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_ ♥︎ ﹪ especial uno: la marca

    

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     Aquella semana había sido un torbellino de emociones satisfactorias, una marea de felicidad que se agitaba en su estómago. Estaba saliendo con Ten, su pequeño y dulce omega le quería. Contrario a lo que siempre había creído, la gente no había dejado de lado al menor, simplemente, habían ido acostumbrándose a su propia presencia. Caminaban tomados de la mano como cualquier pareja, solo que ellos habían llegado al punto de ser inseparables. Todo el mundo se había acostumbrado a ver junta a la feliz pareja; ahí donde Ten fuera, estaría Johnny.

Él aprovechaba cualquier ocasión para probar los labios de Ten, no importaba el momento y el lugar. Y Ten no parecía estar precisamente molesto por ello. Los besos de Johnny eran adictivos, sus labios eran finos y suaves, y su boca posesiva y cariñosa. A veces, a penas eran un roce de labios, como un susurro que expresaba sin palabras todo lo que sentían. Otras, eran besos apasionados, donde sus lenguas jugaban un papel primordial, besos arrasantes que los dejaban jadeantes, ávidos de seguir probando y seguir explorando en la boca del otro. Aquellos besos eran gritos al aire de lo mucho que se querían.

Estaban plenamente enamorados pero, aún así, Johnny no había marcado aún a Ten como su pareja. Esa decisión no la tomaría hasta un par de días después.

Los omegas en celo nunca se cambiaban junto al resto de sus compañeros alfas y betas. Habían estrictas políticas contra la segregación de clases, pero meter a un omega en celo en un vestuario de alfas sobre-estimulados por el ejercicio, era prácticamente un suicidio, no importaba lo mucho que los supresores ayudaran a camuflar el olor (que, en el caso de Ten, no era mucho). Johnny seguía ignorando en gran parte a sus compañeros de clase, por eso, no fue hasta ese momento que no prestó atención al joven alfa que había llegado nuevo aquella mañana. Se podría decir que era realmente apuesto, con marcados rasgos masculinos y una pequeña peca en pómulo izquierdo. Desde que había llegado, todos los omegas suspiraban por él y por sus seductora sonrisa torcida, por sus suaves rizos castaños. Parecía un alfa poderoso.

Taeyong era su nombre, si Johnny mal no lo recordaba.

— ¿Qué tal tu primer día? — Preguntó Jackson, palmeando amistosamente la espalda robusta del recién llegado. El chico sonrió, parecía una persona amistosa, con facilidad para relacionarse. Johnny sintió arcadas.

—Genial.

— ¿Has visto algo que te interese? — Preguntó Jaebum, moviendo las cejas sugerentemente, dando a entender que no se refería precisamente a alguna asignatura.

Los tres chicos rieron en camaradería.

—Bueno... puede ser.

— ¿Y bien? ¿Quién es la o el afortunado?

Taeyong sonrió misteriosamente.

—No sé su nombre, pero es el omega más bonito que alguna vez he visto. — El alfa parecía verdaderamente ilusionado. —Esta mañana me ha sonreído y... ¡dios, parece un ángel! Creo que está en celo, su olor es jodidamente dulce.

—Wow, parece que ese chico te ha dado fuerte, ¿cómo es? A lo mejor nosotros lo conocemos.

—Pues... es pequeño, muy bajito, pero su cuerpo es como... buf. Tienes las mejillas grandes cuando sonríe y los labios más besables de toda la historia, y su pelo es rubio y ondulado, y parece tan suave que...

Jaebum y Jackson contuvieron la respiración, sabían perfectamente de quién estaba hablando su nuevo amigo.

— ¿T-Ten? — Preguntó Jackson, sintiendo el miedo crecer en su interior.

— ¡Sí, es él! ¿Creen que le gustaría ser mi omega?

—Lo dudo mucho.— Una fría voz a sus espaldas tensó por completo el cuerpo de Jackson y Jaebum, que se miraron como si algún tipo de bestia despiadada estuviera acechando detrás de ellos. No estaban muy equivocados. Taeyong miró al recién llegado, no se veía especialmente contento. Cuando sus ojos negros como la noche se clavaron en él gélidos como una cuchilla de hielo, Taeyong sintió un escalofrío recorrerle la columna vertebral. Aún así, él no se dejaba achantar facilmente. Cuadró los hombros y miró al mayor desafiante.

— ¿Y por qué no?

—Porque él ya tiene a otro.

Y, sin decir nada más, Johnny pasó de largo golpeando el hombro de Taeyong en el camino y salió del gimnasio. Sabía que Ten habría odiado que se metiera en una pelea, odiaba preocupar a su omega.

Los tres chicos lo miraron aún en estado de shock. Johnny tenía un extraño poder para dejarte clavado en el suelo con solo una mirada.

—Creía que ese omega no tenía alfa, no pude olerlo en él.— Jackson suspiró y dio una palmada en la espalda de Taeyong.

—Ellos están saliendo, nadie sabe porqué no lo ha marcado aún, pero Ten es algo así como... intocable.

Un muy furioso Johnny salió de los vestuarios y se apoyó en la pared esperando a la única persona que podía conseguir tranquilizarle en esos momentos. Su pecho subía y bajaba acelerado, y sus puños estaban apretados, igual que su mandíbula, rezumaba ira por todos lados. ¿Cómo se atrevía aquel alfa desconocido a mirar siquiera a Ten? Sabía que era hermoso, pero no podía soportar a otros tipos intentando ir a por él. Eso tenía que acabar.

Cinco minutos más tarde, Ten salió charlando animadamente con un par de omegas más que también necesitaban usar el vestuario apartado. Sus miradas se encontraron y el pequeño sonrió. El cuerpo de Johnny se relajó automáticamente. Ten corrió en su direcció y él le abrió los brazos para que su pequeño novio pudiera refugiarse dentro. Johnny lo estrechó con fuerza, hundiendo la cabeza en su sedoso cabello, aspirando su dulce aroma para terminar de tranquilizarse. Ten notó la tensión en la postura de Johnny, y alzó la mirada con la barbilla aún apoyada en el pecho del mayor.

— ¿Pasa algo? — Preguntó ligeramente preocupado. Johnny suspiró, aquellos ojitos brillantes eran su perdición.

—Te quiero.— Ten se sonrojó y sonrió tímidamente, pero no apartó la mirada.

—Y yo a ti.— Johnny descendió sus labios hasta posarlos sobre los de Ten en un suave y cálido beso.

— ¿Puedo ir esta tarde a tu casa? — El alfa había estado muchas veces en casa de Ten, pero había algo en sus ojos que decía que esa vez sería diferente. Ten sintió su corazón acelerarse cuando asintió.

—Llamaré a mi tía para que vaya a buscar a Bam.

El resto del día lo pasaron tan juntos como siempre, pero había algo diferente en la manera en la que se tocaban, algo más íntimo y especial. La espera hasta el final de las clases había sido eterna. Johnny habría propuesto escapar antes de no ser porque sabía que Ten nunca habría aceptado. Cuando finalmente sonó el timbre, se despidieron escuetamente de Jaemin y caminaron tomados de la mano hacia la casa del omega.

Un extraño silencio expectante les envolvía. Por suerte, su tía pudo ir a por su hermano a la escuela y tenían la casa para ellos solos.

Cuando llegaron, Johnny decidió que no era momento para ponerse tímido. Tiró de Ten hasta su cuarto, donde ambos se sentaron en la cama, mirándose con intensidad.

— ¿Tú también lo sientes? — Preguntó Johnny en un grave susurro, acariciando el rostro de Ten con una mano. Su piel era tan suave como la seda fina.

Ten ladeó el rostro confundido, disfrutando del contacto con la mano de Johnny.

—Mi lobo está a punto de volverse loco.

Ten sonrió.

—Ten, te amo. Demasiado; yo y mi lobo lo hacemos. Sé que este es un paso muy importante y, si no estás seguro, no tienes porqué hacerlo, pero...

Ten acalló el vacilante discurso de Johnny uniendo sus bocas en un beso apasionado. Él también lo amaba, y lo deseaba con todas sus fuerzas, aunque nunca fuera capaz de admitirlo en voz alta sin que sus mejillas se sonrojaran. Johnny gimió en medio del beso y sujetó con fuerza la estrecha cintura de Ten. El omega pasó una pierna sobre las de Johnny, quedando sentado a horcajadas sobre su regazo. El agarre en su cintura se afianzó. Johnny sentía su polla dura dentro de los pantalones, pugnando por ser liberada.

Cuando Ten hizo un movimiento inconsciente con su cadera, frotándose contra la furiosa erección que se apretaba contra él, Johnny siseó.

—Joder. — Maldijó el alfa entre dientes, apretando a Ten hacia abajo.

Ten sintió las vibraciones en el pecho de Johnny y sus excitantes gruñidos que no hacían más que calentarlo al nivel de un horno industrial. Repitió el movimiento de sus caderas, creando una deliciosa fricción que los hizo gemir a los dos. Johnny simuló una embestida.

—John, por favor... — Ten sentía la fuerza arrasadora de su celo invadirle, haciendo que sus instintos más básicos tomaran el control de su cuerpo. Llevó sus manos al dobladillo de la camiseta de Johnny y la levantó rápidamente, sacándosela y lanzándola a algún lugar olvidado de la habitación. Después hizo lo mismo con la suya, necesitaba sentir su piel. Sus cuerpo es estaban calientes, y tan necesitados por consumirse que apenas podían detenerse a tomar aire.

Johnny tumbó a Ten sobre el colchón, devorando aún sus labios. Solo se separó para retirar lo que quedaba de ropa en su menudo cuerpo. Ya había visto al omega desnudo antes pero volvió a sentir como si estuviera contemplando una porción de paraíso, algo que un simple mortal no debería estar presenciando. Él también se deshizo de la poca ropa que aún lo separaba de su hermoso novio. Esta vez no había condón de por medio. Deslizó las yemas de sus dedos sobre el pecho de Ten, bajando por su marcado abdomen. Haciendo caso omiso a la queja del omega, ignoró su miembro despierto y se dirigió a su entrada lubricada. Dios, Ten estaba tan húmedo. Por él, solo por él. Acarició el contorno de su entrada y  gimió.

—Por favor, estoy listo. Hazlo ahora. — Suplicó lastimosamente, sintiendo su cuerpo arder.

Su celo le hacía estar más que listo para recibir al alfa. Johnny gruñó, desháciendose del poco autocontrol que le quedaba. Se incorporó y separó bruscamente los muslos de Ten, exponiendolo completamente. Con la mano temblorosa, guió su palpitante miembro hacia la estrecha entrada y empujó suavemente en su interior. Ambos jadearon con la intrusión. Johnny dio un rápido golpe de cadera, introduciéndose por completo.

Gritó el nombre del alfa, arqueando la espalda.

Sus brazos rodearon la espalda desnuda de Johnny y sus uñas se introdujeron en la pálida piel. Johnny empezó a moverse, dando directamente en aquel punto que hacía que Ten pusieron los ojos en blanco con cada estocada. Con cada "más" pronunciado por los dulces labios del omega, Johnny iba perdiendo poco a poco la cordura. Aquella debía ser la mejor sensación del mundo, Ten lo apretaba tan exquisitamente que estaba a punto de ver las estrellas. Una supernova se estaba formando en su interior.

Las embestidas llevaban un ritmo frenético y el sonido de sus pelvis chocando se entremezclaba con el de sus jadeos, poniéndole la banda sonora más erótica a aquel maravilloso momento.

—John, te amo... — Susurró Ten antes de correrse con fuerza entre sus cuerpos, sosteniéndose con fuerza de los musculosos brazos de Johnny.

La sensación de los músculos de Ten apretando su miembro espasmódicamente y las uñas clavadas con fuerza en su piel le llevaron al borde de un abismo sin fondo visible. Justo antes de acabar, llevó su boca a la garganta de Ten, justo en el lugar en el que se unían cuello y hombro. Sentía como sus dientes aumentaban de tamaño en su boca, dejando entrever su naturaleza de alfa. Una fuerte estocada más y se corrió con fuerza, hundiendo los dientes en la tierna carne. Saboreó la sangre del omega en su boca, mientras el nudo de acoplamiento se deslizaba desde la base a la punta de su miembro, amarrándose en el interior del dulce cuerpo bajo el suyo. Ten sintió su cuerpo temblar de nuevo, en una fuerte réplica de su orgasmo, cuando sintió el nudo de Johnny llenarle por completo.

Johnny rodeó a su pareja con los brazo, mientras el nudo se retiraba lentamente. Ambos sonrieron agotados, acababan de unirse para siempre, y la prueba de ello era la reciente marca violácea que adornaba la piel de Ten.

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