16
El resto de la semana pasó en un suspiro para JunMyeon. Había mucho trabajo que hacer para organizar la fiesta.
SeHun y JunMyeon pasaban las noches juntos en la casa del último y si terminaba pronto de trabajar salían a cenar o al cine. Una noche incluso SeHun lo sorprendió invitándolo a una discoteca, donde descubrió que SeHun era un gran bailarín.
Siempre había algo nuevo con él, emocionante y excitante.
Pero durante todo ese tiempo JunMyeon tuvo que esconder sus emociones. Llegaría un momento en el que JunMyeon tendría que sacarlas y enfrentarse con ellas, y ese momento era como una tormenta en el horizonte.
El sábado por la tarde, SeHun lo llamó para decirle que
Kyunsoo e Kai iban a salir a cenar y él iba a quedarse cuidando de la pequeña Soyeon, de modo que se verían a las once, y cuando sonó el timbre a las siete, mientras JunMyeon planchaba una blusa, no estaba preparado para ver a SeHun y Soyeon en la puerta.
Al ver la cabecita de la niña apoyada en el pecho de SeHun, el corazón de JunMyeon se le encogió. Pero se mordió los labios porque no iba a llorar delante de SeHun.
–¿Qué haces aquí? – preguntó JunMyeon con nerviosismo.
–No conseguía que se durmiera y he pensado que un paseo en coche podría ayudar.
Soyeon tenía los ojitos cerrados, los párpados tan frágiles que parecían casi transparentes. JunMyeon querría alargar la mano y tocar esa piel de seda, tomarla entre sus brazos y apretarlo contra su corazón.
–A mí me parece que está muy tranquilo... –murmuró JunMyeon, dándose la vuelta.
–Ahora sí –dijo SeHun, llevando la sillita de seguridad al sofá–. El movimiento del coche la ha hecho dormir.
–¿Entonces, ¿cuál es el problema entonces? –pregunto JunMyeon con una sonrisa.
–Que despertó en cuanto apagué el motor y he estado paseando arriba y abajo durante quince minutos. Ha vuelto a dormirse hace un segundo, pero tengo la sospecha de que va a despertar en cuanto la ponga en la silla, y solo me queda un biberón. – señalo alarmado SeHun.
–Entonces, no la pongas en la silla. – razono JunMyeon admirando la escena que tenia frente a sus ojos.
–Tengo que hacerlo para sacar sus cosas del coche. A menos que tú quieras tomarla en brazos...
–Intenta ponerla en la silla, a ver qué pasa. – corto JunMyeon con incomodidad.
Con cuidado, SeHun la sentó en la silla y, por suerte, Soyeon no despertó.
–Voy a buscar sus cosas, vuelvo enseguida. – alentó SeHun saliendo de la casa.
Desgraciadamente, Soyeon despertó en ese momento y empezó a llorar. JunMyeon se dijo a sí mismo que la niña estaba bien, que no le pasaba nada, pero Soyeon seguía llorando y su llanto le rompía el corazón a JunMyeon.
Tenía la carita arrugada y roja y movía las manitas como buscando ayuda... fue como si sus piernas se movieran por voluntad propia.
JunMyeon se puso en cuclillas frente al sofá y le agarró un dedito. Le gustaría tanto tocar esa piel de porcelana, tan suave, tan sedosa.
En cuanto lo hizo, la niña dejó de llorar. JunMyeon volvió a acariciarle la carita, inclinándose un poco más para olerle el pelo.
–No llores, cariño –murmuró JunMyeon, cantándole una nana en voz muy baja. Soyeon parecía como en trance, abriendo la boquita y mirando fijamente a JunMyeon embelesada.
JunMyeon tuvo que morderse los labios para contener las lágrimas. ¿Por qué era el destino tan cruel? Dar tal regalo y al mismo tiempo robarte la posibilidad de tener hijos. No era justo.
Mientras miraba a la niña, las dudas volvieron. ¿Seguiría sintiendo lo mismo SeHun por él si supiera la verdad? Ser rechazado de nuevo, ver al hombre del que estaba enamorado mirarlo con desdén... no, no podría soportarlo.
SeHun se detuvo en la puerta, sorprendido. JunMyeon estaba inclinado sobre Soyeon con la cara enterrada entre las manos.
–¿JunMyeon?
JunMyeon se dio la vuelta, intentando disimular.
–Ahora parece más calmada –logró decir sin mirar a SeHun–. Es tan preciosa.
En ese momento, SeHun vio el futuro.
Un futuro que incluía a JunMyeon, un hogar, hijos.
¿Un hogar, hijos? SeHun no estaba preparado para eso. Y tal vez JunMyeon tampoco.
–JunMyeon...
–Lamento tener que irme, pero no te esperaba SeHun... –lo interrumpió JunMyeon–. He quedado con unas amigas para tomar un café. Como no ibas a venir hasta las once... pero puedes quedarte si quieres.
–No me habías dicho que fueras a salir. – cuestiono SeHun con seriedad.
–No sabía que tuviéramos que darnos explicaciones. – respondió JunMyeon a la defensiva.
–¿Crees que estoy celoso?
–No, déjalo. – susurro JunMyeon soltando un jadeo cansado–. Vamos a disfrutar estos últimos días, ¿de acuerdo?
–Muy bien –respondió SeHun, colocándose al hombro la sillita.
–Pásalo bien. Yo volveré a las once. – finalizo con firmeza SeHun, Pero antes de salir, en los ojos de JunMyeon vio un brillo de angustia que no entendía.
A las diez y veinte de la noche. SeHun estaba paseando por la playa, desconcertado.
¿Por qué iba a dejar que su problema con los niños se interpusiera entre ellos? Debía disfrutar de lo que tenía. ¿No era eso lo que importaba en una relación corta?
Evidentemente, eso era lo único que quería JunMyeon. Y lo que se había dicho a sí mismo que quería. Era perfecto, ¿no?
Se volvió al coche, ignorando la sensación de vacío en el estómago, pero en lugar de arrancar golpeó el volante con las manos. No, no era perfecto. ¿Solo pasar un buen rato?
JunMyeon estaba a punto de marcharse para vivir su vida en otro continente. ¿Y quién era él para entorpecer sus planes? Además, no se iba al fin del mundo, y JunMyeon volvería tarde o temprano. Estaba seguro.
Durante esas semanas, JunMyeon había llevado alegría a la que, debía reconocer SeHun, se había convertido en una existencia aburrida. Le había hecho el amor en el mar, en el centro de una plantación de nueces, viendo el reflejo verde de los árboles en sus ojos, en el jardín, en la ducha. SeHun se había reído más que nunca porque era más divertido reír cuando compartía la risa con JunMyeon.
De vez en cuando recordaba que se iba y una sombra ocultaba el sol.
SeHun se pasó una mano por el pelo. Por segunda vez en su vida se había enamorado, pero lo que sentía por JunMyeon no se parecía a lo que había sentido por Luhan.
Era más profundo, tanto que tocaba su alma. Un sentimiento lo bastante poderoso como para sacudir su mundo... nunca había experimentado algo así.
A pesar de ello SeHun, no estaba dispuesto a comprometer sus sueños. Luhan no quería el mundo que había creado para sí mismo y sus hermanos, de modo que adiós a luhan, así de simple.
Pero había algo en JunMyeon que no cuadraba y no podía decir qué era.
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El domingo por la mañana, JunMyeon despertó con la luz del sol entrando por la ventana. SeHun no había aparecido, aunque lo había esperado despierto hasta las cuatro de la mañana...
Tenía los ojos hinchados, la nariz tapada de tanto llorar y un agujero en el pecho.
No sabía si su relación con SeHun se había roto, por qué no había ido o qué estaba pensando, pero tenía muchas cosas que hacer. Debía decidir qué iba a llevarse a Europa y tirar el resto o regalarlo.
Podría llamar a SeHun para pedirle disculpas por su comportamiento el día anterior. Había visto un brillo de decepción en sus ojos cuando mencionó lo de no dar explicaciones...
Acababa de hacerse un té cuando SeHun llamó al timbre. Apoyado en el quicio de la puerta, sin afeitar, con el cabello despeinado y los ojos enrojecidos, parecía no haber pegado ojo en toda la noche.
Era el hombre más atractivo que JunMyeon había visto nunca, pensó, dando un paso atrás para dejarlo entrar. Olía a mar y a sueños imposibles...
–Te he echado de menos SeHun. – JunMyeon no había querido decirlo, pero las palabras salieron de su boca sin que pudiese evitarlo.
Sin decir nada, SeHun sencillamente se apoderó de sus labios. Posesivamente, con una pasión casi furiosa.
JunMyeon sintió la fuerza de los rígidos brazos de SeHun que lo sujetaban, el sólido cuerpo contra el que lo aplastaba. Pero, de repente, SeHun lo soltó con tal vehemencia que estuvo a punto de caer hacia atrás.
–Tenemos que calmarnos –dijo SeHun, metiendo las manos en los bolsillos de los vaqueros–. Esto es demasiado intenso y no es lo que necesito ahora mismo. Y tú tampoco.
SeHun lamentaba el beso y la falta de control. Saber eso era doloroso para JunMyeon, pero era lo mejor y tenía razón, debían distanciarse un poco. En una semana, el hombre al que amaba y él estarían a miles de kilómetros de distancia.
JunMyeon no iba a cancelar el viaje, lo necesitaba más que nunca. No iba a intentar convencer a SeHun de que lo suyo podría ser algo más que una corta aventura. No iba a decirle cosas que SeHun no quería escuchar: que JunMyeon no solo quería ser su amante sino su esposo, tener en su vientre a hijos que obviamente SeHun quería tener y esperaría de un matrimonio...
Pero JunMyeon no podía darle una familia y tampoco podía arriesgarse a ver un brillo de decepción en los ojos de SeHun cuando se lo dijera.
Debía marcharse, decirle a SeHun que había sido divertido, pero debía empezar a preparar el viaje. Irse a Europa durante esa última semana y no volver a verlo.
Pero no podía decepcionar a Suzy, y SeHun había pagado el trabajo por adelantado.
Además, JunMyeon nunca había sido de los que se rendían, y pensar en no volver a ver a SeHun era demasiado doloroso.
–¿Qué intentas decir? – preguntó JunMyeon soportando el dolor de su corazón.
En lugar de responder, SeHun lo tomó en brazos para llevarlo al dormitorio como un hombre impaciente tomando algo que le pertenecía.
No hablaron, solo hicieron el amor de una manera desesperada, que satisfacía la carne, pero no resolvía nada.
SeHun lo deseaba en ese momento, todo de JunMyeon, en cuerpo y alma, con una urgencia que no había sentido nunca.
Y JunMyeon se lo dio todo, borrando dudas y preguntas y provocando una oleada de emociones que apenas podía controlar.
Después, SeHun lo retuvo entre sus brazos, respirando el aroma de su pelo.
SeHun no recordaba nada de lo que había decidido antes de llegar allí. Una sola mirada cuando JunMyeon abrió la puerta y lo único que SeHun podía pensar era «estoy en casa mi amor».
Lo único que sabía era que deseaba a JunMyeon en todos los sentidos, costase lo que costase. Fuera cual fuera el sacrificio, el riesgo.
¿Pero cómo respondería JunMyeon si le abría su corazón? ¿Estaría dispuesto JunMyeon a hacer sacrificios, a arriesgarse con él? ¿Estaba preparado él mismo para descubrirlo?
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Hola he decidido acabar con esta historia primero para seguir con las demas asi que comenten mucho y denle estrellistas a los caps que vienen y alisten pañuelos.
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