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Capítulo 1


     Una joven niña de cabellos rosados caminaba algo nerviosa con sus padres por los largos caminos que llevaban a la quinta casa del zodiaco donde se encontraría por primera vez con los caballeros dorados. En cuanto entraron a la casa los caballeros dejaron de charlar para fijar su vista en la pequeña, quien se escondió rápidamente detrás de las piernas de Seiya.

  ―No seas tímida, ellos han venido a conocerte Shiori, acércate ―le dijo Seiya acariciando suavemente su cabeza.

     La niña miró a su padre antes de salir de atrás y acercarse a los caballeros que la miraban con una gran sonrisa, los primeros que se acercaron fueron Aldebarán y Shiryu,

  ―Al fin conocemos a la gran Shiori. Es tan hermosa como la recuerdo ―Shiryu entregándole una flor a la joven, quien la aceptó regalándole una sonrisa.

  ―Es idéntica a la diosa Atena, con rasgos tuyos Seiya ―añadió Milo acercándose al lugar

  ―Es...es un gusto conocerlos al fin. Mis padres me han hablado mucho de ustedes ―dijo con algo de timidez, provocando que varios sonrieran con ternura.

     Con el pasar de la horas Shiori comenzó a llevarse mejor con los amigos de sus padres, sin embargo no habló con dos de los caballeros, Shaka y Aioria; aprovechó que había quedado sola unos momentos y se acercó al primero que encontró de los dos, con algo de miedo jaló de la capa transparente que caía de su cintura.

     Aioria bajó sus azules ojos hasta cruzarse con los más claros que lo miraban con cierto nerviosismo. Se agachó hasta quedar a la altura de la niña haciendo que retroceda un poco.

  ―Em... hola ―lo saludó Shiori con una sonrisa algo nerviosa

  ―Lamento no haberme presentado antes, señorita Shiori ―dijo el caballero haciendo una reverencia―Me llamo Aioria y soy el guardián del Templo de Leo.

  ―Un gusto Aioria, pero no necesitas tratarme así ―le dijo Shiori con una sonrisa―Mi madre...mi madre me dijo que tú eras mi caballero guardián...

  ―Los soy y es un honor serlo.

―Por favor no me trates de esa forma. Quiero que seamos amigos, como lo soy con los demás ―le pidió la niña sujetando su mano dorada.

 ―Está bien, Shiori ―El suave toque de la niña causó que un cosquilleo en su ser que lo hizo afianzar el suave agarre de su mano.

     Sonrió suavemente al sentir la mano de la pequeña sobre la suya y casi por inercia la llevó hacia su boca besando delicadamente el dorso de la misma, causando un involuntario sonrojo en las mejillas de la joven niña, se despidieron y Shiori regresó al lado de su madre no sin antes sonreírle de nuevo al rubio. Los primeros en darse cuenta de que algo en Aioria había cambiado fueron Mú y Shaka, aquella sonrisa era algo inusual en el caballero pero lo que más llamaba la atención era con la intensidad que sus ojos brillaban.

     La noche pasó rápidamente al igual que los años. Como era de esperarse, Shiori creció en gracia y belleza convirtiéndose en la joven líder que habían dicho que seria. Había heredado el carácter de su madre haciendo de ella una joven dulce, carismática y valiente, sin embargo cuando la situación lo ameritaba poseía un carácter muy firme. Durante los años que vivió en el Santuario recibió entrenamiento tanto de su padre como de varios caballeros dorados, volviéndola una gran guerrera.

     A semanas de cumplir sus 20 años los preparativos para su cumpleaños estaban siendo llevado a cabo en el santuario pues esa noche seria nombrada la nueva líder de los caballeros provocando que comenzara a replantarse si realmente estaba lista para dar ese gran paso, sin embargo en ese momento tenía otro problema.

     Se miraba al espejo con algo de vergüenza, el vestido que su madre había elegido para ella poseía un escote de corazón bastante pronunciado y el color rojo del mismo no la ayudaba en nada. Intentaba acomodarse el escote mientras evitaba romper los pequeños vuelos que adornaban casi toda la parte delantera del vestido.

  ― Sin duda serás la joven más hermosa en la fiesta ―la voz de su madre la sacó de sus pensamientos, haciendo que se gire para mirarla.

  ―Madre, no sabía que habías entrado ―Shiori sonrió y se acercó para abrazarla―Solo...me estaba probando el vestido que usaré.

  ―Te queda precioso ―dijo Saori con ternura, sin embargo notó que su hija tenía una cara de preocupación― ¿Sucede algo, hijita? ―le preguntó sentándose en la orilla de la cama.

  ― ¿Segura que este vestido me queda bien? ―le preguntó mirándose de perfil―. Es que siento que se me ve...demasiado.

  ―Te queda perfecto, y no te preocupes por el escote ya que solo muestra un poco ―le respondió agarrando los zapatos que usaría en conjunto―. Siento que naciste ayer y mírate ahora, la futura líder del Santuario.

  ―Madre... ¿Realmente estoy lista para tomar tu lugar? ―le preguntó mirándola fijamente― quiero decir, tu eres la reencarnación de la diosa Atena, a ti te adoran por el simple hecho de ser quien eres además de ser una gran líder. Pero a mi...

  ―A ti te quieren y te protegen igual o más que a mí no solo por ser mi hija, sino porque aunque tú no lo veas eres la mejor al momento de analizar tanto el campo de batalla como la vida de tus caballeros ―le dijo Saori apoyando sus manos en los pálidos hombros de su hija―, tu velas porque cada uno de ellos regrese con bien de cada pelea que han tenido.

  ―Pero siento que mi lugar no es en el Templo de Atena, mi lugar está en el campo de batalla defendiendo tus ideales junto a...los demás caballeros.

  ―Yo afronté mis deberes a poca edad. No sabía que debía hacer o cómo actuar frente a los miles de guerreros que luchaban en mi nombre sin embargo pude hacerlo gracias a tu padre y a los demás caballeros que me protegieron―le explicó su madre con una sonrisa―. Tú misma sabrás que estarás lista para gobernar el día que comprendas al 100% que es lo que significa sacrificarte por los demás.

     Miró a su madre sin comprender lo último que le había dicho, ¿Acaso no comprendía lo que era realmente sacrificarse por los demás? Pensaba que lo había aprendido en sus años de entrenamiento pero ahora lo dudaba. Soltó un suave suspiro antes de comenzar a sacarse el vestido con sumo cuidado, colocándose ropa normal.

  ― ¿No ibas a salir esta noche? ―le preguntó su madre con curiosidad.

  ―Iba a salir, hasta que me enteré que no sería una reunión sino una cita programada ―le explicó sentándose a su lado.

  ― ¿Acaso ese chico no te agrada? ―preguntó Saori sujetando suavemente la mano derecha de su hija.

  ―Me agrada, pero no de la manera que él quiere ―le explicó mirándola―. Simplemente él no es mi tipo.

  ―Ya veo, lastima por ese chico. Ahora, cambiando de tema, ¿Ansiosa por regresar al Santuario? ―le preguntó la diosa con una sonrisa.

  ―Por supuesto que si madre ―le respondió esbozando una sonrisa―. Han pasado tres meses desde que he estado ahí y ya los extraño a todos. ¿Cuándo iremos?

  ―Pensábamos irnos mañana en la mañana, pero como ahora has cambiado de planes nos iremos esta misma noche ―le respondió su madre dándole un tierno beso en la mejilla.

     Shiori río suavemente ante el gesto de su madre, abrazándola. Saori abandonó el cuarto de su hija para permitirle terminar de alistarse. Cuando todos estaban listos, ella y sus padres junto a los otros caballeros de bronce partieron rumbo al Santuario, una vez allí los ojos de la pelirosa se iluminaron de la alegría que sentía.

  ―Veo que alguien ha extrañado venir al Santuario ―comentó Seiya con una sonrisa.

  ―Pues sí, siento este lugar parte de mí y el no haber venido por tres meses me causado cierta melancolía pero no es tiempo para eso, busquemos a los demás―dijo comenzando a caminar rápidamente en dirección a las casa del zodiaco.

     Apenas entró al primer templo fue abordada rápidamente por Aldebarán y Mú, quienes la estrecharon entre sus brazos con fuerza.

  ― ¡Al fin has regresado pequeña! ―exclamó Aldebarán haciéndola girar en el aire antes de bajarla― ¡Pero miren nada más! has crecido en estos tres meses.

  ―Y tú sigues exactamente igual Aldebarán, los años no te han hecho nada ―dijo Shiori entre risas para luego mirar al caballero de Aries― A ti también te he extrañado.

  ―Al igual que todos nosotros, a veces es aburrido este lugar sin tu presencia ―dijo Mú con su típica voz calmada, entonces llegaron los demás―Un placer verla, diosa Atena.

  ―El placer es todo mío Mú, también me alegra verte Aldebarán ―Saori sonrió ante la leve reverencia que habían hecho los caballeros dorados en su presencia.

  ― ¿Dónde están los demás? ―preguntó Hyoga mirando a su alrededor sin encontrar a los demás guardianes.

  ―Ya lo verán ―le contestó Aldebarán vendando los ojos de Shiori antes de cargarla en sus brazos. Caminaron por varios minutos entre los cuales las mayores de las preguntas eran sobre que había hecho la semidiosa en la tierra durante su ausencia, fue cuando llegaron a la casa de Tauro que Aldebarán la bajó delicadamente.

     La pelirosa ensanchó su sonrisa mientras la ayudaban a entrar al templo. Shiori estaba ansiosa, podía sentir las risas de varias personas mientras detenían el paso.

  ―Ya puedes quitarte la venda ―le dijo Mú, Shiori asintió y se quitó la venda rápidamente.

  ― ¡Sorpresa! ―exclamaron los caballeros dorados mientras hacían volar serpentinas por todos lados.

     Shiori estaba completamente asombrada ante la sorpresa que le habían preparado sus amigos, tanto que sus ojos se llenaron de lágrimas pero se limpió rápidamente evitando llorar de la alegría. Se acercó con rapidez y los abrazó a todo con alegría.

  ― ¡Qué gran sorpresa chicos, realmente me han tomado por sorpresa! ―Exclamó entre risas, mirando cómo estaba decorado el templo de Tauro.

  ―Esto es lo mínimo que podemos hacer por ti, nuestra futura líder y amiga ―dijo Shura abrazándola

  ―Y esto es solo en comienzo ―Añadió Milo con una sonrisa en sus rojos labios―. Tenemos una sorpresa más grande para ti, pero te la entregaremos la noche de tu cumpleaños.

  ―No tendrían que haberse molestado por todo esto, aunque se los agradezco enormemente ―Sonrió la pelirosa―, por cierto ¿Dónde está Aioria? No lo estoy viendo por...

  ― ¿Acaso pensaste que me perdería tú regreso al santuario, pequeña flor? ―Aquella profunda voz hizo que Shiori se girara, sintiendo su corazón detenerse y sus mejillas teñirse levemente de un tono carmesí por el apodo.

  ―Aioria ―murmuró con alegría, mirando aquellos perfectos ojos azules.

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Holaaaaa genteeee!!!!!! espero que esten bien. Si les gusto les pido que dejen estrellita y comenten, un besote y nos vemos en el proximo caps :3

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