Capítulo 6
Habían pasado dos semanas desde que Aioria y Shiori habían comenzado a salir a escondidas, solían disimular y actuar como siempre lo hacían frente a los demás para luego encontrarse por las noches en diferentes lugares.
En el transcurso de esas semanas, los preparativos para la coronación estaban casi listos siendo la misma diosa Atena quien estaba a cargo de ellos.
Sin embargo no todo estaba bien.
Durante la última semana, las apariciones de aquel hombre de cabello negro se habían hecho más frecuentes, al punto de que le joven semidiosa había tenido una crisis al creer que estaba enloqueciendo más prefirió ocultar aquellos de los demás. Con las repetidas apariciones también comenzó a aparecer una mujer, una misteriosa dama de largos cabellos rubios y mirada apacible que le pedía que "se uniera a ella" y siempre que le decía eso terminaba perdiendo la conciencia.
Aquella mañana Saori llevó a su hija al templo privado de Atena donde se llevaría a cabo la ceremonia de coronación para los ensayos matutinos. Shiori, quien había adoptado una pose inapropiada en el trono que habían colocado en aquel lugar, llevaba más de dos horas sentada en la misma posición, maldiciendo el deseo obsesivo de su madre de que todo saliera perfecto.
―Veo que estas aburrida ―la voz de Aioria la hizo salir del pequeño trance en el que había estado.
― ¿Aburrida? Ya eché raíces en este lugar―le respondió la pelirosa antes de estirarse.
―No más que tu padre ―comentó el santo con diversión. Shiori giró la cabeza para encontrarse con su padre refunfuñando mientras cambiaba de posición cada cinco segundos, haciendo que la menor riera suavemente.
―Bueno, parece que alguien está más cansado que yo ―dijo la pelirosa entre risas antes de suspirar―. Pensar que mañana ya es mi cumpleaños.
―Y para la coronación ―añadió el rubio haciendo que la menor soltara un bufido― ¿Aun lo dudas?
―Este no es tema para charlarlo aquí ―le susurró la pelirosa antes de mirar a su madre―, te lo diré en cuanto estemos solos.
Aioria asintió levemente antes de regresar a su lugar. Después de ensayar al menos tres veces más todo, Saori concluyó los ensayos y todos se retiraron a gran velocidad del lugar, sin embargo la semidiosa y el león se quedaron en el templo. El santo se cercioró de que nadie estuviese cerca antes de acercarse a su amada, depositando un largo y suave beso sobre los labios de la pelirosa.
―Adoro esos besos ―comentó Shiori después de separar su labios de los del rubio.
―Y yo adoro poder besar tus labios ―dijo el león―, pero no me gusta verlos fruncidos por la preocupación. ¿Me dirás que te sucede?
―Sinceramente...no sé porque me han elegido para esto...tan rápido ―le respondió levantándose de su asiento abruptamente―. Todo el santuario y sus habitantes le juraron lealtad a mi madre, la gran diosa Atena; juraron dar su vida y defender los ideales de mi madre...
― ¿Y eso que tiene que ver contigo?
―Que yo no soy ella. Yo no soy la diosa de la guerra, a mí no me juraron lealtad, a mí no me veneran como a ella... solo llevo su sangre, no soy...
―No te atrevas a terminar esa frase ―la interrumpió el santo con voz firme―.Tal vez tienes razón, no eres la diosa Atena, pero eres su hija. Has logrado crear los mejores entrenamientos para formar a los futuros caballeros, has hecho que te sigamos ciegamente en todas las tácticas de batalla. Eres una mujer fuerte, noble, valiente y muy audaz; no necesitas ser una diosa olímpica para ser nuestra señora.
Shiori escuchó con suma atención todo lo que Aioria le había dicho antes de sonreír con ternura. Adoraba la forma en la que su león le hablaba y la hacía sentirse mejor. Y como era costumbre sabía que tenía razón.
―Lo sé, Aioria. Pero yo no comprendo porque me eligió a mí tan temprano. Si ella está viva, ella debería seguir siendo la líder del santuario. Yo sé que soy lo suficientemente apta para liderar el santuario, pero hay cosas que no sé cómo lidiarlas.
―Te ayudaremos. No es que una vez que te vuelvas líder de este lugar te dejaremos sola, todos estaremos ahí para guiarte en aquellas cosas que no sepas hacer ―le rubio se le acercó, sujetando las pálidas mejillas de su amada―. Jamás te dejaré sola.
―Te adoro, mi león ―dijo la pelirosa antes de abrazarlo con fuerza, sintiendo los fuertes brazos del ojiazul rodearla protectoramente.
―Yo también te adoro, pero detesto verte tan preocupada ―le susurró el rubio ante de darle un casto beso.
―Lo lamento. ¿Qué te parece si salimos esta noche? Como modo de compensación por preocuparte tanto ―le propuso la semidiosa.
El rubio sonrió divertido antes esa idea.
―me parece una idea perfecta ―le besó el dorso de la mano― ¿Qué te parece una cena bajo las estrellas?
―Me fascina ―respondió la pelirosa con una sonrisa―. Ve sin esta enorme armadura, es una cita y no quiero tenerte así.
El rubio rio divertido ante las palabras de la menor.
―Está bien, iré con ropa normal.
― ¡AJA! ¡Así deseaba encontrarlos a los dos! ―la característica voz chillona de Seiya hizo que ambos rondaran los ojos.
―Y...llegó el celoso ―dijeron ambos al mismo tiempo, haciéndolos reírse.
―Saben, fui el único que se dio cuenta de que ustedes andaban en algo ―comentó el castaño de una forma bastante rápida.
― ¿Qué te hace pensar que Aioria y yo estamos en "algo"? ―le preguntó Shiori antes de cruzar los brazos.
―Instinto paterno ―le respondió el caballero de Sagitario―. Oye Aioria, comprendo que tú hayas sido mi maestro, que seas mi amigo y que te haya pedido que seas el protector de mi hija pero en ninguna cláusula del contrato decía que podías tocarla de manera...indebida.
El rubio y la pelirosa intercambiaron varias miradas antes de regresar la vista al castaño. Para ser alguien completamente despistado se había dado cuenta muy rápido.
―Papá, estás demente ―se apresuró en decir Shiori―.Si en algún caso comenzase a salir con alguien tú serás el primero en saberlo ¿Sí? ―le dijo antes de mirar al rubio, guiñarle el ojo y salir del lugar.
―Te vigilo, león. Mi hija no está en el menú de esta noche ―hizo varias señales con los dedos antes de irse detrás de su hija.
Aioria soltó una risa suave antes de irse del lugar en dirección a su templo para preparar todo para la cita. Por otro lado, mientras Seiya regañaba a su hija sobre las actitudes que tenía con el rubio, Shiori solo pensaba en su cita de la noche y como hacerla más animada. La menor fue seguida por su padre hasta la puerta de su cuarto, quien le pidió que se fuera con la excusa de que estaba cansada.
El castaño, sin creerse lo que le había dicho se dirigió a paso veloz hacia donde estaba su esposa.
―Puedo ver que estas molesto ―dijo Saori con diversión.
― ¿Molesto? Estoy que exploto ―exclamó Seiya mientras se sentaba al lado de la diosa.
― ¿Otra vez celoso? ―le preguntó la ojiverde con ternura
― ¡No son celos! ―exclamó completamente ofendido antes de suspirar―. Detesto verlos tan cerca.
―Ay mi cielo, ¿recuerdas cuando comenzamos a salir y solías llevarme a los jardines que hay cerca del lago de cristal? ―le preguntó la mujer con dulzura, recordando aquellas épocas―.Decías que solo los enamorados iban a ese lugar.
―Cómo olvidarlo, fue la primera vez que te besé ¡Pero eso fue diferente!
―Seiya, las flores que Shiori nos dio eran de aquel lugar. Eso quiere decir...
―Quiere decir que Aioria la llevó a ese lugar ―terminó la oración en un quedo susurro.
―Amor mío, ¿No será que tu miedo es que Aioria te quite muy rápido a nuestra hija? ―le preguntó su esposa con tranquilidad.
El castaño suspiró antes de mirarla fijamente y negar con la cabeza.
―Temo que la lastimen. Sé que es lo suficientemente para defenderse sola...pero nadie ha sido entrenado para soportar que le rompan el corazón ―le respondió seriamente―. Creo ciegamente en Aioria, no malpienses. Si lo elegí a él para que fuese su protector fue por algo, aunque eso signifique que estén juntos como pareja.
―Entonces ya lo sabes.
―Intincis yi li sibis ―repitió el castaño de manera infantil―. Al parecer todos lo sabían menos yo.
―Eso sucede porque eres un poquito despistado ―le dijo la diosa con diversión.
― ¿desde cuándo lo sabes tú? ―le preguntó Seiya con curiosidad.
―Desde hace tres años. Fue en el cumpleaños número 17 de tu hija, para ese entonces Aioria ya mostraba sentimientos hacia Shiori sin embargo...prefirió ocultarlos...hasta ahora.
― ¿Tres años? ¿En dónde he estado durante todo este tiempo? ―se preguntó en un susurro.
Soltó un largo suspiro antes de levantarse y caminar repetidas veces, mirando al balcón del cuarto de su hija de vez en cuando. Sonrió suavemente antes de mirar nuevamente a su esposa.
―Supongo que no vas intervenir ¿O sí? ―le preguntó Saori, quien se levantó y se acercó al castaño para abrazarlo.
―No, ya son bastante grandes para saber que quieren y que hacen ―le respondió antes de corresponder el abrazo―.Por cierto...tengo un mal presentimiento.
―Yo también lo he tenido, debemos estar alertas ―le susurró sin separarse del abrazo.
Luego de esa charla, la pareja entró a la templo y desaparecieron por un largo rato. Mientras tanto, la pelirosa comenzó a alistarse para su cena. Después de terminar de vestirse, salió prácticamente corriendo del templo en dirección al lugar donde se encontraría con el santo de Leo. Luego de darse un mutuo saludo lleno de besos decidieron ir en busca de un lugar para pasar el resto de la tarde.
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Holaaaa gente!!!! por fin logré actualizar. Siento haber estado ausente tanto tiempo, pero la secundaria y los examenes no son buenos....ademas de que tuve un bloqueo de escritor XD pero por fin regresé y prometo no irme. Espero que hayan disfrutado el capitulo, si le gustó por favor dejen estrellita y comenten. Nos vemos! Bye Bye
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