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10

 JunMyeon sintió un escalofrío de emoción cuando SeHun salió del coche y tiró de él para besarlo con un gesto impaciente mientras le acariciaba los pezones por encima de la camisa.

Saber que él era quien le hacía perder el control a SeHun, convirtiéndolo en un salvaje, en un hombre primitivo, era como si el champán se le hubiera subido a la cabeza. Nunca había sentido algo así y era asombroso. Ardía cada vez que SeHun lo tocaba con las manos o la boca.

SeHun le bajó la cremallera del pantalón con desespero.

–Te deseo tanto... –jadeo SeHun contra su piel

–Sí –susurró JunMyeon; la desesperación que notaba en la voz de SeHun lo hacía temblar.

–Te deseo ahora. – gruño apretando más a JunMyeon.

JunMyeon en respuesta cerró los ojos y arqueó la espalda, levantando el pecho hacia él.

–ah sí, ahora mismo.

JunMyeon le habría dejado tomarlo allí mismo, en el coche, pero SeHun salió del auto a toda prisa y tiró de JunMyeon encima del capotable, rompiéndole el pantalón con manos temblorosas para apartarle la camisa y acariciarle los pezones como un animal hambriento.

SeHun le metió una mano entre sus piernas para apartar las braguitas. Ah, jadeo al recordar que JunMyeon menciono que las usaba y era real, paso la yema de sus dedos sobre la textura de la fina tela, ese primer roce de sus dedos sobre el húmedo algodón...

JunMyeon contuvo un gemido.

–mgh conejito... –murmuró SeHun, con una voz que era un gruñido. Y JunMyeon tembló de deseo.

Un segundo después, le introdujo dos dedos en el interior de sus nalgas y sus músculos anales internos se cerraron, abrazándolos.

Sus miradas se encontraron entonces. Toda traza de civismo había desaparecido y solo quedaba un macho excitado. Podía verlo en el brillo de sus ojos, sentirlo en el calor de su cuerpo, en su olor.

Y en el largo y duro miembro que le rozaba los muslos.

JunMyeon lo quería dentro de sus nalgas; quería que lo ensanchase, lo invadiese, lo llenase con su semen. Quitándose el irritante prendedor del pelo, JunMyeon sacudió la cabeza.

–Ahora –le ordenó JunMyeon, apoyándose en los codos y abriendo las piernas para SeHun, su SeHun.

SeHun le arrancó las braguitas y las llevo a su nariz para olerlas por unos segundos, dejando a JunMyeon expuesto ante sus ojos. Hubo un momento de silencio mientras SeHun inhalaba el olor de las braguitas de JunMyeon y luego el deseo, la impaciencia...

Los dedos de SeHun temblaban de tal modo que apenas podía bajarse la cremallera del pantalón.

–Ahora, ahora Hunnie, ya hace días me dejaste con las ganas –repitió JunMyeon, enfebrecida.

En sus entrañas se desató un incendio al escuchar su propia voz ronca, cargada de deseo. No quería que SeHun fuese despacio ni delicado.

JunMyeon se quitó la camisa y lo tiró con un abandono que sorprendió a SeHun casi tanto como a JunMyeon mismo. Pero cuando iba a quitarse los zapatos, SeHun negó con la cabeza.

–Los zapatos se quedan –le ordenó SeHun, mientras se liberaba de los calzoncillos–. Espera, no llevo preservativo...

JunMyeon lo miró a los ojos durante unos segundos antes de decir:

–No es necesario.

No más esperas, no más tiempo para pensar. SeHun se hundió en su húmeda entrada con una fuerte embestida. El gemido que escapó de su garganta parecía salir de lo más profundo de su ser.

Enredando las piernas en la cintura de SeHun, JunMyeon respondió con un gemido, agarrándose a sus hombros, clavando las uñas en su carne. Y SeHun disfrutó del exquisito dolor, devolviéndole el favor con los labios y la lengua.

Era la tentación de una noche de verano, llena de oscuros placeres y eróticas delicias. SeHun se decía a sí mismo que eso era todo lo que necesitaba y sin embargo... durante una décima de segundo había visto una vida entera en los ojos de JunMyeon.

Pero no había tiempo para pensar y empujó con fuerza hasta que oyó gritar a JunMyeon. Solo entonces se dejó ir dentro de su interior.

Luego apoyó la cabeza en su pecho, escuchando los rápidos latidos de su corazón mientras los dos volvían a la tierra. ¿Qué había pasado? ¿Era normal esa intensidad, esa locura?

–¿Estás bien? –murmuró SeHun, rozando su cuello con los labios.

–Mmm –JunMyeon suspiró; un sonido perezoso, satisfecho–. Creo que sí.

–Y yo creo que empiezo a sentir las piernas otra vez. ¿Qué tal si nos ponemos cómodos?

Sin esperar respuesta de JunMyeon, SeHun lo tomó en brazos para llevarlo al interior de la casa y lo dejó en el suelo, frente al sofá de piel. Iluminado por las luces de la piscina al otro lado de la pared de cristal SeHun sintió algo a lo que no podía poner nombre.

JunMyeon era la perfección hecho carne. Sus labios húmedos, hinchados de sus besos, los ojos brillantes, las largas piernas desnudas, los tobillos más seductores que había visto nunca...

¿Quién era aquel JunMyeon de cabello despeinado y pezones erectos por el fresco de la noche?

–¿Tienes frío?

–No, pero aquí hay un problema.

SeHun frunció el ceño.

–¿Qué problema?

–Yo soy el único que está desnudo y eso no es justo. – puchereo JunMyeon tocándose los pezones.

SeHun esbozó una sonrisa.

–Tienes razón.

JunMyeon miró la camisa arrugada de SeHun, camino hasta él y alargó una mano para tocar un botón.

–Creo que es mi turno. – murmuro JunMyeon con voz sensual

Tenía que quitarle la camisa para hacer realidad su sueño, para pasar las manos por ese torso bronceado cubierto de suave vello oscuro.

–Me encantas –murmuró SeHun, inclinándose hacia delante para depositarle un beso en el corazón. JunMyeon lo oyó suspirar cuando pasó la lengua por uno de los diminutos pezones. Sabía salado y olía a... SeHun. Deslizándole las manos por los hombros le quitó la camisa y, disfrutando de su recién descubierto poder, tiró hacia abajo del pantalón.

–Quítatelo. Ahora mismo. – demando JunMyeon moviendo las caderas excitado porque el semen de SeHun comenzaba a escaparse de su interior.

–Eres muy mandón, ¿no? –murmuró SeHun burlón.

JunMyeon se tomó un momento para admirarlo. Precioso, perfecto, mejor que el David de Miguel Ángel.

La felicidad del momento se desvaneció. Pronto estaría lejos de Europa y aquello sería solo un recuerdo. Nunca podría ser nada más. Aquella tarde con Soyeon había confirmado que nunca podría ser la persona que SeHun necesitaba.

¿Pero y si pudiera ser? En lugar de mirarlo a los ojos, puso los labios sobre su torso. ¿Y si a SeHun no le importase que no pudiera tener hijos? ¿Y si pudiese amarlo por quién era y eso fuera suficiente?

¿Amar? JunMyeon se apartó. ¿En qué estaba pensando?

–¿Has cambiado de opinión? – pregunto SeHun

–No, no. Estaba pensando, nada más. – corto JunMyeon volviendo a tocarle los bíceps.

–Pensamientos tristes –dijo SeHun, tomándolo por la cintura–. Esta tarde he visto ese mismo brillo en tus ojos.

–Tienes mucha imaginación. – bromeó JunMyeon tratando de evitar el tema.

SeHun comenzó a deslizar los dedos hacia abajo hasta llegar a las hermosas nalgas de JunMyeon tocando su entrada... y cuando sintió como su semen se chorreaba por los muslos de JunMyeon sintió volver a la vida, pasó el otro pulgar por la punta del pequeño miembro de JunMyeon, riendo.

–¿Ya?

JunMyeon sonrió.

–Dame unos minutos. – murmuro moviéndose contra los dedos de SeHun

JunMyeon se preguntó cuánto tiempo habría pasado desde la última vez que SeHun tuvo intimidad con otra persona, pero dejó de hacerse preguntas cuando SeHun lo tiró sobre el sofá. Se quedaron abrazados en silencio durante unos minutos, mirando el agua de la piscina reflejándose en el techo.

–Cuéntamelo –dijo SeHun entonces.

JunMyeon frunció el ceño. Cuando creía que lo había olvidado...

–¿Qué quieres que te cuente?

–Ese hombre, la razón por la que te fuiste de jeju. –hablo SeHun acariciándole el cabello.

–Mi ex marido. – susurro bajito JunMyeon.

–¿Has estado casado?

–Durante cinco años. Nos separamos hace más de cuatro años. – no quería hablarlo, pero SeHun por alguna razón le daba cierta confianza

–¿Cómo se te ocurrió casarte tan joven?

–Tenía dieciocho años. Tal vez te parezca demasiado joven, pero tenía mis razones.

De repente, los ojos se le llenaron de lágrimas.

SeHun lo abrazó, mirándolo a los ojos como si estuviera mirando en su dolido corazón.

–Perdona, soy un idiota. No tenía derecho a decir eso y te pido disculpas.

JunMyeon sabía que no quería hacerle daño, pero había tocado nervio sin darse cuenta–. Acepto las disculpas.

–Es que imagino a Suzy casándose ahora y... en fin, me horroriza la idea.

–Tal vez seas demasiado protector. Los hermanos mayores suelen serlo.

–¿Y tu hermano?

–No, Jin es una excepción.

De hecho, ni siquiera recordaba la última vez que se habían visto.

–Entonces, ese hombre con el que te casaste aún te hace llorar, aún puede hacerte daño.

–No, no es eso. Tiene una mujer, un hijo y otro en camino. Es feliz, yo soy feliz –le dijo, tanto para convencerse a sí mismo como para convencer a SeHun. Si Minho era infiel a su nueva mujer, no lo sabía y le daba igual.

–¿Por qué te casaste con él? – pregunto SeHun con voz pasiva.

–Porque era muy joven –JunMyeon intentó sonreír mientras SeHun enredaba los dedos con los suyos. Nunca se lo había contado a nadie. Solo jeongyeon conocía su historia, pero compartirla con SeHun le parecía algo natural–. Mis padres bebían mucho y se peleaban continuamente. Mi padre estaba en el paro y la violencia en casa era algo normal. Jin se marchó a los dieciséis años porque no podía soportarlo más y yo pensaba hacer lo mismo, pero cuando cumplí los dieciséis mi madre tuvo un accidente de coche y tuve que quedarme en casa para ayudar. Estuve allí dieciocho meses más, pero al final no pude aguantar las peleas por más tiempo –JunMyeon tragó saliva–. Había conocido a Minho unos meses antes y me parecía un tipo estupendo, alegre, divertido. Aunque ahora creo que lo veía más como un padre sustituto, un refugio.

–Lo entiendo –asintió SeHun.

–Un día fuimos al ayuntamiento y nos casamos, así, de repente. Cuando se lo conté a mis padres, me dijeron que era una decepción para ellos, que no era mejor que mi hermano. Luego abrieron una botella de vino barato y se emborracharon, como hacían todos los días. No volví a verlos nunca.

SeHun lo apretó contra su pecho, en silencio.

–Les enviaba tarjetas de felicitación en sus cumpleaños con un cheque –siguió JunMyeon–. Pero no he vuelto a saber nada de ellos. No he vuelto a Jeju ni pienso hacerlo.

SeHun le apretó la mano.

–Así que llevas un diario de tus sueños.

–Sí –el pulso se le aceleró–. ¿Como lo sabes? – pregunto algo nervioso.

–Lo vi encima de tu cama cuando te dejé en la ducha – respondió con calma, pero al notar como el cuerpo de JunMyeon se tensaba atinó a añadir–. Relájate, no lo he leído. Nunca haría eso.

–Antes tenía pesadillas –le confesó JunMyeon entonces–. Mi sicólogo sugirió que pusiera mis sueños por escrito y se ha convertido en una rutina.

–¿Sigues teniendo pesadillas?

–No, muy pocas veces –respondió JunMyeon. Aunque no había escrito nada desde el sábado por la mañana.

–¿Y yo he vuelto a aparecer en tus sueños? – pregunto con una sonrisa.

–Sabes que sí.

–¿Cuántas veces? – pregunto alegre como un perrito que acaba de tener sus croquetas.

JunMyeon sonrió.

–No pienso decírtelo.

–¿También pones por escrito tus fantasías eróticas? – pregunto nuevamente SeHun acariciándolo.

–No, eso es completamente diferente.

–Cuéntame una de tus fantasías.

–Yo... no, no puedo.

–Claro que sí.

–Te reirías o pensarías que estoy loco. – desvió la mirada avergonzada.

–Prometo no hacer ninguna de esas cosas.

JunMyeon dejó escapar un suspiro.

–Siempre he querido hacer el amor al aire libre, bajo las estrellas, pero no lo he hecho nunca.

–¿Nunca?

JunMyeon negó con la cabeza.

–¿Y tú?

El brillo culpable de sus ojos de SeHun lo delataba, pero SeHun no contestó. Se limitó a levantarlo del sofá para llevarlo a su cama.

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El reloj biológico de SeHun lo despertaba todos los días a las cinco y media de la mañana. Daba igual la hora a la que se hubiera acostado. Otro de esos patrones previsibles que conformaban su vida. Era una de esas personas que algunos envidiaban u odiaban por su habilidad para levantarse en cuanto abría los ojos. Normalmente nadaba durante media hora y luego desayunaba fruta, dos huevos y café solo.

Pero había pasado mucho tiempo desde la última vez que despertó con una persona a su lado.

Y esa persona estaba dormido. Era lógico, la había mantenido despierto durante gran parte de la noche. No se cansaba de JunMyeon, de su sabor, de su perfume veraniego, de su sedoso pelo cayéndole por los hombros en suaves ondas cuando estaba encima de él montándolo. O sus gemidos cuando llegaba al orgasmo... y había habido varios, pensó con una sonrisa.

JunMyeon se movió en sueños, con una sonrisa en los labios, como si estuviera soñando algo agradable. Se excitó mientras seguía mirándolo, pero era algo más que físico, y eso lo turbaba. El sano deseo estaba bien, pero aquello... ese deseo desesperado.

No, no era desesperado, pero nunca había experimentado algo así y era alarmante.

JunMyeon se marcharía pronto y era lo mejor para los dos, pensó, recordando que a él le gustaban las personas deportistas.

Y sin embargo...

SeHun frunció el ceño, intentando entenderlo. Los dos habían acordado que sería una aventura temporal. Entonces, ¿cuál era el problema?

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lo prometido es deuda, hare muchos caps hots de esto, pues hable de fantasias asi que obvio las debo cumplir. 

aca tenemos muchas vistas pero no se porque estamos en 42SEHO y 121HUNHO creo jaja  

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