Epílogo
La noche estaba fresca. Blyana había decidido salir antes de la fiesta en la que se encontraba porque, aunque ella no quisiera admitirlo, lo que había pasado con Cless bajo los efectos de esa planta todavía la inquietaba. No sabía cómo debía sentirse respecto a eso, y el toque de sus manos y besos rondaban en su mente como una canción en repetición que, sin importar que lo hiciera, no podía detener.
Había bebido demasiado y sumado a eso, la pelea que había tenido con Cless, ya no soportaba estar en esa fiesta. De camino al orfanato tomó un atajo, mala idea, un tipo con intenciones no muy puritanas se cruzó en su camino. Ella iba a defenderse, ya no tenía miedo a esas situaciones. Desde que se había liberado del terror que le provocaba lo que esos hombres le habían hecho, había decidido convertir su cuerpo en un arma. Cuando iba a sacar la daga que siempre llevaba con ella, alguien apareció y golpeó al sujeto con una botella en la cabeza, la tomó por el brazo y se la llevó de ahí.
Estaba curiosa por el extraño sujeto que estaba recuperando el aliento a su lado. Las pocas partes de su cuerpo que estaban fuera de su sudadera con capucha, estaban vendadas, incluida su cara.
—¿Estás bien? —le preguntó el extraño con una voz un poco cortada, sus manos se aferraban a sus muslos mientras tomaba largas y profundas respiraciones.
—Sí —respondió Blyana, mirándolo con cautela mientras se dejaba caer en el muro de la calle. El extraño la miró y le ofreció una sonrisa; sus ojos fueron algo que no pudo ignorar. Más que el color violeta muy inusual, ya que era una mutación, si mal no recordaba ella, era la forma en que la miraba lo que captó su atención. Había visto esa mirada antes, pero no recordaba dónde.
—Soy Lucas, por cierto —dijo él sacándola de sus enmarañados pensamientos.
—Blyana —repuso. Incluso su voz le parecía conocida.
—No deberías andar sola de noche —dijo el chico mirándola detenidamente.
—Tienes razón.
Por algún motivo, a pesar de ser un extraño, el chico le resultó tan familiar que se sintió a salvo con él, aunque podía ser por todo el alcohol que había en su sistema. Pero eso no la nublaba de saber que esa seguridad solo la había sentido con Cless. Ella siempre tenía las defensas al tope, sin embargo, ese sujeto las pudo penetrar sin ningún esfuerzo y eso la abrumó y le hizo sentir libre en igual medida. Era una sensación nueva que le gustaba.
Después de un rato de larga plática y cuando Blyana no se sentía tan poseída por el alcohol, el chico se puso de pie y se ofreció a llevarla a casa, pero esta lo rechazó. Al final el chico se fue, pero la curiosidad de Blyana se acrecentó al verse sola y decidió hacer lo que daría inicio a la historia.
Las calles estaban solitarias y veía aquella figura caminando erguida bajo los faroles amarillos; por un momento pensó que se estaba volviendo loca, pero cuando el sujeto se dirigió al bosque pensó «loca, nada». Habían pasado unos veinte minutos de caminata y agradecía que estuviera tan adecuada a caminar por el bosque porque lo hacía como si caminara sobre las nubes.
Una luz proveniente de detrás de unos árboles le llamó la atención. El chico, Lucas, no se detuvo en ningún momento. Cuando Blyana llegó a la linde del bosque, se quedó detrás de un árbol para mirar más allá.
En medio del prado había un enorme objeto, una nave con forma de bolín plateado, que se levantaba como un gigante por encima del bosque. Su superficie reflejaba los árboles, las luciérnagas que miraban como pequeñas hadas curiosas entre sus hojas y el cielo estrellado casi perdiéndose como un camaleón. Debajo, frente a la compuerta abierta de lo que a Blyana le pareció una zona de carga, había dos hombres con capas blancas hondeando en el aire. Uno tenía el cabello igual de blanco que su capa, mientras que el otro tenía el cabello negro como la noche.
Lucas se acercó a ellos y ambos hincaron una rodilla en el suelo. El chico comenzó a quitarse la ropa y dejó caer las vendas, quedando totalmente desnudo en aquel prado. Sus facciones comenzaron a cambiar y el cabello antes rosado se tornó oscuro y creció hasta su cintura, los músculos de su espalda y pecho se llenaron y un extraño tatuaje de un animal con alas apareció en su pierna. Uno de los que estaban arrodillados le tendió algo y el chico se vistió.
—Tuve mi primer acercamiento real con ella —les dijo el chico que se había presentado como Lucas a los otros dos—. Estaré cerca por un tiempo más y luego haremos nuestra entrada —agregó terminando de colocarse una corona en su cabeza.
—Señor, ¿planea hacer una limpieza completa? —preguntó uno de los dos que ahora se ponían de pie, aunque Blyana no supo distinguir cuál.
—Dependerá de lo que ella desee —respondió Lucas, su voz más profunda. Las tres figuras fueron absorbidas por la nave y el bolín salió disparado hacia el cielo.
Blyana se quedó contemplando el lugar por un momento. El viento moviendo la hierba donde unos momentos antes había estado la nave.
Definitivamente, las personas que son capaces de nublar uno de nuestros instintos más primitivos: el instinto de percibir el peligro, eran las más peligrosas. Y por un segundo ella estuvo a punto de entrar a la cueva de la bestia sin ningún arma, como esos personajes en las películas de terror que mueren primero, pero esa no sería ella.
Blyana volvió al orfanato, la musculosa figura de Lucas grabada en su mente. Cuando pasó por el pasillo que llevaba a las habitaciones de las chicas, se detuvo de golpe al mirar una de las decenas de fotografías que colgaban en la pared. Todos los niños y las monjas estaban en la fotografía junto con algunos de los promotores, algunos párrocos y personas del gobierno, pero uno de ellos le llamó la atención. Era un hombre canuto que la miraba con intensidad, sus ojos eran totalmente negros. Ella pasó a otra fotografía y vio a casi las mismas personas, pero en esa había uno de cabello rojizo que la miraba con la misma intensidad que el canuto, luego pasó a otra donde detrás de ella había un niño que solo había estado una semana en el orfanato y tenía también la misma mirada.
Y así pasó de foto en foto y en cada una encontró los mismos ojos, de diferentes colores, en diferentes rostros, pero que todos compartían algo, la intensidad con que veían, la misma con que Lucas la miró. Era la mirada de alguien que sabe lo que quiere y solo está esperando el momento para obtenerlo.
Ella subió a su cuarto y pensó que, si la invasión era inevitable, ¿por qué debía impedirla? Así que comenzó a idear un plan, un plan donde ella y los suyos saldrían ganando, uno en el que ella se volvería la reina.
Después de eso, ella se encontró con ese chico varias veces y aprovechaba cada momento para analizarlo, saber qué pensaba y saber que debía hacer para poner en marcha su plan.
Un mes antes de su cumpleaños se encontró con él de nuevo, en el mismo parque donde se habían conocido. Ella había bebido algo de alcohol, pero no tanto como para no saber lo que estaba haciendo, pero si para que cualquier persona notara por su olor que había bebido.
—Deberías dejar de beber así —la regañó Lucas y esas palabras pusieron en marcha el plan.
—Es que este mundo es un asco —dijo ella fingiendo estar más borracha de lo que estaba—. ¿Por qué las personas buenas deben estar en el mismo mundo que las personas malas? —dijo sujetándose de su brazo para no caerse.
—No lo sé —repuso él encaminándola a un banco.
—O sea, podemos estar juntos, se supone que debe haber un equilibrio, pero ¿Por qué las malas personas siempre hieren a las buenas? —replicó elevando los brazos después de sentarse.
—Creo que por eso se les llama malas —respondió él un tanto divertido por los ademanes de Blyana.
—Pues que se mueran, que se mueran todos —dijo ella y se dejó caer en el regazo de Lucas. Él se quedó un poco atónito con el hecho, pero comenzó a acariciarle el pelo.
—Ya no quiero vivir en este mundo —concretó Blyana sintiéndose aturdida con el toque de Lucas—. No me gusta que toquen mi pelo —agregó y él se detuvo al instante—. Pero por alguna extraña razón se siente bien cuando lo haces. —Y ella misma se sorprendió de la sinceridad con la que había pronunciado esas palabras. Él volvió a acariciarlo con una sonrisa en el rostro.
—No te preocupes, yo me encargaré de todo, Florecita —dijo bajo, tanto que él realmente pensó que ella no lo había escuchado, pero en los labios de Blyana se formó una sonrisa de triunfo.
Ya estaba hecho, el plan estaba en marcha y no había vuelta a atrás.
Blyana había jugado bien su papel. Se había hecho ver torpe, estúpida y descuidada; jugando a ser alguien que nunca sería una amenaza, pero era toda una fachada para que nadie pudiera percibir de lo que realmente era capaz. Ahora ella tenía libre acceso a las cartas de todos los demás jugadores, mientras que ellos no sabían siquiera que ella estaba moviendo los hilos del juego. Blyana sabía que el poder solo les pertenece a quienes tienen el valor de tomarlo y ella lo tomaría, porque seamos claros, nadie espera que sea un ángel el que haga el mundo arder.
📎NOTA📎
Holis seres extraplanetarios!!!
Fin, fin, fin!!! no me lo puedo creer y les quiero agradecer por llegar hasta aquí, también invitarlxs a la siguiente travesía por el universo hacia un planeta extraño; el planeta de los saqueadores y de nuestro sukulento rey regala planetas Zwodder.
Estaré anunciando por mis redes cuando comenzaré a subir el siguiente libro, no se duerman, no será dentro de mucho, pero si algunas semanas.
Me encuentran en todos lados como yessica_urena8 aunque soy más activa en Tiktok.
Besos ❤
Fecha de subida: 13/01/2024
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro