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❝Capítulo 8: Ahora bájate los pantalones❞

—Entonces, si entiendo bien lo que dices, ¿quieres tener dos hijos?

—Así es, una niña y un niño para que sean un par. No estoy seguro si la mujer con la que esté quiera hijos, pero me gustaría mucho que pudiéramos tener un par. Moriría feliz habiendo logrado eso.

—¿Y si ella ya tuviera hijos?

—¿Cómo?

—Pues ya sabes. Tal vez te podría gustar una mujer, pero podría existir la posibilidad de que ella ya tenga hijos. No lo doy por hecho, pero es posible.

—Bueno, en verdad nunca lo había pensado. Pero creo que si realmente la amara eso no sería un problema. El pequeño sería de cierta forma una parte de ella, así que no podría negarlo... Fuera de todo eso superficial, estaría con ella sin importa eso, tampoco es como si fuese un gran problema —hizo un pausa—. Por ejemplo, mi abuelo paterno se casó con mi abuela sabiendo que ella esperaba un hijo de otro hombre, y todavía los puedes ver juntos sin mayor problema, mi tío ve a mi abuelo como un padre y todos son felices así.

—Tienes una historia par todo, eh. Vez que te hago una pregunta así ya tienes listos tus argumentos con una historia de fondo.

—Solo son experiencias. Además, es bueno tener historias así. Si tengo hijos, después les podré contar todas estas historias, de seguro en algún punto se aburrirán o se las sabrán de memoria, pero creo que vale la pena —pateó suavemente una pequeña piedra que se encontraba en el camino.

—¿Sabes? Eso me parece muy tierno. Yo no estoy segura de querer tener hijos porque aún estoy indecisa en muchos aspectos, pero sería bueno llegar a tener una pareja como tú, y más aún cuando creo que si soy mamá lo sería soltera. Premio doble al conseguir una pareja que me acepte con hijos y todo. En el debate que tuvimos en clases casi todos opinaron que no estarían con alguien con hijos, es algo de preferencias, pero me parece un tanto cruel... Solo no estar con alguien porque tiene un hijo es tan ¿raro?

—Bueno, tú ya lo has dicho. No podemos obligar a alguien a estar con una persona con hijos si no quiere. Tal vez exagere con el ejemplo que voy a decir, pero siento que es algo parecido a cuando en una pareja una de las personas tiene una enfermedad grave. Hay quienes se quedan para dar apoyo y quienes ante la presión prefieren marcharse. Es muy fácil juzgar y decir que son solo cobardes, pero en lo personal creo que estar en su lugar también debe ser difícil.

—¿Abandonar sería tu opción? —le pregunté curiosa.

—No estoy seguro. Supongo que en la situación sabría cómo actuar, pero no podría dar un juicio seguro siendo que no sé cómo se siente vivirlo en carne propia. ¿Tú te atreverías a elegir una opción?

—Después de todo lo que has dicho no creo ser capaz de elegir. Aunque creo que tengo una pequeña inclinación por permanecer. Tú sabes que una de las hermanas de mi mamá tuvo cáncer cuando joven, y su esposo ha permanecido con ella por más de veinte años. Todos creían que se iba a ir porque era más joven así que buscaría a alguien más, pero al final se quedó junto a ella dándole su apoyo y me atrevería a decir que su relación llega a ser envidiable de lo buena que es.

—A todo esto, tengo una pregunta.

—¿Cuál sería tu pregunta?

—¿Por qué siempre terminamos hablando de algún tema random que no tiene nada que ver con lo que va pasar? Realmente no me sorprendería si uno de estos días terminamos hablando de política, religión o alguna teoría conspirativa de los humanoides que viven bajo la tierra.

—Solo pasa. Supongo que los dos tenemos la mente en la luna, por lo que nos distraemos con facilidad.

—¿Mejores amigos goals?

—Exacto. Hasta la estupidez intercambiamos —Me coloqué detrás de él al ver que ya estábamos cerca de su casa. Como si de un juego se tratara comencé a copiar su caminar, intentando no pisar el talón de sus zapatos.

—Pareces tonta haciendo eso —se rio mirándome de reojo—. Vas a terminar haciendo que me caiga y de paso que te caigas tú. Y créeme que unas palmas raspadas van a ser lo de menos. Se rompen mis lentes y tus ahorros van a desaparecer.

—Se supone que los mejores amigos se perdonan.

—Claro que sí. Pero el dinero que gasté no aparece mágicamente. Por poco y me tuve que sacar un testículo para pagar esto que ves que tengo en la cara.

—Lo sé, yo estuve presente acompañándote y también siendo de ayuda para que eligieras un marco que se ajustara a tu rostro.

—Tienes un buen gusto. Este marco hace resaltar aún más mi belleza. No te lo había dicho antes, pero desde que tengo los lentes los cumplidos hacia mí han aumentado en un 2%. Ya no solo mi mamá dice que me veo bien, se sumó mi abuela y una amiga, además de una vecina que atiende la florería de la esquina de mi cuadra.

—¿La que tiene un cachorro Labrador?

—Esa misma. Incluso me dio unas flores ayer.

—¿En serio? —le miré sorprendida. Una cosa era que él presumiera y otra muy distinta que tuviera pruebas.

—Cuando lleguemos a mi casa te las muestro.

Y dicho y hecho, llegamos a la entrada de su casa. Estaba curiosa por ver esas flores, pero me volvía cada vez más impaciente al ver que mi amigo no hacía ningún esfuerzo por abrir la puerta de su hogar, para de una vez acabar con mi intriga.

—¿Las ves?

—A veces puedes ser muy molesto. Si abres la puerta tal vez pueda ver mejor.

—Pero si están ahí, Soo. En el antejardín.

Seguramente necesitaba alguna lupa o algo así para verlas, pero por el momento solo podía ver un verde y bien podado césped.

—No hay ninguna. Absolutamente ninguna —Si me estaba tomando el pelo yo no se lo iba a permit...

—Es que todavía son semillas —dijo obvio y con una sonrisa en su rostro—. Mi mamá se las encargó y yo las fui a buscar ayer para después plantarlas. No soy el mejor jardinero, pero hice un gran trabajo, ¿no crees?

—Mejor entremos antes que los vecinos vean como te agarro del cabello y te entierro la cabeza igual que tú hiciste con las semillas —Sonaba a broma, pero podía ser capaz.

***

—Te digo que cierres la puerta, bobo. Si no te apresuras me iré a casa a hacer cualquier cosa para perder el tiempo y te dejaré solito —Mi voz demostraba totalmente un tono de burla, y es que Jimin se había puesto tan nervioso que no le había presionado el seguro a la puerta de su habitación tras haber ingresado.

Ayer no nos habíamos visto por la tarde ya que tuve que acompañar a mi mamá a visitar a un tío que estaba enfermo y no tenía quien le ayudara a cuidar de su hija pequeña, ya que al ser padre soltero solo él se encargaba de su cuidado. Había hecho lo posible por conseguir tiempo para estar con mi mejor amigo después de cuidar a mi prima mientras mi madre se encargaba de otras cosas, pero cuando terminamos ya era muy tarde para ir a su casa, rendida le mandé un mensaje para que hoy nos juntáramos. Resultando así en la situación en la que nos encontrábamos.

El día de hoy sería la práctica de "cómo colocar un condón y hacer una felación". Me sonaba bastante imposible siquiera pasar de la primera cosa acordada, pero algo tenía que resultar finalmente. Que las cosas fluyeran sería lo mejor, todo resulta con un bien si tomábamos aquel camino. En primer lugar lo que íbamos a hacer no era necesariamente obligatorio, pero la curiosidad nos condujo a ello, después de todo, no todos los días teníamos la oportunidad de experimentar aquello en persona.

—Lo siento, es solo que estoy muy nervioso. Esto está siendo más rápido de lo que esperaba —Inquieto se movió hasta tomar asiento en el asiento de su escritorio que se encontraba al costado izquierdo de la habitación.

—Pues claro, el tiempo que teníamos planeado se ha ido reduciendo por distintas razones, que el día de mañana tuviéramos sexo no sería una gran novedad —hablé con obviedad. Sus ojos se expandieron con sorpresa, casi alterado por mis palabras—. No me mires así, sabes perfectamente que lo que digo es verdad. Además deberías estar feliz. ¿Acaso no es eso lo que quieres? tener sexo y ya, no te alteres por estupideces como el tiempo.

—Ya, ya entendí. Mejor hagamos las cosas por la que estamos aquí, seguir desperdiciando tiempo es una bobería, y más si es solo en discutir —Adoptó un tono serio que me dio un poco de gracia.

—Concuerdo contigo —expresé un tanto enseriada, siguiendo su actuar, pero confundida por una seriedad tan impropia de mí. Me eché hacia tras en la cama tomando una posición relajada—. Ahora bájate los pantalones —bromeé esperando su reacción.

Aunque la sorprendida fui yo al momento de escuchar el sonido de lo que a mí parecer fue una bragueta siendo bajada. Asustada y sorprendida me incorporé esperando lo peor, pero solté un suspiro entre desilusión y alivio al ver que sólo era el cierre de su chaqueta. Lo había olvidado, pero el frío estaba siendo mucho esos días, ocupar varias capas de ropas era lo más normal del mundo.

—Eres muy tonta —Soltó acompañado de una adorable risa, aunque un poco estruendosa para el momento— ¿De verdad crees que bajaría mi pantalón con este frío que hace? Aunque sea espera a que la habitación este un poco más abrigada, pillína.

Por primera vez desde que habíamos comenzado con todo eso me sentía realmente avergonzada. Parecía que la ansiosa estaba siendo yo y no él, y eso no me gustaba para nada, porque yo solo lo ayudaba, yo no me enganchaba con lo que estaba ocurriendo porque era alguien que solo ocupaba un lugar temporalmente.

—El tonto eres tú por pensar eso —Me impulsé para quedar de pie—. Mejor dime dónde está la caja de condones.

—Está al fondo de esa repisa —Apuntó un repisa cercana a su cama que tenía un par de cajas—. Se camufló muy bien, ¿no crees?

Puse los ojos en blanco al ver que estaba a simple vista. Fui una despistada al no haberla visto antes al entrar en su habitación.

—Tu mamá debe estar muy orgullosa, ver que su hijo se cuida tanto debe ser bueno —Nuevamente me subí a su cama para poder alcanzar la cajita azul que contenía los preservativos, tres preservativos según lo escrito—. Espero que nos les haya llegado nada de sol, si es así eres hombre muerto.

—¿Por qué dices eso?

—Lo digo porque espero que estén en buen estado. Ni loca utilizaría unos preservativos que no están como quiero, si las indicaciones dicen que deben estar en lugares secos y sin exposición al sol, yo lo cumpliré así.

—Están bien ahí, así que no te preocupes. Mi cuarto es uno de los lugares más frescos de la casa y en la repisa no llega el sol ni tampoco la humedad, es el lugar perfecto para mantenerlos.

Asentí a sus palabras a la vez que bajaba de la cama. Me senté en el borde esperando que se acercara a mi lado, mientras él lo hacía abrí las pestañas de la caja para sacar un preservativo.

—¿Crees que lo vamos a utilizar hoy? —preguntó. Logrando sacarme de mi concentración. El colchón a mi lado derecho se hundió indicando que se había sentado.

—La verdad no lo sé, he de suponer que sí porque si no lo hiciéramos sería un desperdicio, pero hay que ver qué pasa. ¿Te parece ver un video para ayudar con el ambiente?

Asintió y se paró con rapidez para buscar su computadora portátil que estaba encima del escritorio. Mientras encendía nos acomodamos en su cama, yo quedando hacia la pared y él en la orilla que daba al escritorio. Lo primero que hizo fue ir a su buscador y presionar un link ya establecido, cosa que me hizo pensar que en serio veía muy seguido porno o que ya lo tenía planeado y por ello lo había hecho más fácil de buscar.

Me extendió un audífono y él se quedó con el otro, y con la página ya cargada presionó para que el video comenzara. En comparación a otros videos este comenzó al instante con acción, y enseguida yo me puse tensa. La razón de ello; aquel video lo había visto un par de veces y sin duda se había ganado un lugar en mi mente. Observé a Jimin de reojo y pude ver que estaba más que atento al video.

Las imágenes que pasaron por mi mente fueron fugaces pero tan demoledoras que sin darme cuenta me estaba excitando de a poco. Cambiar los lugares de las personas del video por Jimin y mi persona fue un punto directo a mi entrepierna. No me molestó pero tampoco me agradó, saber que pensar eso me había puesto así me hizo quedar en blanco. Sólo cuando sentí un peso en mi pierna, justo en mi muslo derecho, recordé que me encontraba junto a Jimin.

—¿Por qué tan distraída? Si no quieres hacer esto solo dímelo, no te voy a obligar, Soojang. —Su voz se puso un poco más ronca, y realmente odiaba eso, de por sí ya era linda, ¿entonces, por qué la necesidad de hacerla sonar tan malditamente bien?

—No es eso, creo... que al igual que tú me puse un poco nerviosa. Supongo que es normal, después de todo por mucho que sepa nunca he experimentado, debe ser por eso. —Me sentí un tanto cohibida al momento de decir aquello, y sin poder evitarlo mis ojos se desviaron a sus labios.

De repente todo el frío que hacía no lo sentí, y en su lugar un calor se apoderó de mis mejillas y parte de la piel que tocaba Jimin, o bueno, la ropa que tocaba ya que su mano estaba sobre mi pantalón. No sé en qué momento nos acercamos tanto, pero cuando fui consiente los sonidos que provenían del video se sentían muy lejanos y solo podía escuchar a mi corazón bombear con fuerza.

—Si es así entonces experimentemos para que se te pase lo nerviosa. ¿Te parece? —No pude ni responder cuando sentí que me tironeó con bastante fuerza hacia él.

El ordenador portátil quedó olvidado junto a los audífonos y yo sin darme cuenta apreté la caja que aún mantenía en mi poder. Sus labios tocaron los míos de una forma un tanto ruda, pero aún así manteniendo lo dulce que solía ser, o al menos lo que pude comprobar no hace mucho. Cerré mis ojos pero no supe donde colocar mis manos en ese momento así que opté por dejarlas sobre mis muslos, mala idea, allí descansaba una de sus manos.

Oh, oh. En lo que me estaba metiendo.


11/11/21

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