amenaces con él mientras me follas", su polla respondió ante aquello, despertando.

"¿Quién en este mundo pensaría que te gustaban estas cosas, pequeña?"

"¿Lo harás o no?", la pelinegra paseó el arma por su cara hasta llegar a su boca, Nayeon la recibió y chupó como le encantaba.

"Voy por el cuchillo y cuando regrese quiero que estés con las piernas abiertas, enseñándome lo lleno que te dejé este coño, ¿entendido?" Nayeon murmuró en aprobación. La atmósfera cargada de deseo y anticipación dejaba en claro que estaban a punto de explorar límites más profundos.

Tzuyu se levantó, fue a la cocina y tomó uno de sus cuchillos de cortar carne. Cuando regresó a la habitación, Nayeon yacía con las piernas abiertas en el medio de la cama.

"Eres una chica muy obediente, muy buena", alagó mientras se subía a la cama, el arma a un lado y ahora el cuchillo con el mango negro siendo el protagonista.

Puso el cuchillo en un lugar seguro, agarró a Nayeon por los muslos, poniendo su abierta entrepierna a la altura de la suya. Ella estaba de pie en la cama. Alzó a Nayeon prácticamente poniéndola de cabeza con su coño a su disposición. Le metió la polla entera nuevamente haciéndola gritar. Con una mano le agarraba el culo y con la otra tomó el cuchillo y lo puso en su abdomen. El brillo de la hoja relucía mientras Tzuyu mantenía el control absoluto sobre la situación, llevando a ambas a una danza peligrosa entre el placer y el riesgo.

Tzuyu inclinó su torso hacia abajo para darse mayor impulso. Cada embestida era un juego peligroso entre el placer y la amenaza del filo del cuchillo. Nayeon, por su parte, se entregaba a la experiencia, deleitándose con la mezcla de dolor y éxtasis que invadía su ser. Sus manos se aferraban a los muslos, proporcionándole estabilidad en medio de la intensidad del acto.

Aunque la situación era arriesgada, ambas compartían una confianza mutua que convertía este juego peligroso en una experiencia erótica única. Nayeon sentía el cosquilleo de la hoja de acero en su abdomen, un recordatorio constante de la peligrosa dualidad que compartían en ese momento.

La pelinegra continuó con su ritmo intenso, su polla saliendo y entrando en el abierto hoyo de Nayeon de manera exquisita. Cada embestida enviaba oleadas de placer y dolor a través del cuerpo de la rubia. Los gemidos de ambas llenaban la habitación, creando una sinfonía erótica que resonaba en el aire.

"Ahh, justo ahí", gimió Nayeon, entregándose completamente al vaivén.

"¿Así, pequeña puta?".

"Sí, joder, eres tan grande, Chewy".

"¿Te gusta que te utilice así para ordeñar mi polla, hmm?", las palabras de Tzuyu resonaban en el aire, penetrando la mente de Nayeon, que estaba tan perdida en las sensaciones que había olvidado momentáneamente sus propios deseos.

Sin embargo, comprendió perfectamente lo que Nayeon buscaba. Retiró la mano de su culo y la llevó a su rostro, desatando una bofetada dura que resonó en la habitación, haciendo que Nayeon jadeara. "Contesta, perra".

"Sí, joder... Utilízame todo lo que quieras..."

La pelinegra continuó con sus embestidas meticulosas. Observaba cómo su polla desaparecía y reaparecía en ese coño que la tragaba con avidez. Era simplemente exquisito ver lo abierta que estaba, permitiendo que su polla se deslizara con una facilidad alucinante. Su miembro, ahora rojo y goteando líquido preseminal, marcaba un ritmo lascivo que resonaba en la habitación, intensificando la conexión entre ambas mujeres.

En un momento, Tzuyu deslizó el filo del cuchillo desde el abdomen de Nayeon hasta su cuello. El roce del metal a lo largo de su piel intensificaba aún más la experiencia, combinándose de manera audaz con las embestidas vigorosas de la pelinegra.

"Mira lo caliente que es este coño", gimió la pelinegra.

"Justo ahí, ohh, tan bueno", sus ojos estaban cerrados mientras sentía cada cosa que le hacía la pelinegra.

Aprovechando el éxtasis de Nayeon, Tzuyu amplificó la intensidad de la experiencia. Una mano se apoderó de una de las tetas de la rubia, apretándola con firmeza. Soltó el cuchillo, luego, le propinó otra fuerte bofetada en su cara que la hizo gritar, para finalmente llevar su mano al cuello de Nayeon y apretar, todo esto sin detener las vigorosas embestidas que mantenían a ambas en el cielo.

Nayeon sentía la contundencia de las bolas de la pelinegra golpeando su pelvis, y en ocasiones, la firmeza de esa verga tocaba su punto más sensible, haciéndola sentir completamente poseída.

"Chewy, estoy tan cerca", gimió.

"¿Muy cerca, pequeña puta?", intensificó el agarre en su cuello y dio unas tres embestidas especialmente duras, haciendo que Nayeon soltara un grito fuerte.

"Ch-che-wy p-por favor, oh Dios mío", Nayeon llevó sus manos a la mano de la pelinegra que apretaba su cuello con fuerza.

Las paredes de la coreana se cerraron de una manera que incluso sorprendió a la pelinegra, quien continuó moviéndose en su interior, aunque con dificultad. Quitó la mano de su cuello para dejarla respirar un momento y se dedicó a separar las nalgas de la chica para ver cuando se corriera. Su polla salió por completo de allí y se estrelló contra ella unas cuatro veces antes de que el orgasmo de la coreana saliera en forma de un squirt. Todo fue un desastre alrededor de la polla de Tzuyu. Ella se la volvió a meter cuando Nayeon estaba en pleno orgasmo, con una mano en su clítoris para frotar y unas cuantas embestidas más.

"Sí, sí, sí. Joder, tan grande que duele", gimió.

Al escuchar eso, continuó con sus duras embestidas. Uno, porque ya había hecho correr a su buena chica, y dos, porque prácticamente la estaba asfixiando en su coño. Tomó la base de su polla y se dio impulso para penetrarla más profundamente, buscando exprimir hasta la última gota de placer en ese intenso encuentro.

Chocaron con dureza sus pelvis y Tzuyu llegó a su límite, soltando todo lo que tenía para dar. Su semen salió a chorros y pintó las entrañas de la rubia, exactamente como ella siempre lo había deseado. Esas pulgadas destrozándola y el semen caliente entrando.

"Sí, ah, mmm, tan caliente, bebé", jadeaba la pelinegra, soltando su esencia dentro de Nayeon. Ambas se quedaron en esa posición, respirando agitadamente mientras aún estaba dentro de ella, su polla temblando. Se miraron mutuamente por unos segundos antes de que saliera de ella y admirara, lo que aparentemente era su vista favorita. Su coñito soltaba su semen, saliendo del hoyito expulsado, manchando sus muslos.

"Una pastilla del día después y con suerte no te dejaré preñada", metió dos dedos en ese coño y sacó un poco de su semen, luego los llevó a su propia boca y los saboreó. La pelinegra disfrutó del sabor de la mezcla de fluidos, mientras Nayeon, aun recuperándose, observaba la escena con una mezcla de asombro y excitación. La intensidad del momento aún resonaba en el aire, dejándolas sumidas en un silencio cargado de sensaciones compartidas.

Nayeon se acostó en la cama ahora boca arriba, bajó su pelvis y descansó por fin las piernas, que, por cierto, le temblaban. Tzuyu se paró de la cama, tomó el cuchillo y lo puso junto al arma. Luego se subió a la cama junto a Nayeon.

Se miraron mutuamente.

"¿Qué piensas?", preguntó Tzuyu, pasando sus manos por el cabello de Nayeon.

"Tal vez debí preguntar hace rato, pero no sé qué haces aquí. Se supone que estarías en Miami", respondió Nayeon.

"Para la suerte de ambas, se pospuso el evento y al regresar a casa encontré una mujer follando su coño en mi cama", Tzuyu sonrió.

"Mira el lado bueno", sugirió Nayeon.

"¿Cuál?"

"Ya están las cosas más claras entre nosotras", rió Nayeon. "Y no te tuvo que morder ninguna iguana para que tuvieras un buen fin de semana", la pelinegra se echó a reír junto con ella.

"En parte estoy agradecida de que seas una pequeña intrusa", admitió Tzuyu con una radiante sonrisa.

"¿Por qué?"

Tzuyu le dio un casto beso en los labios. "Porque ahora ambas sabemos que no solo irrumpiste en mi casa, sino también en mi corazón. No es más un secreto", Nayeon sonrió y se aferró a la pelinegra en un bello abrazo donde sus cuerpos desnudos se encontraron de manera tierna por primera vez. Ambas mujeres compartieron un momento de conexión genuina, dejando atrás las tensiones y secretos para abrazar la honestidad y la intimidad que habían descubierto la una en la otra.

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