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Capítulo 7


     Luego de caminar por un rato, Aioria encontró un lugar cerca de un pequeño claro donde podrían cenar tranquilamente. El lugar parecía casi sacado de una película de romance; el pequeño claro estaba rodeado por varios árboles lo que le daba un poco más de privacidad al lugar. Shiori sacó varias velones y los prendió uno por uno mientras el mayor acomodaba el mantel que había llevado. Una vez que todos los velones estuvieron prendidos, la pelirosa usó su cosmos para hacerlas levitar, dándole un aire más mágico al lugar.

     Una vez que terminaron de acomodar, se recostaron uno al lado del otro, tomándose de las manos suavemente.

  ―Así que... fuiste el maestro de mi padre ―dijo la pelirosa con una sonrisa.

  ―Genial, gracias por hacerme sentir viejo ―comentó el mayor haciendo reír con ganas a Shiori

  ― Oye, no es mi culpa que me dobles la edad ―le dijo entre risas.

  ―Pues sí, yo fui quien entrenó a tu padre, junto con mi compañera de armas y amiga Marín ―le contó con una sonrisa, recordando aquellos días.

  ― ¿La amazona que cuida de las zonas más alejadas del santuario? ―el rubio asintió suavemente―. Cuéntame cómo eran los entrenamientos de mi padre.

  ―Pues a cargo de Marín eran muy arduos. Ella solía entrenarlo más que yo ―le explicó con tranquilidad―. Recuerdo que era un niño muy noble y valiente, deseaba aprender todo rápido para lograr volverse un caballero de Atena.

  ―Ya puedo imaginarlos ―dijo la pelirosa antes de sentarse―. Mi padre de niño...y tu guiándolo y enseñándole a ser un gran caballero y hombre, ¿Qué edad tenías en ese entonces?

  ―Tenía unos...dieciséis años ―le contestó con una sonrisa― Recuerdo que ese día me mandaron a mi primera misión, Milo se enojó conmigo el día que el patriarca me encomendó su misión a mi...diciendo que era muchísimos más poderoso que ella.

  ―Ahora comprendo porque siempre competían ―dijo Shiori mientras agarraba una manzana y la mordía―. Muy bien, Santo de leo, ¿Qué tiene planeado para esta noche?

  ―Pues tenía pensado un paseo en barca por este claro, su majestad. Aunque supongo que esto debe ser muy poco para una dama de su alcurnia ―le respondió el rubio siguiéndole el juego.

     Aioria arrastró la pequeña barca hasta la orilla del claro y la miró con una sonrisa.

  ―Esas son patrañas, adoro hacer estas cosas ―exclamó la menor con una enorme sonrisa antes de acercarse a la barca.

     Ambos se subieron y comenzaron a remar hasta llegar al centro del lago, donde se detuvieron a charlar por un largo rato. Hablaron de sus infancias, de las divertidas anécdotas que nadie sabía, e incluso Aioria se atrevió a contarle sobre su vida con Aioros y como se había sentido cuando conoció a Shaka y a los demás caballeros.

     Luego de compartir varios besos apasionados a la luz de la luna, comenzaron a remar en circulos haciendo que la balsa comenzara a girar. El santo se sentía completamente feliz, por primera vez sentía que estaba tranquilo y que podía ser el mismo por completo, sentía...que ella era la correcta.

  ―Shiori, he estado pensando...y creo que es momento de darte algo que quería entregarte hace mucho ―murmuró el santo con nervios.

  ― ¿Qué es? ―le preguntó la pelirosa con curiosidad.

  ―Mi collar, quiero que tú lo tengas ―le respondió antes de quitárselo y ponerlo en sus manos, dejando a la semidiosa completamente asombrada.

  ―Aioria yo...no puedo aceptarlo. Esto fue de tu hermano, le pertenece a tu familia ―se apresuró a decir mientras intentaba regresárselo.

  ―Ahora tú eres mi familia ―la interrumpió antes de sonreír―. Te amo y quiero que tú lo tengas, ahora eres parte de mi vida como nunca antes lo fuiste.

  ―Yo....gracias, muchísimas gracias ―dijo la menor con ternura, sujetando las manos de Aioria con fuerza―. Pero yo no tengo nada que darte.

  ―Me permites contemplar esa sonrisa todos los días, me permites mirarte de una forma que nadie lo ha hecho y me has permitido ser la primera persona en tocarte como nadie más... permitirme estar a tu lado es el mejor regalo que me podrías dar.

  ―Aioria eres perfecto, ¡Te amo! ―Exclamó la pelirosa con alegría antes de abalanzarse hacia los brazos del mayor.

     Como era de esperarse, perdieron la coordinación y terminaron cayendo al lago. Lo primero que hizo Aioria después de sacar la cabeza del agua fue estrechar entre sus brazos a la pelirosa, quien solo reía y lo llenaba de besos.

  ― ¿Estas bien? ―le preguntó el rubio con preocupación.

  ―Estoy perfectamente bien ―le respondió Shiori antes de mirarlo fijamente―. Estás conmigo...eso es suficiente para estar bien.

     Aioria sonrió de lado antes de darle un beso y sacarla del lago. Luego de comer y de intentar secar la ropa, regresaron al santuario casi a media noche. Caminaron muy silenciosamente por los largos pasillos hasta que llegaron a las puertas del cuarto.

  ―Bien...hora de dormir. Mañana debes estar lo más descansada posible, que descanses mi reina ―el mayor le dio un suave beso en la frente y se giró con intenciones de irse pero fue detenido por la mano de Shiori.

  ―No te vayas, quédate esta noche conmigo ―le pidió la pelirosa sin despegar la vista de los zafiros del rubio. El santo esbozó una sonrisa cándida.

  ―Tu padre me dijo que esta noche no estabas en él menú ―comentó Aioria sin dejar de mirarla.

  ―Él no está aquí ahora, no tiene por qué saberlo ―le susurró antes de hacerlo entrar.

  ―Por cierto...feliz cumpleaños ―murmuró Aioria antes de juntar sus labios en un delicado beso.

     La noche pasó más rápido de lo que hubiesen querido. El sol comenzó a entrar al cuarto por el enorme ventanal, chocando con los ojos cerrados de Aioria frunciendo el ceño. El mayor estrechó entre sus brazos con más ganas el delgado cuerpo de Shiori, hundiendo su nariz en el cabello rosado de esta, aspirando su perfume.

     La semidiosa empezó a despertarse lentamente sin embargo no abrió los ojos y tampoco se separó del cuerpo desnudo de su león. Deseaba quedarse en la misma posición todo el día, deseaba permanecer en la calidez que los fuertes brazos de su amado. De pronto, la puerta fue tocadas varias veces.

  ― ¿Quién es? ―preguntó la menor con fuerza mientras levantaba la mano con lentitud, se notaba que seguía dormida.

  ―Hija soy yo ―la suave voz de la diosa la hizo esbozar una pequeña sonrisa―.Es hora de que desayunes y empecemos a prepararte.

  ―Ya...ya voy ―le dijo antes de bajar su mano y acurrucarse más.

  ― ¿Realmente debemos levantarnos? ―preguntó el caballero dorado con pesadez, entrelazando sus piernas con las de Shiori.

  ―Me temo que si, a menos que quieras que mi madre te vea desnudo ―le respondió ya más despabilada.

     El rubio sonrió antes de besarle el cuello suavemente antes de levantarse de la cama y agarrar su ropa, comenzando a vestirse ante la atenta mirada celeste de la semidiosa. Sonrió divertido y le lanzó un pijama.

  ―Ponte eso para que tu padre no me asesine ―le dijo el mayor haciendo que la pelirosa riera antes de vestirse―. Nos vemos más tarde, te amo. ―le dio un suave beso antes de irse por el balcón.

     Apenas se fue el rubio entró Saori junto con Milo.

  ―Se va por el balcón, como si fuese un vulgar ladrón ―comentó Milo con diversión―, quien diría que el león saldría huyendo.

  ―No sé de qué hablas ―dijo Shiori antes de levantarse de la cama y saludarlas.

  ―Muy bien. Hoy es tu gran día, cumplañera ―Saori llenó de besos a su hija y la estrechó en sus brazos―.Trajimos un desayuno delicioso y todo lo que usaras esta noche.

  ―Pero antes... cuéntanos como te fue en tu cita ―Dijo Milo con interés.

  ―Fue asombroso ―les dijo antes de beber un poco de jugo―. Fuimos a un claro y cenamos a la luz de las velas y luego anduvimos en barcas y muchas cosas más.

  ―quien diría que ese león sería tan romántico ―dijo la pelirroja con diversión.

     Durante las siguientes horas empezaron a prepararla mientras todo el santuario se preparaba para lo que sería una celebración inmensa, todas las calles, caminos y templos habían sido adornados para la gran coronación. Después de ponerse el vestido, Milo y Saori la guiaron hasta el templo de Atena, donde la guardiana del templo de Escorpio se retiró del lugar.

  ―Por fin ha llegado el gran día, mi niña. Hoy te convertirás en la nueva líder del Santuario y gobernaras con sabiduría y valor ―dijo la diosa, quien ya tenía puesto su vestido junto con todos los accesorios que solía llevar en cada ceremonia que hacía, acompañada de su cetro.

  ―Estoy muy nerviosa...no sé qué decir ni cómo actuar ―se sinceró la pelirosa mientras jugaba con el anillo que llevaba en su mano derecha, sin dejar de caminar de un lado al otro.

  ―No tienes de que preocuparte ―la voz tranquila de su padre la hizo girarse en su dirección―. Todo saldrá bien, estoy más que seguro de eso.

     La menor se acercó para abrazarlo con fuerza antes de mirarlo con una sonrisa.

  ― ¿Lista? ―le preguntó su padre con una sonrisa.

  ―Lista ―le respondió con firmeza.

     Los caballeros dorados llegaron y se colocaron en sus posiciones respectivamente mientras los caballeros de bronce y plata comenzaban a llegar; a los pocos minutos todo el templo estaba poblado por caballeros, haciendo que los nervios de la menor aumentaran drásticamente.

  ―Mis adorados caballeros ―Comenzó a hablar la diosa con voz firme pero serena a la vez―. Hoy es un día muy importante para nuestro Santuario. Los dioses han decidido que es hora de que haya una nueva líder, mi hija ―la diosa hizo un ademan para que Shiori se acercara, quien se sentó en el trono con mucho nerviosismo―. Como futura señora del Santuario es tu deber velar por la seguridad de cada caballero, amazona y futuro guerrero que viva aquí ¿Juras ser leal, justa, valiente y una líder para tus guerreros?

     La menor miró fijamente a los caballeros quienes la miraban de forma expectante mientras la diosa le colocaba su corona en la cabeza.

  ―Yo...

"No Aceptes"

     Aquella voz retumbó en los tímpanos de la pelirosa. Las pupilas de la semidiosa se achicaron al punto de desaparecer; comenzó a sentir un fuerte dolor en el pecho haciendo que cayera de rodillas al suelo antes de gemir del dolor. Todos los caballeros se pusieron en guardia, entonces el cielo se tornó negro y la luna comenzó a oscurecerse.

  ―No puede ser...esto solo significa una cosa ―dijo la diosa mientras miraba el cielo.

  ― ¡Hades! ―al salir ese nombre de la boca de la pelirosa un circulo y una estrella de color violeta se formaron alrededor de la semidiosa, quien empezó a gritar mientras el brillo del circulo aumentaba.

     Seiya intentó acercarse a su hija pero rápidamente fue lanzado hacia otra parte, parecía que había un campo de fuerza alrededor de la joven

  ― ¡Saori, intenta algo! ―le pidió el castaño quien era ayudado por Aldebarán y Mú.

     La diosa utilizó sus poderes logrando abrir el campo protector.

  ― ¡Aioria, Milo, ahora! ―dijo la diosa. Ambos caballeros se acercaron y sacaron a Shiori del círculo.

  ―No tendrían que haber hecho eso ―dijo un hombre que llevaba una armadura negra. Todos los caballeros se acercaron rápidamente al hombre más sin embargo no borró su sonrisa―. Les aconsejo que no me hagan, de lo contrario su hermosa y futura líder morirá ―le dijo con tranquilidad.

  ―No creeremos en las palabras de una sanguijuela como tú ―comentó Aldebarán con firmeza.

     El hombre apretó su puño con fuerza y la pelirosa comenzó a gritar nuevamente, mientras el círculo y la estrella aumentaban su brillo.

  ― ¿Cuál es tu nombre y que quieres con mi hija? ―le preguntó la diosa Atena seriamente.

  ―Mi nombre es Radamanthys. Soy uno de los tres jueces del inframundo y mi señor, Hades, me ha pedido que venga en busca de la joven que ha logrado cautivarlo.

     Aioria abrazó con más fuerza el cuerpo de la semidiosa ante las palabras del hombre.

  ―Y si no aceptas venir conmigo...mataré a todo aquel que se interponga en mi camino ―la amenazó―. Empecemos con...esos de ahí ¡Castigo Máximo! ―lanzó su técnica contra varios caballeros de bronce, quienes cayeron muertos al piso.

  ― ¡No lo hagas! ―le pidió Shiori con desesperación.

  ―Hasta que no aceptes, más caballeros seguirán muriendo ―siguió lanzando su ataque a varios caballeros que intentaban detenerlo. Todos estaban congelados en sus lugares, incluso Saori que no podía librarse del poder de Hades con su cosmos―. Finalizaremos con...tu chico ―señaló con su dedo al santo de Leo.

  ―No. No le hagas nada...me iré contigo ―le dijo la semidiosa entre jadeos.

  ―No Shiori, por favor no lo hagas ―le pidió el rubio con preocupación.

  ―No quiero...que mueras. Eres mi familia ahora...y debo defender a la familia ―le acaricio la mejilla antes de levantarse muy lentamente y caminar hacia donde estaba el juez―. Pero lo haré con una condición: no puedes tocar a nadie de aquí, los dejaras en paz...o te mataré más rápido de lo que puedes decir el nombre de tu señor.

  ― ¿Tienes el poder suficiente? ―le preguntó el hombre con una sonrisa egocéntrica.

  ― ¿Quieres que lo intente? ―lo retó antes de sonreír. Radamanthys gruñó levemente antes de sujetarla con fuerza.

  ―Como sea. Otros tienen la misión de matar a tu madre, yo solo he venido por ti. Cumpliré mi parte si nadie se entromete en nuestra ida.

  ― ¡Shiori no lo hagas! ―Gritó Mú―. Solo te estas guiando a tu propia muerte.

     A pelirosa miró a sus padres fijamente antes de bajar la mirada. Seiya sintió sus fuerzas flaquear mientras sostenía a la diosa, quien apenas podía mantenerse estable. La semidiosa les dio la espalda mientras caminaba junto a Radamanthys. Aioria, sin creer lo que estaba pasando, se levantó con fuerza y salió corriendo en dirección a la pelirosa, quien evitó que se acercara con un campo de fuerza.

  ― ¡Por favor, no lo hagas! ―le rogó mientras golpeaba el campo con todas sus puertas, en un intento desesperado de romperlo― ¡No puedo perderte a ti también!

  ―Aioria, cuida de mi madre. Es una orden ―le pidió Shiori con los ojos llorosos―. Te amo...

  ―No...no...no ―repetía el santo sin poder evitar que las lágrimas salieran de sus ojos. Radamanthys abrió nuevamente un portal antes de empujar a Shiori dentro de este y desaparecer, haciendo que el campo de fuerza desapareciera.

  ― ¡SHIORI! ―el devastador grito de Seiya se escuchó por todo el templo que para ese entonces se encontraba en silencio.

     El cielo aún estaba oscuro al igual que la luna. Todo había quedado sumido en una oscuridad que ni las antorchas podían evitar.

     Todo estaba mal.

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Y regresé más rapido de lo que me imaginé con este capitulo INFARTANTE!!!! Ahora que Shiori ya no está que sucederá? Espero que le haya gustado y si fue asi dejen estrellita y comenten. Los amo bye bye!!!!!

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