_ ♥︎ ﹪ capítulo dos
—Hoy empezaremos el trabajo de final de semestre.
Una oleada de quejas se hizo presente en cuanto el profesor dio aquel anuncio con una optimista sonrisa.
—Esta vez, lo harán en parejas.
Los lamentos se transformaron en vítores.
—Parejas que elegiré al azar.
Y, de nuevo, más protestas.
Johnny bufó, ¿aquel viejo maestro creía que tenía gracia? Su plan inicial era no hacer el proyecto, si le obligaban a trabajar con alguno de sus menores, simplemente dejaría que el pobre chico hiciera todo el trabajo. ¿Qué más daba una nota menos?
—Bien, para hacerlo más interesante, en este cuenco tengo papeles con todos sus nombres. Sacaré dos y esa será la pareja de trabajo. — El profesor sonrió y sacó de manera reverencial un pequeño cuenco plateado, como si de un objeto valioso se tratase.
Si había algo que Johnny odiara más que nada, era a la gente que se esforzaba más de lo necesario. Cajeras del supermercado que sonreían falsamente, gente que saludaba desganada y profesores que fingían apreciar su trabajo aunque estaba claro que venderían su alma al diablo con tal de escapar de la masa de adolescentes ruidosos y maleducados.
—Empecemos. Na Jaemin y... Kim Seungmin...
La ronda de emparejamiento empezó, la tensión se sentía en el ambiente junto con las quejas de los desafortunados que acababan con alguien que no era de su agrado.
Johnny ignoró todo el paripé hasta que, por fin, el profesor le nombró. ¿Qué pobre infeliz tendría que cargar con su lastre?
—El señor Suh y... Ten.
Un silencio sepulcral cayó sobre el aula, era gracioso porque, dentro de Johnny, todos los mecanismos se habían puesto en funcionamiento. Su corazón martilleaba con fuerza en su pecho y podía oír el latido dentro de su cráneo. Casi se cae del asiento, y empezó a boquear como un pez fuera del agua.
Debió hacer algo muy bueno en otra vida.
Dirigió la vista al pequeño omega, pasando por todos los alfas que le dirigían miradas asesinas. Cualquiera de esos desgraciados habría dado lo que fuera por ser emparejado con Ten. Hasta el profesor frunció el ceño.
—Señorito Lee, dadas las circunstancias, entendería que usted solicitara un cambio de compañero...
Johnny quería gruñir, amenazar con sus colmillos al maestro. ¿Tan terrible era ser su pareja que ni siquiera el tutor podía fingir tenerle aprecio? Vale que era vago, malhumorado, despreocupado, nunca colaboraba, le daba igual su nota y la de los demás pero... ¿Tan terrible era ser su pareja?
Algunos alfas estúpidos apoyaron las palabras del profesor con bajos murmullos. Imbéciles.
Mientras, Ten fruncía el ceño. No entendía a qué se debía ese desprecio hacia su compañero. Era cierto que Suh había repetido, y que no era conocido por ser la persona más comunicativa del mundo, pero, de ahí a que el mismo profesor le hiciera a menos iba mucho. No era justo, él nunca había cruzado más de dos palabras con el alfa y nunca había tenido problemas con él. Ten odiaba a la gente que despreciaba a los demás sin motivos.
—No quiero cambiar. — Dijo con su usual tono suave pero firme.
Johnny miró sorprendido a Ten, casi fracturándose el cuello al escuchar la declaración del omega.
— ¿Está seguro, señorito Lee? — Preguntó reticente el profesor.
Cierra la boca, viejo verde. Pensó Johnny con rabia.
Ten asintió y miró a Johnny sobre su hombro. El chico le intimidaba, no iba a mentir, pero, como siempre le decía su Nana, no puedes juzgar un libro por su portada. El alfa era serio, y le miraba sin expresión, parecía que todo le resultaba terriblemente aburrido y mentiría si dijera que no sentía cierta curiosidad por conocerle un poco. Ten le regaló una dulce sonrisa, haciendo desaparecer sus ojitos.
Johnny sabía que su expresión no había cambiado nada pero, en su interior, estaba gritando y desmayándose dramáticamente.
—Pueden utilizar lo que queda de clase para organizarse con su pareja. — Anunció el profesor antes de sentarse tras su escritorio y proceder a ignorar a los alumnos el resto de la hora.
Lo único que Johnny podía pensar en aquel momento era "Actúa normal, por Dios, que viene hacia aquí." ¿Sería muy patético que empezara a hiperventilar? Se estaba esforzando al máximo por mantener su fachada de alfa frío e inquebrantable intacta, pero el que el omega más dulce del mundo se estuviera acercando a él con una dulce sonrisa estaba causando estragos en su lobo interior. El animal solo quería que rodeara el pequeño cuerpo de Ten con sus brazos y que frotara su nariz en la curvatura de su cuello hasta que estuviera totalmente impregnado de su olor.
Mientras, Ten se preguntaba si no se habría precipitado al aceptar ser compañero de Suh. Cuanto más cerca se encontraba del alfa, más intimidado se sentía. Todo lo que había oído de él eran malos rumores sobre su reputación y, por mucho que él no se dejara llevar por los comentarios de la gente, el que el mayor le estuviera mirando fijamente con sus ojos negros y penetrantes no contribuía a calmar sus nervios.
—Ho-hola, Hyung.
Ten se maldijo interiormente, siempre que se sentía nervioso, su voz le traicionaba convirtiéndose en patéticos tartamudeos.
Johnny quería gritar, ¡le había llamado Hyung! Nunca había estado tan cerca del rubio, y ahora estaba ahí, con la vista gacha y las mejillas suavemente cubiertas por un tono cereza, tartamudeando adorablemente y jugando con las mangas de su Jersey.
Johnny asintió a modo de saludo, tenía miedo de abrir la boca y no poder evitar pedirle matrimonio ahí mismo.
Ten se sentó en el pupitre junto al de Johnny, ocupando esa silla que habría sido suya si Jaemin no le hubiera llamado el primer día de clases. Sus pequeñas manos temblaban y no entendía porqué estaba tan nervioso, su omega interno se removía inquieto en su interior. El aroma a alfa le alteraba. Johnny era uno de los alfas más imponentes que jamás hubiera conocido, desprendía una fuerte aura de poder, por eso poca gente se atrevía a acercarse a él, aunque siempre estaba en boca de los omegas del instituto. Su aroma era embriagador, Suh olía a invierno, a tierra húmeda y madera de roble, un aroma familiar y reconfortante. Tampoco había tenido nunca la oportunidad de estar lo suficientemente cerca como para apreciar bien las facciones del joven alfa. John era, sin lugar a dudas, uno de los chicos más atractivos que hubiera visto nunca. Con facciones finas pero serias, una mandíbula definida y una mirada penetrante que le envolvía en un aura de madurez y solemnidad. Contextura delgada pero fuerte, atlética sin llegar a ser excesivamente musculosa. Las manos de Johnny eran grandes, con venas marcadas, y Ten no pudo evitar imaginárselas rodeando su estrecha cintura. Descartó aquella idea sonrojándose al instante. Su calor estaba cerca y tenía las hormonas revolucionadas.
— ¿Por dónde podríamos empezar, Hyung? — Preguntó tímidamente.
La suave voz de Ten obligó a Johnny a aterrizar de la nube en la que flotaba. Llevaba seis meses observando en silencio al omega, admirándole desde la distancia, pero nada se comparaba a tenerle a apenas unos palmos y poder observar sin obstáculos su belleza. Ten era sin competencia la criatura más hermosa que había pisado la Tierra, Johnny lo tenía muy claro. Ni siquiera estaba seguro de ser digno de estar contemplando tal belleza. Con los labios delgados y rosados, a juego con su adorable sonrisa, Ten le volvía loco. Johnny solo quería suspirar como un idiota enamorado.
— ¿Perdona, qué?
La profunda voz del alfa sumada a esa oscura mirada que no se despegaba de su rostro solo conseguía poner aún más nervioso a Ten
—Que po-por dónde deberíamos empezar. — Repitió jugando con el borde de su jersey.
Johnny mordió su labio inferior aprovechando que su compañero había agachado la cabeza. ¿Le estaba poniendo nervioso? No debería sentirse tan satisfecho.
—No sé, la verdad es que los trabajos nunca fueron lo mío. Solo mírame.
Johnny sonrió de lado y Ten le devolvió el gesto.
Aquello era extraño, interactuar con Ten era algo que nunca creyó que pasaría más allá de su imaginación y no sabía muy bien qué hacer. Debería descartar su plan de no colaborar en el trabajo, no dejaría que Ten creyese que era un vago aunque fuera verdad.
—Pues... no estoy muy seguro de cuántas horas de clase tendremos pero... quizá deberíamos quedar fuera de clase.
Y, efectivamente, Johnny casi se cae de la silla.
— ¡Hyung! ¿Estás bien? — Exclamó Ten preocupado cuando John se deslizó de su asiento.
—Sí, sí, me he resbalado.
Johnny sentía su cara arder en vergüenza, ¿podría ser más idiota? Estaba seguro de que Ten creería que era patético hasta que una dulce carcajada se escuchó. Ten reía cubriendo su boca con su mano, cerrando sus ojitos y viéndose jodidamente adorable. Algo dentro de Johnny se derritió y, sin importarle que toda la clase fuera a mirarle y a murmurar, comenzó a reír con Ten, contagiándose de esa melodiosa risa.
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