Capítulo 70
Al final llevamos a los niños a la guarida de Nikolay y, en efecto, comprobé que la guarida donde los habían tenido encerrados era una de las que el gobierno nos había arrebatado, así que envié a mis mejores hombres a recuperarla.
Nos pasamos los siguientes cinco meses recorriendo el país para completar misiones. No quería dejar mi mente descansar, esos meses me recordaban al tiempo que estuve con Cless; a los meses más hermosos de mi vida. Su recuerdo ya no dolía como antes, pero aún sentía una tristeza que se propagaba como las hondas que dejaba una roca al ser arrojada al agua, con la diferencia de que, en mí, esa honda nunca detenía su expansión y eso fue más que obvio cuando en el cumpleaños de Cless, me alejé de todos y lloré como el primer día. Ese dolor no desaparecería y tenía que aprender a vivir con él, al igual que con las sombras que siempre me perseguían. Tenía que volver todo lo que me había pasado en mi combustible y arder hasta quemar todo lo que me dañara.
Nuestras misiones consistían principalmente en el rescate de más niños y el reclutamiento de más personas, pero también en la eliminación de algunos saqueadores o agentes del gobierno. Bryan, Omara y otro soldado se me unieron desde el principio, un mes después se unió Crik y unas semanas más tarde Rick.
Los siguientes mensajes han sido descifrados bajo la autorización de la comandancia.
Procedencia: desconocida.
Origen: Topo.
Destino: Escorpión.
«Mosca de ojos rojos al norte de la cola del mono».
«El amanecer se acerca»
Procedencia: desconocida.
Origen: Escorpión.
Destino: Halcón.
«¿Por qué me suena que la misión que se me ha encargado es una indirecta?».
«El amanecer se acerca»
Procedencia: desconocida.
Origen: Halcón.
Destino: Escorpión.
«Porque lo es».
«El amanecer se acerca»
Giré los ojos y cerré la tapa del computador.
—¿Tenemos otra cacería? —inquirió Crik dándole un sorbo a su bebida. Sus ojos grises centelleaban bajo la luz del fuego, al igual que su cabello.
—Yo creo que sí —dijo Rick colocando su brazo en el hombro de su hermano y dándole también un sorbo a su bebida.
En el tiempo que no los había visto, Rick, había adquirido una cicatriz en el brazo y una en su ceja izquierda impidiendo que le creciera en esa parte, por otro lado, Crik había perdido dos falanges de su dedo meñique en su mano derecha, pero seguían siendo los raros obsesionados con explosiones y con la incómoda manía de terminar las frases del otro.
—Sí, y es cerca de la guarida —respondí, dejando la computadora dentro de mi mochila y tumbándome en el suelo para mirar el cielo tupido de estrellas.
—¡Genial! —exclamó Crik.
—Podemos celebrarlo... —comenzó Rick.
—Haciendo explosivos —completó Crik emocionado por la idea que se le ocurrió a su hermano. Y comenzaron a hablar sobre metrallas con veneno o algo así.
—No sé cómo los soportas —me dijo Bryan tumbándose a mi lado.
—Años de práctica y la mala noticia es que nunca te acostumbras, solo aprendes a ignorarlos.
—¡Ay, no! —soltó con dramatismo mientras se sujetaba la cabeza en un gesto de agonía fingida, yo dejé salir una risita.
Al amanecer emprendimos el viaje que nos tomó dos semanas y media. El objetivo esa vez era uno de la casa Ágata, era el que estaba causando mayor destrozo en la zona. Según nuestros informes tenía su campamento en el bosque que estaba al otro lado de la montaña Hilpher y no podíamos permitir que se siguiera acercando a nuestros asentamientos. Podía decir que las cosas estaban normales, o bueno, lo que se había vuelto normal para mí. Omara amenazando a Bryan cada que este la molestaba, los gemelos con monólogos de dos, mientras que el otro soldado y yo tomábamos las riendas de ser los maduros en nuestro extraño aquelarre.
Estábamos en la linde del bosque, había flores por todos lados. Era media tarde y habíamos decidido atacar de día, ya que la habilidad de los de la casa Ágata era ocultarse entre las sombras o mezclarse con su entorno, como lo había hecho el que envenenó a mi hermana. Por mi parte, había estado entrenando con los chicos y había aprendido a comunicarme con las plantas, o sea, podía sentir, si me concentraba, lo que estaba cerca de ellas. Todo eso gracias a que en un entrenamiento Crik y Rick planeaban emboscarme, pero pude verlos gracias a un fresno que uno había tocado. El problema era la longitud, hasta ese momento lo más lejos que podía sentir era trescientos metros a la redonda.
Me dirigí al árbol más cercano y coloqué mi palma sobre él. Una corriente electrizante me recorrió, fraccionándose como las raíces del árbol y sentí como si estuviera en varios sitios a la vez. En realidad, era una sensación un poco aturdidora. Cuando me separé del árbol sentí el mareo que experimentaba cada vez que lo hacía, pero cada vez era más soportable; recordaba que las primeras veces siempre terminaba expulsando todo lo que tenía en mi estómago.
—Nada —anuncié.
—Bien, adentrémonos —dijo Omara.
Avanzamos varios metros y repetimos la acción tres veces más y nada, así que montamos el campamento. Mis dos plantas, Argen, la planta de pétalos azules que expulsaba el polvo plateado, y Aurum, la de pétalos rosas que expulsaba el polvo dorado, como había decidido llamarlas, montaban guardia. Debí quedarme dormida en algún momento porque un corrientazo me despertó alertándome del peligro.
—Están dentro de mi rango —dije y Bryan que estaba despierto, despertó a Omara, esta tomó su mano y le hizo una llave.
—Soy yo, soy yo. —Ella lo soltó—. ¿En algún momento dejarás de hacer eso? —se quejó masajeándose el brazo.
—Cuando dejes de meterte en mi camino, pero ¿Qué sucede?
—Blyana sintió algo —dijo mientras iba por Crik y Rick; el otro soldado, Carter, venía hacia mí.
—¿Qué tan lejos están? —inquirió Carter.
—Doscientos metros, se mueven rápido. Vienen desde ese lado —dije señalándolo.
Argen y Aurum rápidamente aumentaron de tamaño hasta ser más altas que yo y comenzaron a dejar pequeñas copias de ellas por el lugar que había señalado, los demás tomamos nuestras armas y nos escondimos entre los árboles. Podía sentirlos tan cerca, cada pisada, cada que desaparecían y volvían a aparecer.
Uno iba diciendo algo en su lenguaje, que sonaba para mí como una queja mientras iban apareciendo en el pequeño claro donde estábamos, la poca luz reflejándose en sus armaduras verdes.
Mis flores hicieron su trabajo y varios cayeron, pero alertaron a los demás. Levanté mi arma y disparé, mi objetivo era uno de cabello verde aqua. Varios comenzaron a desaparecer, los disparos resonaban por todos lados y los explosivos de Crik y Rick nos provocaban ceguera momentánea. Me sentí un poco desconcertada cuando un polvo negro me envolvió y sentí como si fuera batida en un contenedor en movimiento. Terminé en el suelo y expulsé todo lo que tenía en el estómago.
Traté de incorporarme con rapidez, pero mis piernas fallaron y caí de culo en el suelo de nuevo. Un rostro de facciones delicadas, tanto que en primera instancia me pareció una mujer, me veía con una sonrisa burlona en los labios finos. Tenía el cabello corto, pero algunos mechones le caían en la frente; además unas finas trenzas bordeaban cada lado de su cara, estas estaban adornadas con pequeños aros dorados, y lo más importante, era de verde aqua.
No iba vestido como estaba acostumbrada a ver a los saqueadores: tenía pantalones de cuero y unas botas altas, sus brazos iban desnudos y su pecho solo estaba cubierto por algún tipo de blusa translúcida que parecía una malla negra.
—No puedo creer la suerte que tengo —dijo ampliando más su sonrisa, metió sus manos en los bolsillos de sus pantalones y me pregunté como lo había logrado con lo ajustado que se veía—. Pensé que sería mucho más difícil encontrarme contigo, pero veo que la oscuridad atrae oscuridad. —Sus ojos verdes botella brillaron cuando se inclinó un poco hacia mí.
—¿Encontrarme? —inquirí. Traté de sentir que tan lejos nos había traído y pude sentir a los demás en los límites de mi capacidad.
—Sí, algunos de nosotros estábamos cansados de seguir a la casa Amatista —dijo y dio un paso en mi dirección. Yo me paré de un salto y levanté mi mano para darle a entender que no se acercara más. Un extraño hormigueo recorría mi sangre mientras el sujeto seguía teniendo esa extraña mirada sobre mí.
—Lo sé bien, pero no entiendo, ¿por qué me buscabas? —Analicé todas mis posibilidades, él era solo uno, pero era en definitiva más rápido que yo. Podía tratar de atraparlo entre mis plantas, pero ¿Ellas podrían contenerlo? Tenía una daga de cristal, pero ¿Sería capaz de acercarme tanto?
—Queremos unirnos a Shadow, a ti, Abeja Reina. —Estuve a punto de fruncir el ceño ante el nombre que había usado para referirse a mí, pero eso solo le daría una confirmación. Él se detuvo y su sonrisa desapareció. De pronto no estaba delante de mí—. Tú no lo sabes, pero tú y los de mi clase hemos sido más cercanos de lo que te imaginas —susurró en mi oído. Me sobresalté tanto que casi corrí lejos de él. Me volví para verlo con una cara burlona.
—¿Quién te dijo que dejaré que te unas? Y no sé por qué te refieres a mí como Abeja Reina.
—No lo sé, piénsalo. Podemos ser de ayuda —dijo encogiéndose de hombros—. Y creo que te queda bien ese nombre —agregó con una sonrisa burbujeante en sus labios.
—Ustedes estaban haciendo las masacres de este lado —lo acusé.
—Un modo de llamar tu atención —respondió encogiéndose de hombros de nuevo.
—Si se unen ya no podrán hacer eso —dije cruzándome de brazos. Había algo en él que me inquietaba y no solo su extraño acento que sonaba levemente diferente al de los demás saqueadores que había escuchado antes. Tampoco era esa mirada como buscando algo dentro de mí, no, había algo más, algo que hacía que mi sangre cantara de alguna manera.
—Lo sé y la verdad es que eso es lo que buscamos, mi casa se especializa en otras artes.
—Y ¿cómo puedo creerte? —dije mirándolo con fijeza, su sonrisa ya no lucía en su rostro.
Sacó sus manos de sus bolsillos y caminó a mí con paso decidido, todo mi cuerpo quería retroceder, pero me obligué a permanecer firme. Tomó una de mis manos y la llevó a sus labios.
—Mi lealtad está contigo —dijo antes de darme un beso en los nudillos. Sentí un hormigueo algo extraño, como si me conectara a él de una manera invisible. Él se alejó dos pasos—. Si quieres verme solo ve a un lugar oscuro y di mi nombre, Tembris. —Y desapareció de una manera lenta, como si fuera humo, lo último que vi de él fue el guiño que me dedicó.
Tardé unos segundos en reaccionar y salí corriendo, pero estaba demasiado lejos, así que muy a mi pesar usé una manera que para nada me gustaba. Me fusioné con un árbol. Después de sentir como cada parte de mi cuerpo viajaba a una velocidad vertiginosa, pasando de raíz en raíz, aparecí de nuevo en el claro. Todos estaban peleando sus peleas. Mi aparición llamó la atención de todos los que luchaban porque pisé una rama. Los de la casa Ágata desaparecieron al instante, aunque podría jurar que inclinaron un poco la cabeza antes de hacerlo.
—¿Qué rayos ha sucedido? —preguntó Bryan corriendo hasta llegar a mí.
Ya quisiera saberlo yo.
—Me encargué del objetivo —dije, aunque no estaba segura de eso. Todavía debía analizar qué rayos había pasado y para eso debía hablar con Domingo y Lasly, especialmente con esta última que siempre lograba ver cosas que nosotros no.
Cuando llegamos a la guarida el sol casi estaba en su cenit. En la entrada estaba Mike, quien no bien nos vio bajar, salió disparado y abrazó a los gemelos para luego venir a por mí. Argen y Aurum soltaron un pequeño gruñido de protesta, cayeron al suelo y crecieron hasta alcanzar mi cintura, Mike las miró unos segundos y luego se dirigió a mí:
—Parece una eternidad desde que se dejan ver, ¡por la Madre!, creí que no volvería a verlos —dijo tan rápido que hasta yo sentí que me faltaba el aire después de que terminó.
—¡Ey, ey!, más despacio —dijo Rick.
—Que no entendemos ni una pinche madre —agregó Crik.
—Estoy pensando que el problema es esta guarida —escuché como Bryan le susurraba a Omara, pero esta solo estaba pendiente de la mano que él había colocado en su hombro, él siguió la mirada y quitó la mano como si tocara fuego—. Lo siento —dijo con una gran sonrisa inocente. Ella volvió a desviar la mirada al frente—, pero piénsalo, todos los que conocemos de esta guarida son raritos.
—Sí, entonces me imagino que lo tuyo debe ser genético —dijo ella comenzando a caminar. Él lo analizó un segundo antes de fruncir el ceño en su dirección.
—¡Oye! —protestó, pero fue ignorado.
Cuando entramos, Domingo ya bajaba las escaleras.
—¡Flaca, por fin! —exclamó y me levantó del suelo.
—¡Blyana! —se escuchó el chillido de Lasly detrás de Domingo y me tuve que preparar porque sabía que se me iba a tirar encima, casi me caigo, pero la mano de alguien me ayudó a estabilizarme—. Me tenías muy abandonada, ¿por qué tardaste tanto en volver? —Ella comenzó a sollozar mientras me abrazaba con manos y piernas.
—Si me dejas respirar te lo explico —dije casi sin aliento y con una sonrisa en los labios mientras le devolvía el abrazo.
—Lo siento —dijo y se bajó.
—Es bueno que estés de vuelta. —Volví la cara para ver el hermoso rostro de Chris, todavía tenía su mano en mi espalda y me atrajo a él para abrazarme.
—Por fin estás aquí, creí que tendría que emprender una travesía en tu busca —me dijo.
—Hermana. —Me separé y fui al encuentro de Zoe, la extrañaba tanto—. ¿Cómo te vas por tanto tiempo?
—Lo siento.
—Dime que te quedarás —me preguntó escrutándome el rostro, yo desvié la mirada hacia Domingo y su cara me dio a entender que también quería lo mismo.
—Creo que estaré por aquí un tiempo —dije y escuché el chillido de felicidad de Lasly, quien volvió a lanzarse sobre mí. Sonreí y la abracé con fuerza.
Volví a mi habitación acompañada por Zoe y Lasly, quien no se me despegaba ni un segundo. Les conté un poco de lo que había estado haciendo, pero nada muy detallado, ya que se suponía que esas misiones eran un secreto. Nadie más que Domingo, Nikolay y Lasly sabían que yo era la Abeja Reina, la líder de Shadow. Actuaba como si fuera un miembro más que tenía que dar informe a la comandancia, pero la verdad era que yo y Domingo, quien era mi segundo al mando, éramos quienes liderábamos.
Ellas me contaron las novedades de la guarida. Por fin, Zoe había decidido entrar en los entrenamientos, aunque estaba casi segura que la presión de Domingo tenía algo que ver, y también el hecho de que ella participaba en misiones. César se había marchado unos meses después de nosotros y con él, el señor River, del cual no se sabía nada, al igual que de Azel. Yo misma en mis misiones intentaba encontrar algo que me llevara a su paradero, pero era como si hubiera desaparecido y la verdad es que estaba muy preocupada con todo el conflicto que estaba sucediendo.
—Bien, hay otra cosa que debes saber —comenzó a decir Lasly, pero jugaba con sus dedos de forma inquieta.
—¿El qué? —pregunté bajando los últimos escalones para llegar por fin a mi habitación.
—Bueno...
—Zoe, ¿me puedes decir tú? —le pregunté directamente. Mi hermana siempre era directa y decía las cosas sin muchos rodeos, por eso cuando quería una opinión la de ella era la que más tenía en cuenta.
En ese momento me di cuenta de que pasábamos por la habitación de Cless. Era increíble la capacidad de mi mente para crear cosas que no estaban ahí. Lo vi parado en la puerta con su hombro apoyado en el marco y los brazos cruzados dándome una de sus sonrisas, yo también sonreí un poco y Argen y Aurum, quienes estaban sentadas en mis hombros, me abrazaron como si pudieran verlo también.
—Mary volvió —dijo Zoe girando los ojos en medio de un resoplido.
—¿Mary?
—Sí, pero ya está mejor —agregó Lasly apresuradamente.
—Mejor mis pantorrillas —bufó Zoe—. Sí, ya no le dan esos ataques, pero sigue siendo la arpía de siempre.
—No exageres, Zoe.
—No lo estoy haciendo, ya he tenido algunos encontronazos y sé que tú también.
—Bueno, sí, pero...
—Tranquilas, la guarida es lo suficientemente grande para que no me la tenga que topar a cada rato, además saben que yo prefiero siempre estar en esta zona —dije quitándole importancia. Habíamos llegado por fin a la entrada de mi habitación y lo único que quería era darme un largo baño y dormir en mi cama.
—Bueno, la cosa es —comenzó de nuevo Lasly con el nerviosismo.
—Ya, Lasly, di lo que quieras decir —dije. Abrí la puerta y todas nos quedamos paralizadas.
La habitación no estaba vacía. Sobre una de las camas que había puesto en mi habitación, había una chica acorralando a otra, las cuales se reían mientras se besaban. Tardé unos segundos en reconocer de quiénes se trataba. La que estaba arriba se dio cuenta de nuestra llegada y se dejó caer a un lado en la cama, la otra confusa la miró y luego siguió la mirada hasta caer en nosotras.
—H... hola Blyana —me dijo Carol.
—Hola, Carol... Mary. —No supe que más decir. Miré a Zoe y a Lasly y luego volví a mirar a Mary y a Carol sobre la cama—. Bueno, creo que...
—No, nosotras nos vamos —dijo apresuradamente Carol, tomó a Mary de la mano y nos apartamos para dejarlas salir, escuchamos unas risitas a la distancia cuando se marcharon.
—¡Qué rayos! —exclamó Zoe entrando en la habitación.
—Así que por eso la condición de Carol —murmuró Lasly.
Nos miramos todas en silencio unos segundos y luego nos echamos a reír.
—Bueno, yo sabía que a Carol le gustaban las chicas, pero ¿no se supone que Mary fue la ex de Cless? —caviló Lasly dejándose caer en mi cama, me quedé un segundo paralizada por la mención del nombre—. Lo siento —dijo con rapidez al ver mi reacción.
—Tranquila, estoy bien —respondí reanudando el movimiento.
—¿Y qué? ¿Te vas a quedar aquí o vas a ir a otro lado? —preguntó Zoe tomando algunos de los libros que tenía en mi enorme librero—. Aunque creo que las que deben irse son ellas.
—No lo sé, ahora solo quiero darme un baño, comer y dormir —dije dejando la mochila al lado de la cama y dejándome caer al lado de Lasly.
—Por la comida no te preocupes, desde que Chris se enteró de que venías, se apoderó de la cocina y creo que te está preparando la mitad de las provisiones que tenemos en la guarida —dijo Lasly con una sonrisa en el rostro—. Y la verdad no me quejo, tener un poco de tiempo libre es agradable —se estiró y se tumbó conmigo.
Zoe cerró el libro que tenía de golpe haciendo que la miráramos.
—Romeo y Julieta —dijo devolviendo el libro al estante—. Demasiado meloso para mi gusto. —E hizo como si tuviera una arcada, Lasly y yo nos miramos y nos reímos.
—Bueno, creo que lo mejor es terminar de llevar mis cosas a la habitación de... —Tragué saliva tratando de deshacer el nudo de mi garganta—. Cless. —Lasly y Zoe se miraron unos segundos y luego se pusieron a ayudarme a trasladar mis cosas.
🍂🍂🍂
Habían pasado algunos días y era mi cumpleaños, pero un Cless no me diría «feliz cumpleaños», no me haría comer un pastelito salado, no bailaría conmigo, ¿cómo es posible que los recuerdos más dolorosos de una persona son los felices? Me duele recordar su risa, su voz, su olor, la forma que me miraba y me tocaba; la forma en que me comprendía cuando ni yo lo hacía y eso era todo lo que amaba y amo de él. Inconscientemente, tomé uno de los vehículos y terminé en el lago; estaba exactamente como lo recordaba, con la excepción de que faltaba la parte más importante, él.
—Sabes, Cless, estoy triste. Cada vez se me hace más difícil recordar tu sonrisa, tu voz. —Saqué su celular de mi bolsillo, el viejo forro de ese anime de un pirata con sombrero perdiendo su color—. Aunque escucho el mensaje que me dejaste, cada vez es más difícil relacionarlo contigo. Es como si con tu partida también te estuvieras llevando los recuerdos que tengo de ti... no... no me hagas esto... por favor. —Una lágrima bordeó mi mejilla—. Te amo tanto Cless que me destroza sentir que te estoy olvidando y lo más duro es que ya entendí que ni un millón de palabras te traerán de vuelta, lo sé porque lo intenté; tampoco un millón de lágrimas, lo sé, porque ya las lloré.
—Así que aquí estabas. —Levanté la mirada y Lucas estaba ahí. Se sentó a mi lado y apoyó su cabeza en sus rodillas para mirarme; todavía tenía el rostro sin vendas. Había vuelto a tintar su cabello y era rosado en su totalidad, aunque me preguntaba de dónde había sacado el tinte, ya que se estaba volviendo muy difícil conseguir cualquier cosa, principalmente comida y medicinas y no solo por los saqueadores, sino por los saqueos de las propias personas que luchaban a toda costa por sobrevivir.
—¿Cómo me encontraste? —pregunté adquiriendo la misma posición. Argen y Aurum jugaban cerca del agua como dos niños pequeños de unos escasos quince centímetros.
—Hoy es tu cumpleaños —dijo desviando la vista a las dos flores con forma humanoide e inclinó la cabeza con curiosidad.
—Mis hijos, Argen es la azul y Aurum es el rosa; pero eso no responde mi pregunta.
—Cless me contó a qué lugar te iba a traer aquella vez y me imaginé que si no estabas en toda la guarida estarías aquí, así que le dije a alguien que me dejara de paso —dijo volviendo a posar su mirada en mí.
—¿Dónde estuviste todos estos días?
—Misión.
—¡Ah! —Me puse de pie y sacudí la tierra de mi vestido. Llamé a Argen y Aurum. Corrieron hacia mí y me agaché para recogerlos.
—¿Ya te vas?
—Sí, he pasado bastante tiempo aquí —respondí comenzando a caminar hacia el vehículo, la verdad era que no quería compartir ese lugar con nadie y menos con él.
—De acuerdo, vamos.
Nos pusimos en marcha, pero durante el viaje me fijé que Lucas estaba un poco inquieto.
—¿Sucede algo? —pregunté desviando la vista un segundo para mirarlo.
—¿Eh? No, no, todo bien —me dijo, pero sus ojos miraban a todos lados menos a mí.
—Lucas. —Él suspiró ruidosamente.
—De acuerdo. Detén el auto y te digo.
—¿Que detenga el auto? ¿Qué pasa? Dime.
—Detén el auto y te digo —insistió así que eso hice, él se bajó y yo arrugué el entrecejo cuando dio la vuelta y abrió mi puerta—. Baja. —No protesté y lo hice, tenía un mal presentimiento e incluso Argen y Aurum estaban comenzando a inquietarse sobre mis hombros.
—Dime que sucede.
—Respira profundo, no quiero que hagas ningún desastre —dijo sosteniéndome por los brazos.
—Lucas, me estás asustando.
—Sabes que hoy Zoe tenía una misión, muy cerca, era una cosa de nada —comenzó a decir.
—Sí, lo sé. Ella no quería ir y yo le insistí que fuera. ¿Pasó algo? —Mis alarmas se dispararon inmediatamente al ver a dónde se dirigía la conversación.
—Su grupo fue interceptado —contestó con lentitud, analizando mi reacción.
—¿Qué? —dije. Me comenzaba a temblar todo el cuerpo.
—Me enviaron por ti porque ella, bueno ella...
—Habla de una vez. ¿Qué sucedió? ¿Mi hermana está bien?
—Tiene una herida bastante grave. —Eso fue lo único que necesité para dar la vuelta y volver al vehículo, pero Lucas tomó el asiento del conductor y cuando me monté condujo tan rápido como el vehículo se lo permitió.
📎NOTA📎
Holis seres extraplanetarios!!!
Tic tac tic tac ⏳7
Aquí el final del mini maratón, espero que les haya gustado. Muchas me han escrito preguntándome que va a pasar después y pues bueno, solo me falta darle unos pocos retoques al siguiente libro, por lo que es probable que solo este dos o tres semanas sin publicar.
Digamos que este es un libro introductorio y que las cosas se van a poner más locas en el siguiente. Si me siguen en mi tictok de seguro han visto algunos adelantos.
Aquí les dejo otro dibujito, los amodoro, nos vemos el próximo sábado❤
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