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22

mini maratón 1/3

Rose no estaba segura de si al final de cuentas había sido una buena idea o no ir a la casa de los Lovegood. Habían obtenido muy poca información, al menos eso pensaba ella, pero también habían sido atacados por unos mortífagos luego de enterarse que habían secuestrado a Luna. Apenas comprendían lo que estaba ocurriendo cuando los comenzaron a atacar, verdaderamente los habían tomado por sorpresa.

Ron parecía ser el más molesto pero Harry y Hermione parecían comprender por qué  Xenophilius había hecho lo que había hecho. Rose también lo comprendía un poco, pero estaba segura de que habría encontrado otra solución que no fuera delatarlos, el pobre hombre sólo estaba asustado y deseaba recuperar a su hija de cualquier manera. Le recordó un poco a su propio padre, que ahora mismo hacía todo lo posible por abrir el portal y llevarla de regreso a casa.

Y fue así como llegaron a un bosque, listos para acampar. Sin embargo, eso no fue posible al darse cuenta de que estaban acorralados por unos carroñeros. Rose aguantó el aire sin notarlo y mirando a todos esos hombres de aspecto poco agradable. Su vista se dirigió entonces a la de Harry y luego a la de Hermione. Todos estaban asustados pero Hermione fue la primera en reaccionar y gritó que comenzaran a correr.

Entonces comenzaron a correr. Rose estaba aterrada mientras intentaba no tropezar con las ramas o con sus propios pies. Había perdido de vista a los demás pero eso no la detuvo. No era mala para correr pero sí lo era para hacerlo en un terreno tan irregular. No quería morir. No de esa manera.

¿Por qué no habían acordado algún punto de reunión en caso de que se separan? Eso les habría solucionado miles de problemas. Un problema justo como este.

Rose se cayó pero no fue por algún tropezón, le habían lanzado unas cuerdas a los pies. Un sujeto la levantó del suelo y la cargó en su hombro como si no pesara más que un costal. Se retorció e intentó pelear pero nada fue suficiente.

Vio entonces que también habían atrapado a los demás. Aunque Harry tenía el rostro deformado y daba un poco de miedo. Supuso que había sido obra de Hermione para que no identificaran a Harry.

—Y bien, ¿cariño? —un carroñero tomó a Rose de las mejillas con fuerza— ¿cuál es tu nombre?

—¡No la toques! —le gritó Harry al carroñero tratando de liberarse.

El carroñero que sostenía el rostro de Rose hizo más presión y se burló de Harry.

—Supongo que este feo es tu novio, eres muy bonita para este tipo —le dio un puñetazo a Harry— sus nombres. Ahora.

—Roselyn Stark, me mudé de Estados Unidos hace un año y medio.

—No está en la lista.

—Es evidente, genio —le dijo Rose con molestia— dije que me mudé hace poco.

Rose no escuchó al sujeto que estaba interrogando a Harry, pero por lo que entendió, no los llevarían al Ministerio, sino a otro lugar.

Y fue así como terminaron en la Mansión Malfoy. Rose estaba auténticamente impresionada con la grandiosa construcción. Era aterradora pero impresionante.

Lo que no le gustó para nada, fue cuando a ella, a Harry y Ron los llevaron a una especie de calabozo mientras dejaban a Hermione con una mujer que alguien llamó Bellatrix. En aquella sala, Rose sólo reconoció a Draco, quien en realidad parecía asustado. Había también otras dos mujeres, una de ellas era Bellatrix y Rose supuso que la otra era la madre de Draco. El otro hombre debía ser el padre de su antiguo compañero de clase, aunque en ese momento daba un poco de pena su aspecto.

Dentro de aquel extraño calabozo, habían otras tres personas, una de ellas era Luna. Rose no reconoció a los otros dos.

Y por alguna extraña razón, un recuerdo llegó a la mente de la chica.

Rose había tenido un día realmente horrible y no quería ver a nadie. Simplemente era uno de esos días en que... sentías que no podías más. Que nada tenía sentido y únicamente podías ver el lado negativo de las cosas.

La chica se escondió en uno de los almacenes porque no quería que nadie la encontrara y se sentó en el suelo, abrazando sus piernas mientras lloraba.

Todo había comenzado con que ese día se había despertado muy tarde y por ello no pudo tomar su desayuno o se perdería su primera clase. Mientras bebía un jugo que Wanda le había preparado en el auto, todo se derramó sobre su uniforme cuando pasaron por un bache.

Happy se disculpó pero no se percató del lío que había hecho Rose.

Para ese punto ya estaba de mal humor, peor al menos había entrado al salón de clases justo antes de que sonara la campana.

Sin embargo, su alivio no duró mucho pues se percató que no había guardado sus deberes en la mochila y también había olvidado el cargador de su portátil.

La cabeza le comenzó a doler cuando el profesor puso una notable cara de decepción.

Más tarde, a la hora del almuerzo mientras caminaba por los pasillos para ir a la cafetería, escuchó los cuchicheos de una chicas. El par de chicas se burlaba de la gran mancha naranja en su uniforme.

Él jugo había traspasado el saco y su camisa blanca también tenía una enorme mancha junto con la falda. No quiso tomarle importancia a las burlas, esas chicas parecían niñas de primaria por burlarse de algo así. Pero constantemente se recordaba que las personas podían ser bastante crueles.

Ya no tenía ganas de lidiar con más gente por lo que fue al baño para tratar de limpiar la mancha, lo que ciertamente no funcionó ni un poco.

Tal vez podría llamar a Pietro y pedirle que le llevara un repuesto de ropa, no tardaría ni cinco minutos. Pero recordó que por la mañana el hombre tenía que salir a una misión y prefirió no molestarlo. Bueno... ¿qué era una tonta mancha?

Más tarde cuando regresaba a clases, escuchó esta vez a un par de chicos hablando de ella. Pero esta vez eran cosas realmente asquerosas que sólo la hicieron sentir incómoda.

También hubo un examen sorpresa de química y normalmente no tendría problema con ello, pero la cabeza le palpitaba con dolor y ya que no había comido nada, el estómago le dolía. Estaba segura de que le fue terriblemente mal en el examen.

Al final del día, cuando iba hacia la salida, un par de chicos menores pasaron corriendo junto a ella y la hicieron tirar todas sus cosas. Había querido salir con prisa por lo que guardó sólo la mitad en su mochila y la otra mitad la llevaba en los brazos.

Un montón de papeles de esparció por el suelo pero nadie se acercó a ayudarla. Para este punto las lágrimas se habían acumulado en sus ojos y picaban dolorosamente.

Se sintió aliviada cuando vio el auto que esperaba por ella, donde arrojó sus cosas al interior y se sentó con los brazos cruzados.

No entabló ninguna conversación con Happy, lo que le pareció extraño al hombre, que aunque odiaba las conversaciones, sabía que la niña Stark nunca paraba de hablar. Notó las lágrimas que se deslizaban por las mejillas de las chicas y prefirió darle su espacio y no preguntar nada.

Apenas el coche se detuvo, Rose ya estaba afuera y no se dirigía al interior del edificio, se dirigía a los almacenes. Pero nadie notó eso. Happy avisaría que Rose había llegado al complejo y esperaba que eso les fuera suficiente.

Puso su celular en silencio y luego en modo avión para finalmente dejar que las lágrimas salieran. Se sentía mal por llorar por algo sin sentido, pero realmente había tenido un día horrible y sólo quería estar sola.

Aunque esa soledad sólo duró una hora.

Alguien se sentó a su lado pero ella no levantó la mirada. Ni siquiera cuando ese alguien la abrazó por los hombros y la acercó a su pecho. Ella se dejó llevar por el momento y abrazó a Pietro mientras ocultaba su rostro en la curva de su cuello. Una segunda persona la tomó de la mano y supo que se trataba de Peter.

Él se encargó de trazar suaves círculos con su pulgar en el dorso de su mano.

Ninguno de los dos dijo nada. Simplemente se quedaron a hacerle compañía y cuando Rose se sintió mejor, los miró a ambos con una sonrisa.

—¿Quieres ir a comer algo? —fue Peter el que preguntó.

Rose asintió.

—Eso me gustaría.

Peter fue el primero en ponerse de pie, extendiendo la mano para ayudar a Rose y luego a Pietro. Los tres salieron del almacén, con Pietro abrazando a Rose por los hombros y con Peter contando esa cosa realmente tonta que hizo en la escuela.

Rose realmente no entendía por qué había recordado algo así en ese momento. Tal vez era la agradable sensación de ser reconfortada por ambos chicos. Ninguno hizo preguntas o le insistieron para que hablara. Ambos esperaron a que Rose estuviera lista para contarles y ellos estuvieron allí cuando lo hizo.

No le dijeron que estaba exagerando o que lloraba por nada. No le dijeron que había problemas más serios en el mundo ni que debería pensar en los demás.

Y eso le gustó a Rose. Que realmente validaran sus sentimientos y no le dijeran que era una tonta por llorar por algo como eso.

Se sentía tan bien estar con ese par. Y tal vez fue eso. No se había dado cuento de lo mucho que los extrañaba y de lo mucho que le hacían falta en ese momento.

Quería sostener la mano de Peter una vez más y estar rodeada de los brazos de Pietro. Quería que Peter la llenara de besos por todo el rostro y que Pietro le sacudiera el cabello para hacerla enfadar.

Los quería a ambos.

Cuando volvió a abrir los ojos, se dió cuenta que la puerta de barrotes se abría y hombre con cara de rata entraba para sacar al duende.

Rose se dió cuenta que se había perdido en sus pensamientos por un largo momento. Porque cuando se dio cuenta, estaba el elfo, que conocía como Dobby frente a ella y este le extendía la mano.

—Ve con Luna y el señor Ollivander —le indicó Harry.

Rose estaba confundida por haberse perdido la mayor parte de la conversación pero con mucho gusto tomó la mano del elfo y en un segundo, estaba en una playa.

Se sentía aturdida y confundida. Casi mareada pero mantuvo los pies en la tierra esperando a que Harry y los demás también regresaran.

Miró entonces a Luna, quien la tomó de la mano y le dirigió una agradable sonrisa que le decía que todo estaría bien.

Y eso esperaba.

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