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❝Capítulo 4: ¿Hay alguien más?❞

—¡Hey! —Jimin me saludó con bastante ánimo al estar justo frente a mí. Ya era lunes, un nuevo día de clases para ir a escuchar las palabras de los profesores, el ruido de mis compañeros y tener a Jimin conmigo todo el día.

—¿Cómo estuvo tu fin de semana? —pregunté mientras comenzábamos a caminar hacia el salón de clases. Al ser la primera hora corría una suave brisa helada, cosa que adoraba inmensamente, exceptuando cuando mi cabello se enredaba gracias a esta. ¿Cómo? ni siquiera yo tenía idea. Por más que lo cepillaba bien antes salir de casa siempre lograba quedar enredado. Habían varias chicas que llevaban cepillos para mantenerlos ordenado, pero yo prefería solo cepillarme en casa, ya que además de utilizar lugar entre mis cosas no quería pasar vergüenza cada vez que algún cabello se desprendía y quedaba enredado entre las hebras del cepillo o en peor caso, en el suelo.

—Estuvo bien. Dormí como una momia luego de que arreglamos las cosas. Te juro que los días anteriores había dormido pésimo pensando en lo que había pasado. —Sus gestos mostraban total sinceridad. No pude evitar ponerme feliz al saber que habíamos hecho bien en haber arreglado las cosas de una manera madura, o al menos así podía decirse.

No nos habíamos juntado en vano para mí, ya que habíamos hablado sobre todo lo ocurrido y dicho las cosas de una manera más correcta y no tan solo diciendo palabras porque sí.

—Me alegro por ello, Jimin. Por mi parte pase un fin de semana lleno de cólicos, muuuuy molestos —recalqué mi tono de voz en la última frase—. A veces me gustaría que fueras una chica para que sintieras las horribles cosas que debemos vivir...

Aunque obviamente no me molestaba que fuese un chico ni a mí ser una chica. Muchas veces sentía que las personas me juzgaban por ello, como si tener un mejor amigo del género opuesto fuese algún tipo de aberración. Yo no le tomaba importancia, pero no significaba que no lo supiera. Aunque a veces había ocasiones en la que era bastante insoportable, ya que solo por ser mujer creían que lo tenía para rellenar el lugar de "hombre" que tanto podía ser esperado, cuando a Jimin solo le decían que era un buen chico por cuidar de mí. Como si solo por ser mujer necesitara obligatoriamente la presencia masculina para estar segura y realizada.

Típico pensamiento de las personas que creen en: "Y los declaro en marido y mujer", como si la mujer solo lo fuese por tener un hombre a su lado, y el hombre solo fuese hombre si siempre hiciese las cosas para la mujer. Recibir ayuda y protección tampoco está de más, pero en lo personal creía que nada tenía que ver el género con algún tipo de rol.

—No todas las chicas sufren de cólicos —comentó apresuradamente. Sonriendo extrañamente de manera juguetona y sacándome de mi pequeña reflexión. Tal vez en algún futuro se lo diría para ver qué pensaba él—. Además si fuera una chica estoy seguro de que no los sufriría. Y mira, te voy a contar un secreto, acércate —No era mucho más alto que yo, pero de igual forma tuvo que encorvarse un poco para poder llegar hasta la altura de mi oído—. Si ya no quieres sufrir de esos infernales cólicos... —comenzó diciendo, para luego bajar su voz y susurrar con una especie de tono malicioso (aunque claramente no tenía ninguna intención mala realmente)— solo debes satisfacerte a ti misma más seguido.

Para ser sincera no entendí enseguida, cosa que me sorprendió bastante, ya que por lo general no me era difícil entender las cosas con doble sentido. Pero me tomó un rato comprenderlo, supongo porque Jimin no era una persona de decir cosas con doble sentido, o al menos no muy seguido. Lo hacía para molestar de vez en cuando, aun así no era algo de todos los días a todas horas.

—¿A qué te refieres con eso? —formulé, intentando ponerlo nervioso al esperar respuesta de su parte. Cuando por fin había entendido no iba a desperdiciar la oportunidad de ponerle nervioso. Si él quería jugar yo también podía hacerlo— ¿Quieres decir que juegue con mis deditos yo sola bajo la intimidad de mis sábanas? —Sus mejillas se pusieron rojas luego de un intento de hacer como si no hubiese escuchado mis palabras.

Rio nerviosamente aprovechando el hecho de que no había nadie por el pasillo que íbamos y se alejó de mi lado evitando verme directo a los ojos.

«Totalmente tierno y esperado». Aún no podía creer que fuera el mismo chico que me había pedido tener sexo. Un momento podía ser galante y al otro se podía estar acomodando los lentes con nerviosismo.

—En serio eres una pervertida, Soo —Quiso fingir rechazo hacia mí, tristemente no le salió. Yo en comparación a él podía decir cualquier bobería sin sentir tanta vergüenza— ¿Hoy vas a ir a mi casa? —habló cambiando de tema, dejando de lado lo que había dicho anteriormente y todo lo que había ocurrido tras ello.

—Supongo. Si es que me recibes, iré con gusto —Golpeé su hombro amistosamente logrando hacer que se alejara un poco de mi lado, hace solo unos momentos se había acercado, llegando al espacio personal que me rodeaba.

—Tú sabes que mi casa ya es prácticamente tu casa, digo, hemos sido amigos por más diez años, esa es una razón válida para respaldar lo que digo —Ya estábamos llegando al salón de química cuando se detuvo a un costado del pasillo, apoyándose justo en la pared vacía a nuestro lado izquierdo, invitándome a colocarme a su lado—. Soo, me gustaría que pudiéramos arreglar algo en mi casa, ya sabes, sobre el asunto de tene...

—Ya comprendo —Le interrumpí al ver que un par de chicos estaban por pasar cerca de nosotros—. Lo hablamos allá para no tener problemas, ¿si? Ahora mejor entremos, antes de que toque el timbre —No sabía si realmente se había fijado en quienes venían, pero para evitar que se sintiera avergonzado actué antes. Y por tonto que sonara, también para evitar que los chicos escucharan. No me importaba su opinión al respeto, pero no me agradaba para nada la idea de que expandieran algún rumor de que Jimin y yo nos estábamos follando siendo mejores amigos. O sea, tampoco era la gran cosa porque era nuestra vida, pero de todas formas me incomodaba.

Él asintió y entramos juntos al salón, después de ello nos dirigimos a nuestros asientos y acomodamos algunas cosas mientras el resto de los chicos comenzaban a ingresar, incluyendo a algunos chicos más cercanos a nosotros. La clase no estuvo tan aburrida, al menos para mí, y así continuaron todas las clases hasta que como por arte de magia las horas, los minutos y los segundos pasaron volando. Finalmente el último timbre sonó y, como consecuencia, Jimin y yo salimos camino a su casa al verse las clases ya finalizadas.

—¿Tu hermano mayor no está? pensé que estaría por esta fecha —pregunté. Él ya se encontraba sacando las llaves de su hogar. No hizo el esfuerzo de siquiera darse media vuelta, solo asintió mientras metía la llave en la cerradura. No es como si su hermano mayor fuese a su casa muy seguido, pero según mis cálculos la fecha estaba próxima, y claro que también aportaba en gran parte la información que Jimin me decía.

Descolgué mi mochila de mi hombro y la dejé en el sofá más grande para sentarme al lado de ésta. Él en cambio, se quedó parado observándome desde el pasillo que llevaba hasta su alcoba luego de haber abierto alguna ventana para que el aire circulara mejor. Nos quedamos mirando un par de segundos en silencio, hasta que uno de los dos decidió hablar; en este caso Jimin.

—Creo que es mejor que vayamos a mi cuarto —Su tono sonó un tanto serio. Cosa que me llevó a pensar que tal vez había alguien más en casa y yo de forma maleducada ni siquiera me había percatado o enterado de su presencia.

—¿Hay alguien más? —pregunté con duda. Intentado mirar disimuladamente por el lugar para ver si había alguien más además de nosotros dos. Tenía confianza con su familia, pero no al punto de dejar todas las cosas como si de mi casa se tratara, ya que ni siquiera en mi casa hacía las cosas así.

—No, no hay nadie, pero me gustaría que habláramos allá. Creo que sería más cómodo hacerlo allí que estando aquí a la posible vista de algún vecino que vive gracias a meterse en la vida de otros.

«¿Hacerlo? —me pregunté a mí misma— ¿Acaso se refería a tener sexo?». Si era así me había tomado totalmente desprevenida, yo pensaba que solo hablaríamos y ni siquiera estaba tan metalizada para...

—Me refiero a hablar, tonta —aclaró al ver que me puse un tanto nerviosa. Realmente fui bastante obvia, siendo sincera—. Ni siquiera tengo un condón en este instante como para poder follarte evitando venirme dentro —contradictoriamente a lo que pensaba, se mantuvo serio al decir aquello. En mi caso me sorprendí—. Además sería mucho más estúpido de mi parte hacer todo eso cuando sé las consecuencias —agregó finalmente.

Mis mejillas se sintieron tibias por sus palabras, pero no lo tomé mucho en cuenta. Sabía que solo bromeaba, por lo que no me debía sobresaltar por una bobería. Él solo molestaba al ya estar en la comodidad de su hogar, era así, ya estando en confianza daba rienda suelta a sus palabras.

—¿Y el que te di? —formulé mientras me ponía de pie y agarraba mi mochila, en un intento de disminuir la vergüenza en mi rostro. Su cara se transformó en una mueca graciosa que me produjo soltar una risa.

—Estaba jugando con él y se me rompió, ¿okey? —Se dio media vuelta dejándome ver solo su espalda mientras comenzaba a caminar por el pasillo. Su dualidad me sorprendió— Quería ver cuánto resistía, así que hice un par de pruebas para comprobarlo y pues... Después de un rato se rompió —explicó entre pequeñas risas. Con solo imaginármelo ya quería romper en carcajadas.

—Eres muy infantil, Jimin. Apuesto a que te lo pusiste en el pie y por eso se rompió. De seguro viste algún vídeo en Youtube o algún viral y también lo quisiste imitar —Reí un poco, pero paré con incomodidad al sentir como me comenzaba a desangrar por mi acción. Sólo es una exageración, pero supongo que se entiende que aún estaba con mi periodo —Oye, voy a ir al baño antes de hablar, ¿está bien?

—Claro, demórate lo que necesites y si no has traído toallitas contigo, cosa que puedo suponer porque ya te ha pasado antes, ya sabes donde mi mamá guarda algunas. Tómalas con confianza que ya sabes que a mí mamá no le molesta si sabe que se trata de una emergencia —Mi boca quedó cerrada, sin emitir palabra alguna.

Lo que había dicho era cierto, pero solo había ocurrido una vez cuando mi periodo se había adelantado demasiado, y cuando digo demasiado, es porque en verdad había sido así. Quise protestar, pero entre quedarme parada en medio del pasillo y estar en el baño cambiando aquel objeto que ya se sentía incomodo, la segunda opción era mi elección preferida sin dudar.

—Gracias, regresaré en un rato. Después dile a tu mamá las gracias de mi parte, que al menos yo le doy un uso correcto y no las utilizo para secar cuando no hay papel absorbente —Él entró en su alcoba riendo y yo di media vuelta yendo incómodamente hacia el sanitario. Caminando, seguramente, de forma muy parecida al caminar de los pingüinos. Quería reírme al recordar lo que había mencionado, pero sabía que si lo hacía correría el riesgo de hacer que el embalse se desbordara.

Entré lo más de prisa que pude y tras cerrar inmediatamente me dirigí al retrete para poder bajar mis pantalones (y ropa interior de paso) y dejar que las molestas gotas tuviesen otro lado en dónde caer. Sé que para algunos puede ser demasiado gráfico, pero eso no quitaba que fuese la realidad. Tomé las alitas de la compresa para despegarlas de la tela y enseguida fui despegando el resto de partes hasta que ya toda quedó despegada. La envolví bien en papel higiénico y procedí a colocarme una nueva y limpia (limpiando antes bien mi intimidad para después no sentir incomodidad). Subí mi ropa interior de buena manera y acomodé todo en su lugar para después subir mis pantalones y quedar de forma decente.

Tiré de la cadena para que todo el mar rojo desapareciera de mi vista y después limpié mis manos y mojé un poco mi cabello para estar más fresca. Ya con el trabajo bien logrado salí del baño en dirección a la habitación de mi amigo. Había sido una misión exitosa y todo había quedado limpio, evitando así después la impresión de alguien al ver alguna manchita de un color "raramente particular". No es como si a mí me molestara ver lo que procedía de mi cuerpo, pero a veces podía dar un poco de impresión, y lo entendía.

—He llegado, amigo mío —avisé ya pasando el pequeño pasillo al ingresar a su habitación. Jimin estaba acostado en su cama, revisando su celular.

—Bienvenida a mi alcoba, señorita amiga mía. ¿Ya estás como bebé recién mudado luego de que fue al baño en sus pañales?

—Sep, efectivamente estoy como bebé con cambio de pañal.

Me senté cerca del final de sus pies y aprovechando que flectó sus piernas me recosté sutilmente sobre la parte inferior de sus rodillas. Estiró su brazo y cerré los ojos cuando comenzó a acariciar mi cabello suavemente. A cualquiera le hubiera gustado estar en mi lugar, Jimin además de muchas cosas era excelente dando masajes.

—Si llego a conseguir una pareja me gustaría que se pareciera a ti. No cuesta mucho tenerte feliz y eres un sol que ilumina mi día —sus palabras me dieron ternura y casi por instinto me acurruqué más hacia él.

—Opino lo mismo, Ji. Eres un jodido solecito que ilumina el día de cualquiera, prácticamente a todos los que te rodean —acaricié su pierna al igual que él acariciaba mi cabello—. Ya verás que encontrarás a alguien y le harás la vida muy feliz. Si puedes hacer feliz a tu mejor amiga puedes hacer feliz a cualquier persona.

—Tú también, Soo. La persona que esté contigo será jodidamente afortunada. Y aunque muchas veces lo niegues, tú no eres tan diferente de mí, también haces muy feliz a todos los que te rodean, a veces no te das cuenta, pero yo como tu mejor amigo te lo digo para que seas consciente —Levanté mi cabeza para verle, él estaba sonriendo y yo por instinto le imité—. Por experiencia propia puedo decir que soy muy feliz a tu lado, y esa felicidad de la que te hablo no se puede conseguir en todas partes, menos comprarla. Digamos que es una felicidad de edición especial, pero que puede llegar a ser ilimitada.

05/11/21

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