16
Rose no estaba completamente segura de cuantos días habían pasado desde que llegaron a esa casa, tal vez incluso habían pasado semanas pero no estaba segura. La mayor parte del día se quedaba en la mesita de centro de la sala. Y ya que nadie la conocía, era ella la encargada de salir en busca de provisiones o incluso para buscar más "chatarra" que pudiera ser de utilidad para reparar su celular.
Mientras tanto, los otros tres esperaban a que un curioso elfo regresara con un hombre que había robado algo muy importante. Sinceramente, Rose no prestó mucha atención a aquella explicación. Todo era tan confuso y extraño.
Si antes había tenido miedo, ahora lo tenía mucho más. Pero a pesar de que la situación afuera era tensa, los cuatro la pasaban en relativa tranquilidad investigando algunas pistas. E incluso se divertían un poco con las graciosas palabras de Ron y con Hermione regañándolo siempre.
Casi una semana después, el elfo regresó con ese tal Mundungus Fletcher y no sólo eso, regresó con otro elfo llamado Dobby. A Rose le pareció mucho más amigable ese segundo elfo que el primero.
Y en realidad, no fue una larga conversación. Harry y Ron terminaron amenazando a Mundungus pero el pobre parecía perdido. Claro que de pobre no tenía nada. Gracias a que una gran pila de periódicos terminó en el suelo, descubrieron quien tenía el artefacto que buscaban.
Era un guardapelo, al parecer, ellos tenían una réplica que le perteneció en algún momento a Regulus Black, el hermano menor de Sirius. Rose entendió a medias la historia pues ni ellos estaban completamente seguros de cómo habían ocurrido las cosas.
Entonces ese era su siguiente plan. Infiltrarse al ministerio para robar el guardapelo.
Rose en realidad no se animó a beber la poción multijugos una vez más pues tenía un sabor horrible y no le encantaba tener la apariencia de alguien más.
Pero fue una plantación que llevó al menos dos semanas. Debían ser muy cuidadosos con cada uno de sus movimientos o de lo contrario todo resultaría en una catástrofe. Aunque conociendo su terrible suerte, probablemente todo terminaría en una catástrofe.
Debían ser cuidados con a quién le robarían la identidad y no sólo eso, también debían conocer su rutina y movimientos. No debía ser perfecto pero si lo suficiente para convencer a los demás. Rose fue de muchísima ayuda en esta parte pues había aprendido bastante de Natasha y era su momento de compartir todos esos conocimientos de espía que había adquirido.
Fue así como salieron de la casa para iniciar su plan. Había muchos mortífagos cuidando de la casa, por lo que debían ser muy precavidos. En casi todo momento usaban la capa de invisibilidad, a excepción de Rose. Quien no era una de las más buscadas por la sociedad mágica, como lo eran sus otros amigos.
Lograron entrar al ministerio luego de capturar a unas personas que habían investigado y eran parte del ministerio, aunque Rose no recordaba sus nombres. Ella fue la encargada de vigilar desde afuera a que nadie se acercara y siguió a sus amigos cuando se transformaron.
La chica miró impresionada todo a su alrededor, no era algo como lo que hubiera visto antes y vaya que había visto muchísimas cosas realmente impresionantes. Sin embargo, era muy notorio el exceso de seguridad. Había guardias que vigilaban y observaban a todos los que pasaban por el pasillo.
Rose acomodó su blusa y tal como lo había practicado en casa, caminó a paso firme y seguro, como su padre lo hacía cuando se reunía con gente importante.
Pasó junto a los guardias de seguridad y ninguno de ellos se detuvo a mirarla más de un segundo. Los cuatro caminaron hasta los ascensores y organizaron un rápido plan. Aquel lugar era enorme y tal vez no les daría tiempo de buscar a Umbridge en un solo día, por lo que pensaban en regresar al siguiente día si no lograban nada.
Ron fue el primero en abandonar el grupo cuando un hombre bastante gracioso le dijo que estaba lloviendo en su oficina y debía ir a arreglarlo.
Los otros tres continuaron con su viaje bastante nervioso aunque era Rose la que les recordaba constantemente que todo estaría bien.
Para su suerte, una mujer vestida de color rosa de pies a cabeza apareció frente a ellos. Rose la reconoció por la foto del periódico pero evitó mirarla fijamente. Harry y Hermione se dieron una rápida mirada y se movieron un poco cuando la mujer subió junto con ellos.
Miró a Rose con el ceño fruncido.
—¿Y tú quién eres?
Rose la miró con una ceja enarcada y con una expresión de ofensa.
—¿Disculpe? —soltó un bufido parecido a una risa— si no debe quién soy, probablemente vive debajo de una roca.
Umbridge la miró con cierto desagrado y sorpresa.
—Le dije a mi padre que no quería venir a este asqueroso lugar —continuó pero esta vez mirando al frente, pronto se detuvieron y la puerta se abrió y miró con cierto asco a la mujer— mi padre sabrá de esto. Espero que la despidan antes de que acabe la semana —habló Rose muy indignada y salió del ascensor.
Umbridge no supo ni qué decir. Mientras que Harry y Hermione aguantaron una gran carcajada. Rose era una excelente actriz.
—Robert —Umbridge se dirigió a Harry— ¿no bajas aquí también?
Harry se tensó en su lugar pero salió del ascensor y caminó como si fuera un robot. Dijo algo más pero Rose ya se había alejado por el pasillo y no lo escuchó. Al menos Harry la encontró rápidamente.
—Van abajo —le dijo Potter mientras caminaban lentamente por el pasillo— a los juzgados. Debemos alcanzarlos cuanto antes pero creo que antes deberíamos buscar en la oficina de esa mujer y verificar si está allí el guardapelo.
—Yo te sigo.
Ambos avanzaron por el pasillo con paso firme y sin detenerse a mirar a nadie. Era algo que le salía más natural a Rose que a Harry pero el chico realmente lo intentaba. La chica le había hecho practicar esa caminata un millón de veces pues sabía que si parecían inseguros o dudosos de sus pasos, alguien iba a sospechar y los iban a atrapar más rápido.
Algo que Natasha le había enseñado, por supuesto. Había muchísimas cosas que había aprendido de ella, cosas que probablemente no era muy adecuadas o legales pero que de todas formas servirían.
Llegaron a su destino, pero había un montón de personas en escritorios trabajando. Harry y Rose se miraron rápidamente y ambos dejaron caer una pelotita metálica que soltaba humo. Gracias al caos, entraron a la oficina de Umbridge sin el mayor problema.
Harry se acercó al escritorio mientras rose miraba todo lo demás con cierta curiosidad. La oficina estaba infestada de gatitos en platos, eran bonitos, aunque eso le daba un toque aterrador. En general todo era color rosa y brillante pero no parecía ser un lugar donde pudieran encontrar el guardapelo.
Podría ser incluso probable que lo hubiera dejado en su casa y nadie tenía ni la más remota idea de dónde podría vivir esa mujer. Tal vez en una casita de galleta o algo por el estilo.
Rose rió ante su propio pensamiento de Umbridge saliendo de una casita de galleta.
—No creo que esté aquí —dijo Harry— ta vez deberíamos ir a los juzgados con Hermione y luego buscar a Ron.
Rose asintió.
—De acuerdo.
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