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seis

—  Baek, dilo. Tienes que decirlo.

—  No.

—  ¡Vamos! Sabes que es verdad. Venga, repite conmigo: "Rosie tenía razón".

—  Y, ¿cómo sé que dices la verdad, eh? A lo mejor solo me estás mintiendo para que te dé la razón. Acabas de decir que Kim Jisoo estuvo en tu casa comiendo galletas caseras como si fuera una chica normal, eso no tiene ni pies ni cabeza.

—  ¡Pero es que es una chica normal!

Chaeyoung resopló frustrada, no había forma de hacer cambiar de opinión a su testarudo mejor amigo.

—  Además, —  Habló de nuevo Baekhyun mientras terminaba de tragar un trozo de sándwich de pavo. —  que se haya comportado mientras hacían un trabajo no quiere decir nada. ¿Sabes lo que me contaron el otro día? Dicen que le rompió un brazo a un tipo en los billares. —  Susurra lo último acercándose a su amiga y mirando a los lados con cautela. —  Te digo que esa alfa no es trigo limpio.

Chaeyoung gruñó suavemente, no le gustaba que Baekhyun hablara así. Ella sabía que la mala fama precedía a Jisoo, pero no creería ninguno de aquellos rumores hasta que la propia alfa o el supuesto chico al que le rompió el brazo se lo confirmasen.

Muy indignada, se levantó de la silla y cogió su bandeja del almuerzo.

—  Juzgar a alguien sin conocerla no es de buenas personas, Baekhyun, y yo no puedo comerme mis natillas sentada en la misma mesa que alguien que no es una buena persona.

Echó a andar con dignidad, dejando a un boquiabierto Baekhyun mirándole en su sitio. Barrió la cafetería con la mirada, aún no había terminado la hora del almuerzo y realmente tenía hambre, así que necesitaba un sitio para sentarse. Pensó en hacerlo junto a Kang Seulgi, era una beta muy simpática que siempre era amable con ella, pero, entonces, vio la mesa de la epidemia. Todos la llamaban así porque nadie se acercaba a ella, como si estuviera infectada por alguna clase de virus mortal, y el motivo, era que en esa mesa se sentaba Kim Jisoo. La alfa se sentaba con los brazos cruzados, con los auriculares aislándole del bullicio de la cafetería y con una bandeja de comida intacta frente a ella. Una idea fugaz pasó por la mente de Chaeyoung, ¿qué pasaría si se sentase con ella? ¿Le diría que se marchara? No perdía nada por intentarlo.

Antes de que Chaeyoung tuviera la oportunidad de llamar su atención, el dulce aroma de la omega golpeó a Jisoo con fuerza tensando cada músculo de su cuerpo. Cerró los ojos, disfrutando de aquella esencia que se había convertido en su droga favorita, y no le dio tiempo a procesar la presencia de la omega junto a ella, mirando tímidamente sus blancas converse y mordiéndose el labio inferior. Rápidamente se quitó los auriculares.

—  Esto... Jisoo unnie, ¿puedo almorzar con usted?

Jisoo boqueó como un pez fuera del agua. Chaeyoung estaba ahí de pie, frente a ella, incapaz de mirarle a los ojos, preguntándole con esa adorable timidez tan característica suya si podía almorzar con ella. Estaba soñando, estaba convencidísima.

—  Despierta. —  Se dijo a sí misma y se dio una bofetada.

—  Unnie, ¿está bien? —  Preguntó Chaeyoung con preocupación.

Jisoo pestañeó aturdida, ¿aquello no era un sueño?

—  Eh...quiero decir, ¡claro! Sí, sí, puedes sentarte aquí. Claro, sin problema. —  Respondió nerviosamente, incorporándose en su asiento.

Chaeyoung sonrió ampliamente, haciendo desaparecer sus ojos, y el pecho de Jisoo se inundó de cálida miel.

—  ¿Hoy no almuerzas con tu amigo?

El ceño de Chaeyoung se frunció y su nariz se arrugó, Jisoo pensó que no había nada más adorable que una Chaeyoung enfurruñada.

—  Estoy enfadada con él.

—  ¿Por qué?

Chaeyoung se mordió el labio inferior y desvió la mirada, dudando de si debería decirle a su unnie el motivo por el que se había molestado con Baekhyun.

—  Unnie, ¿puedo preguntarle algo?

—  Claro.

—  Usted...¿usted le rompió el brazo a un chico en los billares?

Jisoo se quedó en blanco, se habría esperado cualquier cosa menos eso.

—  ¡No! Yo ni siquiera voy a los billares, me parecen una pérdida de tiempo.

Chaeyoung sonrió y suspiró aliviada.

—  Sabía que usted no podría haber hecho algo así.

Aquello descolocó por completo a Jisoo. Sabía que aquello era un rumor que estaba últimamente en circulación, uno de tantos. La gente ni siquiera se molestaba en confirmarlos, solamente los iban pasando de boca en boca como si se tratara de verdades absolutas. Ella ya estaba acostumbrada, había aprendido a vivir con las miradas cautelosas y los susurros a sus espaldas, se había ganado la desconfianza de la gente sin saber cómo, y nadie cuestionaba que ella fuera capaz de romperle el brazo a un chico. Nadie, salvo Chaeyoung. Chaeyoung no le conocía, nunca habían hablado antes de hacía dos días, era consciente de los rumores y, sin embargo, había confiado en ella y había puesto su palabra sobre las habladurías. Aquello sí era nuevo para Jisoo.

—  Y, ¿qué tiene esto que ver con la pelea con tu amigo?

Chaeyoung volvió a apartar la mirada algo avergonzada por la actitud de Baekhyun.

—  Bueno, él dice que usted no es de fiar, que es una mala persona. ¡Pero él no la conoce! Solo hace caso a lo que las malas personas hacen circular por ahí. Eso no está bien. —  Sentenció con el ceño fruncido.

Jisoo volvió a boquear.

—  ¿Te has peleado con tu mejor amigo por defenderme...a mí?

Jisoo se señaló, como si hubiera alguien más sentada en esa mesa. Aquello sonaba incluso más irreal pronunciado en voz alta.

—  Sí, y no pienso volver a hablarle hasta que admita que tengo razón.

—  ¿Razón sobre qué?

—  Sobre que usted es una buena persona.

Aquella sonrisa terminó por desarmar a Jisoo, nunca nadie había dicho algo así de ella, llevaba tanto tiempo escuchando críticas que había empezado a creerlas. Tenía que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no envolver Chaeyoung en un asfixiante abrazo y marcarla allí mismo, delante de todo el instituto, para que todos supieran que la persona más maravillosa del mundo le pertenecía. Ojalá eso fuera posible.

—  ¿Y tú cómo sabes eso? Nunca habías hablado conmigo hasta hace dos días.

Chaeyoung se encogió de hombros.

—  No lo sé, solo lo siento. Justo aquí.

Se llevó una mano al corazón y sonrió.

Jisoo no aguantó más, necesitaba tocarla. Alzó su mano y acarició con suavidad la esponjosa mejilla de la omega. Una corriente tan fuerte recorrió sus dedos que quedó aturdida, ¿así es cómo se sentía rozar el paraíso? Ambas sonrieron tímidamente, ninguna de las dos se había dado cuenta de que toda la cafetería les estaba mirando como si acabara de aterrizar un platillo volante justo encima de su mesa. Ninguna se había dado cuenta, porque no podían prestar atención a nada más que no fueran ellas.

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