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BURST INTO ME

Los caminos de la vida a menudo nos llevan a lugares inesperados, a encrucijadas que desafían nuestras expectativas y nos confrontan con decisiones difíciles. Desde el momento en que nuestras miradas divagan hacia horizontes inexplorados, hasta las oportunidades que se nos presentan para traspasar los límites que nosotros mismos hemos establecido, nos vemos enfrentados a una encrucijada entre lo conocido y lo desconocido, entre la seguridad y el riesgo.

Algo similar le estaba sucediendo a Chaeyoung.

Su dulce mejor amiga, tan sensual con sus movimientos gráciles, tan educada con su encanto natural, tan deliciosamente inocente en su mirada, había desarrollado una atracción tan morbosa y prohibida por su rubia amiga. Desde aquel momento en que sus ojos se desviaron hacia su formidable polla en sus pantalones de trabajo, algo se desató en ella, una obsesión que no pudo sacudirse, que se aferró a su mente y cuerpo como una necesidad vital.

Pero Mina no fue la única en traspasar los límites de la amistad. Después de haberla poseído como si fuera su propósito en la vida, después de haberla sometido a sus pies, haciéndola suya en un acto tan libidinoso y bruto, las cosas tomaron un giro inesperado, aventurándose por caminos menos convencionales.

Así, tras haber cruzado la línea que separaba la amistad de la intimidad, se encontraron en un territorio nuevo y desconocido. Se habían convertido en novias.

Jodidas novias.

Chaeyoung no vaciló en dedicar tiempo y esfuerzo para fortalecer su relación con Mina, dejando de lado cualquier atracción sexual que pudiera existir entre ellas. Reconocía que tenían la oportunidad única de conectar en un nivel más profundo, más allá de lo físico. Ambas compartían un vínculo especial que iba más allá de la simple estima o amistad; se protegían mutuamente, con una ternura y cuidado genuinos, creando una conexión cautivadora y conmovedora.

La rubia siempre estaba atenta para proteger a Mina de cualquier situación o persona que pudiera causarle daño. Esta protección no se limitaba solo a los peligros físicos, sino también a los emocionales. Chaeyoung se convertía en un refugio seguro para Mina, ofreciéndole consuelo y apoyo en momentos difíciles y defendiéndola con valentía cuando era necesario.

Eran la demostración que la salud mental de alguien podía realmente influir en la buena convivencia y que eso se convertiría en una relación con sus altas y bajas, pero con una buena convivencia la gran mayoría del tiempo.

Se querían demasiado.

Mina no podía evitar llamar constantemente a Chaeyoung cuando esta se encontraba de viaje en otro país o en otro estado. Para Mina, escuchar la dulce voz de la rubia era reconfortante, y saber que estaba bien era una prioridad absoluta. Cada vez que levantaba el teléfono para marcar su número, sentía una necesidad profunda de conectarse con ella, de asegurarse de que estaba bien, alimentada por un amor y una preocupación genuinos.

No se trataba solo de asegurarse de que Chaeyoung había comido o de escuchar unas palabras reconfortantes; era una forma de mantener viva la chispa, de mantenerla cerca incluso cuando estaban separadas por la distancia física. Cada conversación telefónica era un simbolismo de la importancia que tenía Chaeyoung en su vida, y encontrarla del otro lado de la línea le proporcionaba una sensación de completitud y tranquilidad que no podía encontrar en ningún otro lugar.

A través de esas llamadas telefónicas, Mina y Chaeyoung encontraban una manera de estar presentes la una para la otra, de apoyarse mutuamente incluso en la distancia. Cada vez que Mina colgaba el teléfono después de hablar con Chaeyoung, lo hacía con el corazón lleno de gratitud y amor.

Luego de que Chaeyoung la encontrara en esa situación y le hiciera todo lo que le hizo, no fue para nada difícil para ellas entregarse en cuerpo y alma, la una en la otra.

Se pertenecían.

Habían dado un paso audaz al formalizar su relación. Se habían enfrascado en un lazo que iba más allá de la mera amistad, algo que ambas reconocían como algo que no podían ignorar. Ahora eran novias, compartiendo momentos preciosos juntas, encontrando en la otra un refugio seguro.

Decidieron mantener cada una su propio espacio, sus propios refugios personales en forma de departamentos separados. Era un acuerdo que les permitía mantener cierta independencia, pero también les brindaba la libertad de explorar su relación a su propio ritmo. A veces, se sumergían en la comodidad del hogar de Mina, disfrutando de la familiaridad de su espacio, mientras que otras veces se quedaban en el de Chaeyoung, creando un equilibrio entre ambas vidas.

Esta dinámica les otorgaba la flexibilidad para nutrir su relación mientras conservaban su individualidad. Entre momentos, conversaciones profundas y caricias tiernas, encontraban la armonía perfecta en su amor, un amor que desafiaba las expectativas y florecía en la diversidad de sus experiencias. Juntas, construyeron un mundo donde podían ser completamente ellas mismas, donde cada día era una aventura que exploraban juntas, sin miedo al juicio externo, solo enfocadas en el amor que las unía.

Entre ser ellas mismas también incluían sus jueguitos, sus sucios jueguitos.

Habían acordado qué cosas les gustaban y cuáles no y ese era el camino a seguir cuando tenían ganas la una de la otra.

Lo primero que hizo al desmontarse del avión fue deslizar los dedos por la pantalla de su teléfono, buscando algún mensaje, alguna noticia que la reconectara con su vida cotidiana después de esa jornada extenuante en un evento deportivo en Londres. Sin embargo, la pantalla permanecía mayormente en blanco, sin ninguna notificación que destacara entre las demás.

Con el peso del cansancio y el anhelo de volver a casa, había aterrizado en la bulliciosa ciudad de Nueva York, lista para deshacer su equipaje y sumergirse en la comodidad de su propio espacio. Sabía que su amada novia probablemente estaría ocupada trabajando en su departamento, lo que la impulsó a montar su maleta en el auto con cierta resignación.

Fue en ese preciso momento, mientras se preparaba para emprender el camino hacia su hogar, que su teléfono vibró con un mensaje entrante. Al leer el nombre de su querida novia iluminando la pantalla, sintió un cosquilleo de emoción y anticipación recorrer su cuerpo, rompiendo momentáneamente la monotonía de la fatiga y la rutina.

Estoy metida en tu departamento

Vas a permitir eso?

Deberías venir y ponerme en mi lugar

Joder, esa maldita mujer, pensó, con una mezcla de exasperación y deseo ardiendo en sus venas. Se apresuró a llegar a casa rápidamente, el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Esos mensajes, esos provocativos mensajes que había recibido, solo podían significar una cosa: su chica la ansiaba, la deseaba con una intensidad que la estremecía. Quería que la sometiera, que la dominara con cada fibra de su ser. Rogaba por ella, suplicaba su presencia, su toque, su control. Y ella, ya estaba ansiosa por llegar a casa, por satisfacer esos deseos que se habían encendido.

Condujo rápidamente, con la polla poniéndosele dura en los pantalones, una respuesta visceral a la excitación que le provocaba el pensamiento de lo que estaba por venir. Su novia iba a pagar las consecuencias más tarde. Cada semáforo en rojo se sentía como una eternidad, cada calle parecía alargar su recorrido, mientras su mente se perdía en fantasías de lo que les esperaba en casa.

Aparcó el auto en el estacionamiento y se detuvo un momento, su mente centrada en la excitación que la embargaba. Tomó su arma y, con manos firmes y seguras, le puso el seguro. Luego, con la misma precisión meticulosa, tomó su navaja táctica y la colocó en un lugar de fácil acceso en sus pantalones.

Su erección, ya completamente dura, comenzaba a ser una molestia bajo la presión de los pantalones ajustados, pero ese pequeño inconveniente solo alimentaba su impaciencia por llegar a su destino. Con determinación, se bajó del auto y sacó su maleta, sus pasos repicando con un latir inminente mientras se encaminaba hacia su apartamento.

Como de costumbre, entró en su hogar, dejando los zapatos a un lado con un gesto mecánico antes de depositar su maleta en su lugar habitual. La inspección de la casa era una rutina que, aunque familiar, siempre avivaba su excitación. Sabía que su chica estaría en algún rincón del departamento, entregada a la delicia que solo ellas sabían provocarse mutuamente.

Dirigiéndose a la cocina, observó el caos organizado que reinaba en el espacio. Las cosas estaban revueltas, las luces encendidas, y el aroma a comida reciente flotaba en el aire, indicando que alguien había estado cocinando o algo por el estilo. Una sonrisa juguetona se dibujó en sus labios mientras imaginaba a su amante moviéndose con gracia entre los utensilios, quizás preparando algo para sorprenderla.

Continuando con su búsqueda, se encaminó hacia el baño. La calma reinaba en ese espacio, y todo parecía estar en perfecto orden. Su chica no estaba allí, pero eso no hizo más que intensificar su anhelo por encontrarla, por unirse a ella.

Finalmente, llegó a su habitación y su intuición no falló: allí estaba, tendida en el suelo, entregada al gusto de la autoexploración. Su chica estaba montando con rapidez un dildo, sus gemidos dulces llenado la habitación.

Ese dildo, sin duda alguna, tenía una historia especial. Era una réplica exacta de la polla de Chaeyoung, un regalo íntimo que las conectaba de una manera única y excitante. Recordó con una sonrisa el día en que, entre risas, su novia llegó con Kit, decidida a hacer un molde de su erección para crear un consolador personalizado.

Observó con admiración como se daba placer, utilizando aquel dildo para satisfacer sus deseos cuando ella no estaba presente. La forma curva del juguete, diseñada para imitar a la perfección la anatomía de Chaeyoung, la transportaba a un mundo de sensaciones que la hacían sentir su presencia de una manera vívida y excitante.

Se acercó sigilosamente a donde estaba su chica, tendida en el suelo con la parte inferior de las nalgas aún húmedas de sus jugos, una imagen que avivaba el fuego de su deseo. Mina estaba desnuda, moviendo el consolador de goma de adelante hacia atrás en su apretado coño.

Un impulso salvaje la invadió, el deseo de poseerla ahí mismo. Sin embargo, se contuvo, consciente de que debía mantenerse en su papel.

Lo primero que hizo fue sacar su arma, un gesto familiar que significa el inicio de sus juegos. Se colocó frente al rostro de Mina y le apuntó directamente a la cabeza.

—Detente—, pronunció con voz firme.

Mina abrió los ojos, y alzó la mirada para encontrarse con la sonrisa de la rubia, una sonrisa que destilaba un aura malévola, como si estuviera a punto de devorarla por completo en ese mismo lugar. Y lo haría.

Mina sabía que era crucial mantenerse en su papel, a pesar de la felicidad que la invadía al ver regresar a su novia. Con determinación, se sacó el dildo de su interior y se inclinó sobre sus rodillas, adoptando la posición que sabía que Chaeyoung ansiaba verla.

De rodillas, sumisa como si fuera una ladrona que había sido atrapada, Mina esperaba las instrucciones de su ama. Chaeyoung sonrió con ternura mientras acariciaba su rostro con delicadeza. —Eres una chica tan buena, tan obediente, tan hermosa—, susurró, sus palabras cargadas de afecto y dominación.

Mina la miraba con ojos suplicantes y receptivos, ansiosa por cumplir con los deseos de su amante. La rubia guardó el arma y dirigió toda su atención hacia su chica. —Veo que te divierte provocarme—, continuó, su tono mezclando diversión con autoridad.

Mina no respondió con palabras, solo inclinó su rostro hacia la notable erección de Chaeyoung, buscando la aprobación en sus ojos. La rubia asintió lentamente, y en ese instante, no perdió tiempo y pegó su boca a la abultada polla por encima de los pantalones. Empezó a recorrer toda su longitud con la boca, sin usar las manos, sintiéndose como en casa.

—Joder, tan necesitada—, siseó Chaeyoung con una mezcla de excitación y autoridad palpable en su voz.

Mina continuaba con la boca abierta, deslizándola por todo el pantalón de Chaeyoung, desde su firme erección hasta desviarse hacia un lado donde reposaba su arma. La castaña también lamió la superficie del arma, sus ojos cargados de deseo fijos en la rubia, anhelando más.

—¿Quieres jugar?—, preguntó Chaeyoung con una sonrisa pícara, mientras observaba a Mina con una mezcla de diversión y anticipo.

Mina asintió, frenéticamente, sus pupilas dilatadas por la excitación mientras ella bajaba la mirada hacia los zapatos de la rubia. Sin vacilar, colocó sus manos en las rodillas de Chaeyoung y las fue deslizando hacia abajo, hasta llegar a los zapatos. Luego, inclinó su propio torso hacia abajo, levantando el trasero en un gesto sumiso que indicaba su entrega total a la voluntad de su amante.

Chaeyoung la miró con orgullo, complacida por la sumisión de Mina. —Estás muy dócil hoy, ¿no?—, comentó con una sonrisa satisfecha.

—Para ti—, respondió Mina desde su posición inferior, expresando su entrega total a la voluntad de la rubia.

La rubia sacó su arma de la funda una vez más y la apuntó a la cabeza. —Levántate de ahí y ponte de rodillas de nuevo—, ordenó con voz firme, desatando un escalofrío en la castaña mientras cumplía obedientemente con la orden.

Mina obedeció sin titubear, colocándose de rodillas con las manos automáticamente detrás de su espalda, su mirada fija en el rostro orgulloso de su novia. Chaeyoung tomó el control de la situación, deslizando la punta del arma desde la frente hasta su boca, provocando un estremecimiento en la castaña.

Mina estaba lista para obedecer, pero fue detenida bruscamente por un golpe con la culata del arma. Sin decir una palabra, Chaeyoung apartó su Glock y procedió a desabrochar su pantalón, bajándolo lentamente junto con su bóxer. Después, se despojó de cada prenda con determinación, incluso sus zapatos, dejándose únicamente con los calcetines. No contenta con eso, se deshizo también de su camisa, su chaqueta y su top, revelando su cuerpo desnudo en toda su gloria.

Desde su pantalón, extrajo la navaja antes de arrojarlo a un lado con desdén. Luego, tomó el dildo que replicaba exactamente su propia erección y dirigió unas últimas palabras a Mina con voz firme: —Voy a estar en el sillón. Vas a venir después de mí y te vas a atragantar con mi verga desde el momento en que te pongas de rodillas allí, ¿entendido?

Mina asintió sin vacilar, sintiendo cómo el deseo y la sumisión se entrelazaban en su ser, ansiosa por seguir las órdenes al pie de la letra como una chica buena.

Se fue hacia la sala de estar y se sentó en el sofá, impaciente por el momento que se avecinaba. Apenas segundos después, Mina apareció, caminando con determinación hacia ella y arrodillándose frente a su ama, como una devota ante su diosa.

Chaeyoung tomó su polla en la mano, sintiendo el pulso desbocado de su excitación. Estaba tan dura que parecía a punto de estallar, ansiosa por liberar toda esa tensión acumulada. La idea de correrse sobre el rostro de su novia la excitaba, pero sabía que Mina probablemente preferiría tragárselo todo.

Sin esperar una orden, Mina sustituyó la mano de su amante por la suya, masturbándola con habilidad y devoción mientras la miraba con admiración y deseo, como si el simple acto de dar placer fuera su mayor felicidad. Chaeyoung podría haber pasado horas en ese estado de éxtasis, dejando que Mina la acariciara hasta que suplicara por misericordia.

Pero la rubia tenía otros planes. Con agresividad, acercó la navaja a su cuello, una amenaza velada que añadía un toque de peligro excitante a su juego de poder. —A tragar, pequeña puta—, ordenó con voz ronca.

Mina sintió la fría hoja de la navaja en su cuello y su excitación se intensificó. El hecho de que su novia la amenazara para obtener placer la excitaba aún más, alimentando el fuego de su deseo hasta el límite. Sin vacilar, escupió en la punta del miembro erecto y, con rapidez y determinación, engulló la mitad de todo el trozo de carne.

—Joder, esa boquita tan rica—, gemía Chaeyoung entre dientes. —Traga más, bebé—, instaba con voz ronca.

Mina, obediente y entregada, colocó sus manos en las pesadas bolas de su novia, presionando hacia abajo para hacer descender su cabeza aún más profundamente. Sintió el escozor en su garganta al tragar, pero no se detuvo, decidida a complacer a su ama en cada momento.

Con audacia, Mina mamaba con esmero todo el falo de Chaeyoung, apoyándose en sus pelotas, subiendo y bajando su cabeza en un ritmo frenético y excitante. Sin embargo, en un momento dado, tuvo que sacarla abruptamente debido a la sensación de ahogo que la embargaba. Respiró pesadamente, recuperando el aliento antes de volver a llevarla a su garganta con renovada determinación.

Engulló la verga de Chaeyoung con avidez, apretándola con fuerza, sintiendo cómo cada gemido de su amante vibraba en su propia garganta. La sensación era deliciosa, embriagadora, y Mina estaba decidida a darle a Chaeyoung todo el gozo que pudiera, incluso si eso significaba someterse a la sensación de ahogo ocasionalmente.

La punta de la verga de Chaeyoung llegaba hasta lo más profundo de su garganta, provocando un ligero escozor, pero también una sensación de compromiso.

En un momento de pausa, Mina retiró la verga de su boca, dejándola envuelta en una capa brillante de saliva que la hacía lucir aún más deliciosa. Con un gesto lento y deliberado, comenzó a lamer la punta con la misma devoción con la que había estado chupando, saboreando cada gota de su propia esencia mientras sus ojos se encontraban con los de Chaeyoung.

Era un espectáculo erótico y cautivador: Mina, arrodillada frente a su amante con el deseo brillando en sus ojos, lamiendo la polla como si fuera su comida favorita mientras Chaeyoung mantenía el cuchillo amenazadoramente cerca de su garganta.

—Te encanta esta polla, ¿verdad?—, Chaeyoung le azotó la cara con su mano libre, una acción que resonó en la habitación con un sonido nítido. Mina asintió con una sonrisa traviesa antes de volver a envolver la punta con sus labios, deleitándose con el sabor y la sensación del miembro palpitante. Succionó con fervor, provocando gemidos pesados y entrecortados de parte de Chaeyoung.

—Vuelve a tragar, pequeña puta. Para algo estás de rodillas—, ordenó Chaeyoung con voz ronca, su tono cargado de dominación y deseo.

Mina obedeció sin dudar, llevando su boca desde la punta hasta el resto del falo de Chaeyoung, chupando con habilidad y determinación. Exploró cada centímetro del duro y venoso miembro con su lengua y sus labios, deslizándose desde la base hasta las pelotas con destreza experta.

Primero, Mina lamió alrededor de una de las pelotas con movimientos suaves y circulares, explorando cada centímetro con la punta de su lengua mientras provocaba gemidos de placer por parte de Chaeyoung. La sensación de su boca experta envolviendo su piel hacía que la rubia se retorciera.

Luego, con un gesto audaz, Mina se llevó ambas pelotas a la boca, sintiendo el peso y la textura suaves en su lengua mientras las chupaba y succionaba con fervor. Cada vez que succionaba, un pequeño temblor se hacía presente en las piernas de su novia.

Chaeyoung, incapaz de contener su propio deseo, retiró el cuchillo de su posición amenazante y lo bajó a su pecho, su mirada vehemente fija en Mina. —Atragántate con ella—, dictaminó —Quiero llenarte la boca de semen.

Con un último chupón, Mina se retiró momentáneamente de las pelotas de Chaeyoung, su boca y lengua, dejando un rastro de humedad que brillaba a la luz tenue de la habitación. Pero, su breve pausa fue solo eso: breve. Con determinación renovada, volvió a la punta del falo de su amante, esta vez con una intención clara en mente.

Sin vacilar, tomó la verga en su boca una vez más, deslizando sus labios y su lengua hasta envolver completamente la cabeza. Con un movimiento suave, pero, firme, se adentró en lo más profundo de su garganta, entregándose por completo al placer de sentir a Chaeyoung completamente dentro de ella.

La orden de Chaeyoung hizo que Mina se estremeciera, sintiendo el pulso acelerado de su corazón mientras se preparaba para cumplir con la voluntad de su amante. Con determinación y entrega, se dispuso a devorarle la polla.

Mina se entregó por completo al placer de tener la verga de Chaeyoung profundamente en su garganta, sintiendo cada pulso de excitación y cada gota de saliva que envolvía el miembro palpitante.

Sin embargo, Chaeyoung no estaba completamente satisfecha con la velocidad que llevaba. Retiró su amenaza con el cuchillo, decidida a tomar el control total de esa boca que tanto placer le proporcionaba. Con mano firme, agarró el sedoso cabello con una mano, mientras que con la otra la colocaba en su cuello.

—Te voy a follar la boca, respira—, anunció y pudo ver que sus ojos brillaban en desespero.

Con un agarre tenso, guio a Mina para que posicionara su polla en su lengua, preparándola. Y entonces, con un golpe rápido y preciso, se adentró en el fondo de su garganta, comenzando a golpear con rapidez, como si estuviera penetrando su jodido coñito apretado.

Chaeyoung continuaba con su ritmo frenético, subiendo y bajando la pelvis para penetrar esa deliciosa boca con determinación.

—Qué rica esa boquita de puta que tienes—, soltó entre gemidos. Mina, por su parte, era un desastre de babas.

A pesar de la sensación abrumadora, Mina amaba cada momento de ese acto, amaba sentirse reclamada, utilizada por Chaeyoung para su propio placer.

Mina amaba la forma en que Chaeyoung la usaba, susurros de placer que aumentaban aún más su entusiasmo. Ser usada hasta el final, complaciendo cada uno de los deseos de su novia.

—Joder, joder, me corro—, gimió Chaeyoung. —Recibirás todo, cariño, así, justo así— Mina ansiaba aprobar con la boca, pero estaba tan llena, tan hambrienta de más, que apenas podía emitir algún sonido.

Con unas últimas embestidas, Chaeyoung se vació, liberando largos chorros del líquido blanquecino que llenaban la boca por completo. La castaña sintió cómo el semen y la satisfacción la inundaban, mientras Chaeyoung gemía fuertemente, con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, aun con el agarre firme en su cuello y cabello.

—Trágalo todo, trágalo como si fuese tu comida del día, oh joder—, jadeaba mientras soltaba más semen en su boquita.

Mina se apartó de la verga de Chaeyoung, quien soltó el agarre para permitirle respirar. La rubia, finalmente, se detuvo para contemplar el rostro de Mina, enrojecido y cubierto de babas y semen. Aunque su polla comenzaba a perder su rigidez, Chaeyoung no desaprovechó la oportunidad de volver a introducirla en su boca, haciendo que la punta sobresaliera de sus mejillas ocasionalmente para liberar algunos chorritos más de su semen.

Cuando Chaeyoung finalmente retiró por completo su miembro, una pequeña cantidad de semen se derramó por sus labios. En un gesto sorprendente, la rubia intentó volver a introducirlo en su boca, pero Mina la detuvo y tomó el semen con su mano. Con una determinación inquebrantable, Mina se trepó encima de Chaeyoung, posicionándose sobre ella con firmeza.

Entonces, con el semen en sus dedos, Mina lo embarró en toda la cara de Chaeyoung antes de lanzarse sobre ella, atacando su boca con un beso feroz.

De inmediato, Chaeyoung le agarró el culo con ambas manos y lo apretó con fuerza, provocando un gemido de placer mezclado con un toque de dolor en los labios de la rubia. Cuando se separaron del beso, Chaeyoung la miró con admiración.

—¿Por qué tan desesperada?—, preguntó, todavía sin aliento. Mina colgó sus manos del cuello de la rubia y esta vez le dio un beso más pausado y tierno.

—Te eché de menos—, murmuró con sinceridad, su voz cargada de emoción y cariño genuino. Chaeyoung rio suavemente. —Solo fueron tres días, cariño.

—No importa, te extrañé mucho—, insistió Mina, sus ojos brillando.

La rubia sonrió, con el rostro todavía cubierto de su propio semen. —¿Puedo saber por qué hiciste esto?—, preguntó con curiosidad.

—Tú siempre me haces probarme a mí misma—, explicó Mina con una sonrisa traviesa. —Así que pensé que sería justo que también probaras un poco de tu propio semen.

Sonrió, a ella le encantaba sacarla de sus casillas para que la castigara.

—Andas de rebelde, ¿eh? ¿Tengo que ponerte en tu lugar?—, dijo Chaeyoung, agarrándole suavemente la barbilla con una mirada traviesa en sus ojos.

Mina no respondió con palabras, sino que de inmediato atacó el cuello de la rubia con un mordisco repentino y poderoso, sacándole un grito de dolor y placer al mismo tiempo.

El mordisco fue tan intenso que dejó una marca profunda en el cuello de Chaeyoung, una marca que seguramente duraría varios días. Cuando Mina se separó, un rastro de sangre tintaba sus labios.

Chaeyoung la miró con una mezcla de sorpresa y dolor, sintiendo la herida en su piel y el latido de su corazón acelerado. Por un momento, hubo un silencio tenso entre ellas.

Mina, sintiendo la tensión en el aire, se bajó de encima de Chaeyoung y se volvió a colocar de espaldas, ofreciendo su hermoso culo a la disposición de la rubia.

Chaeyoung observó su figura con atención, sintiendo una mezcla de deseo y curiosidad por lo que vendría a continuación. Con delicadeza, acarició la piel marcada en su cuello, sintiendo el dolor punzante y el ardor de la herida.

—Con que me des el culo no será suficiente para compensar lo que acabas de hacer—, murmuró Chaeyoung con un tono de voz cargado de autoridad y una mirada penetrante que reflejaba su determinación.

—No me has follado todavía—, se atrevió a decir Mina, desafiante a pesar del tono serio de su amante.

Por un momento, Chaeyoung había estado tomando todo con calma, incluso después de la mordida. Pero, la audacia de Mina la hizo cambiar de opinión. Se levantó y tomó la navaja que había estado sosteniendo minutos atrás, luego se subió de nuevo encima, esta vez de frente, y con un gesto desafiante, colocó la navaja en su cuello.

—¿Ahora eres secuestradora?—, preguntó la rubia con una mezcla de provocación y sorpresa.

La castaña no respondió con palabras. En cambio, fue directamente al lugar donde la había mordido y comenzó a lamer la marca con audacia.

—Deja que te meta el dildo por el culo—, pidió Mina, buscando provocarla aún más con su atrevimiento.

—¿Acaso tienes derecho de mandarme?—, respondió con una mirada desafiante, dejando claro que no iba a ceder fácilmente ante las provocaciones.

—Métemela y cambiaré de opinión—, desafió de nuevo con cinismo.

Chaeyoung no pudo contenerse más ante las provocaciones de la castaña. En un movimiento limpio y rápido, le quitó el cuchillo de la mano y la agarró del cuello con una fuerza implacable. —Acuérdate que quien manda soy yo—, le advirtió con un tono dominante, antes de abofetearla con el mango de la navaja.

Mina sonrió levemente, sintiendo una oleada de excitación al ver liberarse la bestia dentro de su amante. Con el mismo agarre firme en su cuello, Chaeyoung la tomó y la lanzó con fuerza al sofá, tratándola como si fuera una muñeca de trapo. Su polla ya estaba dura y lista para la acción, palpitando con anticipación.

—Quédate ahí, si te mueves te voy a poner el culo como un tomate—, amenazó.

Sin perder tiempo, Chaeyoung se dirigió a la habitación en busca de su arma, pero regresó con más que eso. Traía consigo lubricante, una correa y un collar, provocando la curiosidad de la japonesa sobre lo que planeaba hacer.

Con un agarre firme en su cuello, Chaeyoung le colocó el collar a Mina, ajustándolo con determinación. Una vez que terminó, la lanzó de nuevo al sofá y le ató la correa al cuello. —Esto es para que no se te olvide nunca que eres mi pequeña perra—, le dijo con firmeza, antes de tirar de la correa y hacer que Mina cayera al suelo de rodillas, boca abajo, en una posición de sumisión total.

Se colocó frente a Mina, con su erección firme y la mirada llena de deseo y dominación. Mina levantó la mirada y vio el cañón del arma apuntándole, junto con el agarre firme de la correa por parte de Chaeyoung.

—Me encanta verte así, sometida como la perra asquerosa que eres—, murmuró Chaeyoung con un tono cargado de excitación y poder.

Luego, tiró de la correa, ordenando a Mina que se pusiera de pie. Ella obedeció sin decir una palabra y se acostó boca abajo en el suelo, con la cabeza apoyada en la tela y el culo expuesto y listo para lo que viniera a continuación.

Chaeyoung se colocó detrás de ella, tomando la navaja. Posicionó su polla entre sus nalgas, encontrando una posición cómoda para ambas. Con movimientos deliberados, comenzó a deslizar la navaja lentamente desde su nuca, siguiendo su columna vertebral hacia abajo, mientras mantenía el agarre firme en la correa.

Cuando llegó a la espalda baja, se detuvo y pronunció palabras cargadas de autoridad: —Esto es para que recuerdes que eres mía y que hago contigo lo que me dé la gana—. Con un movimiento preciso, Chaeyoung bajó la navaja hacia su culo y realizó cortes superficiales en cada nalga, causándole pequeñas gotas de sangre y gemidos de dolor.

Una vez que los cortes estuvieron hechos, Chaeyoung soltó la navaja y comenzó a azotar los lugares donde había cortado con la palma de su mano, provocando gritos de dolor y placer en Mina. La sensación de su mano impactando contra su piel sensible era simplemente delicioso.

Con la mano manchada de sangre, Chaeyoung se apartó por un momento y tomó el arma y el lubricante. Cubrió la punta del arma con lubricante y también untó su propia erección, preparándose para lo que vendría a continuación.

—Jodido culo tan perfecto—, gruñó con deseo, admirando la vista frente a ella.

Se detuvo un momento y se dispuso a abrirle las nalgas, revelando su coñito apretado entre ellas. Las cortadas ya no estaban sangrando, pero aún mostraban las marcas de su posesión.

—Mía, joder—, murmuró con intensidad, reafirmando su dominio sobre ella.

—T-tuya, métela ya... Oh—, gimió Mina, deseosa de ser tomada por su amante, pero Chaeyoung la volvió a azotar, exigiendo su sumisión total.

—¡Cierra esa sucia boca de una vez por todas, puta!—, ordenó con autoridad, antes de comenzar a prepararla para la siguiente fase.

Primero, Chaeyoung introdujo dos dedos en su coño, separándolos y juntándolos para abrirlo un poco más. Luego, acercó el arma a la boca y le ordenó que escupiera sobre ella. Mina obedeció sin dudar, y con la combinación del lubricante y la saliva, Chaeyoung llevó el arma directamente al coñito mojado y la introdujo.

Aunque el arma estaba limpia de toda pólvora y bala para evitar cualquier peligro, la sensación de ser penetrada por el frío metal era extremadamente excitante para Mina y Chaeyoung por igual. Con movimientos precisos, Chaeyoung comenzó a meter y sacar el arma de su bonito agujero.

Mina gemía descontrolada, entregada al placer que le proporcionaba la penetración de Chaeyoung. La sensación de ser llenada por completo la embriagaba, y su excitación crecía con cada embestida.

Sin poder resistirse más, tomó el control. Sacó el arma de entre sus piernas, se colocó detrás de la castaña y, con un movimiento brusco y decidido, la penetró profundamente, enterrando toda su verga en lo más profundo de su coño.

Cuando llegó al fondo, Chaeyoung suspiró pesadamente, satisfecha de sentirse completamente dentro de ella. Era un placer indescriptible, sentir la calidez y la estrechez de ese coño que tanto amaba, el de su pequeña y rebelde novia. Mina gritó al sentir la embestida, una mezcla de dolor y placer que la llenaba por completo.

Sin esperar más, Chaeyoung decidió que se correrían juntas. Tiró de la correa, elevando ligeramente la cabeza, ella apoyó en sus codos mientras la rubia comenzaba a embestirla con fuerza y determinación.

Los sonidos de sus cuerpos chocando resonaban en la habitación, mezclados con los gemidos de placer y los suspiros de excitación. Chaeyoung embestía duro y rápido, disfrutando de la sensación de penetrar el delicioso coño, incluso con los cortes superficiales que adornaban su piel.

—Siéntelo, como te lleno tu asqueroso agujero, pequeña puta—, gruñó Chaeyoung entre gemidos de placer. Sus pelotas chocaban rítmicamente contra su culo, mientras tiraba de la correa, haciendo que su cuerpo se meciera errático y descontrolado con cada embestida.

Mina suplicaba por más, instando a Rosé a que la entrara por completo. —Irrumpe en mí, rómpeme, dámelo, dámelo, sí, sí, dámelo todo—, gemía sin control, su voz llena de deseo y ansias de satisfacción.

Chaeyoung respondió a su pedido con una fuerte nalgada que hizo que gritara de placer y dolor, pero no se detuvo. Desafiante, Chaeyoung le exigió a Mina que ordenara algo, desafiando su sumisión en medio del acto. A pesar de la intensidad del momento, Mina se negó a pronunciar palabra, pero su sumisión fue evidente cuando alzó su culo en señal de rendición.

Viendo su sumisión, Chaeyoung soltó la correa y se acercó a Mina, agarrando su barbilla para obligarla a mirarla. —Córrete, ahora—, ordenó con voz firme, y en ese momento todo se desató. Los ojos de la castaña se revirtieron en blanco y soltó un fuerte grito de éxtasis mientras su cuerpo se estremecía con el clímax que la envolvía por completo.

Se le quedó mirando, como sus ojos se iban, como ella estaba fuera de sí cuando le golpeaba dentro, duro y rápido, su coño expulsaba su orgasmo y su linda boquita expulsaba sexys gemidos.

Ahora que su preciosa chica se había entregado al éxtasis del orgasmo, Chaeyoung buscó su propio placer con renovada intensidad. Soltándole la cara, agarró firmemente ambas nalgas con las manos, sintiendo el calor y la suavidad de su piel bajo sus palmas.

Con cada embestida, golpeaba más duro, más rápido, buscando llenar por completo el abusado y enrojecido coño con su propio placer. Su deseo ardiente se reflejaba en sus gemidos, mezclados con palabras de amor y lujuria.

—Joder, joder, te amo, maldita sea—, gimió, dejando que la ola de placer la inundara por completo. Su cabeza se echó hacia atrás mientras el orgasmo la envolvía, llenándola de una sensación indescriptible de satisfacción. Cada músculo de su cuerpo se tensó con el placer que recorría su ser, y en ese momento de clímax, se entregó por completo, sintiendo cómo su semen llenaba el interior de su chica.

Con un gesto decidido, Chaeyoung agarró la base de su endurecida erección y comenzó a masturbarse con firmeza, buscando sacar hasta la última gota de placer que aún quedaba dentro de ella.

Con cada caricia, cada roce, el placer se intensificaba, llenándolas de una dicha indescriptible.

Cuando finalmente Chaeyoung sacó su miembro, una nueva ola de placer las invadió a ambas, haciendo que Mina soltara un grito. Observando cómo el semen derramado escapaba de su intimidad, la rubia jadeó y llevó los dedos as su agujero, esparciendo todo el semen por su intimidad.

El contacto de sus dedos con la mezcla de fluidos las hizo gemir en unísono, compartiendo el erotismo y el cariño del momento.

Después del salvaje encuentro, Chaeyoung se preocupó por el bienestar de su novia. Con delicadeza y ternura, la llevó al baño y comenzó a cuidar de ella como una verdadera amante. Con manos suaves, enjabonó cada centímetro de su piel, eliminando cualquier rastro del ardor del encuentro salvaje que habían compartido.

Con especial atención, se aseguró de cuidar las cortadas en el culo. Aplicó suavemente el desinfectante, procurando no causarle más dolor del necesario, y luego colocó con cuidado una banda protectora para promover una rápida curación. Cada gesto estaba imbuido de amor y preocupación, demostrando el profundo vínculo que compartían.

Después de asegurarse de que Mina estuviera cómoda y cuidada, Chaeyoung la envolvió en una suave toalla y la llevó de vuelta a la cama, donde la arropó con ternura. Mientras Mina se relajaba en la cama, sintiendo el amor y la calidez que emanaban de su amante, se dio cuenta de lo afortunada que era de tenerla a su lado.

Mientras Mina se acomodaba entre las suaves sábanas, Chaeyoung la abrazaba con ternura, experimentando una profunda sensación de unión y afecto. Cada acción, cada muestra de cariño, reflejaba el profundo amor que compartían. Para Chaeyoung, cumplir las fantasías de su pareja era su mayor alegría, mientras que para Mina, sentirse amada y comprendida en todo momento era su mayor dicha.

Juntas, compartían un vínculo que iba más allá de las pasiones y los deseos más salvajes. Era un amor profundo, arraigado en la complicidad, la confianza y el respeto mutuo. Aunque disfrutaban de explorar los rincones más oscuros de sus deseos, también se apoyaban mutuamente en los momentos más dulces y tiernos.


Si ven algún error avíseme, por fa ^^

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