Somnum Metus
Otra noche más en la que no descansaba y mi equipo estaba allí afuera haciendo mi trabajo. Me había levantado sediento, de agua y sangre. Para mi sorpresa Jungkook estaba despierto frente a la computadora y muy concentrado.
—Hey, jefe —exclamó sorprendido. No esperaba verme.
—Tengo mucha sed —respondí.
Crucé la sala, dirigiéndome a la cocina, directo a mi heladera, sacando una botella de agua y la botella negra especial donde tenía sangre. A la distancia, escuchaba los pasos de mi amigo venir hacia mi.
—¡Wow! —exclamaba al verme beber de la botella negra—. Jamás te había visto beber frente a mi.
Lo observaba ceñudo sin dejar de saciar la sed con la que me había levantado.
Luego de haber terminado todo su contenido, lo saboreaba aún en mi lengua y paladar—. ¿Tienes de la tuya aún? —había conseguido sangre humana para él.
La mía era de animal.
—Si, si, ya cené. Gracias —me miraba sorprendido mientras se sentaba en una de las sillas que había en la isla entre la cocina y la sala.
«Ésto no es bueno», pensaba Jungkook—. ¿Que no es bueno? —pregunté mientras enjuagaba la botella negra.
—Tae —me regañaba por haberlo escuchado—. No me oigas, amigo
—No pienses tan fuerte —exclamé cansado, sentandome junto a él en la isla.
Una vez relajado, bebía el agua fresca de la botella de vidrio.
—Jamás te había visto beber frente a mi —recalcaba—. ¿Descansaste algo?
—Hace días que no descanso. Luego de haber visto a la Legión, seguí y seguí buscando información, contactos, gente que pueda saber algo —rascaba mi cabeza y apretaba mi sien—. Alguien que sepa algo, aunque sea lo más mínimo, pero…necesito información
—¡Oye, oye! —Jk apretaba mi brazo como señal e intento de comfort—. Lo encontraremos
—Siempre dices lo mismo —respondí algo cansado sin quitar las manos de mi cara.
—Si, lo sé. Pero te encanta oírlo y lo necesitas —era sincero y casi que dibujaba una sonrisa en mi rostro.
—Eres un buen amigo —dije en forma de agradecimiento y palmeé la mano que tenía en mi brazo.
—Si, lo sé. Tengo que informarte sobre Lisa —exclamaba. Al instante captaba mi atención—. Está intentando de todo. Es más, tenía pensado utilizar…
—¡No! —exclamé al oír sus pensamientos—. No tiene que usar magia negra —me levantaba de mi silla histérico—. Va en contra de sus principios
—Ella solo quiere ayudarte a que tengas-...
—Todas las armas necesarias para hallarlo —lo cortaba antes, añadiendo—. Solo no quiero que ustedes se pierdan en el proceso de ayudarme a encontrarlo.
Jungkook suspiraba y yo intentaba calmarme, exhalando todo el aire retenido. Luego de unos minutos en silencio volvía a la silla y mientras reposaba ambos brazos en la isla, mis ojos permanecían cerrados, y sin pensarlo dos veces, exclamaba:
—Volveré a ver a la Legión —al decir esas palabras Jungkook había saltado de su lugar.
—¡No! —sus ojos iban a salir de sus cuencas—. ¿Estás demente? ¿Qué vas a ofrecerles?
—Algo que desean hace rato —exclamé con seguridad—. A mí, de su lado.
Jae Joong observaba a su víctima retorcerse en la cama. A veces sonreía de lado, luego en cuestión de segundos cambiaba por un entrecejo fruncido y la lástima a veces se lograba vislumbrar en esos ojos. Pero, de una forma u otra, gozaba con el sufrimiento leve que se le estaba infringiendo a su víctima. De repente y sin él darse cuenta, Astrid entraba a la habitación, él se encontraba sentado en la punta de la cama de SeokJin.
—¿Vas a observarlo toda la noche? —preguntaba incrédula.
—No tengo tanto tiempo libre, solo aprovecho estos momentos —al decir eso revisaba una vez más la mano de SeokJin, donde se encontraba el dedo al que le había quitado la uña con anterioridad—. Mira —ordenaba a Astrid.
Ésta obedecía y observaba que la uña ya estaba crecida y como nueva. Cómo si nunca se la hubieran quitado.
—¿También sana? —preguntaba ceñuda.
—Es una caja de sorpresas —respondía Jae Joong y volvía a vendar desinteresadamente su dedo.
En eso, SeokJin se retorcía y gemía con dolor, pero aún no despertaba.
—Pobrecito —exclamaba fríamente la jóven bruja, quién lo observaba a la distancia.
—¿Que está soñando? —preguntaba Jae Joong, curioso.
—No lo sé. Yo solo utilice el hechizo de somnum metus —Jae Joong se giraba instantáneamente para exigirle con su mirada la traducción—. Terror nocturno. El hechizo se va alimentando de su mayor miedo actual y de ahí la pesadilla va tomando forma
—¡Oh! —replicaba el vampiro con una sonrisa maliciosa—. Solo él sabe que está sucediendo en ese sueño.
Su voz sonaba sombría, como si en cierta manera todo ese sufrimiento también lo excitara. Excitara al cazador, al torturador, al demonio que llevaba dentro y en el que se había convertido con el paso del tiempo.
—Puedes retirarte, Astrid —exclamaba, mientras que con su mano señalaba la puerta—. Cuando despierte quiero ser el único en la habitación. Gracias por tu servicio, bruja.
Luego de esas palabras, como todo líder sin corazón, como todo villano, despojaba una mirada fría hacia Astrid. Ésta como toda secuaz y esclava, se inclinaba mostrando respeto para luego retirarse sin nada más que añadir.
Debería salir corriendo de este sombrío lugar, en vez de estar siguiendo a la chupasangre de pantalones engomados.
«¿Qué carajos está sucediendo?».
Luego de avanzar más allá de las cortinas, había otro pasillo con puertas rojas que dirigían a habitaciones diferentes. La música heavy seguía llenando cada rincón de ese lugar. Parte de mi tenía miedo, la otra quería saber a dónde me estaban guiando. Había sido entonces cuando luego de una cantidad de puertas habíamos llegado a la número trece. La chica vampiresa y gótica, se había girado para verme y con un rápido movimiento insertaba una llave en la puerta, abriéndola. La apertura de la misma era acompañada por un suave movimiento en el cual ella, se hacía a un lado para dejarme pasar.
—Suyo, S. Kim —me sonreía sensual y añadía—. Espero sepa disfrutar de su almuerzo. Recuerde las reglas.
La miré confundido y desorientado:— ¿Qué reglas?
Ella sonreía, dejando notar sus colmillos—. No se dejan sobras, solo se consume lo suficiente.
Dicho eso me insistía con otro ademán para que pasara. Así lo hacía, la habitación tenía una luz roja y luces amarillas a los costados colocadas como dentro de las paredes, las mismas tenían un color bordo, la luces amarillas parecían haber sido puestas con la intención de alumbrar un poco más, no era grande, ni tampoco pequeña, simplemente de 4,60x3. Había un sillón de cuero negro que miraba directo a la puerta de entrada, era como para dos o tres personas. A un lado en una encimera negra, había toallas de manos rojas y un pequeño refrigerador que dejaba ver botellas de agua y vodka. No había nada más.
La desesperación comenzaba a apoderarse de mi, tomaba mi celular para marcar a Hyungsik en seguida, aunque tampoco sentía que podía confiar en él y en su nueva y extraña apariencia—con esto me refería al helado verde fluorescente que sus ojos desprendieron apenas entramos aquí—pero ¿qué más podría hacer aparte de llamarlo?. No lo dudaba y marcaba, después de todo, él había sido quien me había traído a este lugar.
—¿Ahora que? —respondía de muy mala gana—. ¿Ya comiste o piensas internarte aquí de nuevo?
—¿Dónde demonios estoy? ¿y porque me hablas tan mal?. ¡Quiero salir de aquí ahora! ¡nadie me dice nada! ¿Dónde me trajiste?.
Él guardaba silencio y yo desesperaba cada vez más hasta que, finalmente respondía—. ¿No tienes idea de que hacemos aquí, cierto?.
Se escuchaba calmado y sorprendido exclamando aquella pregunta. Fue entonces cuando iba a responder, pero la puerta se abría y mi mandíbula se caía con la imagen que mis ojos estaban contemplando. Esto debía de ser irreal, debía de ser un sueño—o una pesadilla, mejor dicho—esto no podía estar pasando. Mis piernas comenzaban a temblar, no sabía si salir corriendo y golpear a esta vampiresa lunática y huir o quedarme aquí y saber que demonios iba a suceder.
«Probablemente solo este soñando porque, no puedo moverme, debe ser una pesadilla. Una horrible pesadilla de la cual quiero despertar ¡ahora!».
Vamos con uno más 1/2
Con amor Niñita Nany 💜
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