uno
El muchacho de cabellos morados se dejó caer en el sillón. Sus cabellos rebotaron hasta dejarse caer y cubrir su frente, llevó sus labios hacía arriba en un puchero aburrido mientras miraba su celular, el cual dejó caer sobre su pecho al no encontrar nada interesante en sus redes sociales.
─ ¡Hyuuuunnnng! ─ Un grito largo para llamar la atención de alguno de sus hyungs fue su única salida para el aburrimiento que traía consigo. Sin embargo, nadie de los que esperaba salió, en cambio, Jimin estaba plantado en la puerta con la mano en el pecho y la respiración agitada.
─ ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ─ Habló rápido el rubio.
Jungkook se levantó del sofá con un sonrojo cubriendo su rostro por la vergüenza, se sentó adecuadamente en el sofá y miró con carita de cachorro a su favorito del grupo.
─ Lo siento, no debiste salir de tu práctica por mi, Jimin. Solo esperaba que alguno de los demás viniera.
Jimin sacó la bandana que sostenía su cabello y acomodó los mismos, tomó el final de su camiseta y la llevó a su frente para limpiar el sudor. El menor de los dos, atento a la situación, mordió su labio inferior, hundiéndolo dentro de su boca y formando una mueca. Le acaloraba ver así siempre a su compañero de grupo.
Jimin por fin dejó caer sus manos en sus caderas como desinteresado pero ofendido a la vez con lo que su menor le había dicho.
─ ¿Demasiado poco para ti? ─ Jugó él.
Jungkook se puso nervioso y comenzó a negar, a tratar de hablar, pronunciar algo claro, pero siempre era tan difícil como no dejar la boca abierta sin darse cuenta.
─ No es así. Estabas ocupado.
El rubio dejó su posición para caminar hasta donde estaba Jungkook, miró las bolsas en la mesa del comedor y luego las revistas en la mesa de centro de la sala de estar, después paseó su mirada por todo el lugar, hasta caer en el más alto.
─ ¿Qué necesitabas? ─ Preguntó con ademán de que revelara su petición y necesidad, dejándose caer sobre la mesa de centro para tener frente a frente a su menor. ─ ¿Donde están los chicos?
─ Es lo mismo que yo me pregunto, Jimin. Jin dejó las bolsas en la mesa y yo llamé a alguno para hacer algo, estoy aburrido... y real... realmente... nece... hmm
Para lo que Jungkook hablaba, Jimin había decidido que su camisrta estaba demasiado húmeda por su sudor, por lo que comenzó a ver si la misma, siendo blanca, mostraba transparencia y por lo tanto su piel. Por lo tanto, descuidadamente se acariciaba y hacia que la camiseta se alineara y contorneara su marcado cuerpo. Distrayendo de sobremanera al menor que lo observaba atento.
Jungkook había descubierto hace días, cuando se enteró de una relación amorosa de artistas cercanos, que era posible el revelar el amor y además, siendo admirador de Holland, que lo que sentía y siempre había sentido por su compañero de grupo, podía ser y estaba bien. Sin embargo, por las revelaciones transcendentales, le costaba más fingir que no sucedía nada cada que estaba cerca de Jimin.
Siempre estaba cerca de él, le prefería en muchas cosas, trataba de tener su atención, le abrazaba o acariciaba. Hacía tantas cosas con necesidad y sin saber que lo hacía hasta que estaba en ello.
Lo peor de todo era que Jimin siendo naturalmente afectuoso y siendo que siempre había rogado un poco de afecto de Jungkook, era que este último no sabía si Jimin correspondía a sus sentimientos o solo era un "por fin está liberándose un poco, abriéndose". No era que Jungkook fuera solo cerrado, era más bien que siempre le había atraído el mayor.
─ Tierra llamando a Jungkook. Necesitamos que el Golden Maknae salga del planeta Jungshook.
El de cabellos morados parpadeó un par de veces para dejar de mirar a el mayor y subió su mirada a su rostro, labios formando una sonrisa, ojos repentinamente burlones.
─ Sé que soy atractivo, pero si me miras tanto se me acabara la belleza. ─ Burló Jimin, soltando una pequeña risa.
La cual llegó a lograr que Jungkook sonriera, mostrando sus dientes de conejo y achicando sus ojos. Jimin era tan lindo riendo.
El rubio de levantó de donde estaba sentado para caminar hasta el refrigerador, Jungkook aún con la mirada perdida en mas fuertes piernas de Jimin. El mayor abrió el refrigerador y sacó una botella de agua, los ojos de Jungkook cayeron en el redondo y gran trasero de durazno de su amigo.
Jimin abrió la botella, la llevó a sus labios y cerró el refrigerador pasando la mirada por ese, así es como notó una hoja amarilla adherida a la puerta con un imán en forma de fruta.
─ Jungkook, Jimin. Los chicos y yo saldremos a hacer compras y otros asuntos, llegaremos mañana en la mañana para disfrutar de nuestras pequeñas vacaciones. Hay comida en el refrigerador y despensa en la mesa. Seok Jin.
Jungkook abrió los ojos sorprendido porque había ido antes por cosas al refrigerador y no había notado el papel. La despensa había estado en la mesa al rededor de tres horas. Llevó sus ojos a la misma cuando Jimin ya estaba esculcando en las bolsas, una sonrisa se posó en su rostro cuando abrió una.
─ Hey, Jungkookie.
─ ¿Sí?
─ Dijiste que estabas aburrido? ¿No?
Jungkook prestó atención a las acciones de su hyung, el cual sacó una bolsita de dulces y la elevó hasta su pecho, mostrándola a Jungkook. El rubio, repentinamente se veía peligroso, tentador, coqueto y a Jungkook le comenzaron a temblar las piernas por aguantar su tentación más grande.
─ Así es, Hyung.
Los ojos de Jimin se abrieron en un gesto de sorpresa, luego volvió a llenarlos de promesa y coqueteo, una sonrisa ladina se deslizó en sus labios y Jungkook temió morir en ese instante.
[...]
Jimin había dado la idea de jugar con aquellos dulces, eran bolitas de colores; rosa, amarillo y verde, cubiertos de chocolate para no ver su color.
El rubio le había explicado que tenía que decir algo como "Si te sale rosa, haces esto" y el otro tenía que morderlo para ver su color.
Habían hecho retos tontos, que hacían reír al otro, como grabarse haciendo caras raras para subirlo a Twitter o bailar de forma graciosa.
Las Fresckas se acaban y Jungkook ya no estaba aburrido.
─ Mi turno. ─ Dijo Jimin extendiendo un dulce a su menor, Jungkook tomó la frescka, la sostuvo entre sus dedos; índice y gordo mientras miraba expectante a su mayor. ─ Si te sale amarillo, me besas.
Los ojos de Jungkook se abrieron sorprendidos, Jimin sonrió ladino.
─ No un beso en la mejilla, como hacemos. Un beso en los labios y no de pico, un beso de verdad.
Jungkook seguía sorprendido, pero no dijo nada. Acercó el dulce a su boca y lo mordió, cerró los ojos para no ver el color cuando lo alejó, pero el sabor ya era una pista.
Amarillo.
Jungkook abrió los ojos para comprobarlo, y ahí estaba, amarillo. Llevó su mirada sobre Jimin, quien estaba recargando su codo en la almohada del sillón y había estirado sus pies por el suelo.
─ Anda, cumple. ─ Soltó Jimin.
─ ¿Es broma?
Jimin levantó una ceja. ─ ¿Te parece que estoy riendome?
Jungkook negó, dejó el dulce sobre la mesa y se arrastró por el piso hasta estar cerca de Jimin, le miró unos segundos, estando cerca de él y como vio que el mismo no decía nada, no se movía, decidió continuar, hasta que estuvo tan cerca que podía contar las pestañas decorando los ojos del rubio. Se apoyó con las palmas de sus manos sobre el muslo de Jimin e impactó sus labios con los del mayor, ambos se movieron, aceptando el beso.
La explotación en el cuerpo de Jungkook le hizo comenzar a temblar, el miedo recorrió su cuerpo cual rayo de luz en la oscuridad, pero ni eso fue más rápido que sus sentimientos yendo por sus venas e instalándose en el fondo de su estomago, en el latir de su corazón.
Se separó de Jimin y se dejó caer en su lugar de forma rápida, mirando sus manos con nerviosismo y miedo.
¿Qué le iba a decir ahora Jimin? ¿Le diría que era una broma y que había caído en ella? ¿Qué estaba enamorado de él? ¿Que se alejara?
Otra bolita de chocolate se posó frente a sus ojos, los dedos anillados de su mayor la sostenían para él. Jungkook le miró, el rubio no tenía una expresión descifrable.
─ Toma otra.
Jungkook acató la orden, porque había sido una orden y tomó la bolita de chocolate.
─ Si sale verde, me dejarás hacer lo que yo quiera contigo. Durante... No sé, hasta que lleguen los otros hyungs.
Jungkook temió por el tono de voz que había reproducido Jimin, aquella voz que salía cuando estaba enojado y eso es lo que le hizo temer aún más.
Jimin no era capaz de hacerle algo, algo malo, porque Jimin era la persona más dulce y agradable que él conocía. Tanto así, que Jimin al encontrar bichos en ciertos lugares, los movía para que no fueran aplastados, tanto, que cuando Jimin iba por la calle y veía perros callejeros, hacía porque los llevaran a una veterinaria para limpiarlos y que luego los adoptaran. Jimin tenía un corazón tan lindo y enorme, que por eso es que sabía enamorado de él, por eso y más.
Estuvo expectante de sus movimientos por unos segundos, no había indecisión, ni un rastro de duda. Así que mordió la bolita.
Jimin debía decirle que era una broma, porque todos sabían, que Jungkook no podía no acatar lo que su Hyung decía.
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