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Capítulo 13

Cuando los dos chicos se marcharon de la sala, los susurros y cotilleos no se hicieron esperar.

- Dios mío, ¿has olido a ese omega? Seguro que ha entrado en celo.

- Es lo más dulce que he olido nunca, ¿crees que aún estará por aquí cerca? Podríamos ir a buscarlo...

Un fuerte rugido acalló a los dos alfas, que hablaban en la fila de atrás.

- Vámonos de aquí. - Bramó Yoongi, haciendo su mayor esfuerzo por no girarse y arrancarles la cabeza a aquellos que se habían atrevido a hablar así de Jimin.

Hoseok asintió y los dos alfas abandonaron el cine.

- ¿Qué narices acaba de pasar?

- Ha entrado en calor.

Yoongi aún sentía cada nervio de su cuerpo en tensión. Su bestia interior le rugía, exigiéndole que fuera en busca de su omega y pasara su calor a su lado, que lo reclamara como suyo y que no se separara nunca de su lado. Con un gruñido, golpeó la pared más cercana, sobresaltando a todo el que pasaba por allí.

- Ey, Yoongi, ¿qué te pasa? - Preguntó Hoseok preocupado.

- Quiero...necesito verle. - Dijo entre dientes.

- ¿Y por qué no vas a buscarle?

Yoongi rió amargamente.

- ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Por qué iba a querer Jimin pasar su calor conmigo?

Hoseok rodó los ojos.

- Eh...¿porque le gustas? Duh.

Yoongi miró a su amigo como si acabara de decir la mayor locura de la historia.

- No digas gilipolleces.

- ¡Oh, vamos! ¡Solo le faltaba subirse encima tuya ahí dentro! Taehyung y yo no nos lo creíamos. Y, hablando de Taehyung, ¿tienes su número de...

- Solo estaba actuando guiado por su calor.

- Pues yo creo que estaba deseando que lo marcaras.

- ¿¡Estás loco!? Nunca le haría eso a Jimin.

- ¿El qué? ¿Marcarle? ¿Qué tan malo podría ser?

- Él es un omega dulce y jodidamente brillante, es la persona más inocente y alegre del mundo y no hay manera de que quiera estar amarrado a mí de por vida. No importa lo enamorados que estemos mi lobo y yo de él, nunca me perdonaría. Cada vez que estamos juntos, la gente nos mira como si fuéramos de otro planeta, y susurra. Yo sé lo que es ser el centro de los comentarios, el foco de las miradas de desprecio, que la gente se invente mierda sobre ti; pero él no. Él es demasiado bueno para eso, demasiado bueno para mí. No pienso exponerlo a las habladurías de la gente.

- ¿Desde cuándo te importa lo que digan los demás?

- ¡Yo solo quiero protegerlo, Hoseok!

Yoongi sentía su pecho subir y bajar acelerado, la respiración pesada y sus puños tan apretados que estaba comenzando a sentir las uñas atravesándole la piel de la palma de las manos.

Hoseok suspiró, no tenía remedio.

- Mira, eso es una decisión muy personal, pero estoy seguro de que estáis destinados a acabar juntos. No dejes que los demás jodan tu felicidad.

Los dos alfas no volvieron a hablar mientras regresaban a casa, ni siquiera en el trayecto en autobús. Se despidieron en la parada y cada uno tomó su camino.

Quizá parecía una estupidez, pero él había visto a Jimin relacionarse con la gente. Era una persona sociable, con muchos amigos y un sinfín de admiradores. Él simplemente no podía arrebatarle todo eso. A él le temían, las personas se alejaban, estaba acostumbrado a estar solo. Hoseok era la única persona que siempre había permanecido a su lado cuando ni siquiera sus padres estaban ahí para hacerle compañía y, de repente, llegó Jimin. Había pasado meses observándole en silencio, ahogándose en un amor silencioso y totalmente platónico, cuando el destino quiso que sus caminos se cruzaran. Jimin era un ángel, de eso estaba seguro. El pequeño omega había sabido ver más allá de los rumores y las leyendas urbanas, atravesar su fachada de indiferencia y odio a la humanidad y penetrar en su helado corazón. Lo amaba, joder si lo hacía. Y, por eso, no podía marcarle. Jimin era como un ave exótica, demasiado especial para ser encerrada en una jaula. Y Yoongi era la jaula más oxidada de todas.

Se dejó caer sobre su cama desproporcionadamente grande con un suspiro agotado. Sus pensamientos vagaban en todas las direcciones, pero siempre acababan regresando al mismo lugar; Jimin.

Justo cuando estaba a punto de caer vencido ante el agotamiento, su teléfono vibró en su bolsillo. El nombre del protagonista de su ansiedad apareció iluminado en la pantalla. Yoongi frunció el ceño.

- ¿Jimin? - Preguntó, la duda en su voz.

- Yoongi, soy Taehyung.

Se incorporó en la cama rápidamente.

- ¿Taehyung? ¿Qué pasa? ¿Jimin está bien? - Preguntó asustado.

- Tienes que venir.

- ¿Cómo? Taehyung, yo...

- Mira, - Interrumpió el omega. - no eres mi persona favorita en el mundo, y sé que yo no soy la tuya tampoco, pero Jimin te necesita. Tú has provocado que su celo se adelante, y nunca lo había visto en este estado. No para de llorar, y los supresores no alivian su dolor.

Todo el cuerpo de Yoongi se tensó, ¿Jimin estaba tan mal? Rápidamente saltó de la cama y salió como una exhalación de la habitación.

- Voy para allá.

Colgó.

Ni siquiera se molestó en esperar al autobús, corrió como nunca antes lo había hecho hasta llegar a la casa del omega. En cuanto llegó a la puerta, el increíblemente intenso aroma de Jimin debilitó sus piernas.

- ¡Taehyung, abre la puerta! - Bramó, golpeando la madera con fuerza.

Un minuto más tarde apareció el omega castaño, mirándole con la preocupación desfigurando sus bellas facciones.

- Está en su cuarto.

Sin esperar más, Yoongi entró en la casa y corrió hacia la habitación de Jimin. El olor era cada vez más intenso, y despertaba todos sus instintos de depredador. Abrió la puerta del cuarto de golpe, sin molestarse en llamar, y lo que allí vio, le dejó helado.

Jimin estaba empapado en sudor, su piel perlada, solamente vestía unos bóxers, permitiendo apreciar la humedad que se escurría entre sus magníficas piernas. Yoongi gruñó, aquello era demasiado para él. Una prueba divina para su débil resistencia.

- ¿Yo-Yoongi?

La voz de Jimin se escuchó como un gemido. El alfa explotó.

Caminó rápidamente hacia él, escuchando los jadeos del omega. Se apoyó en el colchón sosteniendo su peso con un brazo, cerniéndose sobre Jimin. Lentamente, el omega abrió los ojos y se encontró con la mirada más intensa que alguna vez había podido contemplar. La respiración de Yoongi era pesada, y daba de lleno en el rostro de Jimin. Algo en su cuerpo pareció reaccionar, calmándose al instante con la presencia del alfa en la habitación. No podía pensar racionalmente, no podía controlar sus instintos, simplemente, se dejó llevar. Alzó sus brazos y rodeó el cuello de Yoongi, tirando de él hasta que se tumbó en la cama. El aliento de Yoongi se retuvo, mientras Jimin pasaba una de sus piernas sobre su cintura y enterraba su rostro en su cuello, aspirando su olor.

- Yoongi...

Su nombre sonó camuflado en un gemido y, para aquel momento, el miembro de Yoongi ya estaba más que despierto en sus pantalones. No podía pensar. Se giró, encarando al omega, y sostuvo su cintura con fuerza. El movimiento produjo un delicioso roce entre ambos miembros que les hizo jadear.

- Jimin. - Gruñó Yoongi.

Jimin respondió con un gemido. Se sentía desesperado, y el fuerte agarre del mayor en su cintura le estaba haciendo enloquecer.

Yoongi bajó la mirada, encontrándose con los ojos cristalinos de Jimin y sus apetecibles labios rosados. Y, como si de un sueño se tratara, se atrevió a probar aquella boca que llevaba meses obsesionándole. Aquel contacto fue como el ansiado trago de agua para un peregrino, el paraíso en una gota. Jimin era afrodisíaco, ambrosía en un ser humano irreal. En aquel punto, a ninguno de los dos les importaba nada, solo el placer que les producían sus cuerpos al chocar.

Las manos de Yoongi se deslizaron por los desnudos costados de Jimin mientras cambiaban de posición. Jimin quedó tumbado, mientras Yoongi regaba besos por su cuello.

- Ah-ah...

Jimin dejó escapar un gemido cuando Yoongi mordió suavemente una de sus clavículas y después pasó su lengua, pidiendo disculpas silenciosas por la brusquedad.

- Yoongi, por-por favor...

No estaba completamente seguro de porqué rogaba, pero lo necesitaba y rápido.

- Shhh...voy a hacer que te sientas bien, pequeño.

Aquellas palabras incendiaron cada fibra en el cuerpo de Jimin.

- Rápido.

Yoongi volvió a besar aquellos labios de los que parecía no tener suficiente; nunca tendría suficiente de Jimin. Su mano derecha comenzó su ascenso por el marcado abdomen hasta rozar el elástico de los bóxers. El suspiro de Jimin le animó a continuar. Con delicadeza, como si Jimin pudiera romperse, deslizó la mano bajo la apretada tela, hasta rozar el despierto miembro que escondía. Un agudo gemido le hizo mirar hacia arriba para encontrarse con la imagen más erótica de su vida. Jimin era todo mejillas sonrojadas y suspiros arrancados de entre sus hinchados labios entreabiertos. Yoongi gruñó, él también lo necesitaba. Rápidamente, se incorporó y arrancó la única prenda que le separaba de cumplir su mayor deseo. Tocar a Jimin se sentía como invadir el paraíso, arrasando con todo a su paso.

- Intentaré tener cuidado, Jiminie, pero...Dios, me estás volviendo loco.

Jimin jadeó cuando le obligó a separar sus piernas. Yoongi se relamió ante la exquisita vista, Jimin estaba lubricado y más que listo para recibirle. A él, solo a él. Aquel pensamiento le hizo gruñir de satisfacción. Él solo quería follar a Jimin con todas sus fuerzas, pero sabía que el omega era virgen. Debía hacer las cosas bien. Juntando otra vez sus labios en un apasionado beso, llevó un dedo a la apretada entrada del omega. Entró con facilidad, Jimin estaba realmente húmedo. Sintió unas uñas clavarse en sus hombros y un caliente gemido en su boca. No tardó en introducir otro dedo, y luego un tercero, pero aquello no era suficiente, para ninguno de los dos.

- Yoongi, por favor...

Yoongi retiró la mano y Jimin se quejó, sintiéndose vacío de nuevo. Miró con un puchero frustrado cómo el alfa se incorporaba de nuevo y sacaba su cartera del bolsillo de los pantalones. Lo siguiente que vio fue un envoltorio plateado siendo rasgado y la cremallera del alfa siendo bajada.

- Siempre hay que estar preparado.

Jimin gimió de anticipación cuando Yoongi bajó sus pantalones hasta la mitad de los muslos para después retirar sus bóxers. Su pene fue liberado de su prisión de algodón y parecía realmente feliz por ver a Jimin.

Después de colocarse el condón, Yoongi se posicionó, tumbándose de nuevo sobre Jimin, sosteniendo su peso con los brazos a los lados de la cabeza del omega. Lentamente, se introdujo, mirando cómo el rostro de Jimin se desfiguraba en una mueca de placer absoluto. Definitivamente, había hecho algo muy bueno en su anterior vida para merecer aquello. Debió ser la Madre Teresa de Calcuta por lo menos. Jimin gimió cuando Yoongi estuvo completamente dentro, sintiéndose lleno hasta límites insospechados.

- Muévete, por favor.

Yoongi no era quién para discutir a su omega. Comenzó un demencial ritmo pausado, intentando no ser demasiado brusco con Jimin, saliendo lentamente para después volver a penetrarle. Aquello era delirante.

- Más duro. - Gimió Jimin, casi exigió.

Y, de nuevo, Yoongi obedeció.

Aceleró la cadencia, penetrando al omega de manera rápida y constante, golpeando su punto dulce con cada estocada. Jimin se deshacía en gemidos, sintiéndose rozar el cielo con las manos cada vez que Yoongi golpeaba aquel lugar que le hacía ver destellos bajo sus párpados. No hizo falta que pasara demasiado tiempo antes de que la visión de Jimin se volviera borrosa. Echó la cabeza hacia atrás, exponiendo sumisamente su cuello, y se vino con un agudo gemido, manchando su abdomen.

Las paredes internas del omega apretaron el miembro de Yoongi, haciéndole enloquecer. Aumentó el ritmo y, un par de estocadas más tarde, se corrió con fuerza.

- ¡Jimin! - Gruñó.

Jimin continuaba con la garganta expuesta, a la espera. El lobo de Yoongi le exigía hundir los dientes en la marfileña piel y reclamar al omega como suyo, todo su cuerpo clamaba que lo hiciera. Yoongi tuvo que luchar contra todos sus instintos para no marcar a Jimin. Aquello fue físicamente doloroso.

Con un gruñido lastimero salió del interior del omega y se dejó caer a su lado.

Jimin se sentía confundido e incompleto, pero sus párpados pesaban demasiado como para quejarse.

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