7
SeHun le dio tanto trabajo el viernes que apenas tuvo tiempo de ir al baño y menos de pensar en él más que como un negrero jefe explotador.
Trabajó sin parar para tomar café, y a la hora del almuerzo, cuando había limpiado su escritorio de papeles, se estiró en el sillón, satisfecho.
–Tienes que archivar esto, por favor.
SeHun soltó otro montón de papeles sobre el escritorio, sin mirarlo.
–Ahora mismo. –respondió sin demostrar cansancio.
–Y saca la agenda del proyecto Mark Tuan.
–Me pondré con ello ahora mismo.
SeHun miró su reloj.
–Me marcho, pero volveré a las dos. Espero que lo tengas listo para entonces.
JunMyeon solo asintió y se paso toda la hora realizando esas labores.
–Por favor, JunMyeon, no has parado de trabajar –le dijo Mine, a la una y media–. Puedes parar para comer no creo que SeHun se entere.
Y JunMyeon lo hizo. Se comió sus sándwiches en la cocina y no tardó más de diez minutos. No iba a defraudar a SeHun, JunMyeon podía con todo. De hecho, se preguntó si estaría poniéndolo a prueba. Por qué, no tenía ni idea.
El resto del día siguió a ritmo frenético, y en cierto modo estaba bien, porque así se olvidaba de SeHun y de la cena de esa noche. Aunque no del todo.
La cena de trabajo, se recordó a sí mismo mientras pasaban las horas. Cinco y media, cinco cuarenta y cinco. Necesitaba saber qué clase de cena había planeado, pero como él no había vuelto a mencionarlo y JunMyeon tampoco se atrevió a hacerlo.
SeHun estaba con un cliente, con la puerta cerrada, y no iba a interrumpir para preguntar por la cena.
La puerta se abrió unos minutos después y los dos hombres salieron del despacho.
– JunMyeon, ¿qué haces aquí? Son casi las siete.
–Tenía que terminar unas cosas –respondió JunMyeon. «Y preguntarte qué va a pasar esta noche»–. Pero me voy a casa ahora mismo.
SeHun acompañó al cliente hasta los ascensores y volvió un minuto después.
–¿Sigues aquí? – cuestionó SeHun.
–Ah, te has dado cuenta –respondió JunMyeon, burlona.
–Espero que la cena de esta noche siga en pie.
–Sí, claro. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, es una cena de trabajo, ¿no? – hablo JunMyeon ordenando todo en su bolso.
–Imagino que eres de los que se arreglan a toda prisa, y me alegro mucho de ello.
–Pues no, no lo soy –replicó JunMyeon–. No me has dicho dónde vamos a encontrarnos.
–Ayer te dije que iría a buscarte a las ocho –replicó él, impaciente.
–Y yo te dije que nos veríamos en el restaurante.
–No, no dijiste esto. – atacó SeHun
Tenía razón, no lo había dicho porque él lo había interrumpido. Dejando escapar un suspiro de resignación, se colgó el bolso al hombro. No tenía tiempo para discutir.
–No sé qué debo ponerme.
–Algo elegante, pero informal.
–Muy bien.
–¿Edificio Pacific Gold?
–Apartamento 213.
–Muy bien, iré a buscarte a las ocho y cuarto.
JunMyeon arqueó una ceja.
–Habíamos quedado a las ocho. ¿Estás diciendo que no puedes arreglarte en media hora? – preguntó burlonamente JunMyeon.
SeHun lo miró con un brillo retador –¿Tú qué crees?
–Estaré listo a las ocho –dijo JunMyeon, antes de volverse hacia el ascensor, rezando para que él no lo siguiera. No podría soportar otro viajecito en el ascensor en ese momento.
SeHun condujo hasta su casa al límite de velocidad y se metió en la ducha a toda prisa. No tuvo tiempo de pensar en esa extraña sensación en el pecho ni de reconocer una ilusión que no había sentido desde que era adolescente. Por suerte.
Eligió un pantalón oscuro y una camisa de lino beis, sin corbata, porque era una cena informal y se dirigía a la puerta al mismo tiempo que Suzy, también vestida para cenar fuera.
–¡Vaya! –exclamó su hermana, mirándolo de arriba abajo–. ¿Es una colonia nueva?
–Kyunsoo y tú me la regalaron estas navidades –le recordó él–. Y es una cena de trabajo.
–No conseguirás ninguna cita siendo tan antipático –su hermana lo estudió en silencio–. Pero no vas vestido para una cena de trabajo. ¿Volverás tarde? – preguntó con una sonrisa sugerente.
–No lo sé –respondió él, impaciente–. ¿Por qué?
–Porque yo también volveré tarde –respondió Suzy–. He quedado con unos amigos para cenar y luego iremos a una discoteca.
–No subas al coche con nadie que haya bebido.
Su hermana puso los ojos en blanco.
–No, papá.
SeHun llegó dos minutos antes de las ocho.
–Iba a esperarte abajo. ¿Por qué has tardado tanto? –le preguntó JunMyeon cuando llegó arriba.
–¿No me das puntos por llegar temprano? Faltan dos minutos para las ocho. – respondió SeHun casi sin aire por toda la maratón que había hecho.
JunMyeon llevaba unos pantalones de cuero, con una complicada serie de tiras que sujetaban el corpiño atado a la nuca encima de la camisa casi transparente que casi dejaba al descubierto los hombros suaves y lechosos como la miel que SeHun deseaba poder observar en la tranquilidad de su cama mientras dejaba la huella de sus labios sobre ellas.
Sonrió quitándose esas ideas, no quería estar en medio de la cena con una erección palpitante, pero le era difícil de asimilare la verlo vestido así, tuvo que admitir que tampoco para JunMyeon era solo una cena de trabajo.
–Voy a buscar una chaqueta –JunMyeon vaciló un segundo–. ¿Quieres entrar?
SeHun tragó saliva.
–Tal vez después.
JunMyeon desapareció en el interior del apartamento mientras él miraba el balcón, que daba a un patio dentro del edificio, y pensaba en los pingüinos de la Antártida y una cerveza bien fría.
Cuando JunMyeon volvió, había conseguido controlarse un poco.
–Espero que te guste el pescado.
–Me encanta –dijo JunMyeon, dirigiéndose a la escalera–. Prefiero bajar andando para mantenerme en forma.
Estaba claro que el ascensor era un problema para él y SeHun estuvo a punto de decirlo, pero quería que se sintiera cómodo. Era vital que se sintiera cómodo si iban a trabajar juntos o a tener cualquier tipo de relación.
Una vez en el restaurante, el mesero los llevó a una mesa en una esquina desde la que se veía la playa. Con la brisa tropical que entraba por las ventanas abiertas parecían estar al aire libre. En el muelle, las antorchas de bambú aportaban calidez a un ambiente ya cálido de por sí.
Después de pedir la cena, JunMyeon hizo un esfuerzo para relajarse y disfrutar de la experiencia. No todos los días cenaba con un hombre tan guapo en un buen restaurante, de modo que conversaron sobre temas generales, el mercado inmobiliario, los pros y los contras de vivir en un destino turístico...
El champán que SeHun había pedido era perfecto, frío y afrutado, el cóctel de gambas y aguacate fresco y dulce. Sobre la mesa, la lucecita de té en una copa de cristal parecía acercarlos aún más. Demasiado íntimo para una cena de trabajo, pero no lo era, y JunMyeon lo sabía.
Mientras esperaba que SeHun le dijese la razón por la que estaban allí, tomó otro sorbo de champán. SeHun sin corbata era tan atractivo como con JunMyeon no podía imaginarse y olía de maravilla. Le gustaría inclinarse hacia él, probar nuevamente sus labios y dejar que sus manos le tocaran la piel, pero para evitar la tentación, tomó la servilleta y se echó hacia atrás en la silla.
–Buenas noches, SeHun –un guapo tipo de sonrisa pícara apareció a su lado–. Y buenas noches a tu precioso acompañante.
–Buenas noches, Chen. Te presento a Kim JunMyeon, que está ocupando el sitio de mi ayudante durante unos días. Chen es el hermano de Chanyeol.
–Las mejores patatas con pescado de Corea. Encantado de conocerte, Chen. – saludo JunMyeon con una sonrisa tierna.
El hombre sonrió.
–Esta noche estamos muy ocupados, de no ser así me quedaría a charlar un rato. Encantado de conocerte, JunMyeon. Vuelve cuando quieras. Mientras tanto, que disfruten de la cena. – le dio unas palmadas en los hombros antes de irse.
–Gracias.
Pidieron una bandeja de frutos del mar que consistía en una variedad de ostras, calamares, gambas y pescado en tempura, servido con una fresca ensalada aderezada con limón y aceite de oliva.
La conversación cesó mientras JunMyeon, que solo había comido un sándwich horas antes, saboreaba la deliciosa cena. SeHun comía con el mismo entusiasmo. También él se había saltado el almuerzo, y verlo comer era tan agradable como verlo trabajar. Se aplicaba a ambas tareas con el mismo entusiasmo, y JunMyeon supo sin la menor duda, con un cosquilleo en su entrepierna íntimas, que haría lo mismo en la cama.
–¿Te apetece un postre? –preguntó SeHun después de unos minutos.
–Sí, claro. –contesto JunMyeon tosiendo un poco.
–Deja que yo pida por los dos –SeHun le hizo un gesto al camarero.
–Mientras tenga muchas calorías.
–Te garantizo que te gustará.
Poco después, JunMyeon miraba el plato que el camarero había dejado sobre la mesa sintiendo que le ardía la cara.
Torta coreana gourmet con moras. Con una montaña de nata.
Cuando miró a SeHun a los ojos, él le devolvió la mirada, burlón.
–Y jeongyeon dice que no tienes sentido del humor... –¿jeongyeon dice eso de mí?
JunMyeon jugaba con el pie de su copa.
–Tal vez es su forma de decir que deberías relajarte un poco.
–¿Y tú qué opinas?
–Por lo que he visto hoy en la oficina, puede que tenga razón. Claro que hay otro SeHun que jeongyeon no ha visto nunca y que lo equilibra todo.
Él esbozó una sonrisa.
–¿Estás hablando de mi ingenio y mi inmenso encanto?
–Naturalmente.
SeHun se quedó callado un momento, mirando al vacío.
–Dirijo una empresa multimillonaria, jeongyeon. Es la ambición de mi vida, la razón por la que me levanto de la cama cada mañana, mi pasión –murmuró, haciendo círculos en la nata con una cucharilla–. Pero a veces olvido que mis empleados tienen otras prioridades.
JunMyeon asintió. Parecía haberse distanciado de repente del resto del mundo.
–jeongyeon también me ha contado lo bien que te has portado con tus hermanos.
–El negocio es la razón por la que puedo darles todo lo que necesitan, o al menos algo de lo que se han perdido los últimos doce años. Pero dejemos eso, tenemos cosas más interesantes de las que hablar.
De repente volvió a sonreír, como si hubiera apretado un botón. ¿Cómo lo hacía?, se preguntó. ¿Cómo podía cambiar de estado tan rápido?
–He pedido esta tarta por una razón.
–Ya lo veo –JunMyeon sintió la tentación de preguntar si iba a dárselo él mismo para verlo gemir de placer.
–Abre la boca, JunMyeon –murmuró, con esa voz ronca, tan masculina.
SeHun se inclinó hacia JunMyeon, ofreciéndole la cucharilla.
la boca de JunMyeon se abrió como por voluntad propia y SeHun le deslizó la cucharilla entre los labios, despacio. JunMyeon no podía apartar la mirada mientras chupaba la deliciosa mezcla de moras y nata.
–¿Cuál es el veredicto? –pregunto SeHun con un tono de voz erótica.
–Está bien –consiguió decir JunMyeon.
–¿Bien? ¿Solo eso?
Sonriendo, SeHun se llevó la cucharilla a los labios.
–En la carta no había tarta de moras. Esta no es una cena de trabajo y los dos lo sabemos –JunMyeon se cruzó de brazos.
–Tenemos que hablar de Ulsan.
Sus ojos prometían todo tipo de delicias y JunMyeon tuvo que tragar saliva.
–Muy bien, habla.
–Ulsan lleva mucho tiempo en la agenda, no es una cosa de última hora.
–jeongyeon me lo dijo.
–Yo creo que es la oportunidad perfecta para explorar la atracción que hay entre nosotros. –hablo SeHun cambiando drásticamente de tema, logrando que JunMyeon casi se atragante con la bebida
Atracción física y sexual, mutua. Seguía sorprendiéndolo que aquel hombre estuviese interesado en él, un tipo ordinario que buscaba empleos temporales, nada comparado con SeHun quien era multimillonario, guapo y con un gran físico.
¿Podría acostarse con Oh SeHun y luego irse al otro lado del mundo? Se iría en tres semanas y nada iba a detenerlo. Los amantes imaginarios eran mucho menos complicados, pero mirando al hombre que estaba delante de él, debía reconocer que con SeHun no había comparación.
–Si te preocupan las repercusiones –siguió SeHun–, seguramente jeongyeon estará ya en la oficina para cuando volvamos. Podemos seguir viéndonos hasta que te marches, si quieres. Los dos sabemos que esto no puede durar. – SeHun tanteo el terreno mientras le acariciaba la delicada mano sobre la mesa a JunMyeon.
Sería como un espectáculo de fuegos artificiales, una explosión de calor, ruido y energía que terminaba casi antes de empezar. Pero los fuegos artificiales dejaban tras de sí una estela de humo...
–Entonces, esto es una simple aventura, estamos de acuerdo. –hablo por fin JunMyeon.
SeHun se inclinó más sobre la mesa para apretarle la mano.
–No te sientes cómodo con esa palabra, ¿verdad?
–Es una palabra que conjura otras como irresponsabilidad y frivolidad.
«Una cosa buena solo es buena mientras lo disfrutas».
–Llámalo como quieras.
–Una relación corta –murmuró JunMyeon–. Al menos la palabra «relación» implica cierto grado de compromiso, por corto que sea. No te preocupes –se apresuró a decir–. No estoy buscando una relación seria y sé que tú tampoco.
SeHun enredó los dedos con los suyos, mirándolo a los ojos como si quisiera leer hasta sus más íntimos pensamientos.
–¿Que dices, estás conmigo?
JunMyeon sonrió antes de preguntar:
–¿Quétal si tomamos café en mi apartamento?
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7v7 me hizo feliz escribir, me hizo olvidarme de todo la verdad
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