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Capítulo 9

   Shiori miraba de manera desafiante hacia donde supuestamente estaba Hades. Pandora, quien se encontraba petrificada por el miedo, tomó su tridente y se interpuso entre su señor y la diosa.

      ― ¿Acaso piensas que eres lo suficientemente fuerte para enfrentarme? ―le cuestionó la pelirosa con firmeza mientras enderezaba su cetro.

      ―Sé que no soy adversario para un dios, pero defenderé a mi señor hasta dar mi último suspiro ―le aseguró la pelinegra con molestia.

   Ambas mujeres estaban por enfrentarse cuando una ráfaga de viento salió desde atrás del trono, haciendo que las transparentes cortinas salieran despedidas de su lugar.

      ― "Déjala pasar" ―la profunda pero suave voz de Hades retumbó en todo el cuarto.

      ― ¡Pero mi señor, no puede repetir la misma historia! ―exclamó la mujer fuera de sí.

      ― "No me desafíes, déjala la pasar" ―repitió la voz con más firmeza. Pandora bajó la cabeza y soltó el tridente.

      ―Discúlpeme mi señor, no quería ofenderlo ―dijo antes de mirar a la pelirosa―, si piensas que tienes suerte estas equivocada.

      ―Jamás lo he pensado ―dijo antes de subir las escaleras y pasar por lado del trono...vacío.

   Miró aquello con infinita confusión antes de seguir su camino, encontrándose de repente en unos inmensos jardines repletos de flores y lo que parecía ser escombros de templos. Parecía imposible que un lugar tan hermoso estuviese en el Inframundo, pero solo podía significar una sola cosa: Se encontraba en los dominios más personales de Hades, Los C ampos Elíseos. Caminó varios metros antes de detenerse y llevar su mano al collar de Aioria. Sabía que estaban en problemas en el santuario y ella no podía hacer nada para ayudarlos, sentía demasiada impotencia.

      ―Yo...no puedo seguir más así. Mientras ellos luchan por proteger a mi madre...yo estoy aquí ―dijo Shiori en voz alta.

      ― "Nuestra misión es otra Shiori, pero tarde o temprano nos reuniremos todos" ―la voz de la diosa Afrodita resonó en sus oídos en un intento de tranquilizarla.

      ―De todos modos me preocupan Aioria, mis padres y los demás ―comentó la pelirosa con preocupación.

      ― "¿Desearías...hablar con ellos?" ―le preguntó la diosa suavemente. Shiori negó levemente.

      ―Eso los distraería, pero me gustaría ayudarles...pasándoles un poco de nuestro poder ―le propuso Shiori mientras seguía caminando por el inmenso jardín.

      ― "Les pasaré lo suficiente para que te no quedes indefensa ante Hades" ―le dijo la diosa con tranquilidad. La menor asintió antes de cerrar los ojos y concentrarse lo suficiente como para enviar su poder hacia el santuario.

   Sintió sus piernas flaquear antes de sujetarse de uno de los tantos pilares que había en el lugar, mientras sentía como su cosmos llegaba a los caballeros y a su madre, intentando brindarles más confianza y fuerza. Estuvo por lo menos, media hora en aquel lugar antes de poder recobrar la fuerza para poder seguir caminando cuando sintió el cosmos de dos dioses detrás de sí.

   Se giró rápidamente encontrándose con dos hombres increíblemente altos. Vestían túnicas blancas sin embargo sus hombreras eran distintas al igual que las coronas que portaban; una era plateada y otra dorada.

     ― ¿Cómo es que has llegado tan lejos? ―preguntó el rubio con voz suave pero firme a la vez.

     ―Es una diosa Olímpica hermano, mira su cetro ―dijo el otro de la misma manera.

     ―Los dioses Thanatos e Hypnos, que alegría volver a verlos ―dijo la menor con una sonrisa.

     ―Todavía te recordamos, Afrodita ―dijeron ambos antes de inclinarse―. Por ser una diosa se te permitirá ir hasta el templo del señor Hades.

     ― ¿No tienen miedo de que asesine a su señor? Saben de lo que soy capaz.

     ―Sabemos que el señor Hades puede defenderse. Esta vez no podrás derrotarlo ―dijo Thanatos con seriedad. Shiori sonrió antes de seguir su camino por los largos jardines hasta llegar al templo de Hades.

   En cuanto llegó se asombró de encontrar el lugar adornado como para una fiesta muy importante, lleno de telas blancas y una enorme mesa donde había un increíble banquete. Su estómago gruñó con fuerza al ver la comida sobre las bandejas doradas pero dudaba en tomar algo para comer.

     ―No dudes en comer, lo han hecho solo para ti ―la voz de Hades retumbó por todo el lugar

     ― ¿Por qué lo has hecho? ―preguntó Shiori con frialdad.

     ―Para cortejar a la diosa más hermosa del olimpo ―respondió suavemente mientras se le aparecía del otro lado de la mesa.

     ―Sabes que estoy enamorada de otra persona ―comentó Shiori con el ceño levemente fruncido.

     ―Sí, ese caballero... al que le has entregado tu cuerpo y tu alma ―apareció rápidamente a su lado y acaricio el cabello lentamente―. Su vida depende de que como me trates, podría molestarme....y decirle a Thanatos que traiga su alma.

   Shiori transformó su cetro y una espada y rápidamente la puso sobre el cuello del mayor.

     ―Ni siquiera te atrevas a pensarlo ―le ordenó la pelirosa con el ceño completamente fruncido―, créeme que si le haces algo a Aioria te mataré.

     ―Todos morimos en algún momento ―Hades alzó las manos y se separó lentamente de la menor―. Aldebarán de Tauro murió, Shaka de Virgo murió y... pero que curioso...tu madre también está muerta ―Shiori abrió los ojos sin poder creer lo que estaba escuchando. Su madre... ¿Muerta?

     ―Y no creas que tu padre o tu amado se salvaran de ese final. Tal vez no mueran ahora...pero al venir aquí les espera su final inminente.

   La pelirosa sintió como sus piernas perdían estabilidad más sin embargo se sostuvo de la mesa. Estaba abatida, destruida, el simple pensar de que su madre había perdido le parecía imposible...pero sabía que hades no mentía. Sin embargo, sentía que la muerte de su madre no había sido en vano, algo estaba planeando y necesitaba venir directamente al infierno, deseaba creer eso más que cualquier cosa.

     ―No me importa a cuantos mates... estoy aquí para hacer justicia sobre los inocentes que has matado, pagaras por todo el daño que has causado ―dijo la pelirosa con firmeza.

     ―Veamos cuanto te dura esa pose de guerrera valiente ―dijo el dios antes de sentarse en su trono con una copa de vino entre las manos.

   Mientras ambos dioses se encontraban en los campos Elíseos, La diosa Atena había llegado al infierno junto con Shaka y estaban listos para emprender su camino hacia donde estaba Hades.

     ―seguramente Seiya y los demás ya están más adelantados que nosotros ―comentó la diosa al santo de virgo.

     ―En este momento están enfrentando a Hades, parece que están en problemas ―añadió el rubio con seriedad―.Debemos ayudarlos.

     ―Eso haremos Shaka, vamos a terminar todoesto ―dijo la diosa mientras se encaminaban al templo de Hades. 

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