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capítulo O2

- Hoy empezaremos el trabajo de
final de semestre.

Una oleada de quejas se hizo
presente en cuanto el profesor dio
aquel anuncio con una optimista
sonrisa.

- Esta vez, lo haréis en parejas.

Los lamentos se transformaron en
vítores.

- Parejas que elegiré al azar.

Y, de nuevo, más protestas.

Jungkook bufó, ¿aquel viejo maestro
creía que tenía gracia? Su plan
inicial era no hacer el proyecto, si le
obligaban a trabajar con alguno de
sus menores, simplemente dejaría
que el pobre chico hiciera todo el
trabajo. ¿Qué más daba una nota
menos?

-Bien, para hacerlo más
interesante, en este cuenco
tengo papeles con todos vuestros
nombres. Sacaré dos y esa será
la pareja de trabajo - El profesor
sonrió y sacó de manera reverencial
un pequeño cuenco plateado, como
si de un objeto valioso se tratase.

Si había algo que Jungkook odiara
más que nada, era a la gente que
se esforzaba más de lo necesario.
Cajeras del supermercado que
sonreían falsamente, gente que
saludaba desganada y profesores
que fingían apreciar su trabajo
aunque estaba claro que venderían
su alma al diablo con tal de escapar
de la masa de adolescentes
ruidosos y maleducados.

- Empecemos. Kim Taehyung y...Lee
Suho…

La ronda de emparejamiento
empezó, la tensión se sentía en el
ambiente junto con las quejas de
los desafortunados que acababan
con alguien que no era de su
agrado.

Jungkook ignoró todo el paripé hasta
que, por fin, el profesor le nombró.
¿Qué pobre infeliz tendría que
cargar con su lastre?

-Jeon Jungkook y...Park Jimin.

Un silencio sepulcral cayó sobre el
aula, era gracioso porque, dentro
de Jungkook, todos los mecanismos
se habían puesto en funcionamiento.
Su corazón martilleaba con fuerza
en su pecho y podía oír el latido
dentro de su cráneo. Casi se cae del
asiento, y empezó a boquear como
un pez fuera del agua. Debió hacer
algo muy bueno en otra vida.

Dirigió la vista al pequeño omega,
pasando por todos los alfas que
le dirigían miradas asesinas.
Cualquiera de esos desgraciados
habría dado lo que fuera por ser
emparejado con Jimin. Hasta el
profesor frunció el ceño.

- Señorito Park, dadas las
circunstancias, entendería que
usted solicitara un cambio de
compañero…

Jungkook quería gruñir, amenazar
con sus colmillos al maestro.
¿Tan terrible era ser su pareja que
ni siquiera el tutor podía fingir
tenerle aprecio? Vale que era vago,
malhumorado, despreocupado,
nunca colaboraba, le daba igual
su nota y la de los demás pero...
¿Tan terrible era ser su pareja?
Algunos alfas estúpidos apoyaron
las palabras del profesor con bajos
murmullos. Imbéciles.

Mientras, Jimin fruncía el ceño.
No entendía a qué se debía ese
desprecio hacia su compañero.
Era cierto que Jeon Jungkook había
repetido, y que no era conocido por
ser la persona más comunicativa
del mundo, pero, de ahí a que el
mismo profesor le hiciera a menos
iba mucho. No era justo, él nunca
había cruzado más de dos palabras
con el alfa y nunca había tenido
problemas con él. Jimin odiaba a la
gente que despreciaba a los demás
sin motivos.

- No quiero cambiar- Dijo con su
usual tono suave pero firme.

Jungkook miró sorprendido a Jimin,
casi fracturándose el cuello al
escuchar la declaración del omega.

- ¿Está seguro, señorito Park? -
Preguntó reticente el profesor.

Cierra la boca, viejo verde. Pensó
Jungkook con rabia.

Jimin asintió y miró a Jungkook sobre
su hombro. El chico le intimidaba,
no iba a mentir, pero, como siempre
le decía su Nana, no puedes
juzgar un libro por su portada.
El alfa era serio, y le miraba sin
expresión, parecía que todo le
resultaba terriblemente aburrido
y mentiría si dijera que no sentía
cierta curiosidad por conocerle
un poco. Jimin le regaló una dulce
sonrisa, haciendo desaparecer sus
pequeños ojitos.

Jungkook sabía que su expresión
no había cambiado nada pero,
en su interior, estaba gritando y
desmayándose dramáticamente.

- Podéis utilizar lo que queda de
clase para organizaros con vuestra
pareja. - Anunció el profesor antes
de sentarse tras su escritorio y
proceder a ignorar a los alumnos el
resto de la hora.

Lo único que Jungkook podía pensar
en aquel momento era "Actúa
normal, por Dios, que viene hacia
aquí." ¿Sería muy patético que
empezara a hiperventilar? Se
estaba esforzando al máximo por
mantener su fachada de alfa frío e
inquebrantable intacta, pero el que
el omega más dulce del mundo se
estuviera acercando a él con una
dulce sonrisa estaba causando
estragos en su lobo interior. El
animal solo quería que rodeara el
pequeño cuerpo de Jimin con sus
brazos y que frotara su nariz en la
curvatura de su cuello hasta que
estuviera totalmente impregnado
de su olor.

Mientras, Jimin se preguntaba si no
se habría precipitado al aceptar ser
compañero de Jeon Jungkook.
Cuanto más cerca se encontraba del
alfa, más intimidado se sentía. Todo
lo que había oído de él eran malos
rumores sobre su reputación y, por
mucho que él no se dejara llevar
por los comentarios de la gente, el
que el mayor le estuviera mirando
fijamente con sus ojos negros y
penetrantes no contribuía a calmar
sus nervios.

- Ho-hola, hyung.

Jimin se maldijo interiormente,
siempre que se sentía nervioso, su
voz le traicionaba convirtiéndose
en patéticos tartamudeos.

Jungkook quería gritar,¡le había
llamado hyung! Nunca había
estado tan cerca del rubio, y ahora
estaba ahí, con la vista gacha y las
mejillas suavemente cubiertas por
un tono cereza, tartamudeando
adorablemente y jugando con las
mangas de su jersey azul.

Jungkook asintió a modo de saludo,
tenía miedo de abrir la boca y no
poder evitar pedirle matrimonio
mismo.

Jimin se sentó en el pupitre junto
al de Jungkook, ocupando esa silla
que habría sido suya si Taehyung
no le hubiera llamado el primer
día de clases. Sus pequeñas
manos temblaban y no entendía
porqué estaba tan nervioso, su
omega interno se removía inquieto
en su interior. El aroma a alfa le
alteraba. Jeon era uno de los
alfas más imponentes que jamás
hubiera conocido, desprendía
una fuerte aura de poder, por eso
poca gente se atrevía a acercarse
a él, aunque siempre estaba en
boca de los omegas del instituto.
Su aroma era embriagador, Jeon
Jungkook olía a invierno, a tierra
húmeda y madera de roble, un
aroma familiar y reconfortante.
Tampoco había tenido nunca
la oportunidad de estar lo
suficientemente cerca como para
apreciar bien las facciones del
joven alfa. Jeon Jungkook era, sin
lugar a dudas, uno de los chicos
más atractivos que hubiera visto
nunca. Con facciones finas pero
serias, una mandíbula definida
y una mirada penetrante que le
envolvía en un aura de madurez y
solemnidad. Contextura delgada
pero fuerte, atlética sin llegar a
ser excesivamente musculosa. Las
manos de Jungkook eran grandes,
con venas marcadas,y Jimin no pudo
evitar imaginárselas rodeando su
estrecha cintura. Descartó aquella
idea sonrojándose al instante.
Su calor estaba cerca y tenía las
hormonas revolucionadas.

- ¿Por dónde podríamos empezar,
hyung? - Preguntó tímidamente.

La suave voz de Jimin obligó a
Jungkook a aterrizar de la nube de
en la que flotaba. Llevaba seis meses
observando en silencio al omega,
admirándole desde la distancia,
pero nada se comparaba a tenerle
a apenas unos palmos y poder
observar sin obstáculos su belleza.
Jimin era sin competencia la
criatura más hermosa que había
pisado la Tierra, Jungkook lo tenía
muy claro. Ni siquiera estaba
seguro de ser digno de estar
contemplando tal belleza. Con
los labios gruesos y rosados, a
juego con sus adorables mejillas,
Jimin le volvía loco. Jungkook solo
quería suspirar como un idiota
enamorado.

- ¿Perdona, qué?

La profunda voz del alfa sumada
a esa oscura mirada que no se
despegaba de su rostro solo
conseguía poner aún más nervioso
a Jimin.

-Que po-por dónde deberíamos
empezar. - Repitió jugando con el
borde de su jersey.

Jungkook mordió su labio inferior
aprovechando que jimin había
agachado la cabeza. ¿le estaba
poniendo nervioso? no debería
sentirse tan satisfecho.

- No sé, la verdad es que los
trabajos nunca fueron lo mío.
Solo mírame.

Jungkook sonrió de lado y
Jimin le devolvió el gesto.

Aquello era extraño, interactuar con
Jimin era algo que nunca creyó que
pasaría más allá de su imaginación
y no sabía muy bien qué hacer.
Debería descartar su plan de no
colaborar en el trabajo, no dejaría
que Jimin creyese que era un vago
aunque fuera verdad.

- Pues...no estoy muy seguro de
cuántas horas de clase tendremos
pero...quizá deberíamos quedar
fuera de clase.

Y, efectivamente, Jungkook casi se cae
de la silla.

-¡Hyung! ¿Estás bien? - Exclamó
Jimin preocupado cuando Jungkook
se deslizó de su asiento.

- Sí, sí, me he resbalado.

Jungkook sentía su cara arder en
vergüenza, ¿podría ser más idiota?
Estaba seguro de que Jimin creería
que era patético hasta que una
dulce carcajada se escuchó. Jimin
reía cubriendo su boca con su
mano, cerrando sus pequeños
ojitos y viéndose jodidamente
adorable. Algo dentro de Jungkook se
derritió y, sin importarle que toda la
clase fuera a mirarle y a murmurar,
comenzó a reír con Jimin,
contagiándose de esa melodiosa
risa.


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