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9

JunMyeon parecía emocionado con el paisaje, y SeHun condujo en silencio, limitándose a ir señalando los lugares de interés.

Para SeHun una cosa era segura: JunMyeon no estaba buscando un hogar y una familia, porque había visto un brillo de pánico en sus ojos cuando le preguntó si quería tomar en brazos a Soyeon.

Nunca había visto a un pasivo tan nervioso por un bebé. No había mostrado el menor interés por la tienda de niños en el super y solo había entrado en la habitación de Soyeon por cortesía. Además, JunMyeon mismo había admitido no tener interés en formar una familia.

Como otra persona que él conocía. Luhan se había guardado para sí mismo su intención de no tener hijos hasta que descubrió que SeHun quería que Suzy fuese parte de sus vidas. Su relación jamás podría haber funcionado y, en el fondo, había tenido suerte de haberlo descubierto antes de casarse.

Él quería tener hijos, pero sentar la cabeza era algo que dejaba para el futuro. Los años que debería haber estado saliendo con sus amigos, como hacían todos los de su edad, los había pasado siendo responsable de sus hermanos, de modo que tenía que compensarlos de alguna forma.

Y estaba deseando empezar a compensarlos ese fin de semana con JunMyeon, así este no quisiese una familia.

–Espectacular, ¿no te parece? –le preguntó SeHun cuando llegaron a "exo Paradise".

–Mucho. – dijo feliz JunMyeon.

El palaciego de "Exo Paradise" frente al mar sería su alojamiento durante los próximos días. Y noches, pensó JunMyeon.

Era pensar en esas noches lo que hacía que sus hormonas saltasen como las bolas de la lotería en el bombo. Pero intentó calmarse concentrándose en el presente. El sitio era más que espectacular, era asombroso.

–Voy a darme una ducha. – menciono JunMyeon, soltando un leve jadeo imaginando sentir las gotas tibias relajando su cuerpo luego del viaje en auto.

Los ojos de SeHun se oscurecieron al oír su jadeo e imaginárselo desnudo sobre la tina, esperando por sus caricias.

–¿Necesitas que te frote la espalda?

JunMyeon tragó saliva, nervioso por la pregunta y la mirada lujuriosa que SeHun le lanzaba en esos minutos.

–No, gracias –respondió al fin, dirigiéndose al dormitorio para evitar la tentación.

–¡Si cambias de opinión, solo tienes que gritar!

JunMyeon esbozó una sonrisa negando.

–Si me oyes gritar tienes permiso para entrar y al demonio con la profesionalidad –bromeó JunMyeon, pasando por su lado.

Se sujetó los mechones en la cabeza y entró en la ducha de mármol blanco, pero rozó algo con el pie y cuando bajó la mirada y vio que era un ciempiés, más largo y grueso que su dedo medio, lanzó un aullido de terror.

SeHun entró en el baño cuando JunMyeon salía de la ducha, asustado y desnudo.

–Eso... eso...–JunMyeon no podía decir nada más, señalando con el dedo.

SeHun tomó la escoba de barrer y JunMyeon cerró los ojos mientras escuchaba unos golpes.

–Ay, por favor –no quería saber lo que había hecho–. ¿Está muerto?

–Está muerto –respondió SeHun, tirando de la cadena del inodoro.

Solo entonces abrió los ojos. SeHun llevaba los vaqueros nada más. Y se portó como un caballero, debía reconocerlo. Sin mirarlo a pesar de que estaba completamente desnudo, SeHun tomó una toalla y se la ofreció.

–Gracias –JunMyeon se envolvió en ella a toda prisa, temblando, de frío o de excitación, no estaba seguro, pero sería mejor no averiguarlo–. Para tu información, no soy un blando. Pero esos bichos... no puedo con ellos.

–Te creo –SeHun esbozó una sonrisa.

–Tengo que volver a la ducha –dijo JunMyeon–. No creo que pueda volver por la cañería, ¿verdad? ¿Y si hay otro por ahí?

–No lo sé. Tal vez debería quedarme –dijo SeHun, con un brillo travieso en los ojos.

JunMyeon tiró al suelo la toalla y se metió en la ducha.

–Tal vez deberías.

Sabiendo que estaba empezando algo que podría no ser capaz de terminar, empezó a frotarse con una esponja. Y, por supuesto, SeHun no tardó en reunirse con JunMyeon. Ah, ese primer roce sobre sus hombros. Y el segundo por su espina dorsal, deteniéndose en la cintura, haciendo presión con algo duro que lo obligo a arquearse sobre ello...

SeHun se enjabonó las manos y empezó a darle un masaje en los hombros, lejos de donde JunMyeon quería que lo tocase.

No debería haberle dejado empezar, pensó JunMyeon, respirando con dificultad. Sentía sus pezones pesados, tensos, y quería darse la vuelta para que SeHun les dedicase la misma atención que a sus hombros.

SeHun deslizó las manos hasta sus nalgas, y cuando las abrió para acariciarle el interior de los muslos a JunMyeon se le doblaron las piernas y tuvo que agarrarse a la pared.

–mmg SeHun...

–Estoy aquí, cariño –murmuró SeHun, con los labios tan cerca que podía sentir su aliento en la oreja. Estaba a su lado, pero la única parte de él en contacto con su cuerpo eran las manos.

Y qué contacto.

–No deberíamos –JunMyeon dejó escapar un gemido cuando el contacto de sus dedos se hizo aún más íntimo. Era demasiado y, sin embargo, no era suficiente.

–No lo dices de verdad.

–Sí lo digo

–¿Quieres que pare? –SeHun apartó las manos de la entrada de JunMyeon.

–Sí, no –gimió JunMyeon cuando su culito se sintió vacio.

JunMyeon oyó a SeHun reír suavemente y tuvo que morderse los labios cuando le subió las manos a los pechos para acariciarlos, deslizando la punta de los dedos por sus tensos pezones y enviando escalofríos a su entrepierna.

El vapor de la ducha los envolvía como una íntima capa.

Abriendo las piernas, JunMyeon arqueó la espalda y le suplicó en voz baja:

–ahh t-tócame por favor.

Había sido un susurro desesperado, pero SeHun obedeció de inmediato, deslizando una mano entre sus muslos para rozarle la húmeda entrada ya algo dilatada por el agua y sus dedos de hace momentos, mientras le apretaba un pezón con los dedos de la otra mano.

–¿Así? –susurró SeHun, deslizando dos dedos en su interior y sacándolos luego lentamente.

Las piernas a JunMyeon le temblaban de tal modo que tuvo que apoyarse en la pared de azulejos.

–Mghh Sii.

Exactamente así.

SeHun repitió la exquisita tortura. Una y otra vez, cada roce de sus dedos más erótico, más persuasivo que el anterior.

–Eres tan excitante, tan deliciosamente húmedo ahg.

Las explícitas palabras de SeHun, sus hábiles caricias... era como si conociese su cuerpo desde siempre. Y el sonido de su voz lo excitaba aún más. Unos segundos después, cerró los ojos y se dejó ir sobre el vientre se SeHun, mordiéndose los labios para no gritar.

–Vaya –suspiró cuando recuperó el aliento.

Pero cuando por fin se dio la vuelta SeHun se había ido.

Como un sueño.

*****

¿Cómo se enfrentaba uno con su jefe cuando acababa de tener el orgasmo más intenso de su vida?, se preguntaba JunMyeon mientras se miraba al espejo del dormitorio. No sabía cómo iba a lidiar con SeHun en una cena de trabajo cuando sus partes íntimas aún estaban encendidas.

Tomó la chaqueta y el bolso y se dirigió al salón. Estaba a punto de descubrirlo.

SeHun, con un traje gris, una camisa de color azul claro con rayas blancas y corbata a juego, estaba viendo las noticias en televisión, pero cuando giró la cabeza para mirarlo en sus ojos oscuros había un brillo de deseo y desesperación. Era como si quisiera comérselo viva y no quisiera saber nada de JunMyeon al mismo tiempo.

Resultaba incomprensible. Por increíble que hubiera sido el orgasmo para JunMyeon, no parecía haber sido una experiencia satisfactoria para los dos.

–Hola.

SeHun la miró de arriba abajo, con los labios apretados, pero no dijo nada.

–¿El vestuario es demasiado apretado? – pregunto JunMyeon al ver la mirada indescifrable que SeHun le lanzaba.

–No, no es demasiado pegado –SeHun se aclaró la garganta–. Es perfecto. Estás muy guapo y sexy.

–Gracias, tú también. Bueno, no guapo exactamente – intentó bromear JunMyeon–. Más bien elegante y profesional.

–Pero no sé si he sido muy elegante y profesional en el baño –SeHun se levantó para apagar la televisión y JunMyeon se puso colorado.

¿Su cuerpo pedía una repetición y él lo lamentaba?

SeHun lo miró, en silencio. Parecía una fantasía con ese vestuario nude y los zapatos negros. Y si JunMyeon se quedaba a su lado un segundo más, sabiendo que él era el responsable de haber puesto ese brillo en sus ojos de color ámbar, perdería el poco control que le quedaba y su reputación de persona seria sería solo un recuerdo. De modo que se dio la vuelta.

–Vamos. Nos están esperando.

JunMyeon era el ayudante perfecto mientras charlaba con la mujer de Trent, Jisoo. Había estudiado la información durante el fin de semana, porque conocía bien el proyecto.

Había sido una cena muy larga, pero sus anfitriones querían mostrar su hospitalidad llevándolos a uno de los mejores clubs de la zona para escuchar a una banda de kpop y tomar una copa.

Fue una tortura estar sentado tan cerca de JunMyeon y no poder tocarlo. Sus piernas se rozaron bajo la mesa y sus ojos se encontraron durante un segundo. No podía hacer nada y JunMyeon lo sabía. Lo estaba volviendo loco de deseo, que rezaba porque todo acabase rápido o acabaría lazándose a JunMyeon ahí frente a todos y lo haría gemir de pasión sin importarle el resto.

Era medianoche cuando por fin se despidieron de los clientes. Hicieron el viaje de vuelta en menos de cinco minutos y durante ese tiempo JunMyeon siguió portándose como su ayudante, hablando de los planes del día siguiente: una reunión a las diez para discutir el proyecto, firmar el contrato con Trent...

SeHun lo sabía de memoria, él mismo le había dado esas instrucciones.

Cuando por fin llegaron al departamento y detuvo el coche, SeHun se quitó el cinturón de seguridad con más fuerza de la necesaria.

–Ya está bien. – hablo rápido como ahí acabara todo.

JunMyeon lo miró, sorprendido y confundido.

–¿Cómo?

–Tu trabajo como ayudante ha terminado por hoy. Cariño... –SeHun le acarició la cara, notando que le temblaban los dedos. ¿Por qué? Nunca le había ocurrido algo así–. Me has malinterpretado cuando he dicho que lo del baño no había sido muy inteligente. Si hubiese vuelto a tocarte te habría hecho el amor allí mismo, en el suelo. Te habría roto el vestuario y no habríamos llegado a la cena.

JunMyeon suspiró, tocándose nervioso el escote.

–SeHun...

–Si eso suena crudo, lo siento. Pero me has vuelto loco durante la cena. Durante toda la semana en realidad. ¿Tú sabes lo duro que ha sido para mí estar a tu lado y no poder tocarte?

–No, no puedo ni imaginar –respondió JunMyeon mirandole su entrepierna– lo duro que ha sido. Pero si entramos de una vez, tal vez puedas demostrármelo. Y, para tu información, me habría encantado hacer el amor en el suelo del baño. Es una de mis fantasías.

–Espero que sepas lo que me estás pidiendo –la voz de SeHun sonaba más ronca de lo habitual.

JunMyeon asintió con la cabeza.

–Sé muy bien lo que quiero SeHun-Ah.


****** 

se vienee jaja y esta vez nadie va interrumpir

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