Capítulo 71
Esos minutos en la carretera se me estaban haciendo eternos. No dejaba de imaginar escenarios donde mi hermana estaba sobre una camilla sin vida, donde un saqueador la mataba, donde sus ojos perdían el brillo y enterré tan fuerte como pude mis uñas en mis muslos tratando de arrancar esas lúgubres imágenes de mi cabeza.
—Blyana, cálmate. Vas a arruinar la carretera —me pidió Lucas colocando una mano sobre las mías. Al levantar la vista me percaté de que delante y detrás de nosotros las plantas crecían agrietando el asfalto como locas. El cielo comenzaba a llenarse de pesadas nubes que se oscurecían con rapidez, proyectando sombras sobre nosotros.
—¿Qué tan mal está? —logré pronunciar mientras trataba de controlar las plantas para no tener un accidente.
—El doctor Min estaba haciendo todo lo que podía. —«Todo lo que podía» me repetí buscando algún consuelo en esas palabras.
Cuando llegamos no esperé que Lucas entrara en el garaje, salí disparada y corrí a través de toda la guarida chocando con algunos y dejando en el suelo a otros. Al entrar en el ala de enfermería, al primero que vi fue a Chris con la cabeza oculta entre las manos.
—¿Dónde está? —pregunté al llegar—. La quiero ver. —Me llevé una mano al abdomen donde un dolor punzante se comenzaba a formar. Muchas cabezas se giraron en mi dirección, pero pronto volvieron a preocuparse por sus propias heridas o enfermos.
—Blyana. —Lasly salió a mi encuentro y me percaté de que Domingo estaba a mi lado cuando me colocó una mano en el hombro.
—La quiero ver —repetí con desesperación. Me iba a volver loca si no la veía en ese mismo momento.
—Ahora no puedes, el doctor está tratando de estabilizarla —me dijo Lasly impidiendo que entrara en la zona que habíamos designado como cuidados intensivos.
—Pero ¿Qué pasó?
—Es mi culpa —dijo Chris con una voz rasgada de dolor—. Aparecieron de repente. Trataron de llevársela, me coloqué en el medio y uno... —su voz se cortó como si hubiera agotado todo el oxígeno de sus pulmones.
—Habla, Chris, ¿qué pasó? —ordené. No quería hablarle así, pero necesitaba saber. Necesitaba que me dijeran quién la había lastimado.
—La bala era para mí... —Levantó la mirada para encontrarse con la mía, sus facciones deformadas en una mezcla de pavor y culpabilidad—, pero le dieron a ella.
—Bala —repetí bajo, mis pulmones no aceptaban el oxígeno que entraba por mis fosas nasales y comencé a hiperventilar; todo a mi alrededor se volvía borroso.
—Flaca, cálmate —me dijo Domingo, pero un dolor agudo me atravesaba el pecho. No podía perderla. No soportaría otra pérdida.
—Respira —me susurró Lucas abrazándome por la espalda. Una oleada de calma me atravesó y volví a respirar acompasadamente. Argen y Aurum saltaron al suelo y subieron hasta los hombros de Lasly.
Cuando por fin pude ver mejor noté las plantas que habían comenzado a retoñar en el lugar, pero mi atención se centró en el doctor Min, quien cruzaba por la puerta. Chris se puso de pie y me percaté de que estaba cubierto de sangre de pies a cabeza, otra punzada atravesó mi pecho al relacionar esa imagen con una que había visto en mis sueños.
—¿Cómo está? —preguntó Chris sin darle oportunidad a nadie más de hablar. Se lo agradecí, ya que no creía que el nudo que se había formado en mi garganta me permitiera pronunciar palabra.
—Necesitamos sangre, aún no podemos detener la hemorragia.
—Tómela —dije extendiendo los brazos, mi voz, una orden, una súplica; no estaba segura—. Tómela toda, no me importa, pero sálvela. —Todo mi cuerpo seguía temblando mientras Lucas aún me sujetaba con un brazo por los hombros y esperaba que no me soltara porque si lo hacía, no sabía de lo que sería capaz.
De destruir y volver a crear el mundo.
—No es tan fácil, ella tiene una sangre... muy difícil de encontrar.
—¿A qué se refiere? —inquirió Chris, sus ojos mostrando demasiado blanco.
—Tiene lo que se le conoce popularmente como: sangre dorada.
—Yo soy su hermana... —comencé a decir.
—Eso no garantiza nada, pero lo intentaremos, sígueme.
Me guiaron a un lugar para hacerme el análisis y gracias a la Diosa, al universo o a lo que sea que movía nuestras vidas: era compatible. Luego me llevaron con ella. Estaba sobre la camilla, su vientre estaba cubierto de gasas llenas de sangre y casi me desmayo al verla. Como no había tiempo que perder, en lugar de extraer mi sangre me conectaron directamente de modo que mi sangre fluyera hacia ella, era algo poco común, pero sí era la forma más efectiva, que hicieran conmigo lo que quisieran. No me importaba morir si ella vivía. Veía como luchaban por detener el sangrado, pero la sangre seguía escapando sin poder ser contenida. Después de un rato me comencé a sentir débil.
—Vamos a tener que operar —escuché entre mis cavilaciones.
—Pero Blyana ya no puede donar más sangre.
—... Si no la operamos, la perderemos.
—Yo estoy bien —dije tratando de ponerme de pie—. Haga lo que tenga que hacer.
—No es una bala...
Y eso fue lo último que escuché antes de entrar en la inconsciencia.
🍂🍂🍂
Mi vestido rozaba la madera pulida del suelo. Seguía tratando de acomodarlo hasta sentirme cómoda, pero no lo lograba. En ese momento me di cuenta de la aversión que sentía hacia los vestidos: odiaba lo difícil que se me hacía correr, como se colaba la tela entre mis piernas si iba muy rápido y los corsets, odiaba como me cortaban la respiración y la libertad de movimiento de mi torso.
Pasé ante una ventana de cristal que tenía incontables filigranas en el contorno de un dorado claro y vi mi reflejo: mi cabello era negro hasta el mentón, sobre mi cabeza una tiara de hojas bañadas en oro. Enfoqué la vista y vi a la distancia un castillo flotando cuál globo en una extensión de tierra. Parecía una gran amatista brillando bajo la luz del sol y algunas de sus partes se perdían en el cielo violeta mientras una gran masa de agua dividía el terreno de abajo. Dos pueblos bordeaban la orilla y varias columnas de humo a ambos lados se elevaban hacia el cielo.
Seguí mi camino, no lo sabía, pero sentía que a donde iba no era un lugar al que quisiera ir. Aun así, obligaba a mis pies a seguir un paso delante del otro. El lugar estaba vacío, era como si no hubiera nadie en ese enorme sitio. Las luces que comenzaban a encenderse eran flores iridiscentes; las paredes eran de madera y estaban repletas de molduras y filigranas como una gran pintura que narraban una historia. No sabía cuál era, pero sabía que era importante.
Estaba a solo a una esquina de unas enormes puertas dobles, custodiadas por dos soldados de piel azulada y orejas parecidas a branquias; me detuve en la esquina, antes de dejarme ver por ellos. La pared a mi espalda se sintió un mejor lugar que el que me esperaba. Tomé un gran respiro, pero la pared a mi espalda se abrió. Unas manos envolvieron mi boca y mi cintura atrayéndome hacia la oscuridad. No forcejeé, me dejé arrastrar.
Cuando por fin nos dejamos de mover sentí como me pegaban a su cuerpo y dejaban un beso en mi cuello.
—Deseaba tanto poder sentir tu piel —me dijo deslizando su nariz debajo de mi oreja hasta la curva de mi cuello.
—Por fin regresas —dije y me escurrí en sus brazos hasta tenerlo de frente—. Te he extrañado tanto. —Él dejó un beso dulce en mis labios y luego me apretó contra él.
—Yo también —me susurró.
Mi sueño dio un vuelco y se desvió a un verano donde un niño fue llevado al orfanato por unas semanas. Nadie se acercaba a él, era muy callado y siempre evitaba mirar a los demás, principalmente porque a los demás le asustaban sus ojos de diferentes colores.
—No te gusta este lugar, ¿verdad? —le pregunté sentándome a su lado, en un rincón del jardín, detrás de unos rosales.
—No creo que a ninguno de nosotros nos guste —respondió jugando con un capullo en sus manos.
—Tienes razón, pero ¿Te puedo decir un secreto para que te sientas mejor? —dije mirando con intensidad el capullo que tenía aún en las manos, él solo asintió.
—Las plantas de este lugar son mágicas —le susurré. No respondió, solo me miró con escepticismo, a lo que proseguí—. Si eres amable con ellas, hacen lo que les pides. —Me incliné y tomé el capullo entre mis manos, cerré los ojos y cuando los volví a abrir el capullo se había abierto y desprendía un olor exquisito.
—¿Cómo hiciste eso? —preguntó con los ojos muy abiertos.
—Ya te dije: son mágicas. Tú también lo puedes hacer —dije dándole una sonrisa.
—Blyana, ¡ven aquí ahora mismo! —gritó una de las monjas.
—¡Mierda! —murmuré—. Bueno, nos vemos —dije mientras me levantaba, pero volví a agacharme para agregar—: No le digas a nadie, ¿de acuerdo? —Y me fui.
Mis sueños volvieron a dar un vuelco y ahora estaba vestida como el personal de limpieza de una empresa de contratación. El dueño de la casa estaba distraído hablando por teléfono mientras fumaba un puro, no me había notado a pesar de que sus manos habían recorrido mi cuerpo en varias ocasiones. Me había colocado una peluca y me había maquillado. Me mantenía alejada de la zona donde estaba fumando; el humo del puro salía en volutas circulares y se expandía hasta desaparecer de la vista. Cuando por fin terminó su puro, apagó lo que quedaba en su cenicero, entonces abrí una ventana de cristal que daba al jardín donde las aves entonaban trinos alegres entre las peonías violetas, los jacintos púrpuras y las azaleas amarillas.
Él colgó el teléfono y por fin me miró, en principio no me reconoció, pero con mirarme unos segundos su mirada cambió a una brillante. Las arrugas en su rostro se acrecentaron, la papada se hizo más prominente.
—¿Ahora el servicio es a domicilio? —dijo e intentó levantarse, pero sus ojos se nublaron y volvió a dejarse caer en el sillón de cuero negro.
—No, vengo a cobrar una deuda —respondí, aún parada al lado de la ventana, dejando que el aire limpio se llevara el humo del puro, que la suave briza bailara con las cortinas sedosas.
Él comenzó a retorcerse, a arañar su piel hasta qué perlas rojas escurrían debajo de sus uñas. Su boca se abría y cerraba, pero ningún sonido salía de ella. Su rostro se contorsionó, las pequeñas venas de sus ojos estallaron y bañaron sus escleróticas de rojo.
—Todo aquel que toque mi cuerpo sin mi consentimiento firma un pacto con la muerte —proseguí y me acerqué con lentitud, como la muerte que se desliza a recoger la próxima alma que llevará al tártaro—. ¿Te duele? —inquirí, él abrió los ojos que estaban inyectados en sangre, sus iris casi perdidos en sus pupilas—. Pensé que te gustaba el dolor, por eso preparé ese especialmente para ti —dije señalando los restos del puro que estaba en el cenicero—. Ahora sientes una décima parte de lo que yo sentí cuando ponías tus manos sobre mi sin ninguna consideración a lo que yo sentía.
Sus ojos seguían sobre mí, no se podía mover, no podía gritar; pero la mirada en sus ojos era suficiente para complacerme. Lo que había inyectado en ese puro lo hacía sentir como si se quemara en el infierno; un dolor horrible, pero nada comparado con lo que me hicieron a mí. Él fue el primero que maté de los que me lastimaron y después de él no pude parar.
Otro vuelco en mis sueños y estaba rodeada por nieve carmesí, el cuerpo frío de Cless en mi regazo, sus ojos despojándose de ese brillo que amaba.
🍂🍂🍂
—¡Noooo! —grité mientras me sentaba en la cama.
—Tranquila, fue un sueño. —Lasly me sujetaba de los hombros, tratando de llamar mi atención—. Fue un sueño —repitió, mientras yo seguía respirando con agitación.
—Zo... Zoe —jadeé.
—Está bien, se está recuperando. —Me dejé caer al escuchar esas palabras.
—Está bien —repetí en medio de un suspiro, todos los músculos de mi cuerpo perdiendo la tensión.
—Quien debe descansar, eres tú. Casi mueres —dijo acomodando un mechón tras mi oreja.
—¿Qué pasó? —pregunté. Me sentía muy cansada, como si hubiera corrido hasta desmayarme y, aun así, mi cuerpo se hubiera negado a detenerse.
—Te desmayaste y el doctor te iba a desconectar... —hizo una pausa que provocó que levantara la mirada y la posara en ella. Seguí su mirada hasta una planta con forma humanoide que estaba parada a mi lado. Al levantar la vista me di cuenta de que estaba en la enfermería, pero en la cama de la esquina y que estábamos cubiertas por las cortinas, por lo que no podía ver a las otras camas—. Esa planta apareció y... habló... y prohibió que las desconectaran. —Ella seguía mirando la planta que parecía como si estuviera durmiendo—. Luego enterró sus raíces en el suelo y sus ramas en tu brazo. —Miré mi brazo y aún estaba conectada a la planta. Podía sentir como me transfería energía—. No sé cómo lo hiciste... bueno, no sé cómo haces nada de esto. —Hizo un ademán abarcando la planta y a Argen y a Aurum que estaban en su regazo, más pequeños de lo habitual—, pero curaste a Zoe completamente, es más, parece como si nunca hubiera recibido una bala, solo está en cama por la conmoción y nada más, pero tú... casi mueres —dijo con los ojos bordeados de plata.
—Estoy bien —le dije y traté de sentarme, pero no pude.
—No digas que estás bien cuando no lo estás —reclamó rompiéndose—. Sé que quieres ser fuerte para no ser una carga, pero todos tenemos derecho a derrumbarnos de vez en cuando. —Apretó con más fuerza mi mano—. Blyana, eres la hermana que nunca tuve y me duele verte así.
—Lasly... de verdad estoy bien. —Por fin logré sentarme, aunque en medio de un gruñido, porque cada músculo, cada centímetro de mi cuerpo, dolía como el demonio.
—Puedes tratar de mentirte todo lo que quieras, pero a mí no. —Ella soltó mi mano y sujetó mi rostro con ambas manos—. Te escuché, sigues teniendo esas horribles pesadillas, llorabas, Bly. Por favor, suéltalo, necesitas soltarlo para poder seguir.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y Lasly me abrazó. Pensé, por primera vez... que talvez no estaba mal mostrar un poco de lo que me estaba carcomiendo por dentro. A ellos podría mostrarle... en ellos podría sostenerme por un tiempo hasta que pudiera volver a ponerme de pie por mí misma otra vez.
—Las... me duele, me duele mucho y... y no se va. —Mi pecho se seguía agrietando día tras día y el dolor era casi insoportable, tanto que a veces solo quería dejar de sentir. Quería que alguien, quien fuera, me sacara de ese suplicio.
—Lo sé, amor, lo sé.
—Quiero que el dolor pare.
—Lo hará, con el tiempo, lo hará, pero prométeme que no te esconderás cuando tengas dolor, es injusto que nos riamos juntas, pero tú llores sola.
Lloré hasta que me volví a quedar dormida. Cuando desperté, Lasly seguía conmigo, tenía una manta alrededor de sus hombros y me di cuenta de que Domingo estaba sentado con una laptop en las piernas.
—Por fin da' señale de vida, flaca —dijo cerrando la laptop.
—Debiste llevártela. Se ve cansada —dije sentándome despacio. Gracias a la Diosa, tenía un poco más de fuerzas.
—Creo que alguien le ha pegao' lo caco duro —dijo dándome una pequeña sonrisa—. ¿Cómo te siente?
—Mucho mejor. —Arqueó una ceja—. De acuerdo, siento como si me hubieran molido a golpes, me muero de hambre y quiero ver a mi hermana, pero comparada con cómo me sentía cuando la vi cuando llegué, estoy lista para un maratón —dije con una pequeña sonrisa en los labios, él pareció satisfecho con mi respuesta y asintió.
—Bien, Zoe ta' nítida. Solo epantá por lo que sucedió. La podrá chequiar cuando te pueda mover.
—Me puedo mover perfectamente —rebatí girando los ojos e intentando bajar de la cama, pero la planta que aún estaba conectada a mí abrió los ojos y colocó su otra mano leñosa en mi hombro, me miró y negó con la cabeza.
—Creo que hata' tu planta sabe que eso son embute —dijo en tono burlón, pero luego se puso serio—. Flaca, el mundo no se va a acabar porque decanse uno día y por lo de Zoe, lo siento, no debí sugerir esa misión.
—Está bien, Domingo. Yo la autoricé. Ninguno de los dos sabíamos que algo así podría pasar —dije dejándome caer de nuevo sobre las almohadas—. Creo que es mejor dejar el mando de Shadow a otra persona —agregué.
—¿Qué? No, flaca, tú te ha ganado a pulso ser nuetro líder, ademá', lo' demá' no aceptarán a alguien que no sea' tú.
—Te aceptarán a ti, estas mil veces más capacitado —argumenté tratando de encontrar una posición cómoda entre las sábanas—. El hecho que en principio la idea hubiera sido mía no me da la capacidad para liderar esto, además tú y Cless fueron los que moldearon todo.
—La' cosa' tán nítida' como tán, yo puedo seguir siendo tu segundo al mando, pero si quiere un decanso Nikolay y yo no' haremo' cargo.
—Sabes que si el plan funciona tarde o temprano tendré que dejarlo.
—Y cuando ese momento llegue lo hará', pero por ahora debe' seguir siendo tú nuetro líder.
—De acuerdo, pero sí me tomaré esos días. —Desvié la mirada hacia Lasly—. Llévala a su cama para que descanse.
—La llevo y vuelvo. —Dio la vuelta a la cama y con delicadeza la tomó en sus brazos. Mi amiga estaba tan agotada que se revolvió un poco y siguió durmiendo mientras él la miraba como si tuviera la pieza de un tesoro mágico perdido capaz de salvar al mundo en sus manos.
—No es necesario, voy a volver a dormir. Tú quédate con ella. —Me devolvió la mirada como si supiera el anhelo que llenaba mi pecho—. Aprovecha cada minuto —le dije con una sonrisa triste en los labios, pero deseándole lo mejor y me hundí en las mantas de nuevo.
📎NOTA📎
Holis seres extraplanetarios!!!
⏳6
No tengo mucho que decir, solo que no puedo creer que ya estamos en la recta final. Esta historia tenía tanto tiempo en mi cabeza (creo que el primer bosquejo apareció cuando tenía unos 8 o 9 años, nada tan explicito, pero a esa edad ya andaban los alienígenas en micabeza XD) y me parece hilarante que este prácticamente terminada. Gracias a todos por su apoyo, sus comentarios (no se imaginan lo feliz que me hacen, aunque una imagen cercana podría ser yo sobre una barra dándolo todo) y sus ⭐
Eso es todo por ahora, los amodoro, hasta el próximo sábado, besos❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro