Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17

El sábado por la noche, JunMyeon estaba terminando de arreglarse frente al espejo. Había elegido un precioso traje de color zafiro que le dejaba el pecho en V al descubierto, aquella era la noche de Suzy.

La última semana había sido muy ajetreada. Había guardado en cajas lo que no iba a llevarse y el resto estaba en dos maletas abiertas en el suelo del salón.

Esos días le habían dado la oportunidad de conocer mejor a Suzy, una chica compleja que adoraba a su hermano a pesar de que, según ella, la controlaba demasiado.

JunMyeon entendía que quisiera ser independiente. Tener un hermano tan protector, aunque estupendo por un lado podía ser agotador. Suzy quería su propio apartamento, y SeHun necesitaba intimidad.

JunMyeon estaba de acuerdo, pensó mientras se ponía algo de rubor en las mejillas. Pero Suzy sabía que JunMyeon se iba... entonces ¿por qué la sonrisa conspiradora cuando mencionó la necesidad de intimidad?

¿Pensaba que SeHun y él eran novios?

Habían acordado que Suzy se quedase con su casa. El propietario estaba de acuerdo y SeHun había aceptado lo inevitable con alguna reserva. Todo el mundo estaba contento... salvo JunMyeon.

Estaba feliz, se dijo, sonriendo frente al espejo para demostrarlo. ¿Por qué no iba a ser feliz cuando estaba a punto de empezar el viaje con el que había soñado toda su vida?

Por SeHun.

SeHun, con esa adorable arruguita en la mejilla y esos ojos negros que hablaban de secretos que no iba a compartir con JunMyeon.

SeHun, que le había hecho un precioso regalo a JunMyeon: hacer que se aceptara a sí mismo, que creyera en sí mismo. Por eso, después de hablar con Suzy, y con la aprobación de Kyunsoo, JunMyeon había organizado una sorpresa que esperaba SeHun lo reconociese por lo que era.

Aunque Suzy quería ser independiente, SeHun seguía siendo su hermano mayor y recordaba una conversación en particular...

–Imagino que es tan protector porque eres la pequeña – había dicho JunMyeon–. Cuando tu padre murió, SeHun ocupó su lugar.

–No, mi padre no quería saber nada de mí porque no era su hija biológica. Mi madre tuvo una aventura y lo descubrió tras su muerte... Siempre fue muy frío conmigo y, como resultado, yo me portaba fatal. Quería su atención porque me sentía sola.

JunMyeon le tocó la mano.

–Pero Suzy...

–Lo sé, tengo suerte. SeHun me defendía. Siempre intentaba protegerme cuando mi padre iba a pegarme.

–¿A pegarte?

–Sí.

Suzy no quería parecer desagradecida o herir los sentimientos de SeHun, pero tenía que vivir su vida. Y estaba preocupada porque SeHun trabajaba demasiado.

Había algunas aventuras en su vida, pero no a menudo, y nunca salía con la misma persona más que un par de veces. Necesitaba una pareja de verdad, decía. Una persona que lo hiciera sentar la cabeza y formar una familia.

Según Suzy, no lo hacía porque seguía sintiéndose responsable de ella, pero tal vez vería las cosas de otra manera si ya no vivían juntos.

Tener un espacio propio era buena idea, pensaba JunMyeon mientras se dirigía a jeozan. Un sitio propio le daría independencia y estaría a diez minutos de la casa de SeHun. Además, jeongyeon vivía al frente si necesitaba algo.

Y SeHun podría seguir adelante con su vida.

Pero JunMyeon no iba a pensar en ello esa noche porque estaría demasiado ocupado organizando la fiesta y haciendo que todo el mundo lo pasara bien.

SeHun movía a JunMyeon por la pista de baile. Era una canción rápida, pero ellos se movían a su propio ritmo, mucho más lento.

La pista de baile estaba en el jardín del restaurante, con linternas de colores que bailaban con la brisa.

–Lo has hecho muy bien conejito...–le dijo SeHun al oído–. No has parado de trabajar y te lo agradezco.

JunMyeon miró por encima de su hombro. Jeongyeon estaba en una esquina charlando con un compañero; Kai y Kyunsoo se habían ido unos minutos antes con Soyeon y la invitada de honor, Suzy, estaba riéndose con sus amigas.

–De nada. Te agradezco la oportunidad. Además, lo he pasado muy bien. – admitió JunMyeon sonriendo.

Todo el mundo parecía estar pasándolo en grande y SeHun, como siempre, estaba irresistible con su traje de chaqueta y su corbata plateada.

–Creo que ya podemos irnos –murmuró SeHun, inclinando la cabeza para buscar sus labios en un beso lleno de promesas.

Y JunMyeon quería que SeHun las cumpliese todas.

–Pero solo son las doce y la fiesta es mi responsabilidad. Tengo que...

–Complacer al hombre que te ha pagado –lo interrumpió SeHun, deslizando su mano dentro del pecho de JunMyeon.

–Pero Suzy...

–Te dará las gracias por la fiesta y dirá que lo pasemos bien el resto de la noche. – susurro SeHun acariciándole sutilmente uno de sus pezones–. Esas jovencitas no quieren viejos molestando.

–Sí, claro, tú estás decrépito. – bromeo JunMyeon.

–Para mi hermana y sus amigas, desde luego.

SeHun tomó su mano y llevó a JunMyeon hacia el grupo para despedirse.

JunMyeon sabía por qué insistía en que se fueran: era su última noche juntos. Al día siguiente se iría al aeropuerto para tomar el avión que la llevaría a Europa.

Pero cuando SeHun arrancó el coche, no tomó la dirección de su casa y eso extraño a JunMyeon.

–¿Dónde vamos SeHun?

–Espera y lo verás conejito.

Unos minutos después, se detenía frente a un conocido hotel de cinco estrellas.

–¿Vamos a dormir aquí? – pregunto JunMyeon avergonzado.

–Me ha parecido buena idea conejito –respondió SeHun, con un brillo de deseo en los ojos.

No habían pasado una noche entera juntos desde su viaje a Ulsan, pero tal vez no era buena idea. Tal vez era peligroso. Y demasiado irresistible como para decir que no.

–Tenemos toda la noche –susurró SeHun, deslizando un dedo por sus labios.

–Pero no he traído...

–Créeme, no vas a necesitar nada conejito.

–Pero mañana...

–Lo tengo todo solucionado –volvió a interrumpirle SeHun, sacando una bolsa de aseo del asiento trasero–. Jeongyeon ha guardado todo lo necesario.

–Oh, jeongyeon, jeongyeon, ¿tú también estás en esto?

Hablo para sí solo, su amiga no le había dicho una palabra.

–¿Te parece bien conejito?

JunMyeon asintió con la cabeza.

–Sí, claro.

Una mujer que olía a sándalo y exudaba serenidad los recibió en la puerta del hotel con una sonrisa cómplice.

–Buenas noches, JunMyeon.

–Buenas noches –respondió JunMyeon, sorprendido.

–Es una forma de darte las gracias por tu trabajo –dijo SeHun–. En este hotel está el mejor spa de la ciudad.

–Pero...

–Esperaré hasta que termines. Gracias, Aimee, te debo una. Espero que lo trates muy bien.

–No lo dudes. – respondió la mujer con una cálida sonrisa

JunMyeon pasó la siguiente hora y media en el spa del hotel siendo tratado como una celebridad: masaje corporal y facial, aromaterapia, manicura...

Cuando terminó, Aimee le dio un lujoso albornoz con el logo del hotel y lo acompañó hasta un ascensor privado que llevaba a la suite.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron en la suite, SeHun estaba esperándolo con un albornoz a juego y a la luz de las velas. Montones de velas, gruesas, delgadas, blancas, de colores, velas por todas partes.

–Oh, SeHun... esto es demasiado. – hablo JunMyeon aguantando las lágrimas por la emoción de ser tratado como un príncipe.

–Ya te dije una vez conejito que nunca se tiene demasiado de algo bueno –murmuró SeHun, inclinando la cabeza para buscar sus labios–. Hueles de maravilla.

–Me siento de maravilla hunnie –JunMyeon le echó los brazos al cuello.

La vista desde la ventana era tan seductora como el hombre que estaba tras él. JunMyeon vio su reflejo en el cristal mientras servía dos copas de champán, murmurando con voz seductora:

–Sabes que no llevo nada debajo del albornoz hunnie.

Unas manos grandes de SeHun le apretaron los hombros a JunMyeon.

–Contaba con ello conejito... –dijo SeHun, mientras le desataba el cinturón del albornoz para besarle uno de los hombros y luego el otro antes de tomar una de las copas–. Por las fantasías.

–Por las fantasías. – brindo JunMyeon dejándose caer en la tentación–. Tú has hecho la mía realidad Hunnie y yo no sé cómo...

–Calla conejito. –SeHun le quitó la copa de la mano y no dejó de mirarlo a los ojos mientras lo llevaba a la cama. Era su última noche, su última vez.

JunMyeon se puso de rodillas en el centro del colchón y SeHun hizo lo mismo, despacio, como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Ninguno de los dos dijo nada, pero no tenían que hacerlo, porque todo estaba en sus ojos: sus emociones, sus deseos, su pena porque el tiempo había terminado.

Era una noche diferente, SeHun lo sintió en cómo lo tocaba JunMyeon, como intentando memorizar sus rasgos.

Y SeHun estaba haciendo lo mismo. Besaba a JunMyeon como si quisiera recordar su sabor para siempre.

Se colocó sobre JunMyeon, apoyándose en los codos para mirarlo. SeHun casi se rindió a lo inevitable. ¿Era el momento de decirle que sus sentimientos por él eran profundos? ¿Pedirle que su relación fuera permanente? ¿O decirle que podrían verse en París, por ejemplo? Un fin de semana de amor, cualquier cosa porque SeHun estaba dispuesto.

JunMyeon gimió mientras SeHun se deslizaba dentro de su culito, acariciándole las mejillas de sus nalgas. Era tan perfecto...

Tal vez era el momento de decirle que había cambiado de opinión, que ya no quería irse a Europa. O que volvería en un mes porque no podía vivir sin SeHun. Podría pedirle que se tomara unos días de vacaciones para ir con él a Londres y luego sorprenderlo volviendo a Seúl. A su cama, a su casa, a su vida, para siempre.

Pero no podían porque SeHun quería una familia y JunMyeon podría dárselo; era solo la emoción de la noche.

*****************************************

JunMyeon tenía las manos heladas. Era un día cálido, pero tuvo que frotárselas mientras esperaba al lado de sus maletas, mirando la casa que había sido su hogar durante cuatro años.

Dos lágrimas rodaron por su mejilla. Cuando estuviera listo, cuando fuese lo bastante fuerte, lo bastante valiente, lo escribiría todo. Empezaría un libro de memorias en lugar de un diario de sueños porque ya no necesitaba esa muleta. SeHun le había enseñado a aceptarse a sí mismo, le había devuelto la autoestima.

Pero no podía ser la pareja que SeHun necesitaba y eso era lo que más le dolía.

SeHun llegaría en cualquier momento para llevarlo al aeropuerto, pero JunMyeon ya no estaría allí porque había pedido un taxi. No quería despedidas, su corazón no podría soportarlo.

Dio un respingo al escuchar el timbre. Abrió la puerta y sus ojos se encontraron con los de SeHun.

–El portal estaba abierto –dijo SeHun, a modo de saludo.

JunMyeon se aclaró la garganta.

–Llegas muy temprano.

SeHun se pasó una mano por la cara.

–Quería hablar contigo antes de llevarte al aeropuerto – respondió SeHun algo inquieto.

–Creo que...

–escucha JunMyeon. –lo interrumpió SeHun–. Sé que no es el mejor momento y tal vez tú no quieras oírlo, pero no puedo dejar que te marches sin decírtelo. Sé que este viaje es uno de los objetivos de tu vida, y si no lo haces lo lamentarás siempre. Por nada del mundo querría pisotear tus sueños, pero estaba pensando, en fin, soñando que tal vez tú y yo podríamos...

–No, No SeHun por favor –JunMyeon se levantó de un salto.

–Espera. Tengo que decirte algo. – SeHun lo atajo suplicándole con los ojos a JunMyeon.

–¡Yo también ¡– grito JunMyeon mordiéndose los labios para no llorar–. No puedo tener hijos, SeHun... –las palabras se le atragantaron y le dolieron en el corazón a JunMyeon–. Así que fuera lo que fuera lo que ibas a decir, no lo hagas SeHun.

SeHun miró a JunMyeon con cara de sorpresa.

–JunMyeon, cariño...

–No quiero oírlo SeHun. – suplico dejando que las lagrimas surcaran por sus mejillas.

–Muy bien, necesito un minuto...–murmuró SeHun, como si le costase respirar.

JunMyeon lo sabía; sabía que le costaba respirar porque estaba buscando la manera de decir que había cambiado de opinión, que se había salvado del nudo que había estado a punto de colocarse al cuello.

–Debería habértelo dicho antes –musitó JunMyeon. O tal vez no debería habérselo contado nunca–. Me he enamorado de ti, SeHun. De tu lealtad, de tu sentido del deber, de tu integridad. Y tú me has dado un precioso regalo: me valoras como empleado, me deseas como amante, me respetas como pareja. Me has dado fuerzas para creer en mí mismo, pero yo no puedo darte lo que tú tanto deseas. – trato de sonreír inútilmente limpiándose las lagrima con las mangas de su chaqueta.

–Deja que eso lo juzgue yo JunMyeon, ¿no? Soy yo quien decide lo que quiere.

–¿Es que no te das cuenta? – grito JunMyeon–. Quiero ahorrarte esa decisión – el ruido de un claxon anunció la llegada del taxi–. Tengo que irme, el taxi está esperando. – anuncio tomando sus maletas saliendo de la casa.

–Pero... espera un momento –SeHun se levantó para tomarlo del brazo–. Voy a llevarte al aeropuerto.

–No, por favor. No me gustan las despedidas SeHun. Es mejor así. – dijo sin mirarlo.

–¿Entonces sueltas esa bomba y te marchas sin darme la oportunidad de decir nada? – pregunto SeHun angustiado.

–No hay nada que decir SeHun. Las cosas son como son.

Sonó el timbre y JunMyeon se dirigió a la puerta.

–Son esas dos maletas –le indicó al taxista mientras caminaba hasta la puerta de la parte trasera del auto.

SeHun estaba tan desconcertado que casi olvidó lo que llevaba en el bolsillo.

–Es un regalo de despedida. – dijo SeHun corriendo hasta el taxi–. No lo abras hasta mañana, cuando estés en el avión.

–Ah, gracias –los ojos de JunMyeon se llenaron nuevamente de lágrimas–. Yo también te he dejado algo con Suzy. Está en casa, esperándote. Adiós, SeHun –murmuró, antes de besarlo por última vez y subir al taxi, al tiempo en que este arrancaba con dirección al aeropuerto.

******************************************

Poco después, SeHun miraba un perro blanco en los brazos de Suzy, con un collar rojo en el delgado cuello.

–¿Qué hace ese chucho aquí? – pregunto disimulando el dolor que sentía.

–Es Viví, y el pobre viene de la perrera. Tiene un año, así que ya no es un cachorro. Está entrenado para hacer pipí y caca fuera de casa y necesita un hogar –Suzy lo puso en sus brazos–. Es tuyo. Es el regalo de JunMyeon. Será tu compañero ahora que estás solo, pero tendrás que volver antes a casa, no estar todo el día en la oficina. JunMyeon ha dejado comida, una cama, juguetes y una carta para ti –Suzy le ofreció un sobre y se dio la vuelta discretamente.

SeHun sacó un folio del sobre y empezó a leer:

Querido SeHun,

Vivi es mi regalo de despedida. En cuanto lo vi en la perrera mi búsqueda de un compañero para ti terminó. Ahora tendrás que encontrar tiempo. Y, a cambio, prometo que vivi te dará total lealtad y amor incondicional, su nombre significa "vivir" y quiero que hagas eso SeHun, que vivas y puedas encontrar a la persona indicada que pueda darte la familia que tanto quieres, sé muy feliz con vivi mientras encuentres a esa persona.

JunMyeon

***********

me acuerdo lo de vivi asi fugazmente, creo que lo pasaron en un grupo hace mil años jaja perdón si esta disparatado, no investigue mucho. fotos de sehun con vivi y vivi solo

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro