❝Capítulo 21: Te enseñé lo más que pude❞
Estar con Jimin era muy divertido, la mayoría del tiempo pensaba aquello. Pero estando con una horrible gripe, el periodo, un dolor de cabeza insoportable y un dolor de cuerpo poco llevadero, era un tanto... odioso.
—Mierda, ¿por qué debe ser tan difícil sacar cálculos en matemáticas? —Sus quejas ya me estaba hartando, y más cuando me hacía recordar que las fechas de las evaluaciones estaban a la vuelta de la esquina.
Generalmente me iba bien, pero de igual forma me estresaba imaginando miles de formas en las que me podía equivocar. Me podía faltar escribir mi nombre, saltarme una plana o incluso olvidar responder.
—Ya te enseñé lo más que pude, Jimin. Que tu cabeza no lo retenga ya no es mi culpa —Dios, hasta yo misma se me hacía insoportable. Tenía unas enormes ganas de tirarme de un sexto piso. Era eso o que mi amigo se atreviera a colocar una almohada sobre mi rostro para asfixiarme y acabar con mi sufrimiento.
—Tú no te preocupas porque te va bien. En cambio, las pobres almas como yo, debemos luchar para aprobar con la nota mínima. Yo agradezco con tan solo pasar la materia, no mi importa cómo o a qué costo.
Por poco y ya buscaba entre las cajas que estaba ordenando un premio por tan buena dramatización que estaba haciendo. Lo ignoré levemente siguiendo con la limpieza de mi cuarto, y sí, por primera vez en tanto tiempo los dos estábamos en mi casa. Para mi lástima no por gusto propio, sino porque ya era el segundo día que faltaba a clases, y Jimin se había invitado solo para estudiar más, según él, aunque más que estudiar parecía solo quejarse y quejarse sin parar.
—Iré a buscar un vaso de agua para que te tomes tu medicina, ya estoy extrañando a mi Soojang normal.
—Está bien, demórate lo que necesites —Y que sea mucho tiempo, le quise decir, pero no valía la pena decir aquello con mi tan mal humor. Generar un conflicto tampoco estaba entre mis pensamientos, aunque mi actitud parecía que así lo quería.
Jimin salió de la habitación y yo seguí moviendo cajas de una lado para otro, hasta que una se me cayó, logrando esparcir todo su contenido en la extensión libre del suelo. Maldije agotada, queriendo terminar de una buena vez con la limpieza. Un montón de fotos junto a mi mejor amigo se hicieron presentes, las tomé como pude regresándolas a su lugar hasta que una en particular llamó mi atención. Sus participantes esta vez no éramos Jimin y yo, en cambio, la sonrisa de Yeonjoo llegó a mis ojos. No recordaba haber tenido algo así nunca, ni siquiera guardada en tan buen estado como lo era la fotografía que tenía entre mis dedos.
Le di un par de vueltas al asunto, hasta que mi mente se centró en un tema; mi primer beso. Ese beso que había mantenido en secreto de todos, hasta de Jimin.
No es como si hubiese sido algo raro o que me haya generado algún tipo de trauma, pero me parecía que ciertos momentos era mejor mantenerlos en un cofre cerrado con llave en la mente.
Así que de esa forma aquel recuerdo había quedado solo para mí, y puede que también junto a la persona que lo había vívido.
No recuerdo el día con exactitud, pero tengo claro que fue a mis doce años. Me gustaría pensar que fue algo cliché, pero según mi perspectiva estaba bastante lejos de serlo. Fue en el colegio, en el baño de chicas siendo más precisa.
Aquel día mi estómago dolía bastante, y pensando en que iba a tener la cagadera de mi vida, le pedí permiso al profesor a cargo de la clase para ir al baño. Mi cara tuvo que ser de súplica total, ya que ni siquiera se lo pensó cuando me dio su aprobación para salir.
Caminé lo más rápido que pude hasta que llegué al baño y me encerré en un cubículo. Bajé mi ropa inferior junto a la ropa interior y me llevé la sorpresa de mi vida al darme cuenta de que me había llegado la menstruación por primera vez. Lo primero a lo que atiné fue a quedarme sentada sin hacer absolutamente nada, lo único que tenía a mano era papel higiénico, ni siquiera una sola toalla higiénica que me sirviera de ayuda. Tuvo que pasar un rato hasta que alguien más entró al lugar, y prácticamente aguanté la respiración pensando en que de esa forma nadie se daría cuenta de mi presencia y por ende encontrarme sería imposible.
—¿Soo, estás bien? —Su voz fue como escuchar ayuda divina. Pero aún estaba con la ropa hasta las rodillas por lo que puse la mayor cantidad de papel higiénico que tenía a mano y me la subí para poder abrir la puerta del cubículo.
—Yeonjoo, me llegó la regla y no tengo ninguna toalla higiénica... —Unas lágrimas tontas se me escaparon y ella rio suavemente.
—No te preocupes, tengo algunas conmigo, te traje un par —Se adentró en el cubículo junto a mí y colocó el seguro nuevamente—. La primera vez que me llegó fue a los diez, así que estoy preparada para emergencias. Mi mamá siempre me ha dicho que debo ayudar cuando alguien lo necesita..
Y aunque me sentía fatal, estando a su lado me sentí más tranquila, su compañía me hacía sentir mejor. Jimin era un gran amigo y en el presente era de mi total confianza, pero ella en ese momento... era de otro nivel.
—No llores, boba. Es algo normal, y si te sientes muy mal podemos ir a enfermería para que tu madre te venga a buscar —Y fue un impulso, un impulso de esos que se tiene cuando alguien te gusta mucho. Su rostro se acercó al mío y me dio un beso rápido y fugaz, que no podría olvidar incluso si besara a cien personas más. Nada se podía comparar con un beso, por muy corto e inocente que fuera, con la persona que te gusta—. Colócate la toallita y después salimos para que laves tu lindo rostro, ¿sip?
Asentí tontamente mientras ella salía del pequeño espacio en el cual estábamos. Había sido mi primer beso con ella, y no había podido ser más perfecto. Nunca importó que fuera en un baño escolar, con algunos rayones en las paredes y la papelera manchada con quién sabe qué.
Puede que el espacio no se hubiera transformado en algo mucho mejor, pero tan solo centrándome en ella el mundo por un momento se había hecho más bonito.
***
—¡Dios Santo, qué puta risa! —La carcajada de Jimin interrumpió mis pensamientos y mi momento sentimental— Soo, venía de regreso cuando una página me recomendó un video de una historia de un tipo que tuvo "supuestamente" su primer beso con un perro —su entrada de regreso fue igual de ruidosa que su risa—. Los comentarios eran tan buenos que casi me ahogo. Aunque si fuera una historia de verdad es algo turbia. Pobre del perrito. De seguro ni siquiera tuvo que saber lo que hizo.
La ironía me estaba siguiendo seguramente. Eso o Jimin había desarrollando algún poder y podía leer mis pensamientos tras pasar mucho tiempo juntos.
Terminé de ordenar las cosas de la caja y la dejé a un lado junto al resto. Me giré hacia él, que traía consigo el vaso con agua, y sonreí tontamente por su gesto. Jimin era todo un caso y era un pequeño enfermero personal.
—Toma, lamento la demora, pero en serio estaba entretenido —Me extendió el vaso y con gusto lo tomé para tomarme las pastillas que estaban sobre el mueble a un costado de mi cama.
—No te preocupes, lo importante es que te pudiste distraer un rato. Las neuronas ya se te estaban atrofiando. Creo que la habitación ya estaba oliendo a humo por todo lo que hiciste trabajar a tu cabeza.
—Sí... pero regresando al tema anterior, siempre he tenido la duda de con quién fue tu primer beso. No creo que fue con tu ex, pero tampoco me quedo con el típico fue en el preescolar. —Su cambio de tema me tomó por sorpresa, pero ya estaba acostumbrada a ello.
Podía estar hablando de un meteorito y él saltaría con algún tema relacionado a los cereales con leche.
—Hay cosas que son mejores si siguen en secreto. —le molesté, tomando asiento en mi cama.
—Creo que tu humor ya está mejor, eh —Dio una palmadita en mi hombro suavemente—. Pero tal vez tienes razón, así que no insistiré más.
—Buen chico, Jimin —Acaricié su cabello aprovechando que se había sentado en el piso dándome la espalda—. Pero no te agobies pensando en ello. De todas formas el primer beso no siempre es cuando alguien te besa por primera vez, sino cuando besas a la persona que realmente quieres y ella a ti. Así que todos podemos tener nuestro primer beso a pesar de ya haber besado a alguien más.
Ni yo podía creer la cursilería que estaba diciendo. De seguro estar enferma me tenía mal, bastante mal.
—Hablas bonito, Soo. Me gustó eso que has dicho, suena lindo —Y el brillo en sus ojos que aprecié cuando se giró a verme me dejó con el corazón apretado—. Espero poder tener algún día mi primer beso de verdad.
—Pero si yo ya te he besado —bromeé intentando hacerle reír. Él negó con una suave sonrisa decorando su rostro.
—Tú ya lo dijiste, Soojang. Cuando quieres y te quieren. Los dos sabemos que en este caso las cosas no funcionan así...
Le miré confundida, extrañada y sin entender del todo su repentino tono desanimado. Jimin se levantó mientras tomaba su cuaderno de mi cama, con su rostro cerca del mío. Se inclinó y besó mi frente con una sonrisa algo cambiada que no supe identificar.
—Nosotros nos queremos, ¿no? —insistí queriendo extender el tema para ver si su actitud cambiaba. Aunque ya no lo había dicho con el objetivo de ser graciosa.
—Me iré a casa para que puedas descansar —ignoró lo que había dicho, y no es como si no me hubiese escuchado, estábamos lo suficiente cerca—. Mejórate pronto, amiga.
Y eso... Eso había sido muy raro. Pero tenía que ser muy tonta como para no entender, aunque sea, alguna parte de su indirecta.
Malentendidos por la gripe, me repetí. Aunque muy en el fondo ya estaba uniendo cables y entendiendo las pistas que mi amigo me estaba dando. Que me hiciera la tonta era otro tema. Después de todo, las cosas entre nosotros habían cambiado un poco, y ciertas indirectas directas de Jimin eran bastante frecuentes.
No estaba segura, pero tenía la leve sospecha de que a mi amigo le estaba comenzando a gustar. Desde cuándo y cómo era un total misterio, pero en algún punto su mirada hacia mí se había vuelto más dulce y sus acciones más delicadas. No es que antes fuésemos unas bestias en nuestro trato, pero si lo pensaba bien... hace ya algún tiempo que no me chocaba el puño o me daba fuertes palmadas en la espalda. Tan solo podía recordar caricias en el rostro y en mi cabello y suaves toques. Incluso cuando había estado entre sus piernas... No era lo mááás romántico, pero sus acciones siempre lograban hacer que por lo menos por un instante lo morboso desapareciera y fuera reemplazado con sensaciones y gestos tal y como si solo nos estuviéramos dando un cariñoso abrazo.
Aunque qué besos venían después de eso... ¡Pero ese no era el tema!
Hubiera llamado a Jimin para aclarar las cosas ahí mismo, pero cuando miré por la ventana no había ni el más mínimo rastro de él, así que bueno, me quedaba esperar otra oportunidad, o en el peor de los casos (y peor porque me costaba), tendría que hacer que la situación se diese. No tenía ni la más mínima idea de cómo rayos lo haría, pero de seguro ya luego se me ocurriría algo, por mientras seguiría ordenando un poco para después lanzarme a dormir como si no hubiese un mañana.
Apostaba cualquier cosa a que se había ido corriendo.
Su actitud había sido algo extraña, pero no como las veces anteriores. Eso al menos me alegraba, y esperaba que todo esto no terminara en un intercambio de palabras fuertes o alguna discusión. Simplemente le preguntaría si le gustaba y después de su respuesta vería como actuar o qué pensar. Seguir imaginando miles de escenarios no serviría de nada. Solo me pondría más inquieta, y estando enferma la cabeza parecía no querer ir al ritmo de siempre.
20/12/21
Maratón parte 1, ⅔
¿Será que llega el drama? 👀
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