Déjame despertar
Necesitaba salir corriendo o despertar, no entendía absolutamente nada, pero ella se veía pérdida frente a mis ojos. La vampiresa lunática traía a una chica consigo, una que se veía pérdida, drogada o seguramente ambas. También se veía aterrada, pero solo un poco.
—Bien, S. Kim —exclamaba con voz ronca—. Ella quiere más de tí. Se rehúsa a que alguien más la haga volar.
«"¿La haga volar?"».
—¿Disculpa? —cuestioné sumergido en mucha confusión.
—Sé que al "gran S. Kim" no necesito recordarle las reglas, pero... —la vampiresa daba un paso al frente para acercarse a mi oreja y susurrar—. No sobrepases tus límites —luego clavaba su oscura y fría mirada con sus ojos inyectados de un rojo sangre—. Te ves hambriento, les daré privacidad.
Sin nada más que añadir la vampiresa se retiraba cerrando la puerta y yo tragaba saliva, relamiendo reiteradas veces mis labios. Cuando había dirigido mis ojos a ella, me sonreía con timidez y confusión, parecía sorprendida de verme estupefacto.
—¿Quieres que me acerqué a tí y lo hagamos como la última vez? —había espetado en un tono tímido.
«¿Cómo la última vez? ¿De que demonios estaba hablando y que hacía en este antro de monstruos?».
—No sé de qué mierda estás hablando, pero nos vamos de aquí ahora —al decir aquellas palabras, caminaba directo hacía ella llevándola puesta.
Mis manos se habían posicionado en sus hombros mientras la empujaba hacia la puerta obligándola a caminar de espaldas hacia atrás. Ella estaba confundida, pero débilmente había forcejeando conmigo.
—¡Espera! —suplicaba en un sollozo que parecía dolerle hasta lo más profundo de sus entrañas—. ¡Hazlo!, lo necesito —en ese entonces poseía una polera de cuello largo. Bajando el mismo con su mano y apartando su rubia cabellera me brindaba su pálido y moretoneado cuello.
Había logrado sobresaltarme en gran manera, obligándome a soltarla de repente.
—¡Rose! ¿Quién te hizo eso? —pregunté...sediento y desconcertado.
—¿Por qué sabes mi nombre? —preguntaba mi pequeña hermana confundida. No me reconocía en absoluto—. Fuiste tú. Siempre eres tú, hazlo de nuevo por favor
—¿Que yo qué? —cuestioné horrorizado.
La horrible mordedura que ella poseía en su cuello, estaba moreteado alrededor, apenas si había cicatrizado.
—Estuve mucho tiempo sobria, te necesito —rogaba, tomando mi ropa con sus pequeñas manos.
Yo le había hecho esa horrible marca, yo la había mordido y ahora cobraba sentido el porqué esa comida en la cafetería me parecía horrible. Cobraba sentido el porque sentía tanta hambre y sed. Tomaba sentido el porque escuchaba bombear la sangre de Rose como si tuviera oído super sónico.
—Debo salir de aquí —había susurrado apenas audible e intentaba quitarme a Rose de enfrente mío.
Ella forcejeaba y con sus pocas fuerzas me había dado contra la puerta, furiosa y llena de ira. Estaba ojerosa aparte de delgada. Entre la confusión y el miedo, se había encendido una llama de furia dentro de mi, que sin dejarme pensarlo dos veces, había arrojado el delgado cuerpo de mi hermana al único sofá en aquella habitación.
—¡Ya basta! —gritaba cansada—. ¡Hazlo, maldito seas!.
Un instinto animal y una velocidad sobrehumana me había llevado a su lado en una fracción de medio segundo. Sus ojos estaban llorosos, pero me rogaban que lo hiciera.
«¡Debo detenerme, debo detenerme!».
Mi cabeza tenía una lucha interior en la que no sabía cuál sería el siguiente movimiento, pero sin darme cuenta como había sucedido, mis colmillos se clavaban en la suave carne de la curvatura del cuello de Rose. Ya me encontraba mordiendo y bebiendo de la yugular de mi pequeña hermana. Esta daba gemidos de dolor y placer, mientras que yo tenía una lucha demoniaca en la que me gritaba y rogaba a mi mismo parar, pero la otra parte no me hacía caso alguno. Comenzaba a saborear el espeso sabor a metal que su sangre iba dejando en toda mi boca. Sentía placer, se sentía espectacular, me sentía vivo a pesar de estar muerto y el sabor se iba volviendo melifluo. A la vez quería despertar, quería detenerme, salir de allí corriendo, pero algo más fuerte me mantenía en ese lugar y en esa posición, con esa aberrante acción.
—De-tente. Dete-... —la voz ahogada de Rose me suplicaba parar.
Pero mi instinto animal hacía caso omiso de sus débiles palabras.
«¡La estás matando! ¡Ya para de una maldita vez!».
—Po-r fa-...por fav-... —intentaba quitarme de encima de ella, pero luego de unos segundos interminables había dejado de forcejear.
Yo, por mi parte había sentido unos espasmos recorrer todo mi cuerpo, dándome la sensación mas placentera jamás antes experimentada. Hasta que había vuelto a la realidad y había dejado de succionar su sangre.
—¿Qué he hecho? —horrorizado soltaba su cabeza la cual descansaba en mi mano derecha y con la izquierda había aflojado la presión que ejercía en su antebrazo.
Bajaba su cuerpo sin vida y veía la imagen de mi pequeña hermana, pálida, con sus ojos abiertos mirando a la nada y derramando una última lágrima. Su cuello estaba hecho mierda por mis dientes y la forma en la que la había mordido para alimentarme de ella. Me encontraba retrocediendo y chocando mi espalda con la puerta de esa caótica habitación, observaba como el cabello de Rose se veía más rubio que de costumbre debido a su piel pálida y su cuerpo ausente del calor de la vida. Su ropa bañada en sangre y yo en shock observando mis manos que no dejaban de temblar, para luego con mis dedos palpar el líquido espeso que había cubierto de un rojo carmesí mis labios, mentón y ropa.
—No, no ¡No! —comenzaba a colapsar en gritos desgarradores.
No paraba de patalear, gritar y llorar mientras sujetaba mi cabeza entres mis manos y golpeaba mi nuca contra la puerta reiteradas veces. La imagen de mi hermana muerta o mejor dicho asesinada por mi, estaba destrozándome. Una guerra interior estaba siendo liberada, odio, asco y placer que aborrecía sentir.
—¡Quiero despertar! —comenzaba a bofetearme con fuerza, para hacerlo, mi garganta comenzaba a doler de los gritos desgarradores que estaba dando con palabras sin sentido.
Pero no despertaba, no lo hacía.
Estaba a punto de vomitar, me sentía horrible y asqueado, con mi estómago totalmente revuelto y era cuando vislumbraba una puerta dentro de esa diminuta habitación que, no había visto cuando había entrado. Me arrastraba como podía entre arcadas que mi estómago y esófago estaban provocándome, había abierto la puerta con mucha dificultad y notaba un pequeño baño.
Tenía lo justo y necesario, así que con mis pocas fuerzas me ayudaba del retrete y me ponía en pie. Abría la tapa para intentar vomitar, pero más allá de las arcadas, el vómito no se hacía presente.
Me había dirigido al lavabo y abriendo velozmente el grifo comenzaba a lavar mis manos entres sollozos y gritos desgarradores que no dejaba de dar, mi vista era nebulosa debido a las lágrimas. Inconcientemente no dejaba de sollozar. La sangre no se desprendía de mis dedos y mis palmas, enjuagaba de manera desesperada con el agua, pero ahí seguía. El dolor en mi pecho se había intensificado provocándome que me hiperventilara y echara mi cabeza hacia atrás para tratar de respirar, daba bocanadas desesperadas intentando calmarme para luego volver a enderezar mi cabeza dando de frente a la imagen que el pequeño espejo me devolvía. Filosos colmillos se dejaban ver de entre mis labios, mi piel pálida, la sangre sobre todo mi mentón devolviéndome una aterrodora imagen de mi mismo. Un demonio, eso era. Y mis ojos...mis ojos estaban celestes muy claros o casi blancos, estaban blancos y vacíos, no me reconocía, no reconocía mi rostro, mi mirada..solo veía un mounstro en ese reflejo. Pese a que no me había desfigurado como el resto de esas bestias, no era yo.
El cuerpo sin vida de mi hermana al otro lado de la puerta y el aire que parecía no llegar a mis pulmones hacían que la habitación comenzará a dar vueltas. Solo deseaba estar muerto, pero de verdad y no ser ésta abominación.
—¡S-solo déjenme despertar! —exclamaba en un grito desgarrador.
De repente mi espalda golpeaba el frío suelo de la habitación en la cual Jae Joong me había encerrado. Estaba sudado y lleno de nervios, me había caído de la cama y mis ojos llenos de lágrimas con el aire que aún no llegaba y me estaba ahogando de la desesperación. En el umbral de la puerta había vislumbrado como Jae Joong me observaba y junto a él, Hye-Jin.
—¡N-no pu-pued-...! —les señalaba mi garganta con intención de pedir ayuda.
Hwasa estaba estática, mientras Jae Joong venía hacía a mi en cámara lenta, cuando había llegado a mi lado se agachaba y con su mano en mi muslo exclamaba—. Respira —soltaba con calma.
Sentía presión en mi sien y que la vena de mi cuello explotaría en cualquier momento, pero era entonces cuando cerraba mis ojos e intentaba calmarme. Comenzaba a respirar de forma lenta y con dificultad. El frío tacto de Jae Joong en mis rostro me obligaba a abrir mis ojos y contemplarlo. Sus orbes oscuras se volvían rojas y respiraba lento, hondo, intentado guiarme a mi en como debía hacerlo.
—Así —susurraba con suavidad—. Ahí está.
Ridículamente el bastardo me había calmado y me había sabido guiar. Doblemente asqueado, me sentía. Cuando al fin había logrado tranquilizar mi respiración y había vuelto a la realidad, me encontraba congelado bajo su fría y sangrienta mirada. Él se encontraba acariciando mi pelo y quitando de mi rostro esos mechones bañados en sudor.
—¿Descansaste?
—Bien sabes que no, maldito enfermo —él esbozaba una sarcástica sonrisita.
—Llego la hora de tu entrenamiento —no entendía a que se refería, pero en un segundo se levanata a mi lado y me miraba desde arriba con desdén—. Levántate y ponte esto.
Al instante de decir eso, Hye-Jin le arrojaba una nueva muda de ropa que él atrapaba en el aire y depositaba en mi cama.
—En diez minutos te quiero fuera de esta habitación, te estaré esperando en el pasillo —inclinando un poco su inmensa figura agregaba—. Si no vienes por tu cuenta, vendrán por ti. Y no serán delicados .
Al decir esas palabras, acomodaba su camisa de jean y salía con soberbia de mi plana habitación, cerrando consigo detrás la puerta.
«¿Qué no piensa matarme de una vez?».
No sabía que me esperaba, no sabía si haber despertado era bueno o malo. Pero sabía que en diez minutos debía estar vestido y fuera de allí, porque de una forma u otra me iba a ir como la misma mierda.
Y parecía haber nacido condenado.
Melifluo: : Que contiene miel o que tiene alguna de sus características.
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Bueno, bueno, bien sabe que estos capítulos son una adaptación. Pero este capítulo fue el último escrito originalmente, de ahora en más ya serán pura y exclusivamente escritos en versión Taejintae 🙊🙊
Solo habrán estrenos de ahora en más y estoy que me pongo ansiosa 🙂😬
Con amor Niñita Nany 💜
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