Capítulo 63
Los primeros dos meses solo estuve oculta entre el bosque, dando instrucciones desde la distancia, como había hecho mientras estaba en el frente. Descubrí que el comportamiento de las plantas a mi alrededor variaba de acuerdo a mi estado de ánimo, incluso si no intentaba influenciarlas, cosa que me pareció lo más lógico después de analizar los antecedentes. Cuando estaba enojada, ellas actuaban un poco a su voluntad, o más bien, a la voluntad de mi subconsciente; pero cuando me serenaba y pedía exactamente lo que quería, ellas lo hacían.
La verdad es que no era tan complicado. Era como decirle a mi mano que moviera los dedos; ellas eran una extensión de mí, una que había estado dormida por un largo tiempo y que necesitaba mucha más energía para usarla, por lo que usar mis poderes me dejaba agotada casi al borde de la inconsciencia.
Dentro del diario de Cless encontré muchas cosas más, pero no quería recordarlo de esa manera, por lo que solo lo dejé ser. Resultaba que con la roca que se había desprendido del meteorito que me había dado mis poderes, Cless me había hecho una daga. Era semitransparente con unos destellos en su interior, la empuñadura estaba hecha en madera y en el pomo le había tallado una flor dorada, una Blyana como él las había nombrado.
Era inquietante el parecido a la que ya tenía, a la que tenían los saqueadores y me preguntaba cómo había llegado esa daga a las manos de mi madre o mi padre o quien rayos nos hubiera dejado en el orfanato. Como siempre, comencé a sobre pensar las cosas, creando teorías cada una más inverosímil que la otra.
También tenía conmigo su celular donde había una playliste con mi nombre, era la que había puesto el día de mi cumpleaños en el lago. Y, por último, tenía el libro que se le había caído a Crasthor, pero las páginas estaban en blanco, aunque por el estado en el que estaba era como si casi lo hubieran terminado de escribir o leer, por eso me quedé con él. Algo me decía que debía haber una manera de revelar lo que ocultaba ese libro.
Estaba en la computadora revisando los archivos que me habían enviado. Era tan solitario encargarse de todo eso sola, aun cuando estábamos en el frente y en la cabaña, Cless y yo nos las arreglábamos para liderar a Shadow y aunque Domingo era mi segundo al mando, me sentía sola. No solo porque literalmente estaba sola en el bosque, sino porque se suponía que esto lo debía hacer con Cless.
Los siguientes mensajes han sido descifrados bajo la autorización de la comandancia.
Procedencia: desconocida.
Origen: Pavo real.
Destino: Escorpión.
«Hay una mosca sobre el pastel. En la nariz del mono. Solicito un domador».
«El amanecer se acerca»
Procedencia: desconocida.
Origen: Escorpión.
Destino: Pavo real.
«¿Mosca de fruta o mosca ojos rojos?».
«El amanecer se acerca»
Procedencia: desconocida.
Origen: Pavo real.
Destino: Escorpión.
«Ojos rojos. Aquí están los detalles».
«El amanecer se acerca»
Revisé de manera superficial los documentos. Las coordenadas no estaban muy lejos de mí y podría infiltrarme relativamente fácil si hacía las cosas bien.
Procedencia: desconocida.
Origen: Escorpión.
Destino: Pavo real.
«Bien, me haré cargo».
«El amanecer se acerca»
Procedencia: desconocida.
Origen: Pavo real.
Destino: Escorpión.
«No, requiero un domador».
«El amanecer se acerca»
Procedencia: desconocida.
Origen: Escorpión.
Destino: Pavo real.
«Métase en sus asuntos, Pavo real».
«El amanecer se acerca»
Cerré la computadora y me puse en marcha. Era la primera misión que iba a realizar después de meses de iniciar a Shadow, no sé por qué habían decidido llamarnos así si dejábamos el logo por todas partes, pero, en fin. Procedí a vestirme como lo hacía cuando iba a hacer una entrega, con la excepción de que la máscara que usaba hacía alusión a una abeja. ¡Qué días aquellos! Y pensar que me gustaría volver a ellos. Comparado con estos, esos eran días tranquilos.
Me enganché la daga que me había hecho Cless en un cinturón que me había dado Domingo y estaba bastante equipado: desde granadas hasta shurikens, a Cless de seguro le habría encantado. Sacudí mi cabeza y me concentré en lo que estaba haciendo. Coloqué otra daga que le habíamos quitado a los saqueadores entre mis botas, la mía en mi pierna de siempre, tenía un arma en ambos muslos con balas impregnados con la sustancia Alba, al final ese era el nombre que le habíamos dado.
El objetivo estaba en una casa en un vecindario que seguro antes pertenecía a gente promedio. En las afueras había saqueadores cuidando el perímetro con armas en manos. Dos Crimbols estaban durmiendo, o eso parecían, junto a la puerta.
Según la información, el objetivo era un hombre de pelo azul de la casa Zafiro, por lo que tenía que alejarme del agua lo más que pudiera, lo que resultaría complicado, pues yo misma era prácticamente agua, así que el elemento sorpresa era mi única salvación. Estuve tres días entre las sombras, vigilando el movimiento de las hadas, aprendiendo los horarios, quienes eran más propensos a distraerse o a dormirse, viendo la mejor manera de entrar.
Al anochecer del tercer día decidí que la ruta más viable era por la puerta trasera por ser la menos vigilada. No confiaba en subir directo al segundo nivel por si me descubrían desde abajo y el movimiento de las hadas en ese lugar era irregular, así que iría desde abajo abriendo camino.
Al cuarto día entré en el patio de la casa contigua, me oculté tras la cerca blanca y miré la parte trasera; más saqueadores, pero no eran de ninguna casa, por lo que podía dispararles. Me escabullí sigilosa entre el césped demasiado alto, era la hora de comer de los saqueadores, así que muchos estaban distraídos en eso.
Tenía mi arma con silenciador en mi mano, disparé al primero, el cual doblaba la esquina en la que me encontraba. Antes de que cayera lo sujeté. El peso de su enorme cuerpo casi arrastrándome con él, pero lo coloqué con suavidad en el suelo y así, uno tras otro, cayeron hasta que estuve prácticamente frente a la puerta.
Me paré en seco cuando un Crimbol se paró delante de mí. Era casi de mi tamaño y si su altura no me intimidaba, esos colmillos peligrosamente afilados sí que lo hacían y ¡oh misericordia!, las garras de esas enormes patas. Si hacía algún ruido y alertaba a los otros estaba acabada, si no es que antes terminaba siendo el bocadillo de la bestia. Traté de calmarme, ya tenía un plan para los grandullones. Pedí que una flor en especial floreciera delante de él.
Una flor azul en forma de trompeta comenzó a crecer con rapidez, el Crimbol desvió su atención un segundo a la flor y esta se abrió dejando escapar un polvo plateado que causó que el Crimbol cayera en la inconsciencia. El golpe seco que provocó cuando cayó me hizo encorvar los hombros, pero cuando nadie vino por mí, seguí mi camino.
—A dormir, chiquito —murmuré pasando a su lado. Arranqué la flor y la llevé conmigo, en mi mano esta volvió a cerrarse.
Miré con cautela al interior con mi arma en las manos y vi la cocina despejada, seguí un pasillo hasta que estuve cerca de las escaleras.
—¿Te enteraste de que mataron a Sleefa? —le decía un saqueador de pelo amarillo a otro calvo.
—¿Sleefa? ¿La esposa de Crasthor?
—Sí, todo esto es su culpa —dijo pelo amarillo, negando con la cabeza—. Obsidiana siempre ha querido la corona y Crasthor comenzó a atraer a ciertos herus, como si tuviera oportunidad contra el rex, aunque sí es verdad que muchos lo apoyaron cuando el rex sangriento subió al trono. —agregó mirando a los lados, buscando oídos ocultos, obligándome a esconderme—. Todavía recuerdo la masacre del torneo —pude ver como se estremecía mientras decía esas palabras—, pero después de que esa chiquilla lo matara, nuestros herus no saben qué hacer y nos arrastran a nosotros. Estoy cansado de esto.
—Habla más bajo —le pidió calvo acercándose a él—. No muchos saben terrícola, pero Ona sabe lo suficiente.
—No lo menciones —dijo cabello amarillo y escupió, con clara molestia en su cara.
—No sé qué me parece peor: que el príncipe sanguinario gobierne o que, el supuestamente gran y poderoso Crasthor muriera en manos de una muchacha humana. ¡Por las tetas de la madre!, todo esto es una locura.
—Yo no estoy tan seguro de que sea humana, porque sus poderes eran...
Su conversación se vio interrumpida por la granada de humo que había hecho rodar hasta ellos y me lamenté no haberlos escuchado un poco más, pero me estaba quedando sin tiempo. Antes de que dieran contra el suelo, llegué y los sujeté para llevarlos al suelo sin hacer ruido, apretando los dientes ante su peso ¿Qué mierda comían estos neandertales?
Subí con cautela las escaleras y retrocedí rápido al ver otros dos en el pasillo custodiando una puerta donde seguro estaría el objetivo. Pensé un momento. Si utilizaba otra granada el humo se filtraría por la puerta y me delataría, de todas maneras, eso no serviría, eran saqueadores de la casa Ágata. Si les disparaba caería uno, pero el otro anunciaría mi presencia, entonces recordé la flor y lo que me había contado Domingo de la planta con forma humanoide.
Miré la flor en mi mano y cerré los ojos para pedir lo que quería que hiciera. Esta se dividió en dos dando como resultado una flor de color rosado y otra azul. Ambas adquirieron forma humanoide y me vieron con unos ojos negros en su totalidad. Tomé aire y me preparé mentalmente.
La flor azul escaló hasta colocarse en mi hombro y la rosada salió caminando hacia los saqueadores y como no medía más de unos quince centímetros ni se percataron de ella. Salí al pasillo con pasos lánguidos, levanté una mano enguantada para saludarlos moviendo mis dedos de manera juguetona, ya que ellos no podían ver mi cara. Fruncieron el ceño y antes de que pudieran hacer cualquier otra cosa, la flor rosa disipó un polvo dorado que los envolvió por unos segundos.
Cuando llegué donde estaban solo podían mover los ojos, que me miraban con ellos muy abiertos. La flor azul se deslizó por mis brazos y ambas se quedaron en medio de los saqueadores como si fueran unas pequeñas personitas montando guardia. Mis labios se curvaron un poco ante la imagen y decidí que me las quedaría.
—Señores, les sugiero que reconsideren sus lealtades, no los mataré, pero si se vuelven a cruzar en mi camino procuren que sea para seguirme —les dije bajo, desviando mi atención a ellos de nuevo. Abrí con cuidado la puerta.
Dentro estaba un hombre de pelo azul oscuro, su capa era varios tonos más claros y estaba muy tranquilo mirando a través de la ventana, yo levanté el arma esperando terminar con eso rápido.
—Así que tú eres la...
Me comencé a hogar. En mis oídos reverberaba un pitido que me impidió escuchar lo que me decía. Me estaba ahogando, sentía como un líquido obstruía mis vías respiratorias; por más que intentara tomar aire, lo único que sentía era ese líquido invasor. Él se volvió hacia mí y pude ver sus labios moviéndose, pero no escuchaba nada, estaba presa del pánico. Se acercó con lentitud y en sus manos apareció una bola de agua que pronto se transformó en algo más peligroso: un carámbano muy parecido a una daga. No sabía qué hacer. Intenté levantar el arma para dispararle, pero él me la quitó y la arrojó con lo que seguro era una carcajada.
Llevé mis manos a mi garganta tratando de buscar la manera de obtener algo de oxígeno, pronto me desmayaría, claro, si él no enterraba la daga en mi cuerpo primero. Pero comencé a sentir como debajo de mi traje de cuero algo se movía. Cientos de pequeñas plantas parecían estar haciendo una barrera sobre mi piel. Pude por fin volver a respirar una gran bocanada de aire. Entonces, sin dudarlo, saqué la daga y corté su cuello, él dejó caer su daga y se hizo añicos como el trozo de hielo que era.
Lo vi tratando de contener la sangre, pero fui hasta él y utilicé toda mi fuerza para clavarle la daga en el pecho, sin embargo, la armadura no me lo permitió. Tuve que ahogar un grito como pude, pues la fuerza que utilicé hizo que mi mano se resbalara por la hoja de la daga y me cortara la mano. No sé quién estaba más horrorizado al ver que donde mi sangre caía una planta brotaba. Me paré de golpe y miré alrededor, logré vislumbrar una espada hecha de cristal, él también la vio y los dos fuimos por ella. Yo la tomé primero, pero el dolor de la mano no me permitió tomarla con fuerza, lo que él aprovechó para crear otra daga y clavarla en mi brazo.
Gruñí y di un paso atrás. El suelo tenía una capa de pequeños retoños y él seguía quitando las plantas de su pechera a la vez que se sujetaba el cuello. Las plantas se aferraban a él y sus hojas comenzaron a verse marrón y luego rojizas. ¡Oh, infierno ardiente!, estaban drenando su sangre. Sujeté la espada con determinación y fui a por él, dio un paso atrás, pero yo lo alcancé y terminé cortándole la cabeza que rodó hasta chocar contra una pared, pero su cuerpo... su cuerpo ya sin ninguna voluntad fue cubierto por completo por las plantas y pronto hubo un pequeño bulto de hojas rojas y flores carmesí.
Mierda. Nota mental, no derramar mi sangre.
Respiré unos segundos de manera agitada, decidí quedarme con la espada, así que tomé su funda y me la colgué en la espalda. Luego rompí dos trozos de la capa del sujeto y me sujeté las heridas para que mi sangre no hiciera un desastre. Fui a la puerta y cuando asomé la cabeza venían subiendo una docena de saqueadores por el corredor.
—Mierda —mascullé—. Bueno, caballeros, fue un placer trabajar con ustedes —les dije y volví a cerrar la puerta, pero sabía que eso no serviría de mucho, ya me comenzaba a sentir agotada por el uso de esa pequeña cantidad de mi poder, joder. Fui a la ventana y miré hacia abajo, estaba en la segunda planta y si me lanzaba desde ahí seguro que me rompía una pierna—. Mierda —volví a maldecir.
Miré de nuevo a la puerta, las pequeñas flores se acercaban a mí casi corriendo, me agaché y las tomé para ponerlas en mis hombros, luego miré afuera, había un árbol, estaba un poco lejos, pero tenía una idea.
—Ven, por favor, ven. —Y una de las ramas comenzó a acercarse con lentitud, jodidamente lento, pero unos minutos antes de que derribaran la puerta me agarré a la rama y cuando los saqueadores entraron estaba saliendo por la ventana.
Uno gritó algo, lo que supuse que sería mi posición. Escuché como sus pasos llegaban a la ventana, también escuché varios gritos, algunos que ya había identificado como maldiciones de mi estancia con Zwodder y en el campo de batalla. El primero sacó su arma y comenzó a disparar, así que me abracé como pude al árbol moviéndome de su punto de alcance. El árbol se ahuecó y terminé literalmente dentro de él. Solté un gritito de sorpresa porque eso era nuevo.
El saqueador volvió a gritar. Pensé que el hecho de que tuvieran que bajar por las escaleras para llegar a mí me daría tiempo para salir y escapar, pero no. Los escuché como se tiraban y aterrizaban para luego comenzar a golpear y a dispararle al árbol, solté otro improperio y comencé a ver como pequeñas franjas de luz comenzaban a asomarse a través del tronco del árbol.
Coloqué las manos en mi rostro, esperando lo peor y deseando estar lejos de ese lugar. Iba a morir, después de todo iba... sentí como el interior del árbol se pegaba a mí y nos fusionábamos. En un momento no sabía que me asustaba más: si los saqueadores o que el árbol estuviese intentando devorarme, pero confiaba en las plantas. Ellas eran mis amigas, siempre me ayudaban, así que me acerqué más a él, dejando que esos pequeños zarcillos se envolvieran en mis muñecas, mi cintura y cuello.
Cerré los ojos y sentí como cada parte de mi ser se separaba, quedando dispersa para viajar a una velocidad vertiginosa mientras era halada en todas las direcciones. Luego de unos segundos sentí lo opuesto: una fuerza que no comprendía me amasaba tratando de volver a formar de nuevo. Una luz en mis ojos me hizo abrirlos, tenía unas náuseas terribles, pero traté de contenerlas. Estaba del otro lado de la cerca, frente a otro árbol, mientras veía como los saqueadores abrían el árbol y no encontraban nada. Uno me vio. Era uno de los que había paralizado en la puerta, pensé que le diría a los demás, pero en vez de eso hizo una leve inclinación de la cabeza y miró a otro lado. Yo me eché a correr hasta que llegué al jeep, vomité a su lado, mis piernas temblando y mi cabeza dando vueltas ¿Qué mierda había sido eso?
El cansancio comenzaba a calar en mis huesos como si me hubieran drenado, pero tenía que irme, así que me monté y conduje lo más rápido que pude. Cuando me detuve todo se volvió negro.
🍂🍂🍂
Los siguientes mensajes han sido descifrados bajo la autorización de la comandancia.
Procedencia: desconocida.
Origen: Escorpión.
Destino: Pavo real.
«Mosca domada. Proceda a la captura de los animales».
«El amanecer se acerca»
Procedencia: desconocida.
Origen: Pavo real.
Destino: Escorpión.
«¿El domador obtuvo alguna lesión?».
«El amanecer se acerca»
Procedencia: desconocida.
Origen: Pavo real.
Destino: Escorpión.
«Ya le dije que se meta en sus asuntos, Pavo real».
«El amanecer se acerca»
📎NOTA📎
Holis seres extraplanetarios!!!!
Herus son poseedores de tierra en Zowon. En la escala social de los saqueadores (Zintes) están en el tercer nivel, por lo que tienen gran poder y poseen su propio ejército.
Por otro lado, Rex es el título que ostenta Zwodder, para simplificar las cosas se podría decir que es el rey, pero cuando veamos más a Zowon y su gente, notarán la diferencia.
Creo que eso es todo. Gracias como siempre por su apoyo, no saben lo feliz que me hace leer sus comentarios❤
Por cada ⭐ que reciba este capítulo, una persona cumple su sueño.
Nos vemos el próximo sábado❤
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