Capítulo 5
Me dirigí a la enorme pantalla, aun con mi cuerpo tenso por el coraje que acababa de pasar. La encendí y en ella se mostraba un mapa; el mismo que había visto de camino a la guarida. Respiré hondo, no quería que Chris me viera así, pero ¡caramba!, ni en la situación crítica que se nos venía encima podían mantener la compostura.
—Bien, esto es lo que sucede. Ellos están en la primera fase de limpieza —comencé a explicar.
—Limpieza —repitió Chris, acomodándose en el sofá al lado de Zoe.
—Sí, es algo así como limpiar las partes más visibles, que en este caso son las grandes ciudades.
—Pero, Enpher es una gran ciudad —dijo Zoe como si hubiéramos olvidado eso.
—Sí, pero estamos lo suficientemente lejos para que no lleguen aquí, además si miran detenidamente el mapa. —Comencé a apuntar unas zonas en el mapa—. Ellos no están perturbando la naturaleza, lo que me hace sospechar que solo quieren nuestros recursos.
—O sea, que sí estamos a salvo aquí —dijo Chris, tratando de comprender lo que decía.
—Por ahora —comentó Cless—. Ya contacté a las personas de la lista que me enviaste por correo y solo tres no me han respondido —dijo para mí. Lo miré, asentí y continué hablando.
—Yo sigo pensando que debemos contactar con mis padres —opinó Azel cruzándose de brazos.
—Sí, pero tendríamos que movernos y no valdría la pena, de verdad estamos seguros aquí por ahora —contradije—. Lo que sí es que debemos hacer algo, por eso, por el momento estaremos aceptando personas y analizaremos los movimientos de los alienígenas, recopilando información para saber sus debilidades y esas cosas.
—Y ¿Qué es eso de la lista? —preguntó Zoe.
—Son nuestros clientes, nos vamos a preparar para montar una resistencia —respondió Cless.
—Espera ¿Qué? ¿Estás hablando de que vamos a pelear? —la pregunta de Chris puso en alerta a los demás.
—Y ¿Qué esperabas? ¿Qué nos fuéramos a dormir y dejar que ellos tomen el planeta?, aunque no esperaría menos de un cobarde como tú —dijo Cless con su típica cara de pocos amigos moviéndose suavemente en la silla giratoria.
—¿Quieres ver qué tan cobarde soy? —Chris volvió a ponerse de pie con los puños cerrados.
—Por favor, no comiencen de nuevo —suplicó Zoe y tomó a Chris del brazo, este la miró y volvió a sentarse, pero aun dándole a Cless una mirada asesina.
—Claro que no pienso que debemos quedarnos sin hacer nada, pero para eso está el gobierno, nosotros...
—No seas idiota... —comenzó a decir Cless.
—¡Ya, Cless! —lo reprendí—. Pero, así es Chris, debemos pelear, obviamente no todos vamos a salir a pelear ahora mismo, eso sería muy estúpido porque antes deberíamos aprender algo de defensa, pero sí, debemos y vamos a pelear. —En eso volví mi mirada a Azel, quien comenzó a hablar.
—Y ¿Se puede saber quiénes exactamente son esas personas con las que vamos a ir a pelear o lo que sea? —inquirió Azel arqueando una ceja.
—Policías, médicos, políticos, narcos, millonarios e incluso uno que otro presidente de algún país. —Se podía ver la cara de arrogancia de Cless. Nuestras identidades estaban ocultas, pero era cierto que nos habíamos hecho de una gran reputación y con ella: clientela.
—Ya deja de alardear. —giré los ojos ante la manera de hablar de Cless—. Pero sí, nosotros tenemos una de las redes más grandes en suministro de datos, dispositivos electrónicos y plantas exóticas con propiedades algo especiales. —Forcé una risa porque debido a las caras que estaban poniendo me di cuenta de que era mucho que procesar para ellos y esoque no mencioné que dirigíamos un grupo de mercenarios y sicarios querealizaban ciertos encargos para nosotros.
Hace unas horas, para ellos, Cless y yo solo éramos los amigos que conocían desde que eran pequeños y ahora resultaba que estábamos metidos en cosas ilegales. Debían sentirse como Harry Potter cuando le dijeron que era un mago, enterarte de que siempre ha estado otro mundo delante de tus narices, es asombroso y aterrador en igual medida y más si está ligado de alguna manera a ti.
—Entonces cuando hablabas con tanta seguridad de mis estudios... —comenzó a decir Zoe con la mirada en el vacío para sus adentros.
—Sí, era porque estaba segura de tener una forma de conseguir el dinero —le respondí.
Si supieras hermanita todo lo que tenía planeado para nosotras.
Pero eso no era de algo de lo que quisiera hablar, porque tendría que tocar temas que prefería mantener en los más profundos recovecos de mi mente.
—Por cierto, ¿En medio de una invasión ovni te arreglas tanto? —dijo Cless mientras se acercaba y me olía, luego me miró a los ojos con picardía—. Y hasta te bañas en perfume. —Y puso la cara más burlona que te puedas imaginar.
Lo hacía a propósito, quería dejarme como tonta delante de Chris; le encantaba burlarse de mí.
Lo miré y esbocé una sonrisa pícara, él ya sabía lo que venía. Me le enganché al cuello y le dije:
—Para ti mi amorcito. —Y traté de besarlo, pero él se apartó de mí rápidamente. Me eché a reír. A veces le seguía el juego pícaro y cuando hacía eso él no podía conmigo. Esa era la manera que había encontrado para librarme de él.
Luego de ese momento de juegos volvimos a nuestra actitud seria.
—Los datos están casi descargados. Por cierto, el señor Peter me contactó diciendo que siempre sí va a enviar por la entrega —me informó Cless.
—Me lo imaginé, ese hombre no puede vivir sin su «té» —cuando dije esa última palabra hice una señal de comillas con mis dedos y solté una pequeña risilla—. Bueno, iré a preparar la entrega —dije y me encaminé hacia la puerta.
—Okay, yo les asignaré habitaciones y les diré sus deberes —dijo Cless para los demás y me siguió.
—¡Ah!, es obvio que no pueden decir nada acerca de lo que pasa en este lugar, nadie sabe que nosotros somos los encargados y mucho menos han visto nuestros rostros, por lo que este lugar solo será un refugio del gobierno y estamos ayudando. Ya Cless les dirá los lugares prohibidos —dijededicándoles una leve sonrisa con una mano en el marco de la puerta antes desalir.
Los miré a cada uno de manera detallada, esperaba que todos pudiéramos salir bien de todo el caos que se nos venía encima.
Después de eso me cambié. Me coloqué unas botas militares, unos pantalones de mezclilla negros, una sudadera del mismo color y una chaqueta de cuero, además de unos guantes. El objetivo era que no se pudiera ver absolutamente nada de mí. Hice una trenza con mi cabello y luego la recogí. Me puse una máscara blanca que tenía unas pequeñas flores en la parte superior y por último la capucha de la sudadera para ocultar mi cabello.
Tomé la mochila con la mercancía y me dirigí al punto de encuentro estipulado por nosotros. Estaba dentro del bosque y para llegar podía hacerlo directamente por el bosque o por unos túneles que estaban en el huerto y ese día la elección más sensata eran los túneles, aunque tuviera que caminar casi en completa penumbra por el angosto lugar.
Al llegar al destino esperé unos cinco minutos hasta que la persona encargada de recoger la mercancía llegara. Esos bosques eran como mi jardín de infancia, cada vez que me sucedía algo malo en el orfanato o en la escuela corría a ellos a refugiarme y por eso me dediqué durante un tiempo a estudiar la flora que en él crecía, razón por la cual sabía cuan peligroso podía llegar a ser.
Por fin llegó la persona de la entrega y nos quedamos a unos cincuenta pasos. Lo normal era que él colocara el dinero, se alejara y luego yo fuera a recoger el dinero y dejara la mercancía. Él se acercó, dejó el dinero y se alejó. Llegó mi turno y procedí a hacer mi parte, pero cuando tomé el dinero en mis manos para entrarlo en la mochila, sentí que algo no andaba bien y como sospeché cuando volví a mirar al hombre, este me estaba apuntando con un arma.
¡Genial!, esto era lo que nos faltaba.
—Me imagino que eres nuevo en esto —dije con la mayor serenidad que podía, pero eso era serio. Él no era el encargado de recoger la mercancía, ese seguro estaba muerto, pues, cuando tomé el dinero había una pequeña mancha roja y en el mundo en el que estaba había visto demasiada sangre para no reconocerla; aun a mi corta edad. Además, el paquete estaba más maltratado de lo usual, como si hubieran forcejeado para quitárselo a alguien. Con todos estos factores reunidos, para mí, era obvio que era un interceptor—. Las reglas son claras, nada de armas —dije eso con una voz monótona, pero en mi cabeza estaba analizando cómo iba a salir de eso porque ya me habían disparado y no era nada deliciosa la sensación de la bala atravesando tu carne; aunque esa vez tuve suerte y solo fue un rozón, pero no quería vivir la experiencia completa.
—Deja la mochila en ese lugar y aléjate. —En su mano el arma temblaba, eso me hacía pensar que probablemente era la primera vez que hacía algo como esto.
Yo no hice nada, lo que provocó que él disparara y por instinto me agaché y llevé mis manos a mis oídos para cubrirlos.
—Te dije que dejes la mochila en el suelo y te alejes —dijo más firme.
Me levanté lentamente y comencé a quitarme la mochila. En un momento un ave salió volando del lado izquierdo. Eso lo distrajo lo suficiente para que yo saliera disparada al lado opuesto. Escuché al hombre detrás de mí gritando que me detuviera o me dispararía, pero no lo hice; corría entre los árboles, brincando algunos troncos caídos, sorteando ramas, tomando impulso de ramas cuando giraba bruscamente a la derecha, luego a la izquierda; a mi espalda podía escucharlo caer y levantarse. Yo prácticamente volaba por el lugar como si las plantas me abrieran camino y a él se lo cerraran. Cuando escuché varios disparos me detuve en seco y me volteé rápidamente para estar frente a él.
Solo un poco más, pensé.
—Por favor, me matarán si no llevo el dinero —mentí y di unos pasos cuidadosos hacia atrás, uno detrás del otro, teniendo cuidado de donde pisaba. Ese bosque era peligroso, no entendía como el gobierno no había prohibido el acceso a él. Desde plantas venenosas, animales salvajes y la facilidad con la que te podías perder entre el verde y el marrón de los árboles, pero en ese momento el conocimiento de eso era mi única ventaja.
—¡Eso no me importa, deja la maldita mochila en el suelo y retrocede! —dijo con una voz colérica y agitando el arma hacia mí.
Como odio que nos hablen así.
—De acuerdo, pero... —Volvió a disparar y esta vez pude sentir la bala pasar muy cerca de mi rostro. Fingí un sollozo, bajé lentamente la mochila en el suelo y retrocedí.
¿Ahora te crees actriz?
Cállate y observa.
Él se acercó a grandes zancadas a la mochila, pero antes de llegar a ella, cayó en un agujero lo suficientemente profundo para cubrir a tres hombres uno encima del otro. Se podían escuchar los gritos en el fondo, los gruñidos de dolor. Me acerqué lentamente, recogí la mochila y me acerqué a la orilla lo preciso para que me escuchara, pero no para que pudiera dispararme.
—¿Sabes una cosa?, odio que me amenacen y más aún que rompan las reglas —dije con una voz seria mientras buscaba algo en el bolsillo de mi pantalón.
—¡Sácame de aquí, maldita mocosa! Espera que salga de aquí, ¡te mataré! —demandaba y amenazaba.
Cariño, es obvio que alguien morirá aquí y ten por seguro que no seremos nosotras.
—También odio la forma en la que me hablas, no es nada educado de tu parte. —En mi mano tenía una bolsita transparente que tenía un polvo blanco proveniente de la planta de cicuta que tenía en mi huerto, estaba un poquito modificada genéticamente para que sus efectos se propagaran sin necesidad de ser ingerida. Me agaché, abrí la bolsita y dejé caer su contenido en el agujero.
—¿Qué diablos es esto? —lo escuché decir.
Estornudó varias veces.
Tosió sin control.
Se escuchó el sonido de un líquido derramarse.
Un golpe seco y luego nada.
Me levanté aun mirando el agujero con una cara seria—. Imbécil. —Recogí algunas ramas y las coloqué sobre el agujero para cubrirlo imitando como estaba antes.
Game over.
Cuando estuve de vuelta en la guarida fui al cuarto donde guardábamos una parte del dinero. Para mí era muy tedioso hacer ese procedimiento, por eso la mayoría de las veces dejaba que Cless lo hiciera, pero de seguro estaba ocupado. Cuando giré para estar frente a la puerta de lo que básicamente era nuestra caja fuerte, él estaba ahí, pegado a la pared, con un pie apoyado a la misma, los brazos cruzados sobre su pecho y moviendo la cabeza adelante y atrás en un movimiento suave seguido por su pelo. Estaba escuchando música. Me quedé viéndolo unos segundos. Bajo esa tenue luz blanca y con la calma que emanaba se veía muy bien. Tenía unos auriculares inalámbricos y el cabello todo alborotado, sus labios se movían tarareando una canción, por un momento me pregunté a qué sabrían...
—¿Te quedarás la tarde entera mirándome? —dijo aún con los ojos cerrados. Yo sacudí mi cabeza para alejar ese estúpido pensamiento.
—¿Qué haces aquí?, creí que ibas a estar recolectando los datos. —Me acerqué. Me quité la mochila y la dejé en el suelo, sobre esta dejé caer los guantes que antes me había quitado junto con la máscara.
—Eso hago. —Movió su teléfono en su mano izquierda y con la derecha me quitó la capucha.
—¡Oye! —reclamé.
—¿Sucedió algo?, tardaste más de lo normal —preguntó y me apretó la mejilla provocando una mueca de mi parte.
—Código 4. —dirigí mi mano al panel de identificación para abrir la puerta.
—¿Qué?, hace mucho que no sucedía eso, lo...
—No, me molestó mucho, así que lo maté —dije sin expresión alguna. Con mi historial no valía la pena llorar, o bueno, no en ese momento. Aunque los recordaba a cada uno...
—¿De verdad vas a ir por ahí matando a todos los que te molestan? —dijo como si ya no hubiera remedio conmigo.
Y es que no lo hay.
—Este tenía un arma y ... —No pude terminar lo que iba a decir por qué Cless me tomó de los hombros para examinarme.
—¿Estás bien? ¿No te hizo nada? —Veía sus labios aun moviéndose, sabía que estaba hablando, pero no lo escuchaba, solo me quedé mirando sus labios, rosados, carnosos... todo comenzaba a moverse en cámara lenta. Suolor me envolvía como pequeñas hadas con alas lumínicas dansando a mialrededor, tan mágico, tan adsorvente—. ¡Oye! ¿Qué te pasa? —Me movió para que reaccionara y solo logré emitir:
—¿Eh? —Él me miró con una mirada pícara.
—¿Qué sucede? ¿Quieres besarme? —E hizo una sonrisa de lado mientras elevaba sus cejas repetidas veces.
Me desperté de mi viaje astral y reaccioné igual que él. Lo tomé de la cintura y lo pegué a mí.
—Siempre mi amorcito. —Y puse boca de pato. Él entrecerró los ojos y frunció el ceño.
—¿Estás drogada? —me preguntó serio. En ese momento analicé como me sentía, las cosas se veían extrañas, como si el mundo diera vuelta y entonces recordé una planta, una planta con la que choqué en el camino, cuando ya no tenía los guantes, oh mierda. Siempre era cuidadosa, pero con todo lo que estaba pasando mi mente estaba un poco en el aire.
—Mierda, creo que sí, toqué la planta de flores blancas —le dije algo avergonzada. Ya teníamos historia con esa planta, de hecho, mi primer beso había sucedido bajo el efecto de ella y precisamente con Cless.
¿Tu primer beso...?
Mi primer beso.
—Déjame ver. —Él comenzó a buscar algún rasguño en mí y efectivamente lo encontró, en mi mano izquierda, casi imperceptible, pero ahí estaba, la entrada de los agentes alucinógenos a mi cuerpo—. Mejor te llevo a mi habitación, no vaya a ser que te pongas como la otra vez. —Giró los ojos y me dio un empujoncito para que comenzara a caminar, pero ya era tarde, estaba en la segunda fase.
Me puse a reír como loca y me abalancé sobre él.
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