Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 40

Blyana

No quería salir de la habitación; no quería encontrarme con él. A pesar de que trataba de mantener ese recuerdo en los más profundos recovecos de mi cabeza: ese reloj, ese perfume; seguían grabados aparentemente en fuego en ella. Mi cerebro no me permitía enviar: el tic, tic, tic de ese reloj a las fauces de mi memoria.

Durante mucho tiempo he vivido con mil infiernos dentro de mí, y aun así, cada día encontraba fuerzas para combatirlos, pero en ese momento estaba tan cansada.

Hubo un tiempo donde fui capaz de bloquearlo... de bloquearlo todo y solo un leve zumbido me atormentaba o las pesadillas que se entremezclaban y retorcían con cosas peores, me decían que algo muy muy malo me había pasado. Pero en ese momento... en ese momento el zumbido se había convertido en gritos y arañazos en mi cabeza, y las pesadillas en un ente vivo que solo esperaba que colocara la cabeza sobre la almohada para lanzarse sobre mí.

Es horrible, de verdad que es horrible querer estar en cualquier parte menos en tu propia cabeza.

Cless me sugirió que fuéramos a otro lado, pero debíamos hacer cosas ahí, era la única manera de que todos los que me eran queridos estuvieran a salvo.

«Puedes soportarlo un poco más» me dije; de todas maneras, hay un momento en el que dejas de sentir cuando estás entre las llamas. Lo que me preguntaba era hasta cuándo podría aguantar sin ser consumida por ellas completamente.

—Debes salir, aunque sea al huerto —me repitió Cless como por quinta vez, parado al lado de la cama.

—Déjame, solo quiero estar aquí. Mejor cántame una canción para que me duerma —le pedí y me acurruqué entre las sábanas tibias y que olían a él.

—¿Y quién se supone que se va a hacer cargo de esa bestia que tienes en el huerto? No podemos sacar comida por su culpa —me dijo, ahora tratando de sacarme las sábanas.

—¡Deja, Cless! —dije tirando de las sábanas a su vez—. Él no les hará nada si no lo provocan. —Él terminó quitándomelas, así que, me rendí y coloqué la almohada sobre mi cabeza.

—Vamos, por favor. Llevas cuatro días encerrada —me dijo suave acariciando mi brazo, pero al ver que no le funcionaba, cambió de táctica—. Ok, si no sales te sacaré a la fuerza y sabes que lo haré, Blyana —me dijo, ahora en tono autoritario.

Tonito que nos encantaba.

—Está bien —dije pataleando—. ¡Cómo jodas! —Y salí de la cama—. ¿Feliz? Pero solo al huerto —dije y él se levantó conmigo y me ofreció una de sus sonrisas secretas.

—Perfecto, vamos.

Fuimos al huerto y, efectivamente, Cruster no dejaba que nadie entrara, por lo que tuve que hablar muy seriamente con él. Nos sentamos debajo del árbol de mango y agradecí que Cless hubiera insistido tanto en sacarme. Estar ahí me hacía sentir mucho mejor.

—¿Cómo te sientes? —me preguntó después de unos minutos de silencio.

—Mucho mejor, gracias —le respondí y recargué mi cabeza en su hombro.

—Bien.

Volvimos a quedarnos en silencio, pero era un silencio cómodo. Cless y yo teníamos ese tipo de relación, no necesitábamos decir nada para comunicarnos, para entendernos.

—Sé que no quieres irte y sé la razón, pero creo que si nos vamos por dos días estaría bien. No te hace bien estar encerrada y menos aquí. —Él no me miraba, su vista estaba en la pequeña porción del cielo rojizo que se veía a través del cráter que estaba muy por encima de nuestras cabezas.

—No quiero dejarla sola, y aunque no la he visto mucho desde que llegué, sé que estamos en el mismo lugar y que está a salvo. —Él tomó mi mano entre las suyas y yo busqué más su calor—. Solo... solo dame tiempo. Volveré a ser la misma.

—No quiero la máscara que le muestras a los demás. Te quiero a ti, a la verdadera tú.

A pesar de que el cielo se veía hermoso, yo prefería mantener mi atención en Cless; en nuestras manos unidas. Que estuviera a mi lado, me hacía sentir segura. Desde pequeña él siempre había estado junto a mí y me seguía en cada locura que se me ocurría. Debía dar gracias al universo o a lo que fuera que había permitido que Cless fuera mi ancla en esa tormenta en puerto que era mi vida, no hubiera podido pedir un mejor cómplice para esta travesía.

A veces me sentía horrible por haberlo arrastrado a mi remolino de calamidades, pero de alguna manera yo también había terminado en su laberinto; ambos éramos un tormentoso laberinto. Así que a pesar de que nuestras vidas eran una basura, ambos aprendimos a reciclar algunas cosas y convertirlas en risas. La verdad era que me podía imaginar miles de escenarios, miles de vidas, miles de futuros, presentes y pasados, pero algo era seguro en ellos: Cless siempre estaba ahí.

—Ella estará bien —continuó al ver que yo guardaba silencio—. La que me preocupa que no salga de esto eres tú. Sé que quieres protegerla, pero si no puedes protegerte ni a ti misma, ¿cómo planeas hacerlo con los demás? Y sabes que me refiero a que esto solo está comenzando. —Esa vez toda su atención recaía sobre mí y por un momento quise que siempre fuera así.

—De acuerdo, puede que tengas razón —dije girando los ojos solo para no darle la razón por completo. Me miraba de una manera intensa y aún no me acostumbraba al pearcing que tenía en la ceja derecha. La verdad, me gustaba, le hacía ver aún más sexy de lo que era.

—Solo quiero que estés bien, Blyana. —Una de sus manos se colocó en mi mejilla y me hizo estremecer, pero, al mismo tiempo, me hizo sentir que todo estaría bien.

¿Cómo? No lo sabía, pero sabía que de alguna manera saldríamos de esto.

Nos quedamos mirando unos segundos, el tiempo deteniéndose a nuestro alrededor. Sus ojos iban de mis ojos a mis labios y los míos hacían lo mismo; todo a mi alrededor desapareció y solo quedó él... él y solo él. Un impulso me hizo cerrar un poco los ojos cuando vi que se acercaba lentamente hacia mí. Su olor envolviéndome como un manto suave y protector. La sangre corría como un río de lava, caudaloso por mis venas; mi corazón latía como un tambor y me comenzó a hormiguear todo el cuerpo. Estaba tan cerca... casi podía sentir su aliento sobre mis labios...

—¿Cless? ¿Estás ahí? —La voz de Lucas, proveniente de la entrada del huerto, reverberó por todo el lugar y nos separamos de golpe—. ¿Dónde rayo se habrá metido? —lo escuchamos decir para sí. Yo oculté mi cara que debía estar más que roja.

¿Qué diablos se supone que iba a hacer?

—Quedémonos callados, de seguro se va —me susurró Cless al oído provocando que todos los vellos de mi cuerpo se erizaran. Tenía una sonrisita coqueta en sus labios. Pero, cobarde yo, no podía enfrentar lo que estuvimos a punto de hacer, ni siquiera quería pensar en el trasfondo de la situación.

—No, puede ser algo importante —le dije—. ¡Está aquí, Lucas! —le grité a Lucas.

—¿De verdad? —giró los ojos mientras se alejaba de mí por completo. ¿Me sentí decepcionada de su lejanía? Sí, pero yo misma me lo había buscado.

—¡Por fin te encuentro!, te necesitan urgentemente en la sala de reuniones. —gritó Lucas aún desde la entrada.

—¡Lucas, puedes entrar, Cruster no está! —le grité a su vez.

—¿Blyana, eres tú? —escuchamos sus pasos y luego de unos pocos segundos la figura de Lucas estuvo delante de nosotros: un poco encorvado, con su sudadera negra y cubierto de pies a cabeza de vendas—. Por fin sales, ya me estaba preocupando —dijo rascando su nuca.

—Ya vuelvo —me dijo Cless, pero antes de irse me apretó una mejilla.

—¡Oye! —me quejé, aunque en mis labios se curvaron de manera involuntaria—. Me traes algo de comer cuando vuelvas —le dije dándole una sonrisa de angelito.

—No soy tu sirviente, Blyana —me dijo sin mirarme.

—Sabes que lo eres. —Y me sacó el dedo corazón mientras se perdía de camino a la sala de reuniones, entre risas—. ¿Y cómo está todo allá arriba, superhombre? —le pregunté a Lucas cuando se sentó del lado opuesto al que había estado Cless.

—Creo que no tan feas como han estado por estos lares —me dijo dándome una mirada escrutadora.

—Digamos que estoy un poco mejor ahora.

—Y se puede saber ¿Qué es lo que te tiene así? —Se giró por completo hacia mí para poder verme mejor—. No es solo por lo que pasó cuando estuviste lejos. —Él colocó una mano sobre las mías—. Sabes que puedes confiar en mí.

—Eso, no para nada —dije de una manera tan relajada que hasta a mí me sorprendió.

Querida Blyana, tú sabes muy bien que no la pasaste para nada mal con Zwodder, excepto por las últimas semanas y esa no fue culpa exactamente de él.

—¿Tienes algo que decirme? —Él tenía una mirada inquisitiva sobre mí. Aunque sus palabras no me juzgaban.

—Bueno, como te explico... —Y terminé contándole todo y cuando digo todo, es todo menos lo de las pesadillas y lo relacionado con ellas. Eso era algo que no me atrevía a compartir con nadie más que con Cless y Lasly, por el momento.

—En pocas palabras te sientes atraída por ese tal Zwodder —me dijo con un tono incrédulo cuando terminé de decirle todo.

—No digas eso. —Llevé mis manos a su boca para taparla—. Suena terrible cuando lo dices en voz alta. —Él quitó mis manos con una sonrisita en los labios.

—Pero, ¿y Chris?

—¡Ay!, ya no sé ni lo que siento. —Me revolví el cabello con la esperanza de que así pudiera pensar más claro.

—Déjame ver si entendí. Chris es el chico que te gusta desde los ¿qué? ¿Diez? Pero durante el tiempo que estuviste con Zwodder no te desagradó, y después de lo que te hizo ese maldito de James, el único que te ayuda a dormir es Cless; por eso, desde que llegaste duermes en su cuarto, por lo que asumiré que también sientes algo por él. —Murmuraba dubitativamente para él mismo, mientras yo seguía arrancando uno que otro pelo de mi cabeza, pero al escuchar esa última parte me detuve en seco.

—¿Cómo rayos sabes eso? —inquirí, mi tono más filoso del que quería utilizar.

—¿Eh? Pero si me lo acabas de contar —dijo confuso.

—Yo no te he dicho nada del señor James —espeté con el ceño fruncido.

—¡Ah! Eso. —Él se puso nervioso y comenzó a pasar una mano por su nuca—. Bueno... es que...

—Habla de una vez Lucas. ¿Cómo sabes eso? —demandé un poco alterada.

—Lo escuché —dijo de golpe—. El día que pasaste casi corriendo por mi lado y luego vi como Cless te seguía, me asusté y pensé que algo te había sucedido, así que los seguí y escuché lo quehablaron.

—¡Nos estabas espiando! —dije aún más enojada.

—No fue mi intención, de verdad, pero me quedé impactado y para cuando reaccioné había escuchado de más —me dijo tratando de sostener mis manos para que me calmara, pero yo me alejé.

—Espera, ¿la persona que le dio unos golpes al señor James fuiste tú? —Yo no había salido, pero Lasly había venido a mi habitación todos los días y se le había escapado esa información, pero no me había querido decir quién lo había hecho y yo preferí no saber nada más de eso, por obvias razones.

—Es que no me pude contener, lo siento —dijo bajando la cabeza. Me quedé mirándolo unos minutos y al final tomé un largo respiro. Ya no podía hacer nada.

—De acuerdo, de acuerdo, pero...

—Sí, no lo volveré a hacer —concluyó por mí.

—No le digas a nadie lo que escuchaste —le pedí sin mirarlo.

—Claro que no lo iba a hacer. —Nos quedamos unos segundos sumidos en un silencio muy incómodo.

Al principio había querido que Cless nunca se enterara, pero después que todo salió a la luz sentí un poco de alivio. No estaba sola. Ahora él entendería por qué debía proteger a mi hermana. Y con Lasly... las palabras simplemente salieron. Fue más fácil con ella, de alguna manera ella comprendió esa parte donde me sentía sucia y sin valor mucho mejor que Cless. No me dijo que me sentiría mejor con el tiempo, no amenazó destruir el mundo por lo que me habían hecho, no, hizo exactamente lo que necesitaba: estuvo ahí, me sostuvo hasta que dejé de llorar y luego me peinó el cabello y estuvo conmigo hasta que me dormí. Pero con Lucas... a pesar de todo, no me sentía tan cerca para decir una sola palabra sobre el tema.

—Cless quiere sacarme de aquí por unos días —dije rompiendo el silencio espeso que seguía entre nosotros.

—¿Y tú qué quieres? —dijo él tratando de buscar mi mirada.

—La verdad es que siento que me estoy ahogando aquí, pero no quiero dejar a Zoe sola y menos con él —confesé abrazando mis rodillas. Sentía las lágrimas golpeando detrás de mis ojos.

—Pues ve, la verdad es que no te ves... —Él atrapó una de mis manos entre las suyas—. Yo la cuidaré. Te lo prometo. Protegeré a todos mientras no estés.

—Pero...

—Debes recuperarte. Tú misma lo has dicho: cuando la barrera sea colocada las cosas se pondrán mucho peores. Debes sanar para poder proteger a tus seres queridos —me dijo y supe que tenía razón. En mi condición debía protegerme a mí misma para poder sobrevivir a todo lo que pronto sucedería.

—Tienes razón, saldré —le dije y me puse de pie de un salto. Él imitó mi acción—. Los dejo en tus manos.

—Es una promesa —dijo en medio de una sonrisa.

Yo di la vuelta haciendo que mi vestido bailara en el aire y salí del huerto para ir a la habitación; de camino vi a Cless, quien venía con una bandeja en las manos.

—¿Qué sucede? ¿Ya te vas a volver a encerrar? —me preguntó un poco preocupado.

—No. Voy a salir —le dije un poco animada—. Sácame de aquí. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro